lunes, 30 de abril de 2018

Maldeojos. Y ladrona


Y ladrona
(Artículo publicado el jueves, 26 de abril, en diarios del grupo EPI PRESS)

     Pues qué quieren que les diga. Me da penita. Digo lo de Cristina Cifuentes, la pobre. Si lo del máster le dio un cogotazo del que será difícil levantarse, pase lo que pase, lo del último capítulo de su serie es de traca. Ni los mejores guionistas, los más delirantes, se hubieran atrevido a tanto. Como saben, ayer los magacines de la mañana abrían con un vídeo que publicó el chiringuito de Eduardo Inda. En él se ve a la presidenta de Madrid, cuando era vicepresidenta, en la sala de un supermercado ante un guardia de seguridad teniendo que dar explicaciones al haber sido pillada con dos cremas de cara -20 euros por bote- que no pagó en caja. Lo que le faltaba a doña Cristi es que sobre ella caiga la bonita cruz de ser una ladrona, y al parecer confesa ya que dicen que ha reconocido los hechos y que “fue el peor error de mi vida”.

     La condición humana cada día sorprende más. ¿Por qué una señora de su posición hace eso? Es decir, va a una tienda de barrio a comprar cremas que hasta uno se puede permitir. Y además de su asequible precio, va y las roba. Algo pasa en las cabezas. Algo pasa en la cabeza de Cifuentes. El PP sabía este “detalle”, lo del robo, y trató de requisar todos los vídeos, pero alguien se quedó con una copia que, fíjate qué casualidad, sale a la luz después de 7 años. Parece evidente que el enemigo está en el propio PP, que ha sacado el ¿último? conejo de la chistera para derribar a la tambaleante presidenta. Es posible que cuando usted lea esto, la señora haya dimitido. Ojalá sea así. Por salud, por dignidad. Por decencia política. Si el máster no desvirgado lleva más de un mes en el candelabro, el vídeo de la presidenta ladrona será un hito. A la calle, señora.


Maldeojos. Brazos abiertos


Brazos abiertos
(Artículo publicado el martes, 24 de abril, en diarios de EPI PRESS)

     Perdonen, pero tengo unas ganas locas de no ser correcto, de hablar a gritos, de soltar cuatro palabrotas, de decir que me importa una mierda de dónde vengan esas criaturas que se echan al mar –sí, lo sé, hay mafias que viven de la necesidad ajena, hijos de su puta madre que trafican con hombres, mujeres y niños aprovechándose de su dolor, de su extrema necesidad, de su huida de la guerra, del hambre, de la violencia de sus países tratando de llegar a un mundo mejor-, me importa una mierda de qué país venga esa gente porque nadie deja su tierra porque sí, así que qué más da, lo que sí me importa, y mucho, es que haya españoles que también se juegan la vida rescatándolos del mar, de una muerte segura. No sé, no tengo la solución, no sé qué hacer con los que llegan, pero sí sé que no se pueden quedar a la deriva, sí sé que hay que rescatarlos.

     Como saben, para vergüenza de esta Europa catatónica, la fiscalía italiana ha puesto en su diana a las ONG que trabajan en el Mediterráneo, criminalizando su labor, tal como decía el otro día en un informativo de La Sexta Óscar Camps, fundador de Proactiva Open Arms. Y como supongo saben, en unos días se celebra un juicio en Mitelene, en Grecia, contra los bomberos sevillanos de la ONG ProemAid Julio Latorre, Manuel Blanco, y José Enrique, acusados de traficar con personas, es decir, de ser una especie de mafia que fomenta ese tráfico por una cuestión económica, como el que invierte en el mercado del café, digamos. Estos hombres dicen que cuando ayudan a gente en tareas humanitarias en  grandes catástrofes nadie duda de su trabajo. ¿Por qué nos juzgan, dicen, por rescatar a personas del mar? Las autoridades europeas lo saben, seguro.


viernes, 27 de abril de 2018

Maldeojos. Dos Torres y una cocina


Dos Torres y una cocina
(Artículo publicado el domingo, 22 de abril, en diarios del grupo EPI PRESS)

     Podría haber más, pero con ellos ya está el plató lleno. Podría haber más, pero con ellos se llena la encimera y se amontonan las manos sobre la vitrocerámica. Podría haber más, pero si con los dos la cocina parece un gallinero, con unos cuantos más aquello sería la barbería del pueblo –de moda ahora estos “barber” regentados por jóvenes de sienes rasuradas, crestas de arquitectura domada, y luengas barbas-. Con los cocineros gemelos Sergio y Javier Torres hay de sobra. Dos Torres y una cocina es suficiente, dicho en un sentido que no es el que usaría para decir, por ejemplo, que con dos reyes, el emérito y el otro, tenemos el cupo demasiado cubierto. Tras la cortinilla del programa, zas, te da un revolcón el saludo de los hermanos que si te descuidas te trepa. Qué energía. Parecen dos toritos bravos en noche de sábado con los bolsillos llenos de billetes dispuestos a comerse el donut de quien se ponga por delante, donut figurado y donut real, cosa que a mí no sólo no me pasa sino que sólo de pensarlo me dan arcadas. ¿Saben de qué hablo? Me refiero a lo del donut ese. Abro un paréntesis. Al puerto de inmundicias bañadas con falsos brillos de habilidades de barraca de feria a 50 céntimos la entrada que regenta Telecinco con el nombre de Factor X  llegó la otra noche una pareja con ansia loca de fama, de la fama que entendemos hoy por fama –una señorita llamada Sofía Suescun, de una ordinariez apabullante, es famosa por remojarse la cigala en las playas templadas de Superviventes, así que el mercado de la fama está a la baja-, la pareja, digo, presentó en Factor X una copla asquerosa por varias razones. A), es música reggaeaton, así que todo está dicho, y B), me gusta el esperpento, pero lo de Lapili y Jirafa Rey es el juego de dos primos, literal, que pretenden provocar con armas de un infantilismo ridículo. Podría ser simpático, pero sólo me resulta insufrible, vulgar y zafio. Así que, nenitos, que el donut industrial os lo coma el jurado, sea la simpática Laura Pausini, sea el agrio Risto Mejide, cocineros de esa fonda con menús requemados. Cierro paréntesis.

