martes, 22 de enero de 2019

Maldeojos. Cuatro, tres, dos, uno... cero


Cuatro, tres, dos, uno… cero
(Artículo publicado el domingo, 20 de enero, en diarios del grupo Prensa Ibérica)

     Cuatro se va a negro. Es el final. El haraquiri. El puñal desde dentro. La madrasta del cuento se ha quitado la careta y actúa como los seguidores de la ultraderecha que tienen el alma negra de haber aguantado tanto tiempo sus hemorroides ideológicas en silencio y ahora, jaleados por los partidos que los cobijan, se han destapado y se encaran y en la calle desafían con la barbilla retadora y la mirada desafiante. Los dueños de Cuatro lo tienen claro con Cuatro. No saben qué hacer con la cadena, pero ya hace tiempo que la empezaron a desmantelar. Paolo Vasile es un cínico pragmático, y como jefe supremo de Mediaset, mete tijera o zurce remiendos, pero no para quieto, que para eso le pagan. Y muy bien, aunque quizá no tanto como uno de sus empleados del circo para el que trabaja, el señor Paquirrín e Irene no sé qué, que se embolsan a la semana, como se decía aquí hace unos días, un pastón entre los dos gracias a la audiencia, que apuntala el despropósito. Parece claro que para apuntalar el edificio con aluminosis de Cuatro han echado mano de Risto Mejide, que se adapta a lo que le echen, que lo mismo te hace de avinagrado jurado de la última chorrada para salir del anonimato la niña de pueblo o el nene de barrio, que se pone en plan Pepa Bueno y te hace una entrevista en su sillón Chester, Chester que el domingo pasado regresó en su octava temporada con Jesús Vázquez como invitado, con el morbo añadido por ver si, como pasó en 2009 en la Operación Triunfo de Telecinco, donde discutió con Vázquez hasta ser expulsado del plató, ahora era Risto el que echaba al colega, y no, no fue así. Contó Jesús Vázquez un drama infantil que aún lo persigue, y es que aún teme que alguien, como cuando era crío, le haga daño. Y contó que el conocido como caso Arny –por el bar gay sevillano denunciado a mitad de los 90 del pasado siglo por prácticas de prostitución infantil-, que le salpicó a él y a otros famosos, fue una caza al maricón con la connivencia de jueces, policía y caverna mediática, y que al final fue absuelto porque los menores dijeron que se habían inventado los hechos. En el mismo Chester, Lydia Bosch contó que después de morir su padre, un día, mientras ella viajaba en tren, mirando al cielo, vio su cara entre las nubes. Nada que decir, cada cual gestiona las pérdidas fuertes como puede.

Los Boxonaros
     Dicho esto, Chéster es de lo mejor que queda en Cuatro. Don Ricardo Mejide Roldán te hace además de Fran Blanco, y aunque no sea Zapeando, Todo es mentira es un buen formato para las áridas tardes de la cadena, que lleva tiempo convertida en un vertedero de extravagancias, y por si alguna faltaba, el jefe descargó en su parrilla los camiones de residuos con un cargamento tóxico, caduco y rancio como Mujeres y hombres y otros anabolizantes. He dicho que Todo es mentira es un buen formato para las áridas tardes de Cuatro. Pero ay, eso ha durado un suspiro. Mejor, duró unas horas. La audiencia de Todo es mentira va más cuesta abajo que el centro reformista del PP de Pablo Casado, al que vemos a diario en su personaje del Club de la comedia con su micrófono de boca y sus cicloramas de paisajes y su sonrisa fingida y forzada y sus maneras de chico listo y sobrado. ¿Y qué ha hecho la productora de Todo es mentira para revivir el programa? ¿Llamar a los políticos del panorama patrio para que Pedro Sánchez, con el asunto de los Presupuestos Generales, cuente el chiste de los Boxonaros, como llama al Rivera de Ciudadanos y al “Aznarín” popular?  Pues no. Les doy una pista. La productora es La fábrica de la tele, la de Sálvame. ¿Ya? Pues claro. Si Todo es mentira se hunde porque  la audiencia que ha ido construyendo la cadena no está acostumbrada al trazo fino del  humor con su pizca de ironía, de chispa social, y exige un mínimo de información sobre la actualidad, pues se le da lo que quiere. O sea, se invita a Belén Esteban, que sale del plató de “mi programa” en Telecinco y se mete en el plató de Risto en Cuatro. Así, así es, como lo leen, y el sumario ha dado la vuelta al calcetín y ha puesto a sus brillantes colaboradores a hablar de Gran Hermano, así, como lo leen. O sea, otra mierda.

Risto y Chaparro
     Las mañanas de Cuatro son hoy un páramo de series yanquis que sólo ve el que pincha el vídeo. La cadena se ha bajado de la competición. La pobre Toñi Moreno, al frente de la reunión de chonis de gimnasio, trata de llevar con la máxima dignidad, si se pudiera unir Mujeres y hombres y viceversa y dignidad, como mejor puede. Pero tampoco cuajó  y la espantada es mayúscula. Hasta hace unas horas, Cuatro mantenía cierto orgullo con sus informativos, pero también han caído vareados como las aceitunas de los olivares de mi pueblo en esta época. La analista Ana Rosa Quintana, visionaria y sabihonda por naturaleza, habló en su programa matinal de lo que está pasando no sólo en Cuatro, que cerró el grifo al informativo de la noche y ha dejado en braguillas de ocho minutos al de mediodía, con Carme Chaparro, la de Noticias Cuatro 1, en la rampa de salida, sino en Mediaset, el emporio. Que Mediaset está en un momento de ebullición y agitando el tablero, dijo AR. La ebullición, agitación, y cancelación informativa se hacen verbo y carne en el programa de Risto y en el nuevo destino de Chaparro, que competirá con Más vale tarde. Pero no hay que tirar petardos al aire, ni mucho menos. ¿Recuerdan que Sonsoles Ónega, periodista del clan ídem, creía que Ya es mediodía sería un programa de actualidad política en Telecinco y a los dos días la mano de dios lo convirtió en la mierda chismosa que es hoy, dando cabida a los ninis de la cadena? Pues eso, por ahí irá la agitación que Mierdaset aplicará a lo de Chaparro. Parece que alguien, desde un control no tan remoto, está ante unos paneles como los que vemos cuando los científicos de la NASA esperan la llegada de la nave a su destino, para decir en voz susurrada la cuenta atrás de la desconexión definitiva de Cuatro, tres, dos, uno… cero.

La guinda
    
Celia, vividora
     El día 15, a la salida de la investidura de Bonilla como presidente de Andalucía, un grupo de mujeres increpó a la diputada del PP Celia Villalobos llamándola vividora en un día de protestas por la llegada de Vox a ese parlamento. La señora del Candy Crush siempre luchó por la igualdad hasta con su partido en contra, es la verdad. En Espejo público, ay, le salió la vena tonta y dijo que “por su aspecto, eran de Podemos”. Vaya.

