lunes, 30 de diciembre de 2013

Maldeojos. El discurso del rey



El discurso del rey
(Artículo publicado el domingo, 29 de diciembre, en periódicos de Editorial Prensa Ibérica)

     Muy mal. Fatal. Alguien tenía que decirlo, y lo va a hacer un servidor. El discurso del rey, conocido como el Mensaje de Nochebuena, del autor de “Vuelvo al taller” y “Todos somos iguales ante la ley”, no lo ve ni el suegro de Iñaki Urdangarín, más pendiente de los gestos de la parienta, que detrás de las cámaras, justo enfrente de su calzonazos real, le conmina a ir terminando rápido sin entender que sea a esa hora, y ese día, cuando ejerza de Jefe de Estado, a las nueve de la noche de la noche más buena del año, justo cuando la sopa se enfría antes y cuando los chiquillos están dando por culo desde el atardecer por si, por mucho que se les diga que aquí también llegó la crisis, Papa Noel se estira un poco y vuelve a caer algo. Doña Sofía de Grecia será una profesional todo terreno, pero que no le toquen sus espárragos a la plancha, que si se pasan se quedan como el choricillo de un sacristán, y por ahí no pasa. Se lo tiene dicho, y cada año, igual. Es una mala hora, y un mal día, para discursos.  Da igual que sea el rey que el espíritu santo, y de hecho, el empleado de la paloma celestial en la tierra no da discurso discurso sino que bendice a los reunidos y se pierde tras los cristales del balcón a comerse la pularda que le han enviado las monjitas clarisas del convento gallego de Allariz. La noche del 24 de diciembre no es noche de discursos, ni reales ni plebeyos. A ver, que está el rey en la tele, dice alguien sentado a la mesa. Pero si la tele no tiene voz, dice otro comensal. Cuidado, que siempre pasáis las gambas y luego se quedan secas, que hacer las gambas es vuelta y vuelta, se oye a alguien en la cocina. Y en el rey, a lo suyo, que si buenas noches, que si juntos podemos. Nadie lo mira, nadie lo escucha. No es raro que este programa pierda seguidores cada año. Es un programa que pretende formar parte del género de la realidad pero pertenece a la ficción. Y eso a la gente la pone muy nerviosa porque el rey dice una cosa y el personal espera otra.

 
El intérprete real -¿como el del funeral de Nelson Mandela?-, un servidor, y el rey. La señora del rey, diciéndole que corte, que se deje de pamemas, que no es hora de discursos porque se enfría la sopa, está detrás, entre bambalinas. No se ve, pero se siente.


Tocomocho político

       La única justificación de la emisión real en Nochebuena, aparte el publirreportaje monárquico, es que así las cadenas aseguran la apertura de sus informativos al día siguiente rellenando un rato largo con un picoteo de titulares ramplones, manidos, y tópicos –lo de la socialista Elena Valenciano yendo al tajo el día 25 para escudriñar el mensaje y, analizado, concluir que fue un discurso realista y comprometido, o lo de Carlos Floriano, mi flamenco favorito en el PP, con su tupé alborotado y las ojeras de la noche antes sin maquillar, trabajando a la fuerza, asegurando que reflejó el espíritu de la transición, es como para coger el matasuegras y llamarles payasos a la cara, grandes impostores y colegas de alianza, hoy tú, mañana, yo, para seguir el tocomocho político-. Dicen los datos que La 1 ganó en audiencia. Puro humo. No sería por lo del rey. La tele está encendida, pero no se ve. Dicen también que el estreno de Se hace saber arrasó. Ni un programa ni otro lo vi el día de emisión, como medio país. Lo vi al día siguiente, y lo del rey, ni eso. Pillé resúmenes de aquí, y gilipolleces de allí, y me hice mi discurso. Nada de lo que dijo me conmovió. Todo sonó a hueco, fingido, estrafalario, irreal, muy lejano. El rey está allí, nosotros, aquí. En cuanto a Se hace saber, con Goyo Jiménez como rey del mambo, me dejó tiritando. Porque esa es otra, se anunció como una radiografía de la España de hoy en tono de humor, es decir, Se hace saber pretende hacer reír. Pero yo no me reí. Con Goyo están Leo Harlem –ay, que no me apaño con él-, Agustín Jiménez, o Berta Collado, que protagonizan los distintos gags, como el del pelotazo de Eurovegas madrileño, pero el resultado es entre patético y sobado, como el discurso del rey.

