viernes, 30 de agosto de 2019

Maldeojos. El emérito


El emérito
(Artículo publicado el jueves, 29 de agosto, en diarios del grupo Prensa Ibérica)

     Sigamos la bromita del pobre anciano de 81 años llamado Juan Carlos que fue operado de corazón hace unos días después de una larga espera y tras sortear kilométricas listas de ídem, aunque el achacoso varón no ha perdido el tiempo y ha ido como un picaflor, como un yayo sin descanso, de palacio al yate, del yate a los toros, de los toros a cenas con copita y puro, de homenaje en homenaje y…  ya sabemos lo que es ser emérito. El anciano Juan Carlos es eso, un emérito al que, con dinero público, la sanidad le está dejando un motor estupendo. Vale, es lo que hay. Estos días, además, hemos visto en la tele, en todas, en informativos, magacines, tertulias y barras de bar con menú para elegir primero, segundo y postre, una romería de coches caros, de los blindados, con chófer y aparato de seguridad, de los que se van bajando allegados del paciente que, amables, con sonrisas lelas, contestan a la prensa vaguedades que todo el mundo espera como si fuese lo más normal sabiendo que no habrá preguntas “fuera de tono”.

     Es siempre lo mismo. La esposa del anciano Juan Carlos, Sofía, se dirige como una bala al círculo, al inmenso círculo de periodistas que recogen el maná de la nada, es decir, sí, se ha despertado, sí, se ha incorporado y está sentado en un sillón, no, aún no puede andar, sí, sí, ya toma comida triturada,  claro, claro, poco a poco irá viniendo el resto de la familia. No han posado todos a la puerta del hospital privado donde el paciente se recupera, algunos, incluso, por estar en el trullo, pero la recua ha sonreído, insisto, con sonrisa lela, hueca, y contestado humo que de inmediato ha alcanzado titulares en los informativos de todas las cadenas. ¿De verdad que esto es periodismo, y necesario?


miércoles, 28 de agosto de 2019

Maldeojos. El poder


El poder
(Artículo publicado el martes, 27 de agosto, en diarios del grupo Prensa Ibérica)

     Los telediarios y magacines, apurando la última semana de agosto, se vuelven locos, o quizá no tanto, analizando lo que da de sí la cumbre de los poderosos, esa cosa llamada G7 que ha traído a Biarritz, a un puñado de kilómetros de San Sebastián, a la flor y a la nata de quienes parten el bacalao en el planeta. El Gobierno español, con orgullo, saca un poco de pechito no sólo por el triunfo de su colaboración con la policía francesa en la estratosférica seguridad que se despliega en este circo sino porque Emmanuel Macron, el presidente francés, invitó al español Pedro Sánchez a la cena de gala que clausuraba las jornadas. Maravilloso. Es lógico pensar que estos alardes con trasiego de políticos de aquí y de allí al más alto nivel se hacen por nuestro bien. Pero sabemos que no. El poder sólo trabaja para el poder.

     Depende del perfil de dirigente que represente a este u otro país eso se hace más patente o no, con más eufemismo o con más descaro. Ninguna reunión en la que se acomode el culo de Donald Trump o del fascista Jair Bolsonaro puede ser beneficiosa para nadie que no sea la élite, los conglomerados económicos, las grandes multinacionales. Son la cara del poder despiadado, inhumano, y obsceno. El G7 trabaja para mantener los privilegios de la crema del café, de la guinda de la tarta. En paralelo, aquí, en España, a un anciano de 81 años llamado Juan Carlos lo operan de corazón después de una larguísima temporada aguantando paciente las salvajes listas de espera, eso sí, se ha entretenido en regatas, siestas en palacio, y cócteles en su honor –El Jueves-. No sé por qué, pero siendo cosas distintas, al final es lo mismo. El poder trabaja para el poder.


lunes, 26 de agosto de 2019

Maldeojos. Basura


Basura
(Artículo publicado el domingo, 25 de agosto, en diarios del grupo Prensa Ibérica)

     Tengo la tele encendida pero sin volumen mientras trabajo. Es una rutina. Voy de una pantalla a otra aunque a ninguna la atiendo como cuando sigues una peli de suspense. De repente, al levantar la cabeza, veo que los ojos de Lorena García, que sustituye este mes a Susanna Griso en el Espejo público de Antena 3, se abren más de la cuenta, es decir, este espectador interpreta lo único posible, o sea, que está dando paso a algo de primer nivel. Matizo. En realidad no abre los ojos, sólo los coordina con su gesto, con su rostro serio para redondear el mensaje que quiere transmitir. Y espero a ver. En la pantalla, vestida con una camiseta y un bodi rojos, una señora a la que le han pixelado la cara, se baja el pantalón y frente a la ventana de un bar, se pone a orinar. Terminada la exhibicionista micción, la dama de velado rostro da una coz al cristal y lo rompe.