Maricón, ¿y qué?
     Lo de los gemelos Torres cocinando juntos es como tocar a cuatro manos una sonata de Mozart, pura diversión. No es lo que cocinan, que también, es cómo nos lo cuentan. Si el maestro del espectáculo del fogón televisivo Karlos Arguiñano arranca cada día su recetario contando un chiste que la inquisición humorística podría cortarle el gorro, y lo hace disfrazado de avispa o de salmón ahumado, o de chicharra o de avestruz con dos meses de embarazo, los Torres arrancan el suyo haciendo palmas, con una risa de oreja a oreja, y saludando al público. Al público de casa y al público del plató. Son apenas cuatro o cinco invitados, pero les sirven de estímulo. Al principio, si no sabes que les corre la misma sangre por el circuito interno, te crees que ves doble. Esta semana están haciendo guiños a la feria sevillana, y no, su madre los parió con el don de la cocina, pero verlos haciendo requiebros de flamenco, palmeando, y diciendo ole qué arte, es el mismo dolor que ver a Mariano Rajoy bailando en la boda murciana. Estos Pili y Mili del fogón tienen sus quítame de ahí ese ajo, sus no me partas así las patatas para la ensaladilla, y sus momentos Letizia sin corona con sus déjame terminar cuando uno interrumpe al otro. Son un primor. Mientras hablan, dando así a Torres en la cocina un valor añadido de cultura gastronómica, aparecen en la pantalla, escritas, frases sobre los beneficios de la cocina al vapor o sobre los años que lleva la patata en España. Quien no necesita frases para añadir valor a lo que dice es Mercedes Milá, que apareció en el último Salvados como la periodista que uno siempre consideró. Dijo que hace un año podía haber vuelto a TVE, pero que no lo hizo porque dijeron que era incontrolable, es decir, peligrosa. En el somero recorrido por su carrera pasaron imágenes de sus míticas entrevistas –en la televisión pública de hoy, controlada por los servidores del PP, sería impensable la que mantuvo con Juan Guerra, envuelto en corrupciones de todo tipo y hermano del vicepresidente socialista del Gobierno-, entre ellas la de Miguel Bosé, que acudió para demostrar que no estaba muerto como víctima del sida, entrevista que aún resuena cuando el cantante dijo que había “una obsesión por llamarme drogadicto y maricón, y si lo fuera, ¿qué?” Mercedes Milá sabe de televisión como los Torres saben de salsas y pescados, incluso sabe hacer televisión basura, la misma que la condujo al borde del precipicio de una depresión que aún colea. Ella defiende Gran Hermano, pero suena a la misma defensa que pueda hacer Arguiñano cuando anuncia caldo de pollo en pastillas. Una mierda.

Vanos artificios
     Que los cocineros, los recetarios, y los programas de cocina trufados de programas de viaje se acumulan en la televisión pública es un hecho. Así que, como dice la estricta gobernanta Ana Pastor al cerrar su El objetivo dominical, estos son los datos, suyas las conclusiones. Verán. A Torres en la cocina en La 1hay que sumar El señor de los bosques, El chef del mar, Un país para comérselo, Las recetas de Jamie Oliver, o Las rutas Capone –ambos programas los domingos en La 2-, del italiano Roberto Capone. Es otro cocinero divertido, dicharachero, un italiano enamorado de España, de nuestra forma de entender la vida y, por tanto, de nuestra gastronomía. Es un vivales que viaja por el país –el último día visitó Ronda- con su elegante descapotable husmeando recetas del norte y del sur, de aquí y de allí, que luego elabora coronando, como debe de ser, al dios aceite de oliva virgen extra –qué penita que Enrique Sánchez, cocinero de Canal Sur, y justo en Andalucía, prime las mantequillas y natas sobre el aceite de oliva-. Y cómo no, desde ya, en unas horas, llega Masterchef, castillo de artificio gastronómico que es a la cocina -de los Torres- lo que el donut de los primos esos a la música.

La guinda
Gordas en lucha
Sigue Amigas y conocidas con su particular elección de asuntos a debatir que apenas rozan asuntos políticos que escuezan al PP. El otro día Inés Ballester, a raíz de la final de Maestros de la costura, propuso hablar del asunto. La díscola y divertida Cristina Almeida, aprovechando la ocasión, soltó un “Amancio –Ortega, el de Zara-, escucha, las gordas estamos en lucha”. Pues hala, a luchar por vestidos para mujeres reales.

lunes, 23 de abril de 2018

Maldeojos. Okupas en RTVE


Okupas en RTVE
(Artículo publicado el sábado, 21 de abril, en diarios del grupo EPI PRESS)

     Hala, se acabó el cachondeo. Por las buenas, por aquello de cumplir lo pactado, por aquello de al menos mantener las formas, no hay manera. El PP se niega con toda su artillería a renovar el Consejo de Administración de RTVE, puerta para echar a los corrales de la infamia al presidente de la Corporación, José Antonio Sánchez, como merece por el daño causado a los medios públicos, sobre todo a TVE, a la que ha ido llevando a un descrédito que parece no tener fin. El PP usa la magia parlamentaria, el conejo de la chistera, para frenar en el tiempo esa renovación. En paralelo, la otra mañana, Ana Rosa Quintana dio paso en su magacín a un reportaje que te hiela la sangre como posible propietario de una vivienda. Resumo lo visto. Si quieres, y por internet, así, casi a vista de todo el mundo, puedes “comprar” una vivienda por un puñado de euros. Pocos euros, aclaro.

     Hay mafias que venden propiedades de un día para otro, oferta que te convierte en okupa de un piso a estrenar con calefacción y varias habitaciones por 700 euros, o un dúplex con piscina e instalaciones de primer nivel por 800 o 900 euros. El “vendedor” iba explicando que lo primero que había que hacer es conseguir al menos estar un par de días dentro antes de avisar a la policía, de esa forma se iniciaba un proceso que podría rondar los dos años antes de que el dueño de la vivienda pudiera expulsarte. Cojonudo. Pues propongo lo mismo al Consejo de Informativos, incluso a CCOO –ce, ce, o, o-, que ha denunciado manipulación ante la CNMC. Que se hagan okupas de los despachos de RTVE y arrojen a la calle a la mafia que los ocupa en la actualidad.



Maldeojos. 12 años de ruleta


12 años de ruleta
(Artículo publicado el jueves, 19 de abril, en diarios del grupo EPI PRESS)

      Me entero por Zapeando –casi 1.100 programas en antena, y sin perder comba- que esta semana cumple La ruleta de la suerte doce años en la mañana de Antena 3. Para echar unas risas y celebrar la efeméride invitan al presentador, a un fibroso, risueño y eficaz Jorge Fernández, que maneja el concurso como el carrito de un bebé, con la alegría del papá tarambana pero con la responsabilidad del papá que sabe que dentro va su propia vida. Por La ruleta de la suerte, haciendo el balance de las cifras, han pasado más de 9.000 concursantes, se han hecho más de 50.000 paneles, se fue Paloma López como azafata cuando parecía que sin ella el programa no sería el mismo y llegó Laura Moure, que con su dinamismo y simpatía se hizo con el puesto en cuatro emisiones, la orquesta de la ruleta habrá tocado miles de melodías, y el plató se ha convertido a lo largo de estos años en pista de baile, de risas, de disfraces, y de puro cachondeo.

     El concurso es una perita dulce que saborea muy bien la cadena. No tiene rival. Parte de ese triunfo parece evidente que se debe a Jorge Fernández, uno de los presentadores más populares de la televisión y uno de los más discretos. Nacido en Alicante y criado en el País Vasco, Jorge imprime al concurso una frescura y una naturalidad que a estas alturas resulta familiar, como ese primo que entra a casa sin pedir permiso. En las versiones del concurso que se ve en diferentes países se dice que la azafata americana Vanna White es la más longeva, con 32 años al frente. De seguir así, Jorge podría ser el presentador más longevo al frente del mismo. Seguro que ni al presentador, ni a la cadena, ni a la audiencia, le importaría. Larga vida a La ruleta de la suerte. Feliz cumpleaños.

viernes, 20 de abril de 2018

Maldeojos. No la lió


No la lió
(Artículo publicado el martes, 17 de abril, en diarios del grupo EPI PRESS)

     Estrenó La Sexta el domingo por la tarde Liarla Pardo con Cristina Pardo, traviesa y gamberra, cómoda en su papel de montar cirios y de liarla en el plató con los invitados. Ha hecho bien la cadena en abrir esta ventana dominical con un formato en directo que, como tiene su colega Telecinco en las antípodas de sus contenidos, se puede adaptar a la actualidad, a lo que suceda en el país durante el tiempo de emisión, algo sustancial, el de la información, con La Sexta. Liarla Pardo, como se dice en la promoción, aúna frescura, diversión e información, y Cristina Pardo tiene el perfil de periodista ideal para ese cometido. Ver la lista de colaboradores, de Roberto Brasero a Gonzalo Miró, de Jesús Cintora a Mikel López Iturriaga, no sólo te da  pistas sino que es garantía de que la diversión puede ser cosa muy seria, de alto nivel.