Maldeojos. Vaya hospital


Vaya hospital
(Artículo publicado el sábado, 19 de enero, en diarios del grupo Prensa Ibérica)

     Tenía una vaga idea, porque manejaba una vaga información, porque el origen de quien amamanta al bebé también ha sido no vago sino lo siguiente, de que el martes, o mejor, algún día, se estrenaba, y tampoco acertaba en qué cadena, Hospital Valle Norte. Tanta vaguedad e inconcreción no es buena, ¿verdad? Bien. Pues el martes por la noche, con la mano en el mando para poner fin al día de televisión, estaba por casualidad en La 1 y en Lo siguiente, que no, no levanta cabeza –a ver si la anunciada reforma del programa que presenta Raquel Sánchez Silva revive el alicaído formato-, y luego, zas, un plano en el que alguien volaba en un aparato que parecía una caja de cerillas y una etiqueta en la parte superior de la pantalla donde se leía #HospitalValleNorte1, creo recordar. Y por amor a esta pieza me quedé.

     La primera, en la frente, o en la zona del cerebro o del corazón o del coxis o del bazo en que se cría la perplejidad. El accidente del aparato fue la cosa más graciosa que he visto desde que el trío La la  la de la derecha se lo monta en la cama andaluza cubriéndose con las sábanas para que nadie vea sus cochinadas y luego decir que allí no pasa nada, y que el amor entre hombres es cosa de colegas pero sin mariconadas. Lo malo de mi risa casi loca es que el director de Hospital Valle Norte, la productora, los actores y actrices, y por supuesto TVE pretendían que el accidente resultara eso, un drama, y que dejara a la audiencia conmovida. Cuento esto porque simboliza el desastre de lo que vino luego. Un despropósito. Una serie de médicos y hospitales en el siglo XXI no puede ser peor que las que se hacían en el XX. Lo dejo aquí. Por respeto a un equipo que vive de esto.


Maldeojos. Juan Cueto


Juan Cueto
(Artículo publicado el jueves, 17 de enero, en diarios del grupo Prensa Ibérica)

     No sé si a usted le suena este nombre, Juan Cueto, y llega a relacionarlo con la página en la que nos encontramos. Permítanme que me ponga un poco melancólico y tristón porque se ha ido. El asturiano Juan Cueto, dicen las crónicas, ha muerto después de una larga enfermedad. Sé que fue un intelectual sin aura pedante, que escribió libros, que fundó publicaciones donde convivían creadores de edad consolidada y de edad párvula, y que incluso dirigió Canal +, ventana en la que, con rayas morbosas si no eras cliente, se emitía sexo explícito en la España de finales del siglo pasado, todo eso lo sé, pero yo me quedo con el Juan Cueto de su brillante, desveladora, rotunda, lúcida y adictiva columna, La cueva del dinosaurio, que nació en un periódico asturiano y acabó reinando en El País.

     En La cueva del dinosaurio Juan Cueto analizaba todo lo que salía en televisión, todo, es decir, desde la publicidad y sus trucos y su casi siempre poder de moldear los gustos de la sociedad a la que se dirige, a los deportes, el cine, las series, los informativos, las noticias del tiempo, los colores que usaban en el decorado de los magacines, todo, un análisis que a mí me fascinaba porque yo empezaba a dar mis primeros pasos en esto del comentario sobre televisión, y su palabra, su mirada y su finísima disección catódica era un faro en el que este principiante se miraba, igual que, unos años después, leía como el que se toma su dosis, el Visto y oído del maestro Eduardo Haro Tecglen. Juan Cueto se ha ido, se dice en casos parecidos, pero queda su legado. Y es verdad. En mí sin duda que es así porque aún recuerdo alguno de sus comentarios sobre esto o aquello. Grande.


Maldeojos. Concha y Paquirrín


Concha y Paquirrín
(Artículo publicado el martes, 15 de enero, en diarios del grupo Prensa Ibérica)

     Estoy seguro de que no tiene que ver una cosa con otra. Pero voy a intentar llevar a mi terreno el titular a ver qué pasa. Juntar Concha Velasco con Paquirrín, con el patán de Isabel Pantoja por muy pinchadiscos o cantante de discotecas que sea, de extrarradio y fiestas de pueblo donde alcaldes horteras dilapidan el dinero que no es suyo propalando el mal gusto a espuertas. Este pájaro se ha encerrado en Guadalix con una señora, no sé si es la suya, una que pasaba por allí, o algún apaño ocasional, para concursar junto a otras parejas amañadas o no en la última cagada de Telecinco, Gran hermano dúo, y allí estará hasta que le salga de las pelotas y se infle a ganar dinero. Digo bien. Se infle, más de lo que ya está aunque creo que ha reducido sus lorzas. Kiko Rivera gana a la semana, según he leído, cerca de 45.000 euros. Repito, 45.000 euros. Y la parienta 35.000. O así.

     De hecho aceptaron acudir al estercolero sin fin de la cadena de Mierdaset porque así no sólo estarían juntos sino que los dos llevarían dinerito a casa. Dinerito que serviría para que el popular juglar pague sus débitos a Hacienda. Coño, ya tengo el vínculo. Concha Velasco, la gran actriz, la gran artista, también le debe a Hacienda unos cuartos que ha de pagar, como es lógico. Por eso cuando le preguntan cómo se presenta su futuro ella no duda en responder que “no puedo retirarme, tengo que pagar a Hacienda”, es decir, como Paquirrín. Eso sí, hay una, enorme, dolorosa, clarificadora, definitiva diferencia. Concha Velasco conseguirá su dinero subida al escenario, con casi 80 años, dando vida a su personaje en El funeral, dirigida por su hijo Manuel Velasco. Paqurrín conseguirá 45.000 euros a la semana tocándose los cojones.

Maldeojos. Hipnotízame, tonto


Hipnotízame, tonto
(Artículo publicado el domingo, 13 de enero, en diarios del grupo Prensa Ibérica)

     Todo lo que me la pone dura me lo follo. Fin de la cita. Firma, Nacho Vidal, el rey del porno español, el que maneja un látigo del tamaño de un vaso de tubo de cubata, cuando a los cubatas no se les echaba esa pipirrana que hoy le echan algunos y que necesita recipientes como zafas. La estrella del porno tiene conciencia social, y como sabe que muchos chicos y chicas ven en él a un maestro del que aprenden las primeras letras de la sexualidad en vídeos que tragan como el que asiste a clase de biología, ha decidido introducir en sus producciones algo que hasta ahora la industria del guarreo no contemplaba, el cariño y la ternura. ¿Porno con caricias? Eso es como Donald Trump con emociones y empatía, como Bolsonaro protegiendo las reservas indígenas de Brasil de las garras de las inmobiliarias, industria agrícola, y otras empresas que ven en esas extensiones prodigiosas un bocado difícil de rechazar, el porno con cariño y ternura y caricias es como si Telecinco se volviera loca y en vez de Gran Hermano dúo apostara por fomentar la lectura emitiendo especiales desde la Biblioteca Nacional con Belén Esteban concentrada en un libro mientras la sardesca Paz Padilla la molesta tentándola con folletos de instrucción para manejar el microondas. Me comía el pienso de los perros. Fin de la cita. Firma, Rocío, de 19 años, que pasa por First dates tratando de encontrar el amor verdadero. Está claro que en la pareja que le pusieron, Guillermo, no lo encontró. Lógico, el chico salió cortando. Ella, viendo el panorama, se convirtió en la zorra de las uvas, altas y verdes, y dijo que no le gustaba porque le parecía “un poco chulo y prepotente”.  Carlos Sobera no dijo mira, mira, mira, piensa, piensa, piensa, apuesta, apuesta, apuesta, grita, grita, grita, y dejó que la banca se llevara hasta la calderilla de la mesa de los comensales. (22)