     Restituyo el volumen para saber más, atrapado, como es lógico, por imágenes tan, tan impactantes. Y eficaces. Resulta que se trata de una mujer con trastorno bipolar que “anda suelta”, el entrecomillado es mío, por Alcalá de Henares. Como el programa se ha tomado en serio la pieza, enlazan la escena de la meada con otras en las que la misma mujer, en un paso de cebra, se levanta el vestido, enseña el potorro, se encara sonriendo a los coches, que la jalean para que no decaiga el espectáculo, y hasta se acerca al capó de los vehículos para trabar conversaciones con sus ocupantes. Luego hablan con ella en un reportaje donde centran al personaje, le piden su opinión sobre los hechos, y en el plató entra el experto de turno para situarnos y hablar de razones, trastornos, medicinas, actuaciones posibles y farfolla verbal. El montón de basura es irrespirable.


Maldeojos. ¿Resentidos?


¿Resentidos?
(Artículo publicado el sábado, 24 de agosto, en diarios del grupo Prensa Ibérica)

     Los más maduritos del lugar seguro que recuerdan al “hombre del tiempo”. No hablo de los más tutankamones como servidor, que por recordar recordamos como si aún saliera en la pantalla en blanco y negro a Mariano Medina, aquel toledano serio, seco, preciso e imaginativo que suplía las carencias con resuelta eficacia y te dibujaba en directo, con una tiza en la mano, las isobaras y las borrascas sobre el mapa que elaboraba él mismo.  Un poco más moderno, además de los clásicos Manuel Toharia o Paco Montesdeoca, es José Antonio Maldonado, de la esfera de TVE, como los mentados. El hombre fue apartado de la pantalla por la criba laboral que se hizo en RTVE con la herramienta más que infalible de un ERE. Y no, al físico, y meteorólogo, distinción académica que lleva con orgullo, no le sentó nada bien. Normal.

     Ahora, a sus 75 años, sigue enredado con la meteorología en diversas historias, aunque no en la tele. Pero en una entrevista le preguntan por la tele, por lo que opina de la gente que hoy da el tiempo en las distintas cadenas, por la evolución en la puesta en escena de esa información. Pues no, no le gusta nada. Ni le gustan sus colegas “porque ninguno es meteorólogo”, que una cosa es ser físico y otra meteorólogo, ni le gusta esa moda de emitir fotografías de los espectadores porque enseñar unas nubes o un amanecer por muy bonito que sea no es científico ni aporta nada. Vaya, vaya como se las gasta Maldonado. Un poco más y se parece –permítame la broma- al primo Bertín Osborne, el más feminista del barrio, que llama mamarrachos a Julia Otero y a Gabriel Rufián por afearle su machismo recalcitrante. ¿Resentido? No, es otra cosa. Que callo.


jueves, 22 de agosto de 2019

Maldeojos. Poliodio


Poliodio
(Artículo publicado el jueves, 22 de agosto, en diarios del grupo Prensa Ibérica)

     Viendo el First dates de Carlos Sobera –es el Francisco Marhuenda de la pantalla, el tipo que no descansa, el que no falla, ese que siempre está ahí- aprende uno cosas, no sé si buenas, malas, o sólo eso, cosas. Aprende uno no sólo que hay gente que no tiene con una pareja sino que quiere tener más de una y llevarlas a todas adelante, y sin ocultar nada, es decir, que todo el mundo está en el ajo. No es, para explicarme, la traspasada y desleal puesta de cuernos ni la machista poligamia que se practica en algunas culturas. Ni la rancia, turbia y ofensiva existencia de “la otra”, de la querida con nidito de amor incluido. No, se trata del poliamor, de querer a una, a uno, y a otra u otro, y todos a la vez, y sabiendo unos de otros, pero sin camas redondas ni puñetas, parejas como dios manda, pero en casas y circunstancias distintas.

