viernes, 30 de septiembre de 2016

Maldeojos. Coco juguetón



Coco juguetón
(Artículo publicado el jueves, 29 de setiembre, en diarios de EPI PRESS)
     Poco a poco, un modesto programa como Desafía tu mente se está haciendo el fuerte en eso que se llama programa de acceso al programa estelar de la noche. Es decir, igual que El intermedio es el telonero del cine en La Sexta, El hormiguero de Velvet en Antena 3, o First dates de CSI en Cuatro. Pues bien, Desafía tu mente es el programa que va antes del plato fuerte de la noche en La 1, sea serie, película, o reportaje. Y lo presenta, y de qué manera, Antonio Lobato, el de los coches, o las motos, no recuerdo bien. Me gusta, me gusta cómo lo hace. No es un presentador estrella, no viste de forma llamativa, no se mueve en pantalla con gestos extravagantes ni ostentosos, y desde luego, no pone caras para subrayar lo que toque en ese momento. No quiero pensar lo que haría con Desafía tu mente un presentador como Íker Jiménez, el de los cuentos misteriosos.
     En Desafía tu mente no hay cuentos chinos. Es un juego en el que nuestro cerebro se pone a prueba con pruebas que lo descolocarán, que sacarán lo peor o mejor de él, lo vago que es, lo miedoso, o lo listo en determinadas situaciones. Desafía tu mente es un divertimento, un excelente programa para la televisión pública. No es extraño que vaya subiendo la audiencia a diario. A ver, decían el otro día, piensa en un color y en una herramienta. Se lo decían a la gente en la calle y se lo decían al espectador en casa. Yo pensé en el color rojo y en un martillo. La madre que los parió. Antonio Lobato nos lo advirtió. Estoy seguro, dijo, que han pensado en esto. Y mostró una cartulina con un martillo de color rojo. Salió el cerebro vago, el que no se molesta mucho en rebuscar colores ni tipos de herramientas. Rojo y martillo. Vean el programa. Diviértanse.

jueves, 29 de septiembre de 2016

Maldeojos. Dale, dale



Dale, dale
(Artículo publicado el martes, 27 de setiembre, en diarios de EPI PRESS)
     Vaya, vaya con Mar de plástico. Si el capítulo emitido anoche sigue la estela del que se emitió la semana pasada, la cosa se pone de un subido que trastorna. Y por partida doble o triple. Si siguen la serie sabrán que aunque algunos personajes protagonistas siguen en su lugar –el poli Adolfo Sancho, el terrateniente Pedro Casablanc, o la explosiva Lisi Linder, mujer del mentado-, la serie en esta segunda temporada ha cambiado el objeto de sus investigaciones, y en vez de dilucidar el crimen de la hija del terrateniente ahora se centra en saber quién dio muerte a Marta, Belén López, novia del guardia civil que estuvo en Afganistán y que, por accidente, creyó matar a su marido, Pablo, Miquel Fernández, que fingió esa muerte y ahora ha aparecido en el pueblo también como jefe de investigación de la guardia civil. Y aquí está el lío.
     Este tal Pablo se ve que viene de Afganistán con el cañón de punta porque en el capítulo de la semana pasada se hizo un Juego de tronos a lo bestia con la rubia explosiva, a la que, como fieras, la puso mirando a Cuenca con el culo en pompa. Qué fiebre, qué cosa, qué embestidas. Pero al margen de la trama me gusta mucho, me gusta más, incluso, el Juego de tronos que Mar de plástico le ha hecho a Mi casa es la tuya, la tediosa cita de Bertín El Me La Pela en Telecinco, en cuyo pulso a ver quién la tiene más grande ganó por goleada Mar de plástico, así que, sin miramientos, con el culo en pompa, Mi casa es la tuya se puso también mirando a Cuenca. El señor que sigue haciendo chistes con eso de no saber manejarse en la cocina porque no es territorio de machos ha vuelto después del verano como opaco, oculto en la inmundicia de la cadena. Pues hala, dale, dale.

martes, 27 de septiembre de 2016

Maldeojos. Creamos el terror



Creamos el terror
(Artículo publicado el domingo, 25 de setiembre, en diarios de EPI PRESS)