Imagen de Se hace saber, que estrenó La 1 el día 22 pero se emitirá los viernes. No acabé de cogerle el tranquillo, no sé si se lo cogeré alguna vez. Me parece todo muy visto, y no sólo eso, manoseado, como el que chapotea en el mismo barro.


Buenos días, señor negrito
Los discursos están devaluados. Desde que Rajoy los da como el que da boletos para la rifa del conejo, la cosa no tiene prestigio. Este año, el tema discurso ha caído un poco más. Jorge Javier Vázquez, con parafernalia decorativa al estilo de un gobernante cachondo, con banderita española detrás y fotos de su familia –los Kikos, Mila, Lidia, Belén- dio el suyo en Sálvame, así que a la mierda el discurso como género. Luego hay otros discursos que no se entienden como tales y se relegan a la esquina de algunos informativos o saltan al canal Youtube hasta convertirse en un ciclón, que cada cual coloca donde corresponda, según sus valores. Es el caso de unas imágenes que te dejan, estas sí, con ganar de coger no el matasuegras sino algo más contundente. En la escena se ve a un policía local de Santa Eulalia, Ibiza. Habla por teléfono,con el vendedor ambulante al que le han requisado la mercancía al que trata de tranquilizar diciéndole que no se preocupe, que mañana podrá recogerla –en el plano, que alguien graba con un teléfono, se ve una caja con gafas y otras baratijas-. No se preocupe, dice de nuevo, buenos días, señor negrito. Cuelga. Y se descojona riendo a carcajadas al tiempo que da una patada a la caja destrozándola con su contenido. Todos ríen. Aquí tienen el enlace –http://www.youtube.com/watch?v=In36ODLVfpw-. ¿Buenos días, señor negrito? Ni el que grabó, ni el protagonista, ni el que miraba la escena, recriminan ese comportamiento tan brutal y racista. Alberto Caballero, guionista de Aquí no hay quien viva y de La que se avecina –Telecinco y Factoría de Ficción, ambas de Mediaset- lo tiene claro. Sois unos hijos de la gran puta. No se refiere a los policías. Su discurso lo lanza al Gobierno por haber multado a Mediaset por emitir La que se avecina en horas de protección infantil. ¿Qué multa habría que poneros a vosotros? –tampoco se refiere a los policías sino al Gobierno-, pero hay discursos que, desde las vísceras razonadas, valen para una cosa y la otra. Y otros, que sólo valen para el informativo del día siguiente. O para que Cañita Brava lo parodie. Cuando al rey se le pierde el respeto porque ya no es respetable, el declive es imparable. Y crecen los hijos de puta. 

Hijos de puta, dijo Alberto Caballero, guionista de Aquí no hay quien viva y La que se avecina -no se refería al tipo de la imagen, el policía local de un pueblo de Ibiza que se mofa de una manera chulesca y dolorosa del vendedor ambulante con el que habla-. Se refiere a los miembros del Gobierno. Pero igual que el discurso del rey es algo huero, hay expresiones, fraeses, y discursos, que sirven para todo...