     En la otra orilla, y también en lo de Cuatro, hay parejas que se forman no unidas por el amor y el deseo, que también, sino por sus odios comunes. Pasó la otra noche. Eran dos chicas que se prendaron una de la otra por su odio a Rosalía, tra tra. ¿Increíble? Es lo que hay. Estoy seguro de que saldrían parejas como chinches si el criterio para formarse fuese odiar a Marcos de Quinto, ex directivo de Cocacola, ahora diputado por Cs, tipo con menos sensibilidad y empatía que una araña esquinera. A los migrantes del Open Arms –vergüenza y perplejidad causa lo que está pasando con ellos- los llama pasajeros bien comidos, y luego que la “piadosa teocracia izquierdista envía a la hoguera” a los que critiquen a esa ONG, además de llamar troll de mierda y cretino a un anónimo en Twitter. ¿Cuántas parejas unidas por odiar a Marquitos se formarían en First dates?


Maldeojos. Frases de papel


Frases de papel
(Artículo publicado el domingo, 18 de agosto, en diarios del grupo Prensa Ibérica)

     Aquí estamos, hasta el coño de patriarcado, dice muy envalentonada Nairobi, una potente Alba Flores aunque a veces sobreactuada. No, nunca más voy a hablar del coño de mis compañeras, dice con los ojos muy abiertos, con un cañón de pistola metido en la boca, Palermo, el actor argentino Rodrigo de la Serna, que hace del personaje alguien odioso por su cinismo y por su gélida incapacidad para la empatía. Soy Miguel Fernández Tarandilla, de Totana, Murcia, becario de sistemas, vamos, informático, dice este rehén de los ladrones que tratan de robar el oro del Banco de España, liderados por el Profesor, Álvaro Morte. Joder, voy a romper aguas del gusto, suelta la voz melosa, rijosa, suave pero de arenas movedizas con su reconocible timbre bajo Najwa Nimri en el papel de la sádica y adictiva inspectora Alicia Sierra, con un preñado de primer nivel.

     Este golpe no es una apología de la belleza, es nuestra obra maestra, dice Berlín, el personaje de Pedro Alonso. El mejor sexo del mundo es el gay, ¿y saben por qué?, por una obviedad, porque no hay mujeres, de nuevo expele Palermo. ¿Tú sabes lo que es maravilloso?, pregunta Tokio, Úrsula Corberó, los polvazos que echamos las mujeres, y podemos hacerlo diez veces seguidas o más, matiza Raquel, la actriz Esther Acebo. Multiorgásmicas, corona la charla Nairobi. ¿Crees que somos adorables peluches con caretas de Dalí?, pregunta Palermo a un rehén con acento andaluz, que responde sin titubeos, lo que yo creo es que eres un hijo de puta, sudaca, y maricón. Come sano, come coño vegano, reflexiona Nairobi. En fin, no se pierdan la tercera parte de La casa de papel, un castillo de fuegos de artificio tan inocuo como atractivo.


Maldeojos. Paquita Salas


Paquita Salas
(Artículo publicado el sábado, 17 de agosto, en diarios del grupo Prensa Ibérica)

     Charo –es el personaje terroso y limpio de la siempre formidable Gracia Olayo-, ya que estamos diciéndonos las verdades, que sepas que llevo años follándome a tu marido, dice Paquitas Salas –Paquita Salas es Brays Efe, no podría ser otro- a la vecina del pueblo de toda la vida y ante la madre de Paquita, de cuerpo presente. La frase forma parte de un capítulo de la tercera temporada de Paquita Salas, obra magna de Javier Ambrossi y Javier Calvo y que emite Netflix. Para mí, la mejor. Supongo que tiene que ver que la producción huele a dinero, a presupuesto generoso que permite florituras, rodaje fuera  de estudio, despliegue de caras de la pantalla de antes, de ahora, y de siempre, caras sobre todo femeninas, homenajes muy sentidos, continuos guiños, y ya les digo que a veces sin filtros, con descaro, descarnados y atrevidos, como el hilo de la trama donde Belinda Washington… en fin, no levanto ninguna alfombra.
      Sin complejos, eclécticos, Los Javis disfrutan con casi todo tipo de programas, sobre todo los considerados populares, o sea, rayando en la basura catódica, así que  la pareja más influyente del cine español convierte a especímenes de esa órbita como la conocida Terelu Campos en una estrella que da vida a Bárbara Valiente, que regenta una cosa que en el mundo moda se llama shworoom, o sea, un local para mostrar cosas, pero showroom es tan, tan petardo que resulta irresistible. En la nueva Paquita Salas hay de todo, ternura, ironía, buena fotografía, diversidad de personajes, nervio sintáctico y narrativo, un friso musical de alto nivel y sensibilidad, excelentes interpretaciones, o sea, un personaje potente sobre el que gira un mundo bien urdido y adictivo.