Okupa de San Telmo
     Otra gran frase que resume este tiempo de miedo, perplejidad e hilarante desconcierto es la que soltó Mamen Mendizábal, la de Más vale tarde, que el martes volvía al tajo en La Sexta. Esta tía es gilipollas. Así, clara y rotunda. La tía es la ministra brasileña Damares Alves,  que ostenta la cartera de Mujer, Familia y Derechos Humanos en el gobierno del mentado Bolsonaro, que la historia se lo lleve pronto en un rapto entre náuseas y fanfarria de charangas y bossa-nova. Esta Damares es la que soltó, y vimos para asombro de “todos y todas” en un vídeo de baja calidad diciendo la chorrada de que los niños visten de azul y las niñas de rosa, hay que reconocer que gran frase que quedará en el frontispicio de la estupidez femenina, masculina y singular, o como dice Mamen Mendizábal, “esta tía es gilipollas”. También esta semana ha sido intensa si nos quedamos en la superficie de las frases, de los mensajes, de los titulares, y no, no estoy pensando en los alardes lingüísticos que hacen los jefes del PP tratando de enmascarar el significado de las cosas con palabras menores para no herir a los bravos guerreros de Vox antes de dar el sí quiero a Juanma Moreno, ya conocido como Juanma el okupa de San Telmo, por si se queda sin la presidencia de la Junta de Andalucía, la novia tan arisca. Escojo ésta que me parece otro retrato perfecto de este tiempo de charlatanes con un poder tremebundo. No pagar a las personas que trabajan para él, es Donald Trump haciendo lo mejor que sabe hacer, dijo la otra noche el presentador estadounidense Jimmy Kimmel en su show nocturno para la cadena ABC a raíz del chantaje del tarambana presidente, que trata de presionar a los demócratas, y asustar a la gente, como hizo el martes en un discurso alarmante emitido por todas las cadenas del país, para que lo apoyen presupuestando su ridículo muro con Méjico dejando a 800.000 funcionarios sin cobrar, el muy canalla. El presentador está dispuesto a contratar a un funcionario por noche hasta que “estos trabajadores no reciban su dinero”. John Kostelnik, funcionario de prisiones, fue el primer contratado. ¿En qué? Jimmy le entregó una pandereta y lo puso junto a la banda del programa, ingenuidad que sólo trata de denunciar la vesania inconmensurable, peligrosa y criminal del piel naranja. (50)

Sueño andaluz
     Hipnotízame, tonto, parece que ha dicho Pablo Casado mientras se acuesta con Albert Rivera el mudo, que delega en otros para no llenarse con las cajonadas que va soltando el caballo de VOX a su paso feraz por los contratos firmados bajo llave. La política en Andalucía se hace ahora por telequinesis desde Madrid, qué bárbaros. Ni el “showman” Jeff Toussant, que firmó a principio de año la octava gala de Hipnotízame en Antena 3, podría superar lo que está ocurriendo en la tierra del señorito redivivo. Si el cachondo y macizo Adrián Lastra se dejó achicharrar atrapado entre dos paredes de fuego con el torso al aire, si el Monaguillo fue juzgado por robar carteras o jerséis o lo que se tercie a los colegas que comparten camerino con el humorista, si Santi Rodríguez viajó al pasado para evitar cinco accidentes –magnífica puesta en escena, asombrosos efectos especiales-, o si Anabel Alonso da su discurso creyéndose de verdad que es la primera presidenta de España –malos, muy malos tiempos para las mujeres, que a estas alturas han de seguir peleando en las calles temiendo que lo conseguido por obvio se convierta de nuevo en una demanda delirante-, pues eso, si Jeff Toussant firmó un espectáculo donde lo de menos es que sea una trola la hipnosis porque como entretenimiento es muy potente, lo de Andalucía es un mal sueño, y la putada es que parece una hipnosis a lo bestia, una hipnosis colectiva, pero no, es real. Los únicos hipnotizados son los partidos de derecha que se han dejado adormilar con el fuste del hermano extremista y chulo. Hipnotízame, y llámame tonto, o camicace, pero hazme presidente, coño, ha dicho con su sonrisa de plexiglás el rey moro Moreno Bonilla, tan muñeco feliz, tan orgulloso de ser un pelele del voraz tiburón “Aznarín” Casado. De Gran Hermano Dúo, si eso, ya se hablará otro día, O no. Me voy a trasponer un poco. Y llámame tonto. Qué gran frase.

La guinda
     Javier Ruiz
Menciono a Javier Ruiz para centrar en él la situación en que Mediaset deja en Cuatro a sus informativos. En nada. Se veía venir. A Jesús Cintora le cortaron el pescuezo antes de cortar Las mañanas de Cuatro. Ahora desaparece así, de cuajo, sin anestesia, Noticias Cuatro 2, y se reduce hasta el ridículo el noticiario del mediodía. Javier y sus compis se van al paro. No sólo eso. Se resiente el entramado informativo del país. Y eso es malo.

Maldeojos. Bien matados


Bien matados
(Artículo publicado el sábado 12 de enero en diarios del grupo Prensa Ibérica)

     Nunca ha pasado nada en Torrecillas, decía un personaje en el primer capítulo de una serie con muchos ingredientes para convertirse en algo grande por su interés, Matadero, que Antena 3 estrenó el miércoles con una audiencia que superó los tres millones. Y así es, en Matadero pasa de todo, hay de todo, puede ocurrir todo, y si algo puede ocurrir, ocurre. Hasta que muera un personaje fundamental en la primera entrega, el del actor Antonio Garrido, un vivales de espíritu corrupto que trafica con todo. Así que en esta ficción que cuece en la misma olla el humor y el drama se acumulan deseos, envidias, el tráfico de drogas, lo policial, lo sentimental, el guiño del orgullo de ser de un lugar, de Puerto Lumbreras en este caso, o sea, murcianico, como alardea Pascual, el personaje de Ginés García Millán, un malote sin escrúpulos ni sentimiento de culpa que trabaja para el capo Don Julio, jefe de un clan de narcos de la Ría de Arosa.

     Nunca ha pasado nada en Tordesillas, decía el jefe del puesto de la Guardia Civil del pueblo, el capitán Villanueva al que pone alma Janfri Topera. Pero vaya si pasan cosas que, mire usted por dónde, quiere investigar María, metódica y racional, enamorada de su profesión, la actriz Camila Viyuela, hija del actor Pepe Viyuela, el veterinario, un tipo sencillo que de golpe –nunca mejor dicho- abocará en una geografía vital en la que jamás pensó moverse. Vean Matadero, es divertido, emocionante, un gran espectáculo. Y el sobrenombre de Matadero, un thriller ibérico, perfecto para centrarse aún más. De Berlanga a los Cohen de Fargo, con tonos dorados como los atardeceres castellanos, la serie retrata la capacidad del ser humano para combinar mercadeo de cerdos con drogas, bondad y maldad extremas, ingenuidad y astucia. Vean este formidable entretenimiento.