     No nos vendimos ante el terror. Creamos el terror. Ese fue el final acojonante, ese final que te deja frito como un torrezno chisporroteando en la sartén hasta convertirse en corteza de aperitivo, con que terminó la segunda temporada de House of cards. Me lo apunté en mi libreta porque sabía que algún día lo iba a usar. La verdad es que cualquier día se puede echar mano de esa frase en este mundo donde alguien no es que claudique ante el terror sino que es el terror mismo. Se lo decía Frank Underwood, inabarcable Kevin Space, a Claire Underwood, su esposa, la asombrosa, magnética y adictiva Robin Wright, es decir, el entonces aspirante a la Casa Blanca, en un plano que va del general al medio y termina distante, gélido, como la fría mirada de reptil de Frank Underwood, siempre al otro lado de lo turbio. Cuando la semana pasada, como el macarra que subido a la moto atruena el barrio y saca la lengua a la anciana que le reprende con su vocecita desde la acera, Rafael Hernando, portavoz del PP en el Parlamento, y ante la petición de la reportera Marta Nebot de que dijera algo sobre el caso “Rita Barberá”, el diputado dijo “algo”. Y se marchó riendo. Dígame algo sobre Rita Barberá. Algo. Y el diputado, que gana un pastón pagado por todos, se largó sonriendo, con sus labios así, como caídos, torcidos a un lado, y con chispitas en sus ojos como el besugo satisfecho de la ocurrencia cojonuda que ha tenido. Díganos algo sobre Rita Barberá. Algo. No se venden a la frivolidad, no le tienen miedo al desprecio al ciudadano, son jerarcas de una iglesia levantada sobre una piedra viscosa y tóxica, no se venden al miedo, crearon el miedo. Y les funciona. Y por eso se ríen con la quijada lela, con la expresión de unos labios alicaídos por el aburrimiento, y cuando hablan lo hacen como un chulo de playa que te mira de soslayo como si te perdonara la vida.

La Esteban presidenta

      No tienen que dar cuenta de nada. Ni de nadie. El otro día, al principio de la semana, hablaba por teléfono Susana Griso en Espejo público con Andréu Buenafuente, que hizo un análisis de la situación política desde el humor, pero sin duda desde el punto de vista de un ciudadano herido, enfadado. La presentadora, al acabar la conexión, dijo a la audiencia que él, junto a Jorge Cadaval, ha hecho una de las reflexiones que le parecen de lo más sensatas. Se refiere Susana al vídeo, sin duda viral con audiencias millonarias, que grabaron Los Morancos versionando La bicicleta, de Shakira y Carlos Vives. En la letra dicen, refiriéndose al colapso del país, a la alegría con la que el Gobierno recorta para poner allí lo que quita de aquí, que alguien tiene que “terminar con este tema porque al final va a gobernar Belén Esteban, que estamos hasta los huevos de papeletas, que es pa cogerlos y darles con la bicicleta”. El país se desangra, y la gente está loquita cazando pokemon. Los políticos, el Gobierno, no se venden a la desgana ciudadana, no le tienen miedo a esa desgana, a esa huida de la cosa pública. Han creado esa desgana, han fomentado la huida. Caldito idóneo para que vayan creciendo los Donald Trump a la vuelta de la esquina con matojo moreno y racial. En esta escalada hacia el triunfo de quien no tiene nada que temer hay que mirar de nuevo a TVE, una casa que no sólo no tiene miedo al qué dirán sino que está como loca cazando pokemon y jugando a poner aquí y quitar de allí a sus más brillantes peones para así servir mejor al dueño. Llámenme pesado, pero este escribidor seguirá señalando su asombro y su enfado ante la deriva de unos informativos de cachiporra. No temen a la manipulación. Son la manipulación. No se venden a la imparcialidad. La crean ellos.

Rita y la Cantaora
      
     No sé si saben que Sergio Martín, el adelantado, el niño terrible, el que se come a pares las sílabas y cuesta entender –me pasa igual, que ahora recuerde, con Mirian Álvarez, que hizo de Teresa, sobre Teresa de Ávila, un producto insoportable porque la señora se traga las sílabas con insolente avaricia- dejó La Noche en 24 en manos de otro escudero del PP, Víctor Arribas, para hacerse con Los Desayunos. A cual más tremendo. El tal Arribas, que proviene de la escuela dura de Telemadrid, ala señá Esperanza, y de 13tv, ala derechísima del espíritu santo, dijo hace unas semanas en su presentación, que en la tertulia del Canal 24 H su guía sería “el respeto a todas las opiniones y el equilibro en el juicio”. Muy bien. No habían pasado ni siete días cuando el ecuménico periodista dejó el sello de lo que él entiende por esa frase que él mismo ha convertido en pedorreta. El respeto a todas las opiniones, dijo Arribas, de la misma cuerda, le faltó decir. Y sentó en el plató a Carmen Tomás e Ignacio Camacho, ambos de ABC, y a Antonio García Henares, otro periodista que publica en lo que quiera que sea Periodista Digital, esa broma de Alfonso Rojo, para analizar la actualidad en la televisión pública “desde todos los puntos de vista”. ¿Ven? No nos vendemos a las presiones pidiendo libertad. Creamos otro concepto de libertad. El que nos sale de los cojones. Y para que se vea que la apuesta por el cambio es radical, y que la libertad e independencia son, cómo decirlo, ¿innegociables?, hala, TVE se va a gastar cerca de 300.000 euros en cambiar el decorado para que el niño Sergio Martín, el come sílabas, y el plató de los informativos, sean otros, parezcan otros, se vea la credibilidad y el rigor, se palpe la independencia, nadie les pueda acusar de tergiversación, nadie les señale como burdos monigotes en manos de Génova o Moncloa, rediós, si hay que decir algo sobre Rita Barberá se dice. Algo. Si hay que decir algo sobre las espantadas de Rajoy se dice. Algo. Si hay que decir algo sobre algo se saca al Nefertiti Javier Arenas, el de la ceja levantada, y él sabrá cómo urdir el chiste diciendo que Rita, si toca Rita, ya no es de ellos porque ella ya no está con ellos. Me mondo. Pues que hablen de Rita la Cantaora, coño. No se venden al humor. Lo crearon.

