sábado, 29 de abril de 2017

Maldeojos. Mal rayo...



Mal rayo…
(Artículo publicado el jueves, 27 de abril, en diarios de EPI PRESS)
 Mal rayo te parta. Literal. Le pasó a un reportero de la televisión china Dalian TV en el momento en que informaba del tiempo. Estaba en exteriores hablando del viento, el frío, la lluvia y la tormenta que cubría la ciudad. Y de repente, como si se lo arrebataran de las manos, el paraguas con el que se cubría el reportero voló tocado por un rayo. No le pasó nada ni a él ni al cámara, pero el canguelo hizo que el joven saliera pitando. Aquí, cuando el martes informaba en directo Isabel Alonso para el informativo del mediodía de Telecinco sobre el primer pleno tras su dimisión en el Ayuntamiento de Madrid sin Esperanza Aguirre, portavoz municipal del PP, la periodista empezó a notar molestias en la garganta y notó cómo su voz tenía dificultades para hablar.
Desde el estudio, la presentadora le preguntó cómo había sido la reacción de los demás partidos sin Aguirre. La reportera respondió tosiendo, carraspeando ya, pero pudo decir que “el Partido Popular la ha echado de menos y el resto de grupos ha celebrado esta ausencia –tose, se toca la garganta-, ha celebrado esta ausencia, perdón… -y salió fuera de campo dejando el plano vacío con un fondo de la fachada del ayuntamiento-. No fue un rayo. Seguro que fue la mano de Espe. Y sin salir de Telecinco, donde todo vale y se aprovecha para estiércol, cayeron rayos y truenos en la última visita de Mercedes Milá a Sálvame para hablar –échense a reír- de su programa de libros. Mila Jiménez la llamó chunga, infeliz, fracasada, y que si quiere aplausos que se haga un plató y que alquile figurantes que le aplaudan. Con éstas, si estás cerca, un rayo no te caerá, pero la mierda seguro que te salpica.

viernes, 28 de abril de 2017

Maldeojos. ConvenZido



ConvenZido
(Artículo publicado el martes, 25de abril, en diarios de EPI PRESS)

     Mientras Ana Pastor organizaba la tertulia con representantes de partidos políticos de aquí sobre las elecciones de allí, se oían los rugidos en el pueblo de los seguidores no de Le Pen o Macron sino de Messi, que se erigió en otro rey del domingo. Mientras Sandra Barneda decía en mitad del plató de Supervivientes que estaba feliz estrenando “nuevo look”, y saludando a mogollón de patanes para defender o machacar a los concursantes en no sé qué isla hondureña, Antena 3 emitía La extraña que hay en ti, de Neil Jordan, de 2007, con Jodie Foster encarnando a una locutora de radio que quiere vengarse de la muerte de su novio de espaldas a la justicia. Mientras en La 1 se asaban unas aves al calor de unos carbones, Jordi Cruz le pedía al cocinero y modisto mongol que le hiciera un terno con piel de conejo –¿conejos morenos?, contestó el concursante sin percatarse de que el lascivo jurado jugaba con las palabras-, Jesús Calleja estrenaba otra edición en Cuatro de Planeta Calleja con Jorgeja como invitado.

     Como vemos, platos para todos los gustos. Pero culillo de mal asiento empecé a darle al mando. Y llegué a Be Mad. Y llegué a Convénzeme, y llegué a Mercedes Milá, y llegué a su programa de libros. Hablaba con Pilar Rahola, y luego con Torito, y luego con una friqui que tiene un canal en Youtube, y salió Carlota Corredera –presentaba y dirigía Sálvame y ahora, creo, Cámbiame-, y me quedé a ver qué era aquello, qué podía salir de mezcla tan explosiva donde el combustible lo pone la productora, La fábrica de la tele, la misma que la saga de los Sálvame y otros truños. ¿Una exquisitez? No, pero juntar libros, Mediaset, Milá, y La fábrica de tele podía ser de traca. Y es, pero digerible.



jueves, 27 de abril de 2017

Maldeojos. El teatro vacío



El teatro vacío
(Artículo publicado el domingo, 23 de abril, emn diarios de EPI PRESS)