La guinda        
Cocineros peques
Pues sí, MasterChef Junior es un programa estupendo. Es decir, entretenido, y hay que destacar que se hace con niños entre 8 y 12 años. Lo de los niños en la tele siempre me pone la oreja de punta, receloso. Pero reconozco que el jurado, Pepe Hernández, Jordi Cruz, y Samanta Vallejo, los tratan sin ñoñerías. Las criaturas hacen el resto ante los fogones. Ay, qué penita cuando los expulsan, como pasó con la malagueña Noa


Este es el enlace que os llevará al vídeo del poli malo...

domingo, 29 de diciembre de 2013

Maldeojos. Inocentes



Inocentes
(Artículo publicado el sábado, día 28 de diciembre, en diarios de Editorial Prensa Ibérica)


      No hablo del ya clásico especial dedicado a los inocentes de la tele y la fama que caen como piojos en historias truculentas que uno, desde casa, siempre descubriría pero que los otros, ya sean Mariló Montero, Anne Igartiburu, o Carmen Lomana, o quizá por eso, se tragan como tontas. Inocente, inocente es un buen programa de entretenimiento que va pasando de cadena en cadena –lleva algunas temporadas en La 1- organizada por la Fundación Inocente, que ayuda a los pequeños con carencias físicas o síquicas. Este año, los inocentes de La 1 han vuelto a ser unos pardillos, todos han estado a la altura de lo que de ellos se espera, sentido del humor, saber estar y, una vez descubierto el pastel, dejarse llevar. Pero yo quería hablar de otros inocentes. Quería hablar de los inocentes de Uno de los nuestros, programa de talentos musicales –sí, otro- que también emite La 1. ¿Emite o ha emitido? No es pregunta retórica. Es que no lo sé, y lo digo como lo diría mi prima Mariloli Cospedal, con toda tranquilidad. 

      Sea o haya dejado estos días de ser, ha sido un pestiño presentado por Carlos Latre, que ha puesto su empeño, pero desde el primer día se vio que ese barco se iba a pique. La cosa iba de elegir cantante para la orquesta Uno de los nuestros. Punto. Pero de este fiasco me ha llamado la atención el jurado. ¿Saben que estaba en él el gran bufón Javier Gurruchaga? De la vacuidad tópica de María del Monte se espera cualquier cosa, pero de Gurruchaga echaba uno en falta cierto venenillo, un despendole, un poquito de surrealismo. Y no. Ha pasado con mucha pena y sin nada de gloria. Inocente, inocente. 


Aquí va un enlace por si ni siquiera conocéis el programa.

miércoles, 25 de diciembre de 2013

Maldeojos. Las entrevistas



Las entrevistas
(Artículo publicado el amrtes, 24 de diciembre, en periódicos de Editorial Prensa Ibérica)

      La semana pasada –no da tiempo a llevar al pelo estrenos, noticias, y novedades en la tele- tuvieron lugar dos entrevistas de contenido y forma no sólo distintas sino distantes y opuestas. Una se celebró en Antena 3 en esos especiales nocturnos dedicados al dios morbo que se han puesto tan de moda, siendo protagonistas Nacho Abad en el papel de preguntador y José Ortega Cano, el matarife, en el papel de respondedor. El encuentro en las alturas de la madrugada se anunció, como todo lo que nace del mundo del suceso manejado por el señor Abad, como exclusiva. Y así fue. Era la primera entrevista que concedía el peligroso conductor cartagenero después de saberse que el juez lo condenó a dos años y pico de cárcel. Pero el encuentro fue un fiasco periodístico, una farsa, una afrenta a la audiencia. El tono baboso y complaciente invitaba al insulto. O sea, al estilo servil –para   que Ortega lloriqueara sobre su fe y su dios- de Hermida con el Rey. 
 
       La otra entrevista tuvo lugar en La Sexta, en El intermedio, entre El Gran Wyoming y Zapatero, que sigue de bolos para vender su libro. Sin la pretendida solemnidad de la que echó mano el guarrillo busca mierdas de Antena 3, una careta para justificar el rollo sobre la inocencia del invitado –sólo me mojé los labios con coca cola, creo que dijo el viudo de Rocío Jurado, ese jeta de firmes convicciones católicas-, el encuentro entre el humorista y el político no fue a cara de perro –no era el objetivo-, pero tampoco fue una insufrible lamida de nalgas. Fue un encuentro cómplice, eso sí, como era de esperar y no se ocultó, dando como resultado momentos de gran altura televisiva. Nacho, aprende. 