Maldeojos. Buenas mentiras


Buenas mentiras
(Artículo publicado el jueves, 10 de enero, en diarios del grupo Prensa Ibérica)     


     Pedrete, Pedrete, si no sabes exhumar pa qué te metes, dijo con soltura Elsa Ruiz, la trans del pueblo, tal como ella se definió en el estreno de Todo es mentira, vespertino que Cuatro estrenó el martes con muy, pero que muy poco éxito de audiencia si lo comparamos, que hay que hacerlo, con Zapeando, su rival natural de La Sexta. Esta chica, la trans del pueblo, junto a Marta Flich, Miguel Lago, Antonio Castelo, y la actriz Itziar Castro, de gordura infinita, desmesura anatómica que ella misma usó como elemento de humor durante el programa sin asomo de complejo, forma parte del equipo del nuevo intento de la cadena por reflotar su hundida tarde, bueno, y hundida mañana, y hundida noche, pero esta es otra película. Al frente de Todo es mentira, el que intenta ser el Frank Blanco de la competencia, don Risto Mejide, casi ausente, en un papel a medio gas que no acaba de encajarle o no acaba de dominar, aunque algo raro observo.
     El programa, lo digo rápido, quiere ser un Zapeando pero no lo consigue. Y ese es su error. Igual que Ese programa del que usted me habla, La 2, crece a diario también con el humor como materia prima, Todo es mentira ha de afinar su apuesta y ahormar su desarrollo porque de los formatos en esta franja es de lo mejor que Cuatro ha estrenado. Cada colaborador tiene su sección, pero no todas funcionan igual. Vuelvo al principio. Me quedo con el descubrimiento –no sabía de su existencia- de Elsa Ruiz. Curiosa fue la entrevista que le hizo al último embalsamador vivo de Paquito Franco. Además le propuso al director del Museo de Cera de Madrid, con mordaz seguridad, cambiar al Franco de cera por el original del Valle de los Caídos. Pueden tener futuro. A ver.








Maldeojos. ¿Es La Sexta?


¿Es La Sexta?
(Artículo publicado el martes, 8 de enero, en diarios del grupo Prensa Ibérica )

     Empieza a tocarme los cojones La Sexta. Lo digo así de rotundo por si no me explico bien. Creo que dicho así no hay duda. La Sexta lleva tiempo despistándome, pero hace unas semanas se ha desmadrado. Es un delirio, un frenesí, una barbaridad, una cosa loca. Lo contrario de lo que uno espera de La Sexta. Opino como un señor del que no retuve el nombre que escribía en Twitter que La Sexta se está convirtiendo en una tele de mierda, no en el sentido en que uno dice que Telecinco es una televisión de mierda, no, La Sexta es una televisión de mierda porque lo ha hecho tan poco a poco que hay quien aún no se ha dado cuenta de que se ha convertido en plataforma de una chusma ideológica que uno no creía que pudiera pasar. Se ha convertido en altavoz de gente que ampara su añoranza dictatorial en la Fundación Francisco Franco.

     No hay pantalla en la que asome tanto como en diversos programas de La Sexta Juan Chicharro, un cavernícola que lanza su discurso en Liarla Pardo, en Más vale tarde, o  en Equipo de investigación. Sigamos. En La Sexta se cobijan Marhuenda e Inda, ese tipo sin escrúpulos que representa el peor periodismo, el periodismo de esputo y bilis, la información amañada con un cinismo apabullante y deshonesto. ¿Alguien da más? Si siguen La Sexta habrán comprobado que es raro ponerte frente a su programación sin que aparezca la jeta del mesías Santiago Abascal y sus acólitos lanzando mensajes que aterran, dichos con una normalidad aún más aterradora. ¿Me has traído a este programa para hundirme o para sacarme a relucir, le decía Paca Carmona a Lauren Postigo, los Martes y Trece? Pues eso. La Sexta, ¿al servicio de la extrema derecha, o qué?

lunes, 7 de enero de 2019

Maldeojos. Pollitos estofados


Pollitos estofados
(Artículo publicado el domingo, 6 de enero, en diarios del grupo Prensa Ibérica)

     La página web de TVE se ufana, se infla como un rey mago blanco tintado de negro, de contar con los aspirantes a cocineros más pequeños que nunca. Algunos, sigo en la web, “casi no llegan a las encimeras”. Pobres niños. No me sale otra cosa. La última tanda de cocineritos forman parte de las anteriores, pequeños en manos de mayores, con lo que a los mayores les gusta el parné. Ya vamos por la edición número 6 de Masterchef junior.  TVE le ha tomado el gustillo al formato, y como Telecinco con Gran hermano, en La 1 no hay descanso, así que las cocinas no paran de echar humo, ya sea con cocineros de alto renombre –Mastechef celebrity- , con aspirantes anónimos adultos –Masterchef a secas-, o con renacuajos de ocho a doce años como Blanca, Noa, Candela, Jaime, Izan, o Pachu. Está claro que los escogen por algo más que por saber cortar verduras sin cortarse. La fama es dura, lo sabemos, y llenar la pantalla de la tele pública un par de noches a la semana, y en horas consideradas de alto consumo televisivo no es un regalo que te llega del cielo por tu cara bonita, que también. Hay que ser o pizpireta o redicho, o parlanchín o simpaticón, o ambicioso hasta el rechazo o competitiva hasta lo impropio en esa edad. Los elegidos y elegidas no pueden ser cualquiera. El espectáculo es cosa seria. Hay que elegir bien, como se eligen los perfiles de quienes de desgañitarán en la casa de Guadalix de la Sierra, que dar con diamantes brutas como la peruana Miriam Saavedra no es cosa fácil –casi me da una apoplejía cuando el otro día, creo que con la escurrida sílfide de Alberto Chicote, sometido a un régimen alimenticio tan eficaz que el año que viene el cateto Josie que idea los disfraces, para la noche de las uvas, podría pelearse con Cristina Pedroche a ver quién de los dos enseña el culo, pues eso, que por poco me quedo loco al enterarme de que Mario Vargas Llosa, literato con Nobel en su estantería, la felicitó por ganar Gran hermano. El contacto con la Preysler está dando sus frutos en tiempo récord trastornando su cabeza-.

