lunes, 21 de agosto de 2017

Maldeojos. Lágrimas



Lágrimas
(Artículo publicado el sábado, 19 de agosto, en diarios de EPI PRESS)

     Se ha dicho mucho, incluso gilipolleces de diverso grosor, sobre el atentado terrorista en Barcelona, ese que ha sembrado de espanto una vez más el corazón de la gente decente. Al instante, casi todas las cadenas interrumpieron lo que hacían y se pusieron a manejar la tragedia provocada por estos bárbaros en nombre de un islam tan podrido que no es, que no puede ser el verdadero. La conmoción ocupó las primeras horas, y la redacción de los programas con vocación informativa empezó a echar chispas. TVE, una vez más, parecía estar como coja, como despistada, como ajena. Creo, aunque sin confirmar por mi parte, que BBC World News iba delante, muy delante de nuestra tele pública. Vale, olvidemos el asunto. Al final, como era de esperar, la maquinaria funcionó a tope, y los grandes grupos de comunicación hicieron lo que tenían que hacer, unos con más y otros con menos acierto.
     Ayer no sólo no bajó el torrente informativo sino que, con más datos que aportar sobre la tragedia provocada por estos asesinos, arreció el caudal. Incluso las reinas matutinas, doña Ana Rosa Quintana y doña Susana Griso, como “simples” reporteras de calle, como leonas hambrientas, dejaron su descanso y se agarraron al micrófono en el lugar de la masacre, en plenas Ramblas. Vi a Susana, y les aseguro que no, que no iba de dueña del cortijo. Sin embargo, en todo el lío de opiniones, de mesas de redacción y de expertos de aluvión, de conexiones prescindibles, de datos sin contrastar, de alguna tendencia al sensacionalismo y a la cursi sensiblería, a las palabras huecas, quiero destacar las lágrimas con que María Casado cerró el especial de La 1 la noche del jueves. T’stimo, Barcelona, dijo con los ojos húmedos. Y en ellos nos reconocimos.

viernes, 18 de agosto de 2017

Maldeojos. Morralla



Morralla
(Artículo publicado el jueves, 17 de agosto en diarios de EPI PRESS)

     Se veía venir. El invento ese de Telecinco, Mad in Spain, de la manita de La fábrica de la tele, que sabe lo que le gusta a la manada que sigue la cadena, no sólo no acaba de cuajar sino que se va desintegrando. Por si no lo saben, Mad in Spain es un programa de debate –perdonen que esturree saliva, pero hay carcajadas incontrolables- , entendiendo por debate lo que Telecinco entiende por debate. Creo que me explico. Hace unos días, es decir, el domingo pasado, ante los miles y miles de millones de espectadores que se tragaron sin rechistar el encuentro entre el Barcelona y el Real Madrid, el globo de Mad in Spain, que vino después, no sólo no arrendó las ganancias de semejante festín sino que volvió a rozar el ridículo en audiencia. Jordi González, su presentador, experto de primera en detritos parecidos –La noria, Moros y cristianos, Supervivientes, y por ahí-, trata de elevar la cochambre avivando las brasas de los colaboradores para luego, teatral y distante, llamar la atención por sus salidas de tono. Un asco, vamos.
     Los colaboradores del mojón saben que el sueldo les va en su impudicia y capacidad para el lío, la jarana, el grito, el mal gusto y la provocación. En la última entrega, gran dama de la basura trufada con alguna pátina de intelectualidad fatua, Lucía Etxebarría tuvo que contar que en unos sanfermines le robaron el parné mientras se la follaban viva en plena calle porque estaba más colocada que una pava en un molino de trigo. Se habló del desbarre en las fiestas patronales de los pueblos como uno de los temas del “debate” de la noche. O sea, morralla para morrallas la noche del domingo. Pues ni así Mad in Spain despunta.




miércoles, 16 de agosto de 2017

Maldeojos. Sin bragas



Sin bragas
(Artículo publicado el martes, 15 de agosto, en diarios de EPI PRESS)

     Ustedes dirán, y con razón, que para no ver jamás Sálvame, para no reírme con sus chuminadas, y para estar al margen de ese submundo, hablo mucho, quizá demasiado, del programa de la fábrica de mentecatos al por mayor. En mi defensa, algunas, varias razones. Esta columna pide carne a diario. La tele es la que es. En verano, ya saben, hay asuntos sin relevancia que de golpe suben al cielo de lo destacado. Y, quizá por último, no dejo escapar la ocasión de poner a caldo a Paz Padilla, esa pesadilla. Nada de lo que haga o diga me hace gracia. Todo lo que hace y dice me produce unas vomiteras de la leche. Supimos hace unos meses que la pájara, en su abstrusa mala educación, se tiró al calzón de un tal Marco Ferri, producto de Telecinco, cascajo salido de los desmoches de Gran hermano, y le rompió el vaquero tratando de tocarle el calabacín de su jardín.