La palabra exclusiva es tan grande como la desvergüenza de ese teatrillo que celebraron preguntador y preguntado. Una gran farsa, una humillación en toda regla al periodismo, un encuentro baboso para que el matarife en las plazas, y peligrosísimo conductor en la carretera, hablara de su inocencia y de su fe y de no sé cuántas payasadas más.

lunes, 23 de diciembre de 2013

Maldeojos. La tele samaritana



La tele samaritana

 La tele samaritana
(Artículo publicado el domingo, 22 de diciembre, en periódicos de Editorial Prensa Ibérica)

       La última vez que vi a Toñi Moreno fue la semana pasada preparando esta columna, y me la encontré charlando con María del Monte, que nos regañó con mucho ahínco a los que criticamos el programa porque le parece mal que nos parezca mal que la gente ayude a la gente, y no, querida, señora Del Monte, esa es una interpretación chusca de por qué, a mí, no me gusta el programa. Claro que es emocionante en una sociedad tan individualista que la gente ayude a la gente, que la gente que tiene poco, tenga algo para el que tiene menos, que la gente eche mano de su empatía y se ponga en el lugar del otro, claro que eso es emocionante. Lo que no me gusta es que el programa convierta el dolor en espectáculo, que la Toñi dé saltos de cabra para celebrar como una mona histérica un donativo de 50 euros y que en su actuación pierda el pinganillo, y ponga esas caras que pone, lo que no me gusta es que Entre todos no diga ni pío del porqué hay gente en situación tan desesperada, lo que me repatea de Entre todos es que entre lloriqueos la gente sabe que no está pidiendo al Gobierno un derecho sino caridad a la audiencia. Pero de esto hemos hablado ya alguna vez, incluso más de una vez, y vuelvo a decir que yo, quizá, haría lo mismo, que ante la tesitura de hambre o frío, o aparatos ortopédicos para los míos o llamar a La Toñi, yo llamo a La Toñi. Me guardo la dignidad, doy la cara ante las cámaras, lloro, cuento mi historia, me cago en la puta madre de más de uno –por lo bajini- y espero que la gente, con un corazón así de gordo, me eche una mano. El programa tiene una lista importante de problemas resueltos, eso es innegable, pero ese no es el debate. Así que La Toñi tiene a sus pobres, y el resto de cadenas, a los suyos. Es la moda. La televisión no podía mirar a otro lado. Ella, tan sensible, sabe qué hacer en estos casos.

La señora Del Monte pasó por Entre todos, quizá solo para abroncar a quienes criticamos a Entre todos. Aquí la vemos en una actuación en Espejo público, o tal vez en Uno de los nuestros, un fisco del que hablaremos ya mismitico...



Grandes victorias

      Cuando digo ella, y tele, hablo de las dos grandes cadenas comerciales y generalistas, y de los dos grandes programas comerciales y sensacionalistas, Antena 3 y Telecinco, y Espejo público y El programa de Ana Rosa, y por supuesto me refiero a ELLAS, a las dos damas de la caridad bien iluminada, Susana Griso y Ana Rosa Quintana, leonas de la solidaridad, campeonas de la empatía, oteadoras de la necesidad ajena, señoras de armas tomar contra la injusticia, la pobreza a su alrededor, y los abusos del poder. Estas no son mujeres, son heroínas de los débiles. Si Entre todos va subiendo en La 1 es que tener a un pobre al lado y ayudarlo da audiencia, y eso no puede perderse por nada del mundo. Menudas son ELLAS con las audiencias, perdón, con los pobres y necesitados. Por la mañana temprano, recién maquilladas, cardadas, y perfumadas, las dos felinas de la tele echan un rato hablando de política, de economía, de cosas absurdas que no interesan a sus audiencias y que no sé por qué mantienen en el sumario, quizá porque a la misma hora, en La 1, Ana Pastor asentó Los desayunos de TVE y han seguido la inercia. Pero en cuanto dan las 10, incluso minutos antes de las 10, ya han cambiado el tercio, y sin despedir a los tertulianos de la “mesa seria”, todo lo seria que puede ser una mesa donde se siente un tipo como Miguel Ángel Rodríguez o Paco Marhuenda –en serio, Paco Marhuenda, que vas de tertulia en tertulia, ¿tú que ases, diriges un periódico o ke ases?-, bueno, pues eso, que sin despedirlos ya están con el pobre en la pantalla de plasma, en la grande, donde se lee bien fuerte que estamos en directo y que estamos ante una exclusiva. Susana Griso consiguió tener no a uno sino a varios retenidos en Sierra Leona y traerlos a España. Lo que no consiguió el ministerio de Asuntos Exteriores y su gris ministro, José Manuel García Margallo, lo consiguió Espejo público.