Aznar en Botella
     Y como parece ser que en Masterchef se va hasta la presentadora –desde el lunes se verá a Eva González, quien la vea, en la nueva camada de futuros cantantes que engrosarán las listas del olvido que salgan de La voz, ahora en Antena 3, camada que formará club con los de Operación triunfo y parecidos chiringuitos canoros-, quizá sea por lo que la cocinera Samanta Vallejo-Nájera se ha restaurado como una muñeca chochona la faz, quedando como quedan todas, tirante de piel, brillante de mejillas, inflada de pómulos creyendo que así vence al tiempo y se hará eterna presentando junto a Pepe Rodríguez y el avinagrado Jordi Cruz las mil ediciones futuras que aún quedan de Masterchef, que seguro que seguirá contando con el panocho Mario Vaquerizo para hacer el chota, soltar unas plumas, decir cuatro simplezas, y llevárselo crudo. Ha dicho Samanta que este Masterchef junior es la entrega más divertida, dinámica, fresca, oh, ah, ay, yupi, y chachi que se ha visto. Aunque  a mí, ah, oh, ay, me parecen los mismos pollitos en el mismo corral haciendo monerías. El Gran Wyoming, desde el corral de los adivinos, ha demostrado que tiene boca de cabra –o sea, poder de profetizar-. Yo no me conformo con que la señora Ana Botella coja la cartera y se vaya, yo quiero que esa señora se siente delante de un juzgado por prevaricadora, dijo en 2015 el rico presentador de El intermedio en una charla ante un público entregado. Y se cumplió. Doña Botella acabó hace unos días estofada en el juzgado, que la condenó a pagar 26 millones de euros por malvender pisos públicos a empresas dedicadas al chalaneo especulativo inmobiliario siendo alcaldesa de Madrid, millonada que tendrá que abonar junto a otros cargos de su equipo. El gallito Aznar, que se sepa, aún no ha sacado el cuello por su pollita, aunque es de imaginar que el labio superior se le ha endurecido más y el cabreo que sienta será mayestático, como corresponde a pavo que se cree real, tan suculento en la olla.

Barba y bomba
     Y como no hay dos sin veinte, aparece de nuevo en La 2 un cura de alto copete, un pollo que se tiene por gallo según vestimenta. A José Antonio Reig Pla y a su empresa se le volvió a regalar un tiempo divino en un formato de entretenimiento conocido como El día del señor. Qué marcha. Con sus ropas de extravagancia muy mariquita, drapeadas, sedosas, bordadas en oro –no hay miseria, que la orgía ornamental, sueldo del político tras la máscara religiosa, y mantenimiento del negocio lo pagamos todos, sean o no sean feligreses-, el iluminado monologuista la emprendió otra vez contra los homosexuales, la ley del aborto, la de igualdad de género, contra los inmigrantes, contra el matrimonio entre personas del mismo sexo, en fin, bazofia que la tele pública permite para asombro del gentío, que en las redes sociales bramó su perplejidad. ¿Hasta cuándo se consentirá este desmán, impropio de una tele pública que no debe amparar semejantes monsergas que fomentan el odio? Aunque hay que reconocer que quienes diseñan la moda con que visten a estos actores bufos con ropajes de opulencia y opereta bien podrían apuntarse a la nueva edición que La 1 anuncia de Maestros de la costura, de nuevo con el simpar Lorenzo Caprile, el costurero real, con una malafollá casi de Granada, y Alejandro Gómez, uno que en vez de pollo se hace llamar Palomo, ve tú a saber por qué. He dicho Granada. Y enseguida he notado en la cara el zurriagazo de miles de banderas de la patria, compradas en el chino de la esquina, para ver quién la tiene más grande, si los del PP o los del vaquero de Vox, que se la medían en la plaza del Carmen granadina tratando de demostrar que su amor a la “Toma de Granada” del siglo XV por los Reyes Católicos es su actual rechazo a los infieles de barba y bomba. El espectáculo estaba servido, y las imágenes de tan rancio abolengo de pendones flamígeros, saltó en horas a los telediarios, que cocinaron unos caldos incomestibles con gallina vieja.

La guinda
Cómico Imbroda
     La política es cada vez más una extensión teatral. Hasta señores en edad de sensatez como el presidente de Melilla, del PP, Juan José Imbroda, actúan como un “showman” que entretiene al respetable. El otro día, para decir que Pablo Casado jamás subirá al Falcon con su perra, lo hizo con su banderita en el bolsillo de la camisa moviéndose sobre la tarima como un avezado cómico. ¿Recompensa? 10 segundos de Telediario.

Maldeojos. Lo bordan


Lo bordan
(Artículo publicado el sábado, 5 de enero, en diarios del grupo Prensa Ibérica)

     Cada día me gusta más Ese programa del que usted me habla que a diario emite La 2 a una hora muy competitiva, de 9´30 a 10 de la noche, y coincidiendo con el principio de, nada menos, El intermedio de Wyoming y El hormiguero de Pablo Motos, asentados y alabados en las parrillas de La Sexta y Antena 3. Hay noches en que me pongo a ver lo que cuece el sumario, y casi siempre me interesa. El jueves pasó como invitado para hablar de su libro Bop Pop, que le echó mucha sal y pimienta a la noche, salpicando de ironía una visita que me dejó con más ganas. Del trío de presentadores, María Gómez, Alberto Casado, y Marta Flich –que se va, que ha fichado por Todo es mentira, otro intento de Cuatro de hacerle cosquillas a Zapeando, esta vez con Risto Mejide- me quedo con Marta Gómez, la cabeza de cartel, la que lleva la batuta, la que maneja el guión y parte y reparte tiempos.

     Qué barbaridad. ¿De dónde ha salido? Tiene las tablas de una clásica, y los recursos, la naturalidad, y un manejo del directo apabullante. Leo un poco para saber de dónde viene y me entero de que era reportera en Mediaset, y de hecho es quien puso en su sitio a un seguidor de la Roja en su paso por Moscú cuando la reportera le preguntó su opinión y el imbécil dijo, ¿cómo te llamas, guapa?, a lo que ella respondió con un “María, pero lo de guapa no hace falta”. María hace vibrante Ese programa del que usted me habla, programa que tiene como bandera el humor, caiga quien caiga, y juro por la sonrisa impostada de Pablo Casado y por la perra de Pedro Sánchez que seguro que algún tipo de audiencia quisquillosa se siente agraviada y ofendidita. O sea, que lo bordan.


Maldeojos. La Vox


La Vox
(Artículo publicado el jueves, 3 de enero de 2019, en diarios del grupo Prensa Ibérica)

     La última noche del año en la tele es, desde hace varios, la cosa tonta de ver si Cristina Pedroche acaba enseñando el chichi. Este tampoco lo enseñó. Y también si Alberto Chicote seguirá adelgazando. A ver en qué quedan asuntos tan capitales cuando termine el que acaba de comenzar. Ya ni siquiera interesa saber cómo lo hizo Roberto Leal en su estreno en La 1 –qué traje más feo le pusieron-, junto a la maestra Anne Igartiburu. Y por supuesto, las uvas en Telecinco son un agujero negro televisivo. Han pasado no sé cuántos días y aún no me he enterado de quién puso la cadena para acompañar a su audiencia. La nochevieja no es nada de eso. La nochevieja es, también desde hace algunos años, el especial de La 2 de Cachitos de hierro y cromo. Podría ahorrarme esta pieza yéndome a mi archivo, copiar el artículo del pasado año, y publicarlo hoy.

     Junto al especial de José Mota, Cachitos de hierro y cromo, copando las dos cadenas públicas nacionales, es lo mejor de la noche. Pero lo mejor, con abismal diferencia, con descojonante diferencia. El Cachitos que marida archivos de RTVE, que echa mano de gente de Radio 3, y que presenta Virginia Díaz, alcanzó una cota de humor que rozó la gloria este año, una combinación de ingenio, inteligencia, chispa, hilaridad, complicidad y arañazo social que consiguió que muchos no pudiéramos irnos a la cama a la hora en que nos hubiera gustado para estar frescos y escuchar en pijama el Concierto de Año Nuevo del día siguiente, el otro gran clásico de estos días. Valga este ejemplo. Mientras cantaba Bertín Osborne el New York de Frank Sinatra, se leía en los rótulos La Vox. Resumir en una palabra tanta mala uva es cosa de ingenio, acidez y tino. Qué grandes.