     Me entero con emoción creciente de que un actor italiano, Giovanni Mongiano, autor y experto en Pirandello y Tolstói, llegó al Teatro del Popolo en Gallarate, en la provincia de Varese, en la Lombardía, para representar su propia obra, Improvisaciones de un actor que lee. La taquillera, azorada, nerviosa, entró en el camerino para advertirle, “maestro, no sé cómo decírselo, pero en la sala no hay ni una sola persona”. Giovanni la miró y le contestó, “voy al escenario, el espectáculo se hace igualmente”. Y así fue. La sala fue testigo del milagro del homenaje de un hombre que convirtió la sala vacía en una potente arma de provocación y simbolismo. Hasta el técnico de luces, con años de experiencia, se quedó perplejo por lo que estaba viendo, por la irresistible atracción que ejercía aquel loco sobre la escena. ¿Cobraría algún tipo de simbolismo, un toque de compasiva grandeza, ese gesto de heroica resistencia, ese puñal de provocación, la cara de Jorge Javier Vázquez en el anuncio de un juego de azar aún sabiendo que no lo ve ni dios? Cuando salga en ese anuncio diseñado por el enemigo, atroz, paralizante como un espray anti violadores, fíjense en la torta de su jeta. No sabe uno si sonríe, si aprieta el culo, o caga sin más y viva la Pepa. ¿Sería lo mismo si ese disparate, seguro que pensado para un perfil de consumidor con el nivel de entendimiento intelectual a ras de aturdimiento social, no lo viera ni el Lolo el de la Conchi?  La tele no tiene la grandeza del teatro. Siempre hay alguien frente a la pantalla, siempre. La televisión no tiene ni componente poético ni heroico. Jamás ha saltado la noticia, que también sería una bomba de poesía activa y militante, que diga que este o aquel programa de televisión no lo ha visto nadie. Pero nadie es nadie, ni una persona. De lo más grotesco a lo más exquisito, de lo hediondo a lo vivificador, siempre hay un espectador, aunque sólo sea uno, que mira la pantalla. Y cuanto más pútrido y necio sea lo que se emita, más espectadores  -¿piensa en Supervivientes?-.

Viudas ofendidas
     ¿Cambiaría la gilipollez, lo bizco, ese olor a mugre craneal, a sobaco apestoso de llevar a mucha honra al cristo en angarillas, si el torerito Fran Rivera diera sus opiniones no en la tele, no en Espejo público, sino en el comedor de su casa, o incluso en la tele, o incluso sentado en la mesa del Telediario sustituyendo a Pedro Carreño en La 1, que cada día parece más un ave que mueve su cabecita para picotear este grano de trigo, aquel grano de maíz, pero que lo hiciera sin ese resabio de veneno, sin esa cara retadora, sin el gesto tan pecaminoso de mandar a que se duchen los antitaurinos –para el menda, todos olemos mal- vestido con terno azul y cordón dorado de no sé qué hermandad de Sevilla? ¿Es compatible la chulesca altanería, la beligerancia y el desprecio, con religión tan misericordiosa? No lo es. Una señora gallega, presidenta de la Asociación de Viudas de Lugo, Aurora Carro, puso una denuncia por un cartel donde se ve a un tipo con nariz de payaso, zapatillas de andar por casa, una copa en la mano, arreos como de papa de Roma, y el solideo en la coronilla. Anunciaba el carnaval 2017 de A Coruña. Pues bien, el concejal de Cultura acudió esta semana a declarar al juzgado a cuenta de ese papa cartelero y carnavalero que tanto ofendió a la viuda y a “otras cuantas amigas”. La que armó doña Aurora. El concejal acudió al juzgado apoyado por decenas de curas, monjas, obispos y cardenales de chirigota. Doña Aurora hasta ha salido en la tele para decir que “ya está bien de poner la otra mejilla, y que ya está bien de quedarse en la mesa camilla, que hay que salir a protestar”. Guerrera doña Aurora. Pero tiene la batalla perdida. Si a los carnavales les quitas, como ella quiere, que nadie se vista de cura barrigón, monja putilla, militar hitleriano, o policía morboso con pernil abultado, el carnaval se quedaría a un tris de estar como el teatro de Gallarate.

El risitas
     ¿Nos estamos volviendo locos con tanto ofendido? Ofende lo escrito, lo dicho, lo visto. A ver si detrás de todo esto no hay más que el burdo intento de volver a los bonitos tiempos de la mordaza. En El intermedio llevan días hablando de lo mismo, y el pico de la mesa se le va a acabar clavando en el culo al Gran Wyoming de tanto reflexionar. Don Pablo Iglesias, nacido para agarrar un micrófono y ponerse ante una cámara, no reflexiona como los demás. Él se sube a un autobús, coge el micrófono, espera a que el piloto rojo esté encendido, y hala, te monta un programa solito. Y además le da tiempo a decirle a Ana Rosa, fíjate tú, que tal vez le guste más el PP que escuchar cosas sobre tramas y políticos, y empresarios, y periodistas corruptos. O sea que como él sólo dice la verdad, y la verdad ofende, hay gente que se cabrea. La conexión en directo, como ha hecho antes con Al rojo vivo, Más vale tarde, y otros programas, no tiene desperdicio. La expresión del político es de una altanería, dogmatismo, y desprecio por el contrario que, por más razón que lleve, y la lleva señalando a los mafiosos, casi la invalida porque además se arroga la propiedad de la denuncia, como si ningún medio, político, partido, o juez español haya tenido nada que ver en desenmascarar parte de “la trama”. Mientras hablan los demás, ahí está la videoteca para comprobarlo, Pablo Iglesias sonríe como el que otorga y condesciende ante las gilipolleces del otro, gesto que se torna severo, duro, inclemente y arengador, en cuanto habla él. Compruébenlo. Pablo apenas necesita gente para la función. Se basta él solo. No así José Coronado, cuyo corazón infartado estos días vació el teatro suspendiendo la función esa noche, ya fuera de peligro. ¿Creíamos haberlo visto todo? Hay quien sueña con ver las últimas estrellas de la niebla de Orión. Hay quien no podrá soñar nunca más al ver el culo de Jorgeja mirando el mundo desde un rascacielos de NY. Se tapó las lorzas y la colita con una toalla, pero el mal ya estaba hecho. Ni ofensa hay. Sólo vacío y frío, como el teatro del Popolo de Gallarate. Pero sin poesía ni heroicidad.

