miércoles, 30 de diciembre de 2015

Maldeojos. Los datos de GH



Los datos de GH
(Artículo publicado el martes, 29 de diciembre, en periódicos de EPI PRESS)

      Antes de que se diluyan en el olvido pringoso de los seguidores las voces y los rostros de los concursantes del actual Gran Hermano, Telecinco ya tiene preparada la siguiente camada. En unos días las puertas de la casa de Guadalix se abren para recibir a la panda de los llamados VIP. La misma alfalfa. Idéntico detrito. Pero hablemos de lo que no se ve. Hablemos de quien ve a esta chusma, que jalea Mercedes Milá un día, y otro Jordi González en una cosa que llaman El Debate –el domingo fue el último-, donde los zafios degradan a grito pelado, a un nivel nauseabundo, la pantalla. ¿Quién ve Gran Hermano, según las estadísticas? Además de la madre de la Merche –luego me dice que soy mal hablada, alardea la presentadora poniendo caras de barriobajera a la que le falta rascarse el nardo ante la audiencia soberana- la mayoría es gente de 13 a 34 años.

      Si tengo un hijo de 13 años que ve Gran Hermano la culpa no es suya, está claro. Toda la culpa es mía. Algo he hecho mal, muy mal, para que un adolescente, mi adolescente, mi hijo, esté enganchado a esa basura, a ese espejo tóxico en el que se mira recibiendo un modelo de comportamiento y una escala de valores que no quiero cerca. Los datos encajan. Gran Hermano encuentra más seguidores en la considerada clase media-baja -27’1%-, y baja -26’4%-, sin apenas incidir en la considera clase media-alta y alta. Estos datos los proporciona la propia factoría de purines, Mediaset, datos que muestra a los anunciantes para que sepan hacia quién han de dirigir los disparos del negocio. Tengo otra lectura. Que una de cada tres personas entre 25 y 34 años que ve la televisión elija ver Gran Hermano es un retrato feroz de la educación de este país.

martes, 29 de diciembre de 2015

Maldeojos. Ropa vieja



Ropa vieja
(Artículo publicado el domingo, 27 de diciembre, en periódicos de EPI PRESS)

      Cada zona tiene su forma de decirlo y hacerlo. Me refiero a una de las formas de ahorro que se aplica a la economía familiar, esa que un día lleva a la mesa de hoy la comida sobrada de ayer. Que si restos de cocido, que si cazuela, que si tortilla o caldo, o que si lentejas y un poco de pollo. ¿Le suena? Se hace en todo el mundo. Se llame como se llame. Sobras, ropa vieja, en fin, que no se puede tirar nada, que es a lo que voy. A la carne del otro día le picas unos ajitos, la deshebras, le das una vuelta, y hala, parece otro plato. Aquí no se tira nada, ni un maldito confeti. De hecho TVE lleva años poniendo idéntico plato por estas fechas, se llame como se llame, pero sabe a lo mismo porque lleva idéntico condimento, Raphael, una presencia tan poco televisiva como la del rey, platos rancios, enquistados, familiares, sí, pero con idéntico destino. Se pasan el mismo día, la Nochebuena, pero nadie ve ni a uno ni a otro. Es al día siguiente cuando TVE vuelve a emitir el tostón de los villancicos del andaluz y los telediarios te resumen el discurso de Felipe VI y te enteras de lo que dijo anoche. TVE también nos pone ropa vieja cada Navidad. ¿Desde cuándo, se llame como se llame, vemos Telepasión? La columna de hoy está trazada con la idea de recuperar restos, ideas en el cajón, ropa vieja que no se debe tirar, programas que acabaron pero merecen mención ya que en su día, enmarañados por otras columnas, no fueron atendidos. En estas dos o tres últimas semanas han desaparecido de la parrilla algunos programas sin que hayan producido conmoción en la audiencia. No arrastraban multitudes, no generaban demasiado ruido, pero se fueron para siempre o acabaron su temporada con un silencio injusto. 