Fabián Marcel
(Artículo publicado el martes, 1 de enero, en diarios del grupo Prensa Ibérica)

     El pintor de los dedos de Málaga, titulaba La Opinión de Málaga hace unos días para referirse a Fabián Marcel, pasó por El hormiguero. Y sorprendió con su habilidad y su arte, decía el periódico. Y así fue. Pablo Motos dio paso al artista callejero para que en el plató demostrara que es capaz de hacer un cuadro en menos que dice misa un cura loco. Y lo hizo. Y fascinó. Sobre un cristal, con los dedos embadurnados de óleo, hace sus garabatos, restriega fondos por aquí y por allí, y cuando aún no ha pasado ni un minuto, zas, el artista te está enseñando una marina, un atardecer melancólico, una escena planetaria, una cascada con espumas de nieve y reflejos coralinos. Antes de eso, el habilidoso y audaz creador de paisajes en el cristal contó el accidente que tuvo a los diez años y que lo paralizó como un mueble. No le daban esperanzas, pero la esperanza es lo que nunca perdió.

     Recuperarse se convirtió en su reto, y la pintura en un desafío al que hacer frente. El pájaro con el que firma su obra habla de eso, de poder sentirse libre gracias a la pintura. Bien. Hasta aquí la historia y la hazaña del chileno que vive en Málaga. Pero yo me pregunto qué pasa, cómo llegan estos personajes al sumario de El hormiguero. Seguro que las redes del programa son inmensas, y que el equipo de guionistas o allegados, o alguien con olfato que ve espectáculo en las cosas cotidianas, lo pone en conocimiento de la dirección, y que todo, o casi, se tiene en cuenta, y que al fin, tras decenas de filtros, la máquina se pone en marcha para contactar e invitar a ese alguien que sorprenda a la audiencia. El “malagueño” lo consiguió. Y El hormiguero también.



Maldeojos. Menos "influencer" y más referentes


Menos “influencer” y más referentes
(Artículo publicado el domingo, 30 de diciembre, en diarios del grupo Prensa Ibérica)

     Lo dijo en directo un pensador moderno que tiene espíritu de bufón, y hasta sus maneras y su forma atrabiliaria de vestir, exagerada y divertida, con un gusto que apuesta por las mezclas más chocantes, parecen ir en esa dirección, incluso su nombre de guerra, Bop Pop, bajo el que Roberto Enríquez ha fabricado todo un personaje, es indicio de alma festivalera y cascabelera. Y al mismo tiempo, y ahí su grandeza, el brillante análisis que de la tele y la realidad y la cultura y la sociedad y la política, hace esta eminente figura de la televisión, casi siempre bajo el amparo de Andréu Buenafuente, con quien ahora comparte travesía en Late motiv. Fue ahí donde una noche soltó la verdad verdadera que leemos en el titular de esta página. En nuestra sociedad, dijo, sobran  “influencer” y faltan referentes. Hubo un silencio gélido, atroz, un zarpazo como de la ira de un dios noqueado, una hostia en la línea de flotación de tanto impostor, un bendito escupitajo sin despeinarse a tanta chuminada fruto de egos cuya megalomanía es sideral, torrencial y vertical, o sea, el tonto de arriba se mea en los tontos de abajo. Pues ahora resulta que muchos de esos “influencer” son un bluf, una estafa, una mentira gorda, es decir, los buscavidas de toda la vida. Lo decía la semana pasada La Sexta Noticias en un reportaje que daba datos escalofriantes, asoma la voz de Pedro Piqueras desde Telecinco dando a entender que hay calificativos que sólo a él le pertenecen. O sea, decía el reportaje que presentó  Helena Resano al mediodía, uno de cada cuatro seguidores de la tropa de “influencer” son falsos. Las casas comerciales, que se han gastado más de 35 millones de euros regalando productos e invirtiendo en publicidad en los perfiles de algunos de estos impostores con más jeta que los montajes de Sálvame han tirado por el retrete cerca de 12 millones porque detrás de esas abultadas filas de seguidores a los que el influyente de turno iba a influir era eso, nada, un hueco, un agujero negro, un perfil urdido por robots que multiplican los “followers” o se compran como se compra en la oscuridad el silencio entre Juan Manuel Moreno, PP, y Juan Marín, Cs, para subirse el sueldo como primera medida de Gobierno en Andalucía.

Menos desayunos
     Estos van a pasar una Nochevieja y entrada de Año Nuevo que flipas. Ni los escotes ni las transparencias de Cristina Pedroche, que apareció en Instagram en bolas –literal, porque se tapó con un montaje de bolas de navidad engarzadas, demostrando que su sentido del humor sigue intacto- los va a emocionar tanto como que sus votantes, perfectos “followers”, tragan lo que tengan que tragar. Resumiendo, y como dirá Risto Mejide en cuanto pasemos de este 2018 al 2019, todo es mentira. Así es. Todo es mentira es el nombre del nuevo intento de Cuatro para comerse un cachito de la tarta de la tarde que hasta ahora se tragan como leones, y auténticos reyes de la selva, los de Zapeando. La mayoría de los “influencer” son más falsos que las risas y los brindis que mañana se verán en el programa de Nochevieja –empacho de Roberto Leal en La 1, que por muy mono que sea el chico todo tiene un límite, que no nos dará tiempo de tragar la última uva desde la Puerta del Sol junto a la diosa y maestra Anne Igartiburu cuando nos esté pidiendo que soplemos el matasuegras para celebrar ¡Feliz 2019!, esa eterna y rancia gala con que las cadenas, todas las cadenas, meten sus ancas en el nuevo año-. En el mundo “influencer” hay mucho “postureo”. Pero indaguemos un poco más sobre lo mismo. Entre referente e influyente hay una delgadísima línea que une a las dos palabras por sus significados parentales, pero entre influyente e “influencer”, que parecen semejantes, hay un abismo. Más desayunos tenía el referente de Al rojo vivo, pero no ha conseguido ser influyente, y mucho menos “influencer”, así que Xabier Fortes se queda dentro de unos días sin esa cola rara que hasta ahora mantenía la dirección de TVE haciendo un puente entre Los desayunos, La mañana con María Casado, y vuelta a Más desayunos, tertulia política que ha enganchado menos que las Amigas y conocidas de Inés Ballester de la etapa anterior.