Maldeojos. ¿Explorar Marruecos?


¿Explorar Marruecos?
(Artículo publicado el jueves, 15 de agosto, en diarios del grupo Prensa Ibérica)

     Hoy, cuando usted lea esta pieza sobre los Grandes Documentales de La 2 dedicado al país vecino del sur, a ese Marruecos que celebra estas fechas el vigésimo aniversario de la llegada al trono de Mohamed VI –no hay avenida principal ni negocio de barrio, sea barbería u oscura tetería en cualquier medina que no lleve su nombre o cuelgue la foto del monarca alauita- el que escribe estará en Marruecos. El reportaje lleva un subtítulo llamativo, “Nacido explorador: Marruecos, pueblo secreto”. El explorador es Richard Wiese, neoyorquino de 60 años que ha hecho de los viajes su profesión, y seguro que su razón de ser. Envidia, y mucha, que me da. Así que el tal Richard lo mismo te explora Namibia que la medina de Fez, y ya les aseguro, sin conocer Namibia, que no es igual. Como viajar también es leer sobre viajes, imagínese lo que es ver el lugar de destino.

     Se dice en el reportaje que el viajero callejeará por las tortuosas, estrechas, y excitantes callejuelas de la medina –casi intacta desde su creación en la edad media por la dinastía Idrisid- y también visitará una aldea bebeber jamás visitada por occidentales –bueno, un poco fuerte suena eso- para asistir a una boda tradicional. Así que, hala, me voy de viaje de la mano de Wiese y de La 2. Para situar al espectador, el narrador aporta datos sobre el país, su gente, sus costumbres, la religión, los increíbles contrastes –costa, montaña y nieve, oasis, valles fértiles, desierto-, y se deja llevar por el río de la vida que sucede a cada paso. Pero no, no me diga que el zoco de los curtidores de Fez es un lugar poco conocido. Es el lugar más conocido, campeón. Vi el reportaje entero, claro, porque si es Marruecos, me encanta. Pero habría que cambiar explorar por visitar. No es lo mismo.

miércoles, 21 de agosto de 2019

Maldeojos. Gil y tal y tal


Gil y tal y tal
(Artículo publicado el martes, 13 de agosto, en diarios del grupo Prensa Ibérica)

     A la rica mierda. Perdonen que empiece así, pero es lo que me pide el corazón en cuanto se habla de Jesús Gil, que en hoguera eterna esté. Si sus fechorías como político no tienen perdón, sus guarradas como personaje de televisión no serán perdonadas por el que esto firma así viviera la misma eternidad de las brasas en las que espero se esté recociendo. El canal norteamericano HBO, que vende sus productos por suscripción, y en su negocio europeo, grabó una serie documental de cuatro episodios, El pionero, en los que Jesús Gil y sus cositas son el protagonista, la razón del trabajo, la estela infame que dejó en Marbella. Dirigida la serie por Enric Bach y producida por Justin Webster relata la vida del ex alcalde, empresario, fanfarrón, populista, y presentador televisivo de una cosa de notorio mal gusto llamada Las noches de tal y tal, de infausto recuerdo.

     Seguro que recuerdan al tipejo desparramando su grasiento cuerpo en el famoso jacuzzi donde Telecinco, la cadena perversa, metía a cuatro o cinco doncellitas espigadas, con mucho aparato de pechuga y lomo de primera, como decoración de semejante disparate. Hay muertos que están bien muertos, pero hay cadenas y medios que no dejan que los olvidemos. Lo digo porque al hilo de esta nueva resurrección catódica de Gil –aún no he visto El pionero- Telecinco, y por supuesto a través de Sálvame, y por supuesto gracias a la Fábrica de la tele, desde la semana pasada se ha creado una sección en el programa llamada, oh, Sálvame Marbella. A falta de grandes hermanos, supervivientes al peso, y otras cuadras de parecido hedor, el verano hay que rellenarlo con productos de similar aroma. A la rica mierda es la consigna. Pues hala, a disfrutarla.