     Hasta aquí la teoría. Vayamos con la realidad y lo que pasó de verdad en Liarla Pardo cuando comenzó el programa. A los 40 minutos me dieron ganas de apagar la tele, o de cambiar de canal. ¿De verdad que hacía falta tratar en este magacín, por más cachondeo que se le eche al caldito, lo del máster de Cifuentes o las pensiones, asuntos que no se han caído de la cadena en semanas y en el resto de programas e informativos? No, en serio. Esperaba otra cosa. Subió el nivel del interés con la llegada de Luis Troya, que trató con humor, pero informando, el desamparo y la desnudez que tenemos en las redes sociales. A partir de ese momento parece que Liarla Pardo, quitado el lastre político al ser tratado sin apenas puntos de vista novedosos, empezó a volar con más frescura. Hay que ajustar la máquina, equipo. Entonces sí, entonces la liaréis la tarde del domingo.




miércoles, 18 de abril de 2018

Maldeojos. Los misterios de Íker


Los misterios de Íker
(Artículo publicado el domingo, 15 de abril, en diarios del grupo EPI PRESS)

     Siempre que pienso en él, pienso en ellos, en el tándem, en la pareja, en la sociedad anónima del estrambote del misterio misterioso, en las risas que se echarán a costa de lo que “no tiene explicación”, que en la pantalla queda monísimo a poco que montes un plató a medio gas de luz, los carpinteros del programa te hagan con dos contrachapados un ataúd y los pintores le den una mano de tinte para envejecer, metan unas calaveras compradas en el chino, pongan unas telas de araña enredadas a unos palos secos, y el presentador se ponga tieso, firme como la pata de una garza, ahueque la voz, invite a un experto en el más allá traído al más acá, y se líen a sacarle punta al cadáver de mentira que emula al de verdad de hace miles de años. Yo creo que se mean, perdonen la traca, se orinan vivos en casa mientras apuran el desayuno antes de llegar al despacho en Cuatro, o en la productora, o en la barra del bar donde se inventen los guiones de la siguiente entrega dominical de Cuarto milenio.  Íker Jménez y su esposa Carmen Porter, la señora de piños estentóreos para morder mejor las trolas que defiende en el programa que ya dio pistas del afán de la cadena por erigirse como representante del espíritu “friquista” de la misma, de la extravagancia que la define, se lo tienen que pasar pipa. En privado se descojonarán para luego sacar lo mejor de su registro dramático cuando graben el programa y no esturreen la carcajada al hablar de lo que hablan. Es decir, a Cuarto milenio, como el otro iba llorado o follado al plató, ellos van reídos. Yo también lo haría. Me tomaría muy en serio esta broma de programa que Íker Jiménez, todo un misterio en sí mismo, no duda en calificar casi de científico porque alardea de que a su llamada acuden no vulgares echadores de cartas, no chusma del esoterismo televisivo sino gente de investigación y ciencia.

Vestida de boda
     En la última entrega, para demostrar con hechos lo afirmado, llevaron al plató a un chico de Algeciras que contó su caso. Repantigado en el asiento contó con mucha pachorra que cuando una noche a las tres de la madrugada volvía a su casa, y parado en un semáforo, vio a unos metros a un par de niñas vestidas con ropas que no eran de esta época. Mientras contaba lo visto, el programa emitía un vídeo dramatizado. Y en efecto, allí estaba el chico en su coche, el semáforo, y dos niñas con blusones blancos del tipo la niña de la curva mirándolo fijo, con ojos neutros, una recreación infantil a la que Carmen Porter sacó leche de una vaca seca durante quince minutos de tontuna. Eso sí, ella iba vestida como para una boda con ambiciones en barrio obrero. Me encandiló su traje chaqueta de raso verde dominguero. No llegaba a madrina de la ceremonia pero la escena me arrobó porque vi ciencia por todas partes y ella manejó la situación como si trasegara con hallazgos de primer nivel lo que, seguro, sin género de duda, podía ser sólo el efecto de una noche de farra juvenil. Si vas hasta el culo de cosillas para la risa eres capaz de ver lo traspuesto. ¿Va Carmen así al curro? No, estoy seguro de que no. Lo cierto es que sin cambiar de traje, en una sección dedicada a las fotos que envía la gente, se aprecian dos cosas. Una, el traje de raso verde, en planos generales tomados desde atrás por el realizador, es matador. ¿Quién la viste? La nave del misterio tendría que tomarse en serio la investigación. Y dos. Ver a un extraterrestre en las fotos que la gente se hace en semana santa cuando las cofradías sacan sus estatuas a la calle no es ningún misterio. Todo es marciano ahí. Escuchar a la ayudanta de la nave elucubrar sobre el extraterrestre de la procesión es descacharrante, de verdad, estáis flipados.

Todos culpables
     Por su parte, el jefe de pista, don Íker Jiménez, viste como para una boda de colegas que pasan de las bodas, y por eso aparece con pantalón vaquero, zapatillas caras de deporte, chaqueta del montón, y camisa desabrochada, y eso que el piloto de la nave misteriosa se reserva no la farfolla del programa sino el corazón, el hígado y los riñones, temas donde da cabida a contenidos que podían ser de la sección científica de El hormiguero –habla con Santiago Camacho de realidad manipulada, de caretas digitales por las que personas anónimas pueden suplantar a personajes reales en acciones punibles de todo tipo- o de crónica rosa –habla con la escritora holandesa Hagar Peeters de Malva Marina, hija de Pablo Neruda, caso que Íker transforma en un expediente X, en un misterio sin serlo-, o da pábulo a escenas del tipo pareja periodística a lo Pimpiniela de buen rollo haciendo de Ana Pastor y Antonio García Ferreras pero en vez de política hablan de sus momias fetales, de momias normales, de fetos extraterrestres, y de que se toman con humor y sorpresa las críticas que hacen “los que no creen en el misterio”, en fin, escena muy tierna la de ambos ante un atril de metacrilato en tertulia profesional marital unidos por su amor al misterio. Me los como. Cuarto milenio derrocha medios. Tiene un plató que ya quisiera para sí Sálvame, versión de lujo o de mercadillo. Pero ni por esas, durante el programa no hay dios que se ría. En esa nave hay que tener un rictus apretado, vamos, seriedad de cementerio. El día que alguien los pille riendo será como el día que se encuentre el trabajito de fin de máster de Cristina Cifuentes, donde no, Íker, no mandes investigar que aquí todo está claro, en serio te lo digo. No hay misterio ni leches. En el PP lo saben. Hemos visto cómo en las últimas horas reciben a Cifuentes con aplausos. Pero no porque sea inocente sino porque ahí casi todos son culpables -¿es así, Pablo Casado, el último cazado? A estas alturas, de Cristina Cifuentes lo único verdadero y auténtico son sus vestidos y sus bolsos. Llegados a este punto, querido Íker, campeón, me bajo de la nave del misterio. Suficiente. En el fondo sé que sois unos tipos cachondos y os debéis a vuestro público, que entiende el juego. Hala, que no se mueva un misterio sin que vosotros le deis caza. Qué grandes.