Pelo púbico
     Vuelvo a Andalucía, que esta semana ha estado en el candelabro de todas las teles que en el mundo son. Está claro que para la derecha más airosa, más vanagloriosa, y más por mis cojones, Andalucía se ha convertido en un espejo, en el norte, en el ejemplo de los ejemplos. Vamos, en una auténtica “influencer”. Si allí se han unido las derechas, se unen en el resto de España, sean elecciones municipales, europeas, o siderales. Es lo que deduje viendo y escuchando al líder del nuevo orden, un Pablo “Aznarín” Casado que se movía sobre una tarima como se mueven los charlatanes vendiendo el crecepelo de toda la vida, con despliegue de sonrisa triunfadora, y con el que conectó María Llapart en La Sexta para que la buena nueva que llegaba de “la gran tierra que es Andalucía” no se descarriara. Están felices. Ya sin caretas. No hay nada que ocultar. El “influencer” y el referente del PP es Vox. Si a mitad del siglo XX Carmen Martín Gaite escribía la vida provinciana de las chicas de Entre visillos, las reuniones de la derecha con la extrema derecha del vaquero Santi Abascal se hacen detrás de las cortinas, como decía Susana Díaz entre una nube de periodistas, confirmando La Sexta el comadreo. Qué pena que a José Mota, todo un referente del humor, no le haya dado tiempo a meter en su especial de Nochevieja Retratos salvajes para La 1 –Siete horas con Mariano, El inimitable, Okupas en la Moncloa, e Historia de la Munda, remedo de la película del argentino Damián Szifron- los pactos andaluces de PP, C´s y Vox, el auténtico macho alfa. Seguro que Mota sabría encontrar humor donde yo sólo veo preocupación. El vaquero Santi se ha convertido en el auténtico “influencer” de la derecha salvaje, un referente que me eriza el pelo del pubis, por lo menos. Bop Bop, ilumínanos.

La guinda
Spacey es Frank
En la nueva temporada de House of cards, y tras la acusación de acoso sexual a un chico, Kevin Spacey, el presidente de EEUU Frank Underwood, fue apartado de la serie. Ahora, en un vídeo colgado en redes sociales, el actor ha vuelto a usar el malvado y adictivo personaje para defenderse. Lo titula Let me be Frank, algo así como déjame ser Frank. Hablando a cámara, desafiante como Underwood, habla de su inocencia.

Maldeojos. Valiente, cobarde


Valiente, cobarde
(Artículo publicado el sábado, 29 de diciembre, en diarios del grupo Prensa Ibérica)

     Como es lógico pensar, nada tengo contra el trío de reporteros “especiales” que venía haciendo sus monerías en Corazón, el programa de chismes elegantes que La 1 tiene en cartera desde hace milenios, una eternidad paralela a la longevidad de Jordi Hurtado, para que todo el mundo lo entienda. En este mismo sitio comenté el error, el inmenso error de TVE al contratar a Julián Contreras –hijo de Carmina Ordóñez-, Lourdes Montes –cuñada de Contreras, esposa del torturador de toros Fran Rivera, y Rossana Zanetti, preñada y esperando hijo de David Bisbal, porque ninguno, en una televisión pública, tendría que ocupar un puesto de trabajo por una sola razón, estar relacionados con apellidos conocidos. Que nos dejen de tonterías. Esa fue la razón. Más, Corazón no subió su audiencia. La nueva RTVE no ha renovado los contratos. Bravo. Fin de la cita.

     En la cara oculta de esta luna, y también en estos días de fiesta consumista, se ha sabido que frente a la valentía de la negativa anterior asomó la cobardía siguiente, tal como Ana Belén la calificó. TVE fue cobarde al retirar el 24 Noche de encuentros –se emitió el 26, y tarde-, un especial musical “con alto poder reivindicativo” en el que las cantantes eran las protagonistas –de hecho, Paco Tomás, guionista de la cosa, ha dicho que su propuesta era que se llamara Mujer es-. Al final se emitieron galas al uso con Manuel Carrasco y Rosana por “ser más festivos”, dice RTVE, recogido por Vertele. Un error. Es justo en este tiempo en que la derecha más extrema y envalentonada se lanza al cuello de lo que llama “yihadismo femenino” cuando se hace más necesario no bajar la guardia por la igualdad y la reivindicación femenina desde la reflexión artística.


Maldeojos. El baile


El baile
(Artículo publicado el jueves, 27 de diciembre, en diarios del grupo Prensa Ibérica)

     Baila aunque lo suyo no es el baile, y ni siquiera cree que está bailando, pero sí. Hagan la prueba. Me refiero a los hombres y mujeres del tiempo. Cuando se ponen ante el caro plasma del mapa, empieza el meneo. Y así hasta que termina la información sobre las isobaras, el anticiclón, la gota, la entrada de la borrasca o el inminente descenso de las temperaturas que nos dejará tiesos el fin de semana. Si como espectador se pone ante la pantalla en plan normal, es decir, con el volumen dado para escuchar lo que dice el que dé esa información no hay nada raro, todo parece lógico, armónico. Pero haga la prueba. Quítele el volumen al aparato. Hágame caso, compruébelo un día. Entenderá mejor lo que digo. El hombre, la mujer que tiene enfrente, le parecerá que ha entrado en trance, que se mueve como llevado por un vals y sólo le falta ponerse el tutú.

     Uno de los maestros en esto del baile, el movimiento, la carrerilla hacia la punta del mapa para señalar con el dedo el lugar exacto de las descargas, la genuflexión y la cara de permanente asombro con los ojos muy abiertos es el incomparable Roberto Brasero, que la información del tiempo en Antena 3. Pero los más jóvenes tampoco escapan a la ley no escrita de la meteorología televisiva. Hay uno que se lleva la corona de laurel. Y está en La Sexta, y no me refiero a Alberto Herrera, que en Más vale tarde informa del tiempo pero sin mucho espacio para la danza ya que, además del modesto mapa, tiene de contenedor a Mamen Mendizábal, que suele compartir espacio en ese rinconcillo. Hablo del asturiano Adrián Cordero. Es un crack. Yo a veces le quito el volumen al aparato por si el apuesto joven se decide al fin con el “plié” y el “relevé”.


Maldeojos. 30% en GH VIP


30% en GH VIP
(Artículo publicado el martes, 25 de diciembre, en diarios del grupo Prensa Ibérica)

     Vaya tela. Un 30% de audiencia, es decir, más de tres millones y medio de espectadores son muchos, muchísimos espectadores. Y más en este tiempo de audiencias fracturadas y de consumo de televisión distinto a como hasta ahora se entendía. La final de la sucia basura, pestosa, aburrida, y de una ordinariez atronadora, la misma que rodea al resto de ediciones de Gran hermano, consiguió esos datos en su versión VIP, palabro que en la cadena de Paolo Vasile no es sinónimo de prestigio sino de todo lo contrario. Pero eso da igual. El problema lo tenemos, si es que alguien ha de tenerlo, quienes no seguimos esa vaharada tóxica que entiende el entrenamiento a años luz de lo que uno entiende por entretenerse. El jueves pasado, ante una audiencia seguro que entregada, se alzó con el premio de la sexta edición de Gran hermano VIP una señora faltona, es decir, lo que se espera de esta chusma, llamada Miriam Saavedra.

     Leo que la chabacana mentada es peruana, que enseña carne como modelo de bragas y sujetadores, y que se metió en el catre con el donjuán perdulario Carlos Lozano, tipo que fue perdiendo brillo y respeto conforme se iba acercando a las brasas fatuas y vivas de Telecinco, y poco más, suficiente para entronizar a una señora de 24 años no como modelo de lencería sino como modelo social, como ejemplo a seguir. He visto algunas veces a esta petarda en la casa de Guadalix, y siempre con maneras de actriz de quinta de telenovela, o sea, insisto, el perfil que encaja en Mediaset como un neumático suelto en manos de un chiflado que corta carreteras en Cataluña. La pájara esta se ha llevado a casa, gritando como una mona, 100.000 euros ante un 30% de la audiencia. Flipo.

