martes, 17 de diciembre de 2019

Maldeojos. Peor es mejor


Peor es mejor
(Artículo publicado el sábado, 30 de noviembre, en diarios del grupo Prensa Ibérica)

     Cuanto peor, mejor. Aunque parece de locos y de gente mala, los partidos políticos han escrito en sus frontispicios de presentación que si al adversario le va mal, e incluso si a España le va mal, o se inventan que va mal, a ellos les irá mejor. Incluso echan mano de la idea advirtiendo como pitonisas oscuras, como brujas de pústulas arenosas y fétidas, que si alcanzan acuerdos con otros partidos que no son de su cuerda, lo que nos espera es la hecatombe. ¿Cuántas veces se ha roto España? En la tele, igual. Cuanto peor me lo paso yo, decía Alberto Chicote ante el estreno de la nueva temporada de Pesadilla en la cocina, mejor se lo pasarán ustedes. Si Chicote vomita, la cosa funciona porque en la cocina del restaurante visitado que hay que sacar adelante corren los elefantes, te hace burla la camada de ratones, y los chorretes de grasa son tan densos que ni las horribles y macarras uñas de Rosalía, tra, tra, podrían siquiera descascarillar.

     Me asomo un poco a la última entrega, y el esquema es el mismo –si algo funciona, no lo cambies, ¿o sí?-. El negocio tal hace aguas, las discusiones alcanzan decibelios que la policía local tendría que sancionar, la comida es un desastre, en los fogones vive el caos como animal de compañía, los lloros y lamentos son el postre diario. Y llega Chicote el salvador. Analiza, discute, canta las cuarenta, se le revuelven, lo increpan, él, ofendido, con su cara de pachón apaleado, amaga con irse, luego vuelve, el dueño o dueña, más calmado, reconoce los errores, empieza la solución, se reforma la cocina, se limpia, se cambia la carta, se inaugura lo nuevo, los dueños hipan de emoción, el negocio vuelve a renacer. Hasta que la mierda vuelva a reinar en el baldosín. Es la ley de la tele.



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