Maldeojos. A los 80


A los 80
(Artículo publicado el domingo, 11 de agosto, en diarios del grupo Prensa Ibérica)

     Nada está perdido, todo está por llegar. Incluso a los 80 años. Es lo que trata, entre risa y risa, de demostrar Por el mundo a los 80, nombre descriptivo de programa donde los haya que emite Antena 3 los jueves por la noche. La cosa va de lo siguiente. Un grupo de octogenarios quieren si no recuperar el tiempo perdido, falacia que sólo es un bello pero trágico imposible, sí al menos echar una canica al aire, un soltarse la melena, un darse el gustillo que quizá hasta ahora no pudieron darse, y para eso nada menor que irse de viaje para descubrir mundo. O sea, estamos ante un formato que mezcla varios formatos, el de la convivencia con mayores y el de viajes. No van solos. Va el tío de las campanillas, el guasón titulado Arturo Valls, cara de la cadena que encaja muy bien con el espíritu del programa, que huye del drama, aunque a veces salten chispas en los ojitos de los participantes porque a veces, aunque todo es un ji ji ja ja, “la procesión va por dentro”, y se echa de menos a quienes les faltan en su vida.
     Está claro que en sus visitas a países lejanos  -la pasada semana fue a Japón, a Tokio en concreto, donde una de las señoras emulaba la forma de hablar de las chicas japonesas que le sirvieron el desayuno haciendo el sonido chi, chi, chi, ay, parecen ratillas cuando hablan, decía- hay que resaltar la sorpresa, el choque cultural, la comedia de la situación y la frescura de los comentarios sin filtros de los viajeros. Si viajan a Japón  se destacará el perfil gigantesco de Tokio, su envolvente tecnología conviviendo con sus milenarias tradiciones, y si lo hacen a Méjico habrá guacamole y mariachis. Por el mundo a los 80 es lo que es, un formato agradable que no superará la barrera del verano.




Maldeojos. Jorge Fernández


Jorge Fernández
(Artículo publicado el sábado, 10 de agosto, en diarios del grupo Prensa Ibérica)

     No soy de concursos, en todo caso soy de quien los presenta. Me mola Pasapalabra, pero en realidad quien me retiene ante la pantalla, si me retiene, es Christian Gálvez. Me encanta Saber y ganar, pero es Jordi Hurtado, el único representante vivo sobre la tierra del periodo Cámbrico, el que me fascina. No se me pongan estupendos. Está claro que es una salida de tono, una boutade. Pero no muy descaminada de la realidad. Lo que sí es cierto es que no soy de concursos, que no soy fiel seguidor, que no me engancho. Soy, eso sí, del vasco alicantino Jorge Fernández. Desprende eso que se resume en una expresión muy gráfica, es un tipo que despierta buen rollo. Se le nota en La ruleta de la suerte, convertido en el rey de su horario, invencible, alegre, dominando con suelta y fresca naturalidad la mecánica del ya clásico concurso matinal de Antena 3.

     Ahora, con acierto, tanto por la audiencia, que ha respondido con satisfacción, como por el concurso en sí, Antena 3 le ha regalado la presentación de El juego de los anillos, y en hora de máximo consumo televisivo, o sea, el nocturno estelar del miércoles, formato que “se puede ver en familia”. El juego de los anillos es un anillo a medida para Jorge Fernández, un cascabel para la pantalla. Producido por Globomedia, las pruebas, la dinámica, la realización, el protagonismo espectacular de la solería en forma de círculo, una gigantesca pantalla que se destaca en los planos cenitales, junto con el presentador, hacen de este concurso un producto ameno, dinámico, bien resuelto, una oferta para el verano que, por qué no, podría tener un recorrido más allá de agosto. Pero vuelvo al principio, no soy de concursos, aunque me mola Jorge Fernández.




Maldeojos. Tupper sex


Tupper sex
(Artículo publicado el jueves, 8 de agosto, en diarios del grupo Prensa Ibérica)

     Si no fuese suficiente revulsivo, un repelente natural si veo a la absurda Rosa Benito, que como saben es siempre en Telecinco, verla con un artilugio para gustillo sexual, llevándose el aparato no al chirrín sino a la nariz, es demasiado. La escena hilarante ocurrió en el cierre de la novena edición de Gourmet edition, que estaba en Cuatro pero como parecía que la audiencia respondía, Mediaset se la llevó a la casa de la reina madre. Y ahí está, otra fábrica de humor estilo Vasile. En esta edición, que ganó la Benito con un gazpacho y un filete –palabras envenenadas de una recauchutada Irma Soriano, más retocada que el Eccehomo de Borja,  es verdad que como Belinda Washington y Loles León, que completaban el cuadro de señoras cocineras- la anfitriona de la última cena, Belinda, organizó una sesión de tuppersex al estilo de principios de siglo.