Aquí vemos a la Barbie Investigadora en su salsa, rodeada de porquería, aunque ella, por la mañana, empieza moderando una tertulia política y esas tontunas que a su audiencia natural se la sopla.


Barbies de ONG

       Claro que nada es gratis. Los camioneros, tres de ellos de Valencia, fueron estafados en el país africano. Las autoridades españolas no movieron un dedo, así que la familia pidió ayuda. Y la obtuvo. Eso supone no hablar con ningún otro medio, llorar en exclusiva para Espejo público, abrir la casa para la tele, contar lo mal que estás, y por supuesto atender a las cámaras del programa, a la llegada al aeropuerto, con abrazos, nervios, lágrimas, y agradecimientos de Enrique Moncholi a Espejo público y a la Fundación Emilio Moro. Eso fue la semana pasada. Ésta, han vuelto los que quedaban retenidos. Gran festival solidario. Y emocionante. Y con su poquito de guión, como hacer a la madre, o a la esposa, que hiciera un bizcocho para mostrarlo a cámara como el que harán para celebrar la llegada del ausente. Vuelvo a decir que si estuviera en el lugar de la familia, haría todo lo que me pidieran. Aún sabiendo que en la tele todo tiene un precio. Nadie te trae de Sierra Leona porque sí, sin tener que pagar un coste, el que sea. Mi prima Ana Rosa también tiene a su pobre de las mañanas. Y por supuesto lo tiene en exclusiva. ¿Qué hace una mujer sola, con varios críos, sin casa, sin ayuda de instituciones, abandonada a su suerte? Pues acudir a Ana Rosa. Y allí está esta jabata de la solidaridad para lo que haga falta, bueno, ella y un equipo de la hostia, cámaras, reporteros, unidad móvil, cables, luces, lo normal para una conexión en directo en la que la señora pobre de solemnidad ha de contar su historia una y otra vez mientras Ana Rosa, en planos enfáticos, muestra su estupor y proclama que esa injusticia es su injusticia, y no parará hasta que se arregle lo suyo. Entre todos ha creado tendencia. Es más dañino de lo que creíamos. O más divertido, con este renacer de la Barbie ONG que pasa de la solidaridad minutada con uniforme solidario a la bata de forense, mejor con su poquito de sangre, que el semen lo pone la camiseta hallada en la escena del crimen de Asunta Basterra y sobre el que, hoy sí, y mañana también, tienen nuevos datos que darán un vuelco a la investigación. Si la tele de la buena samaritana huele a podrido, la de la Barbie Investigadora te tira para atrás. Y apenas hay salida.

La otra, doña Susana, otra dama de la basura que ha visto que hacer de los pobres y sus necesidades un espectáculo da buenos resultados de audiencia. Y en ello está, ella y la otra. ELLAS.


La guinda      
Buen pulso
Celebraron las finales de la temporada el mismo día. Han sido dos grandes de la noche. Top Chef mantuvo el pulso hasta el final en Antena 3 hasta que Alberto Chicote dio el nombre de Begoña Rodrigo –ojo, una mujer- como la mejor cocinera que pasó por el programa. Telecinco también mantuvo sus fieles atentos a David Barrull, que ganó La Voz ante 4 millones de personas. Ante propuestas así, ganan los espectadores.