La guinda
Cintora
En 2015 presentaba con desparpajo y conocimiento Las mañanas de Cuatro, pisándole los talones a Ferreras en Al rojo vivo. Mediaset, presionada por el Gobierno, incapaz de soportar el periodismo beligerante y libre, trató de meter a Jesús Cintora en cintura .Y lo consiguió. Lo expulsaron del programa. Ya no está en la órbita de Vasile. Ahora va por los platos –La Sexta Noche-, presentando su libro. ¿Terminará en Atresmedia?

miércoles, 26 de abril de 2017

Maldeojos. Yo, tampoco



Yo, tampoco
(Artículo publicado el sábado, 22 de abril, en diarios de EPI PRESS)

     Por una vez, por esta vez, estoy de acuerdo con doña María Teresa Campos. La veo en lo que parece una sección semanal en Sálvame, lidiado ese día por Paz Padilla, o sea, lo peor que le podía pasar a este espectador que huye de esta señora haga lo que haga. Pero justo cuando la malagueña, vestida de colorines, dando lecciones de no sé qué, pensaba irse, ayudada a levantarse por la directora de pista, se levantó rauda de su trona la gran Lidia Lozano para preguntarle, nerviosa como una colegiala, si por la noche, o sea, la del jueves, vería el estreno de la nueva entrega de Supervivientes. No, contestó seca la protagonista de Las Campos, a la que PaoloVasile le quitó sin contemplaciones ¡Qué tiempo tan feliz! ¿La Campos no vio Supervivientes con tal de fastidiar las audiencias y hacerle daño a Vasile? Mira que soy retorcido. Pero no, no fue por eso. Fue porque no quería sufrir una taquicardia viendo cómo se tiraba al mar desde el helicóptero su amado Edmundo, “que está estupendo, pero tiene su edad”.

     Yo no vi ese programa basura porque no me dio la gana, no lo vi esa noche ni lo veré ninguna otra, y por si fuera poco, esa noche, el jueves, estrenaba Iñaki Gabilondo la segunda temporada de Cuando ya no esté. El mundo dentro de 25 años en Cero, uno de los programas más interesantes, apasionantes, entretenidos y de calidad de la actual televisión. Gabilondo viajó a Singapur para hablar con Parag Khanna, estratega global de una lucidez asombrosa, con un discurso tan brillante sobre la conectividad entre las grandes magalópiolis que se me pasó ese tiempo de televisión en un suspiro. Al acabar, no hay ni que decir que en Telecinco aún seguían cayendo del cielo mojones al agua.

lunes, 24 de abril de 2017

Maldeojos. Bombazo



Bombazo
(Artículo publicado el jueves, 20 de abril, en diarios de EPI PRESS)

     Cada día me resulta más insoportable. Más histérico y más histriónico. La noticia no es la noticia. La noticia parece ser él dando la noticia. Hablo de Antonio García Ferreras. Si verlo es un poco pesado, una vez que te has reído con sus gestos, sobre todo a raíz de las parodias que tan bien lo retratan, escucharlo resulta así mismo cargante. Su punto de vista está por encima de lo que puedan opinar sus contertulios. No me vale decir que se dice todo esto para, desprestigiando al periodista, desprestigiar la noticia. No va por ahí esta columna. Al contrario. Reconozco en Ferreras su apasionada relación con el periodismo, su entrega, su olfato y talento, su permanente apuesta por la actualidad, y haciéndolo tirándose a la piscina haya o no agua. Lo de ayer retrata una cosa y la otra. Fue el primer medio que se lanzó al bochorno de otra rana detenida de las muchas que va acumulando Esperanza Aguirre.

     La Sexta, y Al rojo vivo, recogieron en exclusiva la detención del expresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, dándole, otra vez, una lección a TVE,  que a la misma temprana hora de la mañana miraba para otro lado sin inmutarse. Si La 1 hacía el ridículo, dejando claro que de nuevo trataba de proteger al PP, el Canal 24H, - Álvaro Zancajo, nuevo director, prometió hacer de él un referente de las “noticias de última hora”- emitía el mismo programa, Los desayunos. O sea, ridículo sobre ridículo. Sin embargo, vuelvo a Ferreras. Carga muchísimo verlo y escucharlo hablar cada dos minutos de bombazo, bomba informativa, repetir una y otra vez las mismas imágenes, estilo Sálvame, y decir la hora como muletilla de viejo locutor. Me puede.