La guinda
Obscenidad
La asesina confesa del niño Gabriel Cruz, Ana Julia Quezada, envía una carta a Ana Rosa Quintana –¿posterior al cuestionario que el programa envía a la encarcelada?-, carta de 58 líneas que el magacín usa de cebo durante la mañana dosificando la misiva, entresacando titulares, jugando con la audiencia y enviando el periodismo al último rincón del planeta. Sordidez, sensacionalismo barato, y obscenidad con el dolor ajeno.

lunes, 16 de abril de 2018

Maldeojos. Viaje al futuro


Viaje al futuro
(Artílo publicado el sábado, 14 de abril, en diarios del grupo EPI PRESS)

     Volvió Jalis de la Serna y su Enviado especial a La Sexta, que estrenó su segunda temporada el jueves por la noche. Toda la temporada está dedicada a investigar qué nos podremos encontrar, o qué podrán encontrar nuestros semejantes, en el mundo futuro. Robótica, análisis exhaustivo del genoma humano como herramienta de la medicina predictiva, lo sostenible y lo que no se puede mantener en nuestra endiablada lucha contra la naturaleza, visita a países que nos llevan décadas de ventaja luchando contra el cáncer, contra el Alzheimer, el infarto de miocardio. El Enviado especial dedicó su primera entrega a analiza cómo podría ser la vida dentro de cuatro o cinco décadas. ¿Se podría llegar a los 140 años sin ser viejo?

     Sin duda, según el ramillete de científicos, hombres y mujeres que participaron en el reportaje, sí. Envejecer ya no es ley de vida, se puede revertir, y esto no ha hecho más que empezar. Enviado especial mostró especial atención a los avances para combatir el cáncer –Microsoft, la multinacional informática, investiga para hacer que el cáncer sólo sea una enfermedad crónica pero no mortal-, el Alzheimer y otros trastornos mentales, o las enfermedades coronarias. Enviado especial firmó un trabajo sobresaliente que en ningún momento rozó el morbo ni el sensacionalismo. Vi el programa con atención de espectador cautivado ante un mundo que, estando aquí, suena a cosa lejana, futura, y acabas familiarizándote con conceptos como telómeros, criopreservación, genoma, y entendiendo que la ciencia es el futuro, y que la ciencia ficción de hoy será la ciencia del mañana. Qué gusto da ver programas como este en una cadena privada.


sábado, 14 de abril de 2018

Maldejos. Última carta


Última carta
(Artículo publicado el jueves, 12 de abril, en diarios del grupo EPI PRESS)

     Me gusta La 2 y no soy un bicho raro. Leo la frase, orgullosa afirmación con su puntito de arrogante elitismo y su pizca de sensación de derrota porque su oferta no engancha a tanta audiencia como uno piensa que merece, en la red social de Mark Zuckerberg, el treintañero forrado de billetes que tuvo que dar explicaciones el martes en el Senado de EEUU por las filtraciones de datos personales de millones de usuarios de Facebook para uso de terceros con fines espurios. Me gusta La 2 y no soy un bicho raro, digo, haciendo  mía la frase. Algo debe de haber porque el martes, huyendo del tufo insoportable a mala cocina del Telediario, en este caso el que presenta Ana Blanco por la noche, llegué a la balsa de La 2 y desde el minuto cero me atrapó lo que me ofrecía. Ni me acordaba que había un estreno, pero allí estaba Cartas en el tiempo, y me quedé.

      Me atrapó la idea, y me emocioné de forma especial con una de ellas. Verán. Cartas en el tiempo es un programa que mezcla la historia, la recreación dramática, el documental, y el retrato social de las épocas en las que fueron escritas casi al borde de la muerte por personas conocidas o no tanto. En la primera entrega se escuchó la carta que Cervantes –interpretado por José Luis Gómez- escribió tres días antes de morir al Conde de Lemos, y la de Diego de LeónFernando Gil- en 1841 a su esposa. Pero la que más me emocionó por el tono, por su magnetismo, por la ajustada y magnífica interpretación de Claudia Benito, fue la que escribió Blanca Brisac, una de las 13 jóvenes –Trece Rosas- fusiladas en Madrid por las tropas franquistas en 1939, a su hijo. Con Cartas en el tiempo puede uno decir que le gusta La 2 y sí, quizá sea un bicho raro.


viernes, 13 de abril de 2018

Maldeojos. La reina portera


La reina portera
(Artículo publicado el martes, 10 de abril, en diarios del grupo EPI PRESS)

     Los guionistas de la Casa Real están que lo tiran. En dos días han entendido de qué va el espectáculo, se han remangado, se lo han tomado en serio, y parece que lo que empezó por mero accidente, algo descontrolado que se les fue de las manos a las protagonistas de la película a las puertas de la catedral de Palma, ha tomado entidad y se ha hecho con la audiencia. No hay quien se resista a giros de guión tan inesperados. Lo que vimos como drama y suspense –aparta de mi niña tus manos, no quiero que te hagas fotos con la heredera, no quiero besos en la frente, y ahora mismo, sin disimulo, limpio el que le has dado a la criatura- se ha tornado en comedia de un humor desternillante. El teatrillo que ha salido del magín de los guionistas reales, interpretado con entrega de maestras por las reinas Sofía y Letizia al bajarse del coche conducido por el segundón Felipe VI cuando iban a visitar al patriarca de la conca es tan conmovedor como descojonante.

     Recapitulemos. El rey emérito Juan Carlos –personaje que tiene un spin off, o sea una prolongación como personaje con independencia de la trama central, como Aída fue un spin off de 7 vidas- se ha enganchado a las operaciones de rodilla, van 15, como otros se enganchan al bótox o a la cirugía facial, véase la propia Letizia, y por eso recibió en el hospital el otro día la visita de su familia. Exterior, día. Se para un coche. De la puerta del conductor sale la señora Ortiz, que rauda abre la puerta de atrás. Rugir de flashes. Sale la reina emérita, la humillada. Amplias sonrisas de ambas. Fin de la escena. Se ve que a la nueva le han cantado la lección. De altiva y soberbia, a portera, Y porque no le han dicho que haga de felpudo. Ya digo, esto promete. Ni José Mota llega a tanto.


miércoles, 11 de abril de 2018

Maldeojos. Talentos a cascoporro


Talentos a cascoporro
(Artículo publicado el domingo, 8 de abril, en diarios del grupo EPI PRESS)