    Una asesora llegó con su cargamento de juguetitos sexuales y fue la bomba. Señoras como niñas saltando sobre los sobres de lubricante creyendo que eran condones –se los llevo a mis críos, decía Benito-, atesorando bolitas de diverso uso, tocando consoladores como si de verdad fuesen lo que un buen consolador imita, en fin, una fiesta de fin de curso tirando a picante. En este formato, aunque todo parece girar en torno a la cocina, la comida importa poco. Pero la cosa no acabó ahí. Cuando se cerraba la presente coña, Telecinco ya anunciaba el siguiente Gourmet edition. ¿Se puede superar una edición que se cierra con señoras reunidas en torno a una exhibición de juguetes sexuales? Sí, sólo hay que saber que llega un alien patético como un tal Aless Gibaja –cero dramas, siempre “smile- para esputar a gusto.


miércoles, 7 de agosto de 2019

Maldeojos. Toma salami


Toma salami
(Artículo publicado el martes, 6 de agosto, en diarios de grupo Prensa Ibérica)
    Me da asco el nombre, o mejor, su intención. Salami es un tipo de salchichón, pero si a un programa de televisión se le llama Toma salami la cosa cambia porque mi sucio coco sólo ve guarradas. Y no, si quiero salami, lo busco, que no quiero porque creo que este embutido lleva mezcla de vacuno, carne que rechaza mi paladar desde chiquitillo, así que ni el olor soporto. Como nombre de programa también me alerta. Si algo se llama Toma salami, se emite en verano, y ese algo está en Telecinco porque hasta las arañas de los equipos de Gran Hermano o Supervivientes tienen que descansar, la cosa no pinta bien. Si el embutido salami, primo del salchichón, mezcla carnes, Toma salami hace lo propio, así que ya saben, Toma salami se cocina con material de la cadena recuperando viejas glorias, momentos inolvidables que deberían de olvidarse, y escenas de series que marcaron si no una época sí al menos la prehistoria de nuestra ficción.
     Es, para explicarme mejor, como el Viaje al centro de la tele de La 1, pero echando la caña de pescar en el archivo de Telecinco, que no, no es TVE. Si Viaje al centro de la tele cuenta con la voz de Santiago Segura –a pesar de mi aversión es preferible a ese torpe, inadecuado, estúpido TVemos, lerda sucesión de vídeos de Youyube con que la tele pública despacha la parrilla hasta el programa estrella de la noche-, Toma salami echa mano de Javier Capitán como narrador. Hay quien viendo Toma salami pueda hacer palmas con las orejas viajando al 2000 para ver por primera vez en Telecinco a Mercedes Milá manejando la barca de aquel “experimento sociológico” que nacía con Gran Hermano. Pero yo me voy de vareta sabiendo lo que vino después. Y así todo.


Maldeojos. Casheyyyetana


Cashyyyetana
(Artículo publicado el domingo, 4 de agosto, en diarios del grupo Prensa Ibérica)
     Los de Todo es mentira, sin Risto Mejide, con Marta Flich al frente, y muy bien, por cierto, como portavoz del PP en el Congreso de Cayetana Álvarez de Toledo, doña Cashyyyetana, si es que este galimatías se acerca a lo que escucharíamos si dijera su nombre ella misma, ha sido recibido por el equipo como un regalo, algo parecido a lo que sentían los de El intermedio con san Luis Bárcenas, paseado por el plató como lo que era, un maná para la audiencia. Con la señora  marquesa, de cuello tan estirado que es difícil mantener la mirada en otro sitio que no sea su modiglianesco pescuezo, hará el programa masa de hojaldre, mayonesa con ajo, guacamole, harina de habas y hasta mil programas a cual más divertido a su costa. Para felicitarla, un reportero se acercó con un ramo de flores, regalo envenenado que la altiva dama rechazó con frialdad de mármol.
     La otra tarde, ya en un tono desbaratado, Cristina Fallarás soltó en directo que la única diputada del PP por Barcelona le causa vómitos en cuanto la ve y la escucha, lo mismo que cuando oye a la ciudadana Inés Arrimadas. Como espectador seguro que gracias a este tipo de programas también estoy de enhorabuena. Doña Cashyyetana es de las que casi llegan al orgasmo escuchándose, disparando bilis, aunque llega al puesto con una intención, hacer oposición indómita y racional, pero no histérica. Para demostrarlo, a los tres segundos ya estaba diciendo que Pedro Sánchez es capaz de juntarse con una amalgama de populistas, separatistas, presuntos delincuentes, y filoterroristas con tal de mantenerse en el poder, y que ella preferiría volver a las urnas. La aristócrata con aires de jirafa colérica dará a la tele momentos sublimes. Y al PP otra patada a la derecha.