Vaya, Santiago Segura. Con este tipo me pasa igual. Es como la nata, la leche, la mantequilla -puafff- el queso que no me gusta en las comidas. En cuanto huelo que una comida lleva alguno de esos ingredientes, fuera, se acabó, ni la pruebo. Lo vea donde lo vea, para mí se acabó el programa.
Órbita Laika
En las cocinas de La 2 se preparaba un plato divertido para consumir ciencia de forma tragable. Seguro que los puristas –se reía hace poco Pablo Motos de ellos hablando del sonido de la guitarra flamenca con Richard Gere, enamorado del instrumento español- retorcerán el morro con el espíritu del programa Órbita Laika, que hablaba de ciencia sin perder el sentido del humor. Presentado por Ángel MartínSé lo que hicisteis, La Sexta, junto a Patricia Conde- no es el que más me gustaba para esa empresa. Es un señor que hace broma pero hay un trasfondo de tristeza en sus maneras, un tipo que no parece poder controlar su enfado con el mundo, un descreído casi profesional que hace de la ironía un vinagre no siempre agradable. En el último programa de su segunda y, quizá, última temporada, se habló de nuevos materiales, del funcionamiento del gusto, es decir, de cómo funciona la lengua, ese enjambre de células, papilas, glándulas, una herramienta asombrosa que nos permite saborear, humedecer la boca, hablar, o sentir. Se habló de la sociedad antes de la llegada del dinero, y de cómo, aún sin haberlo, ya había ricos y pobres. Lo mejor de Órbita Laika, sus colaboradores, América, José Cervera, Antonio Martínez Ron, o Clara Grima. Es un programa de nivel que la televisión pública debería de mantener, incluso mimar. Pero… Pero no es seguro que sea así, como tantos otros programas de calidad maltratados por una dirección no sólo errática sino enemiga de la propia televisión pública. Es un dolor que RTVE esté al albur del último Gobierno, que su rumbo dependa de Moncloa. Claro que si en asuntos tan principales como la Educación, con mayúsculas, saltan los garrotazos goyescos y cada cambio de Gobierno supone un cambio en los planes educativos, ya me contará el lector lo que les importará –más allá de que esté a su servicio- la calidad de la radio y televisión públicas.  
Colaboradores y presentador de Órbita Laika

Bisbal en Nepal
Otro que se fue, pero por un tiempo, es Planeta Calleja, de lo poco que aún se puede ver junto a Las mañanas de Cuatro, que presenta Javier Ruiz con buen pulso, en una cadena que ha ido dibujando un perfil de bordes difusos. Vi la entrega dedicada al viaje a Nepal después del terremoto. Iba Jesús Calleja acompañado de David Bisbal, y juro por el flequillo de Ana Blanco que fue un programa hermoso, intenso, emotivo, uno de los mejores que he visto de la serie. Hasta el niño de Almería me pareció normal. Con eso lo digo todo. El viaje tenía un motivo, llevar a Nepal materiales de construcción, ayuda humanitaria, “devolverle a Nepal lo que Nepal me dio”, decía un emocionado Calleja. David Bisbal no dio ni un brinco, no puso sus caras de farsante como las que pone en La voz, no comentó nada por encima de sus posibilidades, vamos, se mostró el joven sin artificios que aún aletea en los rincones del artista que lo abduce. Es  lo que le pasó a Un tiempo nuevo, que abducido por el espíritu de Telecinco le fue difícil luchar contra el espíritu de Cuatro, donde tampoco encajó, y al final, después de unos meses de agonía, fue clausurado. Silvia Intxaurrondo lo hacía bien, pero ni la laca de Ana Rosa Quintana, socia principal de Cuarzo, la productora del programa, eliminaba el hedor a periodismo amarillo con el que trataron de cambiar de rumbo cuando ya era demasiado tarde. A la audiencia natural de Cuatro ese tipo de programas le resbala. Cría friquis y te escupirán si les das Un tiempo nuevo, que en paz descanse. Por cierto, entre mis apuntes tenía este dedicado a los políticos. Les preguntaron, para respuestas cortas, por cuestiones varias. Fue una encuesta a cámara fija y las mismas preguntas, y para Cuatro, a Rajoy, Sánchez, Rivera e Iglesias. Desde sus series favoritas a sus creencias –menos Rajoy, todos ateos-. ¿Saben cuál es la serie favorita de Rajoy? Me gusta la de Luján Argüelles, dijo el entonces candidato, “que no es una serie, pero es simpático”. Se refiere, tráguense lo que tengan en la boca, a ¿Quién quiere casarse con mi hijo? ¿No les parece brillante? Ya me lo imagino repantigado ojeando el Marca y recordándole a Visi, su serena dama, que cambie de canal, que empieza “eso tan simpático de Luján”. Que los partidos apoyen la investidura de Rajoy, por favor. España no puede prescindir cuatro años más de un presidente tan friqui, ropa vieja en todo su esplendor.
Vi el programa de la vuelta de Jesús Calleja a Nepal un año después del terremoto y me encontré con un David Bisbal que me pareció normal, no sé si me explico.