     Das un zapatazo en el centro del país y una ola se expande haciendo que se despeguen de su raíz mogollón de chavales, de cinco a infinitos años, con ganas de tocarse la flor a ver si pita. Telecinco acoge en su convento a una fauna con talentos especiales para tocarse el badajo y llegar a fin de mes frescos como rosas de pitiminí. Hay un puñado  bullanguero de jóvenes que, a pesar del bajón de fieles con el cambio de hora y cadena, quieren sentarse en el trono de los hormonados para pillar cacho en Mujeres y hombres y viceversa mientras la del falo inalámbrico, la inmutable Emma García, va soltando paridas sobre el deseo y el amor y los cuernos y otras chuminadas de plató. Además, y bien que me alegro con esa alegría monjil, pecaminosa, sin tapujos y reconfortante de ver cómo uno de los emblemas de Mierdaset se desintegra llevando sus audiencias a ras de los malísimos datos que hace Cuatro en la tarde, es decir, que esos hombres, mujeres y otros lindos berzas sólo están regalando a la cadena dolor de cabeza. Que se fastidie. Pero este tipo de talentos están aquí vetados. El cuerpo en sí mismo no es un talento a medir en la pieza de hoy si sólo está al servicio de la única neurona de su dueño. Los que se apiñan detrás del escenario, entre bambalinas, haciendo gestitos, mostrando sus nervios antes de salir, dibujando en la pantalla la panoplia de cucamonas que se espera de quien ha de enfrentarse en unos segundos al hierático y mala uva Risto Mejide, además de soportar los cansinos comentarios de Santi Millán en Got talent, nada tienen que ver con la recua de arriba. Es más, puede pasar que, oh, sorpresa, llegue a esa feria de ganado de diverso pelaje –copleros pelmazos, niñas repipis, dúos para salir cortando, magos del montón, uno que pasaba por allí, otro que ha pasado por mil sitios- un chico negro llamado César Brandon, lea unas poesías ripiadas con rudeza, declame cosas que llaman la atención por su actualidad –emigración, machismo, refugiados, primer y tercer mundo- y ponga a llorar a Edurne, haga que se le salten las lágrimas a Eva Hache, enmudezca a Jorge Javier Vázquez, y aquiete a Risto, que parece que lo lleva a las puertas de una editorial que le publica su primer libro de poemas, Las almas de Brandon. Perfecto. Está claro que Brandon tiene un coco sensible y Got talent le ha cambiado la vida, dice.

Sálvame y Hawking
     Así es, suelta como perpleja, como muy emocionada de su seta, como muy pillada por el verso que no cesa, como en éxtasis teresiano, la sin par Toñi Moreno, que en su puta vida ha llevado a un poeta a su barra de cabaret, pero César ha salido en Got talent, y ha “vendido toda la edición en menos de 24 horas” y jolín, esto es Viva la vida. Pero no contenta con el ardor poético, irrefrenable que invade la tarde telecinquera, que como todos sabemos apuesta por la cultura como una leona cuida de sus cachorros, aún hay un esputo más que aguantar, una hilaridad más fuerte, un cachondeo más sangrante, un dato que ahonda en el mismo concepto, la poesía escala puestos en Telecinco cuando una tal Makoke, cuyo currículo consiste en ser pareja de Kiko Matamoros, que tampoco está mal, va, tose, se atusa el pelo, se retoca el morro, pide paso y suelta la pregunta que todos esperaban, “¿cuándo empiezas a escribir, cuándo se te destapa la vena poética?”. Buah. Muero de emoción. Me vuelvo loco ante programa tan sensible. Cuando en un plano abierto el realizador descubre que además de la mentada está preparado para otra pregunta guay el señor Toño Sanchís, ex representante de Belén Esteban, repescado en este mundo de talentos sin fronteras que es todo este emporio, entro en trance. Y sólo cabe cantar arrodillándose por la genialidad al reconocer que esta gente tiene mérito, como aquel día que murió el divulgador científico Stephen Hawking y el mundo de la física, la astronomía y la ciencia en general que se acumula en Sálvame como la energía en un agujero negro, se puso en pie –Mila Jiménez, Kiko Hernández, Lidia Lozano, la Esteban…- , se compungió ante las cámaras, a cuyo frente pusieron a la eminente y enlutada Paz Padilla, y rotularon con provocador desparpajo digno de marco, “Sálvame despide al gran científico”. Qué grandes.

Todos a casa
     La verdad es que hay tanto talento en Telecinco que apenas sé distinguirlos. Me lío. No sé si lo que veo es Got talent, La voz, de niños o adultos, o Factor X, y me confundo si veo a Jesús Vázquez porque no acierto si presenta una cosa u otra, no sé si Jorge Javier está sonsacando alguna maldad a los de la isla, pretende ligarse a Julián Contreras –no, nunca he tenido relaciones con hombres, dice el hijo de Carmina Ordóñez, sí, dice la verdad, asegura Conchita la del polígrafo-, o como jurado toca el botón para que se gire el sillón ante el asombro de la voz oída a ciegas y pueda formar su propio equipo o eso lo hace Rosarillo Flower, a la que siempre escucho soltando frases banales –ay mi niño, de dónde has salido, qué bonito cantas-. Me lío con los programas de talento y habilidad de esa empresa, que la semana pasada montó refritos con ellos hasta alcanzar un éxtasis sólo comparable a la sobredosis de procesiones y publirreportajes gratuitos de la industria religiosa católica que rozó la ilegalidad y el perverso sadismo en las teles públicas. Hasta 0# ha sucumbido. Y por eso ha abierto unas naves con pistas de linóleo y focos de colorines bajo los que se afanan los alumnos de la academia de Fama, a bailar. La recuperada Paula Vázquez presenta el programa de talentos de la danza –capoeira, contemporánea, urbana, acrobacias-, y sí, hay cuerpos que se retuercen, brincan, y se mecen por la música, que le alegran a uno la noche. Pero poco más. A quien sí reconozco sin dudar es al jurado de Maestros de la costura, los de La 1. Es tal su cabreo –ay ese Palomo Spain y su tronchante pinta de cateto con ambiciones- que Lorenzo Caprile dijo esta semana a los talentosos costureros, “por mí, os ibais todos a casa”. Pues hala, a casita los cantantes, acróbatas, niños, los del dedal, y los jurados.

La guinda
Pelea de reinas
Lo de TVE está llegando a un grado de patetismo en su afán controlador, censor, de manipulación informativa, y de claudicación ante el gobernante en vez de servir al gobernado que alcanza niveles de ridícula hilaridad. Cuando todos los programas de todas las cadenas emitían en bucle la pelea de reinas en la versión patria de Juego de tonos, ella, la pública obvió las imágenes en un intento infantil de eliminarlas.

Maldeojos. Mi hámster


Mi hámster
(Artículo publicado el sábado, 7 de abril, en diarios del grupo EPI PRESS)

     Un implicado en el caso de los ERE de Andalucía –dinero público con pinta de uso más que fraudulento- le decía en la última entrega de Malas compañías, La Sexta, a Cristina Pardo que no fuera más gilipollas preguntando tonterías. El sobrado ex sindicalista de UGT, Juan Lanzas, recibe en la barra de un bar la visita inesperada de la periodista y su equipo, y cuando ésta pregunta “¿quién te daba orden para hacer los ERE?, el tipo de voz tabernaria responde, “mira, no seas más gilipollas”. Bingo. Cristina ha preguntado bien, muy bien, de ahí la respuesta tan gráfica que se convierte en explicativa. Sin salir de La Sexta, el presidente de la Fundación Franco, Juan Chicharro, atendía la llamada de Más vale tarde para hablar del tuit que la Fundación publicó celebrando la victoria franquista de la guerra civil. Mamen Mendizábal le decía que hacían apología de la dictadura. Señora, no tiene ni idea -¿quizá ni puta idea?- de lo que es la guerra civil.

