martes, 17 de diciembre de 2019

Maldeojos. Furiosa Greta


Furiosa Greta
(Artículo publicado el jueves, 28 de noviembre, en diarios del grupo Prensa Ibérica)

     Un día, con 15 años, la niña sueca Greta Thunberg dibujó un cartelito, se puso frente al parlamento del país, y reclamó leyes que atajaran con solvencia el cambio climático que ha empezado a comernos los tobillos, y subiendo. La niña creó a su alrededor un apostolado de su edad y surgió el colectivo, ahora de órbita planetaria, conocido como Viernes para el futuro. La nena fue elevada por los medios de comunicación a la categoría de heroína, de luchadora nata, de mesías que nos salvará de los males que el humano le hace a su planeta. La mona habló nada menos que en la Conferencia de Naciones Unidas sobre el cambio climático el año pasado. La lideresa adolescente le habla de tú a los gerifaltes políticos. Los pone firmes. Hay que hacer un gran esfuerzo, mirar muchos vídeos, para verla sonreír. Se toma muy en serio la llamada del cielo.

     No hay quien le tosa a la mocosa. Menuda es. Ella no habla, regaña. No dialoga, exige con la frente arrugada y la voz tronante, y su imagen en la tele es siempre intensa, como una furia, enfadada. A mamá y a papá los tiene acojonados. Los obligó a no viajar en avión y a no comer carne, por lo de la huella del carbono y tal. Total, que el efecto invernadero es ya el efecto Greta Thunberg. Es una ola imparable, y está bien. Pero niña, hija, ten cuidado, no te enfurruñes tanto, que te vas a hacer vieja de golpe. Ahora, la activista está viajando a España para acudir a la Cumbre del Clima –del 2 a 13 de diciembre en Madrid-. ¿Está viajando? Sí, cruzando el mar océano en catamarán, por lo de la huella del carbono y tal. ¿Eco pija? Yo qué sé. Pero sería bueno no ser muy gilis y no volvernos locos. A ver si el gilipollas soy yo y no me entero. Carne no como, por si.


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