La guinda
Morosos y TVE
Hace unos meses dijimos que José Antonio Sánchez, presidente de RTVE, escudero del PP, dijo solemne que TVE no contrataba a quien no estuviera al día con Hacienda. Ja. Por aquel entonces José Luis Moreno, uh, uh, uh, vendía a la pública la basura Alfombra roja, un delirio de mal gusto y grasa. Ahora hemos sabido que el pájaro debe al fisco casi 4 millones. ¿Será que la trampa es de Rockefeller, y Sánchez lleva razón?

lunes, 28 de diciembre de 2015

Maldeojos. El ojo



El ojo
(Artículo publicado el sábado, 26 de diciembre, en periódicos de EPI PRESS)

     Sólo me faltó, con el morro apretado y la cabeza tiesa, persignarme como hace Isabel Pantoja ante sus fieles cada vez que sale de prisión. Cuando Pepe Gutiérrez, el tragón de MasterChef Junior, se zampó el ojo de besugo casi me salió la beata que llevo dentro. El besugo, el ojo, Pepe, MasterChef, y la persignación automática nada tienen que ver, del mismo modo que la salida de prisión de la delincuente primaria y sus supercherías nada tienen que ver con nada, ni siquiera con la religión. Pero estuve a punto de dibujar una cruz en el aire cuando la cocinera Carme Ruscadella arrancó del besugo uno de sus ojos, lió con primor los hilillos de gelatina que salían de las cuencas en una cuchara, y acercándosela a la boca del voraz jurado, Pepe abrió sus fauces y devoró el ojo del pez como un manjar exquisito. La presentadora, Eva González, dio una arcada.

     Los niños pusieron caras de asco y apartaron la vista de la mesa donde sucedió todo. Es cosa de costumbres gastronómicas, dijo Ruscadella. Para suavizar el impacto Pepe hizo un chiste diciendo que desde ese momento veía mejor. Los concursantes se echaron a reír, y el programa siguió. En la última entrega de En la tuya o en la mía ni Bertín se comió un ojo ni Fabiola, su delicada esposita que hacía de entrevistadora, se metió nada en la boca que pudiera repugnar. Pero mis ojos, y mis oídos, y mi sentido de la dignidad y el pudor me apartaron de la pantalla como si Pepe Gutiérrez se hubiera tragado una cagarruta calentita. ¿Pero esto qué es? La escena de la pareja junto a la chimenea, con el arbolito y el espumillón, es de lo más rancio que hayamos visto. Prefiero al salvaje Pepe tragándose el ojo del besugo que a dos besugos tratando de armar un diálogo de interés.
Pepe Roríguez en uno de sus gestos más conocidos, tragándose algo con esa forma suya de comer que parece que no comió en su vida.

domingo, 27 de diciembre de 2015

Iñaki en Movistar+




Iñaki en Movistar+
(Artículo publicado el jueves, 24 de diciembre, en diarios de EPI PRESS)