     Vayamos ahora al programa de la mañana de Telecinco. Que dice el cansino ex presi catalán Carles Puigdemont –libre del trullo alemán- que ha presentado una denuncia contra el programa y Ana Rosa Quintana por publicar los mensajes entre él y su ex consejero Toni Comín donde venían a decir que “esto se ha terminado” –el delirio del proceso separatista-. Volvamos a La Sexta, a sus informativos. Ya saben que un reportero abordaba a Mariano Rajoy, el boca chancla, y le preguntaba por Cataluña, y éste respondía a boca llena, pero cuando el periodista quiso saber por lo de Cristina Cifuentes, la respuesta fue un “gracias” tan explícito como el gilipollas del ex sindicalista. O sea, lo de siempre. El mensajero es el culpable. Aquí nadie hizo un máster. Aquí se tiene un hámster.

Maldeojos. Manotazo real


Manotazo real
(Artículo publicado el jueves, 5 de abril, en diarios del grupo EPI PRESS)

     El vídeo del manotazo principesco a la real abuela en la puerta de la catedral de Palma, una joya de arquitectura imponente, bella, emocionante, como una nave varada a pocos metros del mar, no sólo viaja por medio mundo sino que ya empezó el debate más profundo. ¿Nos merecemos esto? El mago Cristóbal Ricardo Montoro sacó el otro día las zanahorias de su chistera y regaló a la Familia Real un aumento para sus gastillos, que ya alcanza los 8 millones. La escena a la salida de la misa de Pascua con el cogollo real unido por la tradición de su fe es propia de un programa chabacano de convivencia. La Familia Real española da pábulo a un zafio Gran Hermano cuando la princesa de Asturias, Leonor de Borbón Ortiz, retira de su hombro con malos modos la mano de su abuela, que por mucha reina emérita que sea doña Sofía no deja de ser abuela. Y como dice cualquiera con dos dedos de frente, y dice el primer artículo de cualquier Carta Magna que se precie, una abuela es una abuela, a una abuela no se le rechista, donde hay una abuela que se quite lo demás, viva mi abuela, coño. Las abuelas siempre llevan razón. Punto.

     Pero entre la nena y la abuela, y el posado privado que, según Albert Castillón, Espejo público, Antena 3, había pactado la abuela con el fotógrafo de la Casa Real para tener una foto con sus nietas, se interpuso la insolente, sí, insolente, soberbia  y maleducada mamá de las criaturas, la reina Letizia. La cara del rey Felipe, cuando se da cuenta de la movida ante público y fotógrafos, es de perplejidad y te vas a enterar cuando lleguemos a casa, bonita. La cara del rey emérito Juan Carlos, a pesar de su precario equilibrio apoyado en su bastón, era la de quien arde por dentro diciéndose esto no está pasando, esto no puede ser cierto. Dicen que la plebeya cuida mucho la exposición pública de sus hijas, lógico, pero detrás de este rifirrafe ante las cámaras queda claro que algo no va bien, y que si el piloto de esta serie, de apenas 10 segundos, ha enganchado a pro y contras, es urgente que la Casa Real se ponga en marcha y brinde, gratis, la evolución de los hechos. La serie, según las dimensiones que ha tomado la emisión del capítulo señalado, no es del género rosa sino político. A ver en qué queda esto.


jueves, 5 de abril de 2018

Maldeojos. La Legión y eso


La Legión y eso
(Artículo publicado el martes, 3 de abril, en diarios del grupo EPI PRESS)

     Ya pasó lo peor. He dejado unos días para atemperar ánimos, para no reproducir la mala hostia que se le pone a uno no con el trasiego de pasos sobre los que se exhiben figuras de la iconografía católica, apostólica y romana en cuya fe se reconocen muchos de mis semejantes, llegando al delirio de sus emociones en los siete días, y quizá con sus noches, de la semana pasada. Hasta ahí, perfecto. Cada uno cree en lo que quiere y lo manifiesta de la mejor manera. Faltaría más. Incluso puedo entender que las calles se corten, que el despliegue de esculturas en volandas termine agobiando a todo el mundo, incluidos a los no creyentes. No pasa nada. Hay otras celebraciones con menos tirón popular que hacen lo mismo y hay que aguantarse. Más o menos de esto se habló la otra mañana en Espejo público, Antena 3.

     Pero hubo un matiz, que ya no es el matiz sino material grueso, estructura de país, de Estado. ¿Por qué sigue maridándose el Estado con la iglesia católica, por qué se sigue fomentando esa mezcla que debería de estar más que separada? ¿Por qué hay que ver con normalidad lo que es anormal en un país que se dice aconfesional? ¿Por qué TVE, La mañana, conecta en directo como no conectó con las marchas de las mujeres el 8 de marzo o con la de los pensionistas y sí lo hizo para ver cómo cuatro ministros, la mitad del Ejecutivo, se van a Málaga a besarle los pies a un Cristo, sea de muerte buena o de infarto? ¿Por qué La Legión, que es Estado, forma parte de una fiesta religiosa? Elisa Beni se hacía estas preguntas, pero el resto de tertulianos, encolerizado Marhuenda, desatada Carmen Pardo, se la comían. Esto no tiene arreglo. O sí. A ver cuándo.


miércoles, 4 de abril de 2018

Maldeojos. Hormigas en gloria


Hormigas en gloria
(Artículo publicado el domingo, 1 de abril, en diarios del grupo EPI PRESS)

     Soy de los conversos, aunque no llego a radical de la nueva religión, pero sí, al final me he rendido y también yo me divierto algunas noches con Trancas y Barrancas, estrellas por delegación de Pablo Motos en El hormiguero, esa cruz, ese ostión en toda la jeta que perseguirá al capo Paolo Vasile durante toda su vida por haber dejado escapar un formato que nació en los fogones de Mediaset y se instaló en la competencia, en manos de Atresmedia y Antena 3. Todavía se oirá el rechinar y crujir de dientes por decisión tan errónea. El hormiguero y su tropa te hacen una audiencia media que no baja de los tres millones. O dicho de otro modo, tipo Rajoy y su don de verbo, El hormiguero te hace una audiencia que puede subir de los tres millones. Qué lince, el presi. Esta gente ha conseguido lo máximo. Ha conseguido que el espectador acuda a la cita al margen del invitado, que sí, que influye, pero el invitado forma parte del complejo mecanismo de un programa que parece un reló suizo. Se valora el formato, la dinámica, la propuesta y las medidísimas secciones que lo conforman, un puzle que asombra por su perfección. Creo que antes no entendía el programa, o lo entendía viéndolo desde una altura que tenía que ver con un sentido de la superioridad de espectador difícil de engañar, vamos, una especie de mentecato que no entendía nada. Hablaba de infantilismo premeditado, de producto que tenía que ver con una sociedad infantilizada a conciencia. Esa visión ha cambiado. El hormiguero lo veo ahora como miles, millones de espectadores lo vieron siempre, como un formato dinámico, vivo, electrizante, imaginativo, con un equipo que se lo curra y monta las piezas con obsesiva pero fresca meticulosidad para que ninguna no sólo no chirríe sino que fluya como el cauce de un arroyo limpio lleno de sorpresas. El hormiguero, desde que se lanza la cabecera y Pablo Motos y los colaboradores echan el bailecito que acaba con el beso al calvo, es una metralleta que dispara secciones a una velocidad calculadísima. No más de tres o cuatro minutos en cada una de ellas, desde la ciencia de Marron –el equipo científico del programa recibió un premio que reconocía su labor divulgativa- a los avances tecnológicos más llamativos, pero también la magia, la cámara oculta con críos, los monólogos, o los disparatados ingenios japoneses.