Maldeojos. Los Torres dicen adiós


Los Torres dicen adiós
(Artículo publicado el domingo, 23 de diciembre, en diarios del grupo Prensa Ibérica)

     Han anunciado que se van, que lo dejan, que ya no juegan a pelearse como chiquillos con los delantales puestos mientras cortan rabos de zanahoria. Sergio Torres y Javier Torres se despiden en La 1 de Torres en la cocina, el programa de ídem que con mucha discreción pero con divertidos y eficaces resultados ha estado en la televisión pública tres años y medio. No son Carlos Arguiñano, que está en otra dimensión. Ni peor ni mejor, es otra cosa. El cocinero vasco, a eso de la una y media del día se pone su careta de bufón, suelta el chiste, su particular monólogo de presentación como hacen los del Club de la comedia o Andréu Buenafuente en su show nocturno, se lava las manos, y empieza a cocinar. Los Torres tiran de calmada ironía, sin alharacas ni sermones, y se centran en sus recetas fáciles y asequibles como norma de la casa. Se van, pero no ya. Lo anunciaron hace unos días, pero es un anuncio de futuro. Que se van, si, pero hacia marzo del año que viene. Por proyectos que tienen entre manos. Torres en la cocina es como un teatro para cocinillas que hacen de público, un poco agobiado, es verdad. Si se despistan les salpica el aceite de freír los calamares. Ahora, como es lógico y hacen los cocineros de todas las cadenas, se ponen locos haciendo recetas navideñas. El otro día hicieron unos huevos rellenos de gambas que los prueba Quim Torra el esloveno y se le quita toda la tontería. Seguro que el malagueño Dani García –tres estrellas Michelín, es decir, que roza el cielo gastronómico-, muy conocido por sus visitas a Masterchef y por otros programas de televisión como Cocineros al volante, también en TVE, o Top chef, en Antena 3, nos enseña a cocinar para creernos que, ya que no podemos comer en los comedores del restaurante del hotel Puente Romano de Marbella donde elabora sus exquisiteces, en casa también podemos sentirnos gastrónomos de exquisito paladar y discreta cartera cuando sustituya en marzo a los Torres.

Paquirrín también
     También nos enteramos de otra lumbrera que se va. Siento mucho tener que anunciar esta triste, insospechada noticia. Prepárense. Agárrense a lo que tengan a mano porque se les puede venir el mundo encima. Advertidos quedan. Paquirrín, el de la Pantoja, el pinchadiscos y eminente cantante de letras de una altura que roza la gloria verbal de los más grandes poetas del firmamento –tu amor me lleva al cielo, y tú me haces volar, si me dices te quiero, no dejo de soñar, o esta otra quizá más sublime, vamos pa´la playa que hace calor a bañarnos en cuero, quiero ver tu cuerpo cómo se mueve que no me entero, vamos pa´la playa que hace calor a bañarnos en cuero, quiero ver tu cuerpo cómo se mueve que no me entero-. Ya se lo advertí. ¿Sin habla, no? Pues bien, el señor de tanta gloria musical y literaria, don Kiko Rivera, se retira de los escenarios porque  “tiene bajón anímico y le es imposible actuar”, se leía en un titular arrasador y temible en Sálvame. ¿Qué les dije? Espero no haberles causado mucho estropicio neuronal. Sin embargo al que no lo bajan ni con agua caliente de los escenarios es a Jorge Javier Vázquez –se quejaba hace poco de que la Academia de Televisión aún no le ha dado el premio que merece. No me ha premiado, dice, siendo uno de los mejores profesionales de este país-, aunque la gira con su última función teatral no ha sentado nada bien en el pueblo tinerfeño de Güímar, cuyo ayuntamiento del PP lo contrató por 31.000 euros, cantidad que a la versión isleña de Podemos le sabe a promoción personal de su alcaldesa, que tiene fascinación con la órbita Sálvame ya que no hay fiesta que no pregone o Lidia Lozano, o Carlota Corredera, el director del chiringuito, David Valdeperas, o el que hace los recados y le lleva el café a la abotagada Belén Esteban. ¿Qué sería de la enganchada audiencia de esta indigesta diversión si a los obreros cualificados del circo les diera un vahído general y tuvieran que dejar el tajo de Sálvame como los Torres la cocina de TVE, se dice ahora que por baja audiencia? Entonces sí sabría la derecha ultramontana e hipócrita lo que significa desestabilizar España.

Cordero de Vox
     Tonterías, clama sin apenas mover un músculo de la cara el líder vigoroso que, a pesar de ir como una bala por el mundo repartiendo sus sabios y caros consejos, descendió a la tierra y, entre otros mensajes, le dio varios, y muy sonoros, con trascendencia que aún colea en periódicos, radios, televisiones y redes sociales, a Vicente Vallés y Diario de Mallorca. Cordero de Vox que quitas el pecado del mundo, salmodió el cura Wyoming en una misa delirante del aznarismo con Dani Mateo de monaguillo, misa que echó mano de imágenes de la conversación con el líder que se bajó de los escenarios de la política para no irse jamás de ella mediante representantes de su religión en la tierra. Qué cansino este tipo. Es más arrogante que un carabinero fresco frente a un langostino congelado del ultramarinos de la esquina para la cena de mañana. El que sí se ha bajado de la escena ha sido Chiquetete, que ha dicho adiós para siempre a los 70 años, hecho que, como un Pablo Casado oportunista, deslenguado y cínico con la traumática muerte  de la chica Laura Luelmo, haciendo política con el cadáver de la zamorana, ha dado sentido a la presencia en Sálvame de la absurda Raquel Bollo, ex mujer del cantante de coplas aflamencadas acusado de maltratar a la colaboradora. Es verdad que la muerte de su ex le ha sobrevenido, pero también que le vale para justificar unos días su patética inanidad en su vuelta al plató del dramaturgo Jorgeja. La que sí me da penita es la gran Carmen Sevilla –cómo me mofaba de ella sin saber que ya empezaba a tener síntomas de esa corrosión de la memoria que la está destruyendo, ay-, que se está despidiendo del mundo, olvidándose de todos y de sí misma, puto Alzheimer. Los guionistas del tito Wyo podrían hacer chistes con el adiós de los Torres y con el cordero de Vox del PP aznariano, pero alguna lagrimilla soltarían con el irremediable de Carmen. Ay.

La guinda
Triunfitos
Si no ha habido cambios de última hora ayer los concursantes de Operación Triunfo, ganadores y perdedores, con la triunfadora de 2017 Amaia Romero y Famous, el de este año al frente, estarían grabado la gala especial de estas fiestas –sí, de estas fiestas, que así lo decía el que escribe antes de que la diputada del PP le afeara a Pedro Sánchez que dijera fiestas en vez de navidad- para el 26 en La 1. Ánimo, el olvido se acerca.