Maldeojos. Sin ellas


Sin ellas
(Artículo publicado el sábado, 3 de agosto, en diarios del grupo Prensa Ibérica)

     Bernuy de Porreros –no sean mal, o bien pensados- es un pueblecito de la provincia de Segovia que ni dios sabía de su existencia, salvo sus habitantes y allegados. Pero llega TVE y lo pone en el mapa vivito y coleando gracias a 7 días sin ellas, otro experimento sociológico nivel televisión. La cosa consiste en dejar al pueblo, o mejor, a las familias, o mejor a los hombres de algunas familias, y durante una semana, sin ellas, es decir, sin sus mujeres –que se van de vacaciones-, para que los hombres sepan de verdad lo que es llevar una casa, se den cuenta de lo mucho que hay que hacer y, sobre todo, lo poco que se valora el trabajo callado, rutinario, sin aspavientos, “del ama de casa” en la intimidad del hogar. Es el planteamiento. Se apuntaron al experimento cuarenta mujeres, que dejaron atrás no sólo el móvil sino preocupaciones y obligaciones.

     Aunque la igualdad es un concepto del que muchos hombres presumen, como en toda España, la realidad es que son las mujeres, en general, las que cargan con más horas de trabajo y responsabilidad que nadie, dice la voz de la narradora, que ha ido presentando a las familias participantes con sus peculiaridades. Hablando de igualdad, uno de los hombres se descojona cuando habla de lo que él hace en casa, creyendo de verdad que limpia los baños como lo hace su mujer. Es un retrato que ejemplifica que una cosa es la realidad y otra la que tú crees que es. Claro que también se ven píldoras tan conocidas como la de la madre controladora, la madre fiscal, la que prefiere hacer las cosas a su manera antes de que el hijo o el marido las hagan mal, según su criterio, o sea, el machismo de las mujeres. 7 días sin ellas es un envoltorio bonito, pero ahí se queda.


viernes, 2 de agosto de 2019

Maldeojos. Andrea Ropero


Andrea Ropero
(Artículo publicado el jueves, 1 de agosto, en diarios del grupo Prensa Ibérica)

     No hago más que despedirte, y volveremos juntos en taxi a casa, le dijo con su elegante y fino sentido del humor Iñaki López a su colega, dueña de su corazón –perdonen la cursilada- Andrea Ropero el sábado pasado en La Sexta Noche. Después de seis años en el programa de debate político de la cadena roja Andrea Ropero forma parte del tablero de ajedrez que la empresa puso en marcha con la despedida de Jordi Évole de Salvados, la llegada en su lugar de Fernando González, Gonzo, lo que significa dejar su puesto en El intermedio, y el fichaje de Ropero para ocupar la sección de reportajes que con acierto, interés periodístico, y talento comunicador venía haciendo el gallego. En sus años como copresentadora de La Sexta Noche, Andrea Ropero nos acostumbró a rebajar los excesos de la jauría de galgos que ladraban en la tertulia con datos para ampliar, explicar, centrar, o dar el pistoletazo de salida a un nuevo asunto en la tertulia moderada por Iñaki, y sí, también tuvo tiempo en esos seis años de amarrar su corazón al de López –perdonen de nuevo el comentario-, cobrando así sentido lo que se lee al principio de esta pieza. La noche del pasado sábado fue una noche de despedida del equipo y de los espectadores, y como es lógico de emociones porque la dirección del programa preparó el típico reportaje con los momentos más destacados de la periodista, emisión que arrancó algún brillo en sus ojos. Pasar de La Sexta Noche, tertulia política con vocación de entretenimiento de masas, a El intermedio, formato que apuesta por el mejor humor informativo, es un regalo. Igual que Gonzo puede ser el mejor sustituto de Évole, Ropero lo será de Gonzo. Suerte.