      Llegué por casualidad. No suelo pararme mucho en las promociones de Movistar +, la plataforma que te ofrece series, documentales, películas, o deportes, previo pago, poco, pero pago. Pero Movistar + también tiene programas en abierto. De uno de ellos hablo. En la pantalla, un fondo negro, grave, sin florituras, sin esos brillos de otros platós casi cegadores. La iluminación no es de fogonazo, con esa uniformidad que deja sin matices las facciones, los hombros, el pelo. Como atrezo, una mesa redonda de cristal oscuro y un par de sillas donde se sienta el presentador y el invitado. Uno es Iñaki Gabilondo, el otro es Pablo Alborán. Iba a darle al siguiente canal, pero tuve la tentación de mirar, y escuchar, unos segundos. Y ya no me moví. Me quedé atrapado como se quedan los insectos en la pegajosa trampa tejida por las arañas.

    Esa forma de entrevistar y hacer televisión es tan rara, inusual, tan simple y adictiva que es tan moderna como los clásicos. Iñaki Gabilondo tiene bien merecida la cúspide del mejor periodismo en la que se mueve. Sabe de lo que pregunta, pregunta sin acosar, se nota que se ha documentado y ha hecho suyos los datos, no necesita demostrar que sabe  más que el invitado, y el invitado, ante un tipo que maneja los tiempos y las cuestiones con la calma de la mejor conversación, se deja llevar, mecer, se siente acariciado, y se relaja, y contesta sin agobios, disfrutando la charla. Así noté al joven cantante que ha vendido más de dos millones y medio de discos con sólo cuatro álbumes en el mercado y ha sido nominado a los más prestigiosos premios internacionales. Cualquier sábado le puede pasar a usted. Quizá el invitado no le guste, pero Gabilondo no le fallará. 
Así, en un plató descarnado, sin adornos, dos personas hablan para entenderse y explicarse. Y en casa, si te apetece ser testigo, no te sientes vejado ni humillado como espectador. Te tratan con respeto, y partiendo de una premisa, que tienes criterio y no eres imbécil. En la imagen, Pablo Alborán charla con Iñaki Gabilondo.

sábado, 26 de diciembre de 2015

Maldeojos. Lío



Lío
(Artículo publicado el martes, 22 de diciembre, en diarios de EPI PRESS)

     Tenía que haber estado Alejandra Avenia en la sede del PP detrás de las bambalinas para contarnos qué ocurría allí, igual que hace en los concursos de Telecinco. Pasadas las doce de la noche me temí lo peor. O le estaban dando collejas al líder para que saliera de una vez o sopesaron la posibilidad de sacar un plasma con muelles para que saltara de alegría por haber ganado las elecciones. Al final, por no soportar los pellizcos en la curcusilla que Esperanza Aguirre le daba a Rajoy éste salió derrochando alegría, tal como vimos en su cara. Estaba radiante. Tanto que dio dos saltos. Uno, y dos. Y ahí paró en seco la celebración del triunfo. Su mirada perdida y su risa lela parecían decirle a Visi, cielo, qué coño hacemos aquí, vámonos a casa. Fin de la cita.

     La noche electoral dio más de sí. Es la primera vez que España cierra los colegios, hace recuento de votos, y se va a la cama sin presidente seguro. No es la primera vez en estos últimos años que de nuevo La Sexta demuestra su poderío informativo para vergüenza de la televisión pública, que fue vapuleada por la privada. A Ana Pastor la premiaron con un plató la mar de divertido. Daba vueltas, el canalla. A veces, mientras Ferreras le daba paso, pensé que se le iba la olla al que manejaba el columpio, apretaba el botón, y convertía en un tiovivo perverso el absurdo juguete esturreando a los analistas por el suelo. Me fui a la cama refunfuñando. No es senadora Carmen Lomana, por todos los dioses. Este país no tiene remedio. Menos mal que Pablo Iglesias me alegró la noche. Entendí todo lo que dijo en su “speech” a los medios anglosajones. O su nivel de inglés es tipo Paco Martínez Soria o en enero le digo a mi profe que sí, que sí se puede.
Han ganado las elecciones. Y eso se nota por dentro y por fuera. ¿O es que no se ve en sus miradas desbordadas de alegría?