El abuelo Melquíades
     Me fascina Yibing y su sección sobre China, su país, de la que cada semana descubre algo que aquí siempre nos llama la atención –natalidad, arquitectura de cristal, fiestas, la muerte-, una joven de sonrisa cautivadora que a la vez resulta enigmática e inquietante. Me sorprende cuando Jandro se encierra con niños y se los lleva al antiguo Egipto de cartón piedra, las puertas de las tumbas con tesoros maravillosos se cierran, y hay que frotar lámparas mágicas para que salga el genio y los libere, eso sí, haciéndole ver al nene que se ha embolsado monedas de oro que las deje porque si no la puerta no se abre, o cuando se convierten en personajes vivientes de cuadros famosos y los peques reaccionan con complicidad llamativa y una madura responsabilidad. Me emociona, y mucho, cada joyita que sale del coco de Jordi Moltó inventando historias que van como una bala al centro del corazón, un tipo que maneja con maestría lo mejor de la condición humana para transformarla en piezas televisivas de una perfección conceptual, de guión, y narrativa que te dejan, siempre, con la lagrimilla al borde del colapso. Suyo es el gran Melquiades, ese abuelo que te enseña a componer reggaetón en treinta segundos, suyo es el jovenzuelo disfrazado de anciano que llega a las pistas donde otros jóvenes hacen virguerías subidos a sus patines y cuando ven que el abuelo está hecho un atleta subido al patín terminan aplaudiendo, quizá convencidos de que sí, que las apariencias pueden engañar. Los vídeos de Jordi Moltó para El hormiguero suelen dar saltos por las redes sociales hasta convertirse en auténticos fenómenos virales que le dan al programa uno de sus sellos característicos, el de la variedad y la heterodoxia del entretenimiento.

Procesión laica
     Y para los que crean que el ir y venir de cristos llagados, vírgenes lacrimógenas, últimas cenas, prendimientos entre olivos, capirotes y encapuchados, cirios, flores, y señoras y señores o muy engominados o muy encopetadas es un espectáculo caduco de la industria de la fe de una tradición anquilosada, se equivoca. El espectáculo turístico industrial que esta semana vuelve loca a Canal Sur tiende al conservadurismo –tiene cojones que una tele pública sea monotemática persiguiendo procesiones por las capitales andaluzas desde la mañana a la noche-, pero hete ahí a TVE y su afán por estar a la última, y por eso la otra noche, pasando del, según todos los indicios, no máster de Cristina Cifuentes, y engordando como un pez globo el alarde de Cristóbal Montoro de subir las pensiones como si sacara el dinero de su talega, anunció en el Telediario, como se investiga un adelanto científico, que tenía la exclusiva mundial de haber localizado al autor y ejecutor de la primera saeta cantada en vasco. ¿Qué, cómo se han quedado? Para que luego digan que La 1 no se toma en serio lo de ser una cadena al servicio del público. Pero si hasta Anne Igartiburu dedicó un puñado de minutos para informarnos con el debido rigor de lo bien que Antonio Banderas se lo pasa en Málaga viendo pasar penitentes mientras Stella del Carmen, como una boquerona más, ha de retirar de su mejilla la emoción, o cómo el costalero Fran Rivera lleva a hombros a un Cristo llamado de las tres caídas, pobre. En la procesión laica Wyoming, El intermedio, pasea por el plató a santos prestigiosos de la corrupción, evangelistas del PP como Luis Bárcenas, crápulas como El Bigotes o mártires batracios de Esperanza Aguirre, pero ninguno de los mentados ha conseguido lo que Juan Ibáñez y Damián Mollá, es decir, hacer que Trancas y Barrancas suban cada noche a la gloria de la televisión más pura, la que divierte, entretiene, y enseña.

La guinda
50 Principales
Lo que estrenó la noche del viernes Antena 3, Top 50: momentazos de humor, con la idea de recoger la audiencia de Tu cara me suena, es una castaña. Es un 40 principales del chiste, el gag y la humorada, una especie de recopilación de lo más gracioso que se ha visto en la tele. Vamos, una antigualla. Y por si no hubiera bastante, hasta Cristina Pedroche, su presentadora, iba vestida, quiero decir, sin transparencias. Fracaso.

martes, 3 de abril de 2018

Maldeojos. Página 2


Página 2
(Artículo publicado el sábado, 31 de marzo, en diarios del grupo EPI PRESS)

     Hay que decirlo enseguida para quitarme el muerto de encima. Página 2 es un programa que promociona la lectura, los libros, la actividad de escritores y escritoras, la actividad de algunas librerías que realizan presentaciones y fomentan la creación, Página 2 está al tanto de lo que hacen las editoriales, en fin, Página 2 es un programa de televisión que se emite en La 2. Hombre, no hay que dar tantas explicaciones, todo el mundo sabe que Página 2 es un programa de libros, me podrá decir quien esté leyendo ahora esta pieza. ¿Saben por qué doy tantas explicaciones que parecen obvias? Porque Página 2 apenas es visto los martes por la noche por 140.000 personas, un 0´7% de la audiencia. Quizá usted sea uno de esos espectadores. Si es así, enhorabuena, creo que ve un programa de calidad, propio de una televisión que cumple su cometido de servicio público.

     Presentado y dirigido por el discreto e informadísimo Óscar López, Página 2 consigue que un programa de divulgación y promoción de la lectura no sea el típico tostón de pasadas y bochornosas propuestas, como aquella del pedante ególatra Sánchez Dragó que, con Negro sobre blanco, conseguía lo contrario, que la gente huyera de los libros y de él. De Página 2 me gustan muchas cosas, pero sobre todo la puesta en escena cuando se habla con los autores de la novela que se promociona. Los escenarios elegidos tienen que ver con la historia, de forma que un día hablan en un cementerio y otro en el metro, o en una iglesia, o en mitad del campo. Las distintas secciones hacen de la propuesta algo vivo, chispeante, con una atrevida postproducción, con un cuidadísimo trato de la imagen y de la música. Dedíquenle su atención a Página 2. Es muy recomendable.

Maldeojos. Luis y sus poesías


Luis y sus poesías
(Artículo publicado el jueves, 29 de marzo en diarios del grupo EPI PRESS)
     Lo vi una noche y me pareció que andaba de promoción o algo así porque no atinaba a dar con la tecla del porqué un tipo como Luis del Olmo andaba en tratos con un tipo como Javier Cárdenas en un programa como Hora punta. Pero dios, lo volví a ver el otro día, y se me erizaron los pelos del mosqueo. Y ahí sigo, perplejo y medio lelo. Me veo al famoso locutor, hoy retirado –cumplió 81 años ese día, y el programa le hizo apagar a soplidos 81 velitas-, de pie, junto a un atril, declamando una poesía. Declamar una poesía me parece lo más antipoético que hay en el mundo de la poesía, pero todavía hay quien cree que escuchar esas declamaciones con el corazón arrobado es el colmo del sensible. Para mí, a un paso del cursi, y de lo cursi. “Protagonistas, la poesía”, es el nombre de la sección a la que Cárdenas somete a Del Olmo, que se deja hacer.
     Este Javier Cárdenas del demonio no deja títere con cabeza. Embaucó a José María Íñigo para que lo acompañara algunas noches en su mesa -¿o son todas las noches?- haciéndole comentar tontadas, seudociencias, sucesos horripilantes, un grande de la tele al servicio de un programa idiota en manos de un ególatra desmedido, y ahora trinca a otro grande de la radio, que se deja trincar, para liarlo con una sección que duele mucho a quien no es un gran lector de poesía en la actualidad pero sabe que esos juegos florales están a millas de la sensibilidad poética. Además, qué puñeta, Luis del Olmo será un extraordinario profesional de la radio, pero hay que decirlo, un mal, malísimo lector, o mejor, declamador, de poesía. Se aturulla, no la dice bien, no emociona. Pero a Javier Cárdenas qué le importa. Le importa la pieza cazada, y Del Olmo cayó en su trampa.