     Creo que fue así, o parecido. Fantástico. La escena del acoso dio las vueltas deseadas. Si hubiera sido al revés, tío acosa a tía, el asunto no sería “simpático” sino denunciable. Lo último de esta lerda tuvo lugar la semana pasada, y también generó el efecto deseado, que algunos cretinos estemos hablando de lo que no es más que un momento de muy mal gusto, grotesco, y de una zafiedad que sólo se aguanta en Telecinco. La señora, jiji, jaja, encerrada en una jaula como se encierra a las bestias –marca Mediaset, todo chusco en nombre de un humor arenoso y garrulo- fue metida ahí para que no atacara de nuevo al invitado, que volvió a la cuadra. La señora Padilla, en un momento de arrebato teatral y ante los barrotes que la separaban de su pieza, se quitó las bragas y se las dio. Uff, qué mal rollo, tía. ¿Estaban sudaditas? Qué asco, tronca. Sigo sin ser cómplice de la chusma.

martes, 15 de agosto de 2017

Maldeojos. Haber estudiado



Haber estudiado
(Artículo publicado el 13 domingo, 13 de agosto, en diarios de EPI PRESS)

     Mamá, me han ofrecido trabajo en Telecinco. Haber estudiado, contesta la madre. Me gustaría que la idea fuese mía, pero no. La copio mientras me muero de la risa por la ocurrencia, y de la envidia por no habérseme ocurrido a mí. La leo en las redes sociales, a veces tan finas y puñeteras, tan acertadas como un puñal de hielo. Esta ingeniosa frase es algo más que una ocurrencia, es un retrato feroz, lapidario y certero de una cadena y del ganado que se embrutece dentro y fuera de su redil. Yo creo que cuando alguien le dice a su madre que ha encontrado trabajo en Telecinco, y la madre contesta, sin inmutarse, como si al hijo o hija le hubiera caído una desgracia, que eso pasa por no haber estudiado, se está pensando en uno de los mascarones de proa, en uno de los faros, en la bandera que hace reconocible a la cadena, en Mujeres y hombres y viceversa.

    
     Este programa sigue siendo uno de los grandes desconocidos para mí, y eso que llevo en esto del comentario televisivo más de una y dos décadas. Ni he querido ni quiero saber la mecánica de esa basura que gestiona a diario la sonriente Emma García, periodista al servicio de uno de los pudrideros intelectuales más activos y nocivos de la televisión porque, por desgracia, y aunque flipe uno más que el periodismo con Marhuenda, la fauna que se sienta en el plató del programa se convierte de inmediato en referente, en ejemplo a seguir, y vemos cómo la simpleza, la estulticia, la desgana intelectual, y la ignorancia premiada son valores que ensalza la cadena a través de ese esparcidor de los purines más infames. Algunos chicos y chicas del vertedero se jactan de su ignorancia diciendo, “mamá, mamá, no quiero estudiar. Trabajaré en Telecinco”.

lunes, 14 de agosto de 2017

Maldeojos. Despacito



Despacito
(Artíuclo publicado el sábado, 12 de agosto, en diarios de EPI PRESS)

     La cosa alcanza niveles que se escapan al entendimiento, así que al estar Íker Jiménez y señora de vacaciones, el asunto se complica -¿están de vacaciones, o la nave de la risa no descansa jamás?-. No es un fenómeno extraño, incluso puede que el material aquí traído escape a los intereses de Cuarto milenio –no creo, la verdad, porque a esta peña le interesa cualquier mamandurria que no pueda explicar con sabia determinación Belén Esteban-. Lo cierto es que, según colijo, soy el único español que a estas alturas de mes, y tras algunos de matraca, no sólo no ha escuchado Despacito, la copla de un tal Luis Fonsi y otro macarra de nombre Daddy Yankee sino que al escuchar trocitos de esa pieza de ritmo chinda chinda me han dado como arcadas, como repelo, como asco. Ah, no entiendes nada, me dirán los amantes de estos ritmos calientes que a mí, qué quieren que les diga, me suenan todos iguales, todos.
      El producto comercial lleva meses dando tumbos en discotecas horteras, en emisoras populares, en Youtube, en piscinas infernales donde sólo se escucha éste y castigos similares con sus ritmos intercambiables. ¿Y qué tiene que ver este desahogo con la tele de la que aquí se habla? Tiene que ver porque El programa de verano, con Joaquín Prat al frente mientras la reina descansa, trató el otro día de dilucidar si la letra de este mojón es o no machista. Para ello contó con expertos, los mismos que saben de todo, y llegaron a la conclusión de que podía serlo, pero que no hay que tener la piel tan fina, como piensa sobre la corrupción Rafael Hernando, PP, cada vez que dice que la persiguen a muerte. Todo muy profundo. Despacito nos olvidaremos de todos.