La guinda
Diana, el filón
En España, según la policía, hay decenas, centenares de personas desaparecidas. Pero hoy, en España, la única desaparecida de lujo es la joven Diana Quer, que hace un mes, como en todos los casos, parece que se la tragó la tierra. Los magacines de la mañana, con Ana Rosa Quintana y Susana Griso sobre todo, se disputan cualquier detalle por nimio que sea. Todo tronco es bueno para el fuego. El espectáculo ha de seguir.

lunes, 26 de septiembre de 2016

Maldeojos. Goyo ciencia



Goyo ciencia
(Artículo publicado el sábado, 24 de setiembre, en diarios de EPI PRESS)

     Permítanme la licencia, el juego, la diversión. El humorista Goyo Jiménez se ha sentado en la silla de Órbita Laika, el programa que se toma a la ciencia tan en serio que la sirve con mucha gracia y retratándola desde su cara más alegre y divertida, de ahí el juego de echar mano de La gaya ciencia, el alegre saber, de Friedrich Nietzsche, para hablar de este programita que antes presentaba Ángel Martín. Estrenó la temporada el martes, y con nuevo decorado y plató. La primera invitada fue Eva Hache, cuya sonrisa siempre noto tan falsa, tan del momento, tan fingida, como el rubio de bote con que ahora se ha teñido su corto pelaje. Pero estas son manías y cosas de uno. Nada que ver con Órbita Laika, que también contó con un coco eminente y privilegiado, Stephen Hawking. La nueva generación es la apostilla con que se presenta el espacio, cuyo plató es una nave.
     Me gusta que no esté Ángel Martín. Me gusta porque el anterior presentador deja en sus trabajos, en casi todo lo que hace, un exceso de pasotismo, como si él estuviera aquí y el mundo, incluida la propuesta del programa, a años luz. Está bien ser desapegados, quizá descreídos e irónicos, pero a veces, y es lo que sentía viendo al ex de Sé lo que hicisteis, que hacía un favor al mundo presentando Órbita Laika. Cargado de secciones, por ellas pasan científicos dispuestos a acercar la ciencia a quienes la vemos como algo ajeno a la vida debido a que nuestra experiencia pedagógica fue un ir a por el aprobado raso. En realidad es fascinante, y secciones como Física de lo cotidiano –envueltos en radiación del Big Bang, las palomas fueron decisivas a la hora de detectarla procedente del origen del Universo-, o Explícaselo a mi abuela lo confirman. Con Goyo, la ciencia es gaya.

viernes, 23 de septiembre de 2016

Maldeojos. Versión española



Versión española
(Artículo publicado el jueves, 22 de setiembre, en diarios de EPI PRESS)
     Se cumple esta edición la número 64 del Festival de Cine de San Sebastián. Una vida. Y sorteando épocas de mucho vaivén político, social, económico. El domingo, como viene siendo habitual, La 2 instaló un quiosco en el Kursaal para inaugurar desde allí la nueva temporada de Versión española, que desde ahora se emitirá a las 11 de la noche. Claro que volví a ver Relatos salvajes, que era la película del día, esa obra tan luminosa como turbia de Damián Szifrón, ganadora en el mismo certamen del Premio del Público en el año 2014. En el coloquio, que modera desde hace 17 años Cayetana Guillén, hablaron el director del festival, José Luis Rebordinos, la productora de El Deseo Esther García, y las actrices Carmen Machi y Ángela Molina, Premio Nacional de Cinematografía, que lo recibió cantando junto al ministro Cine, cine, de Aute, dejando momentos de gloria para los programas de zapeo.
     Lo dijo Rebordinos. Versión española es algo más que un programa de televisión. Es una necesidad. Es verdad. La película, el coloquio, la apuesta en sí por el producto, que a veces hace audiencias testimoniales, tienen un único objetivo, no sólo promocionar al cine que se hace en nuestro país sino estimular el amor hacia él a través de anécdotas, de datos, de detalles que al espectador medio se le escapan. Con la nueva temporada también ha vuelto Raúl Cimas y su Cine Low Cost, que ha versionado Relatos salvajes dejándolo en Relatos amables, un tirito de humor que añade matices a la película que se pasa esa noche y desengrasa, si llega al caso, la historia. Hacía tiempo que no veía el programa, pero me quedé hasta el final. Excelente opción para la noche del domingo.