Maldeojos. Qué tele ves el fin de semana


Qué tele ves el fin de semana
(Artículo publicado el domingo, 25 de marzo, en diarios del grupo EPI PRESS)

     Seguro que es una exageración, igual que cuando escuchamos eso de eres lo que comes, o dime con quién andas y te diré quién eres, o dime qué tele ves y me haré una idea de cómo tienes el mobiliario de tu coco. Hay un chico con mucha imaginación y ganas locas de echar unas risas que se ha inventado un juego por el que, con la primera letra de tu nombre y el mes de nacimiento, predice cómo eres según el tipo de película del fin de semana en Antena 3 que te haya tocado en suerte. Es una broma, claro, pero es cierto que las películas de la tarde del fin de semana en Antena 3, y de casi todas las cadenas, son tan previsibles como los fallos de Mariano Rajoy en cuanto sus asesores lo sueltan ante un micrófono sin papel alguno, tan previsibles como la insufrible dicción del altivo Javier Cárdenas, ante el que he decidido rendirme sin hacer el más mínimo esfuerzo para entenderlo, entre otras cosas porque de Hora punta no me interesa ni la despedida. En ese tipo de películas, de TV films, yo creo que pensadas para tardes de modorra y tócate la flor, las historias se resumen en un puñado de combinaciones que pueden ser, con múltiples pero idénticas ramificaciones, divorcio obsesivo, vecino sicópata, marido misterioso, rapto en el bosque, obsesión sospechosa, secuestro en la playa, y así hasta que la imaginación se aburra. Lo cierto es que son historias que, ojo, como te pongas delante de la tele como el que se pone delante de un pastel de chocolate aunque no tengas gana de comer, acabas enganchándote a una trama de la que, desde el minuto uno, ya sabes quién es el malo, quién es el traidor, qué hará la amante despechada, en qué terminará la sospechosa bondad de la mujer que ha llegado al barrio y aparece en la casa de enfrene con un pastel de manzana para integrarse en el vecindario. Todo eso lo sabes, pero te das cuenta de que no puedes quitar los ojos de la pantalla y te maldices porque sigues ahí como ahí trata de seguir el otrora digno Carlos Lozano, que cuenta mamandurrias para mantener encendido bajo su cráneo un foco para ir tirando.  

La gallineta de TVE
     Hace unos años nos preguntaron ¿Qué fue de Jorge Sanz? en forma de maravillosa, dulce, radical y novedosa serie de cuatro entregas cuyo protagonista fue el propio Jorge Sanz, que se puso en manos de David Trueba. La política también tiene sus propios Jorge Sanz. ¿O es que nadie se ha preguntado qué fue de Eduardo Madina y del “niño” Íñigo Errejón? El diputado del PSOE y el de Podemos se ponían en manos de Jordi Évole, que a su vez se preguntaba en la entrega de Salvados ¿Dónde está la izquierda? Un domingo sin Salvados es un domingo raro. Salvados suena a fin de semana, a tele de domingo por la noche, como si no fuese posible emitir el programa otro día. Igual que Informe Semanal suena a sábado y desde que TVE es dirigida por lacayos del PP a insulto, a rendición, a burda manipulación, a servilismo clerical donde Jenaro Castro es uno de los padres de esa iglesia cuyo mártir semanal es el periodismo. No puede ser, no debería de ser, no se puede consentir, que cuando Informe semanal trata, otra vez, la muerte en Las Hortichuelas de Almería del niño Gabriel Cruz acabe posicionándose a favor de la no eliminación de la cadena perpetua revisable, tal como hace el Gobierno, que pide con un ojo, firme como una vacua sentencia de Risto Mejide, que no se haga populismo con algo tan doloroso para hacer populismo bochornoso con el otro, con lagrimitas y todo ante “los padres que tanto sufren la pérdida de los que más quieren”. Tanta desvergüenza no puede escalar a la televisión pública, que censura, como pasó en el mentado Informe semanal, cualquier discrepancia. Tele de fin de semana que, con los brazos en cruz, postrado, pido no volver a encontrarme. Pero parece que la cosa puede cambiar. Al fin, sus señorías, o un trozo de ellas, de Podemos, Ciudadanos y PSOE, han llegado a un acuerdo para desencallar la renovación del Consejo de Administración de RTVE y de su presidente san José Antonio Sánchez, que Paolo Vasile se lo lleva a la isla a ver si Raquel Mosquera le hace una permanente que no lo reconozca ni Rajoy, el jefe. La gente del Consejo de Informativos lo dice de otra manera, “pronto podremos volver a hacer periodismo y no proselitismo”. Ojalá. Qué alivio quitarse de en medio a Pedro Carreño, el del Telediario del fin de semana que lee las noticias apretando los labios como una Barbie antigua y mueve el cuello como una gallineta que picotea pienso. 

Toñi jacarandosa
     Si hablamos de las películas de saldo del fin de semana, de las manipulaciones de todos los días que alcanzan el fin de semana en la tele pública, si hablamos de Salvados o El objetivo, hemos de hablar del Debate de Supervivientes, donde Sandra Barneda se ha hecho fuerte el domingo demostrando que es una burra de carga que puede llevar a lomos cualquier excremento, desecho o basura sin que le tiemble su dignidad. Hay que ser muy pasota para hacer lo que ella hace y llegar a casa convencida de que su novia, si la tiene, no le va a dar una patada en el culo si antes de meterse en la cama no se quita la mugre de encima. De Toñi Moreno, reina de la tarde del sábado en Telecinco, se puede esperar cualquier cosa, hasta ser la presentadora más jacarandosa del reino, la señora que lo mismo abre su Viva la vida dando otra vueltecita por la muerte de Gabriel –ojo, papás, Patricia Ramírez y Ángel Cruz, ojo con cogerle el gustillo al plató, ojo con ese viaje para hablar de la pérdida de vuestro niño cogiditos de la mano en una sintonía admirable, ojo, ojo porque la tele es puta y lo mismo que te adora te expulsa de su reino, ojo, dosificad vuestra presencia-, pues eso, que la Toñi se pone intensa y lacrimosa si de suceso se habla, o pizpireta, cotilla, y banal si toca chisme. ¿Era necesario revivir a Rosa Benito de su letargo? Más. ¿Había que llegar al paroxismo del absurdo y la mala leche juntándola con la absurda Raquel Bollo para hablar del absurdo Supervivientes? En fin, dime qué tele ves el fin de semana y te diré… que haces muy bien.

La guinda
No me des Arús
Me entero de que Alfonso Arús deja la tele catalana y se pasa a La Sexta con todo su equipo, que el Cristo que hoy sacan los capillitas patrios con ramas de olivo y el burro lo traiga mejor que el recuerdo que tengo de él. No podía soportarlo. Aparta de mí ese Arús, decía. Para mí Alfonso Arús, y sus necios programas, era el Javier Cárdenas de la tele de los 90. Con eso lo digo todo.