miércoles, 28 de marzo de 2018

Maldeojos. Villanueva Mesía


Villanueva Mesía
(Artículo publicado el jueves, 22 de marzo, en diarios del grupo EPI PRESS)

     La primavera ha entrado rara, con energía desatada, como una mula que se niega a hacer lo que se espera de ella. Ayer por la tarde lo decía el climatólogo Jacob Petrus, ese tipo que da pasitos cortos al andar y hace gestos que me recuerdan mucho al gran Chiquito de la Calzada cuando presenta los vídeos  de Aquí la tierra, uno de los programas más interesantes para divulgar el amor y el respeto por la naturaleza que podemos ver en La 1. El tiempo está loco, decía, y la prueba la vemos en esta rara entrada de la primavera. En paralelo, casi todos los informativos abrían, y siguen abriendo, con el tiempo como noticia de titular destacado. Lluvias, rachas de aire que arrancan de cuajo árboles, que levantan como escamas de pescado techumbres de polideportivos o naves industriales, socavones por donde se pueden colar autobuses, olas con crestas de espuma que pueden alcanzar los siete metros, o riadas que recuerdan a las crecidas del Nilo.

     Por el norte peninsular, nieve y un frío que corta el aliento, y por eso da cosilla ver a los reporteros de los noticiarios o magacines –que les hacen la competencia a los de España directo, en TVE, que no sueltan el cetro del tiempo haga el tiempo que haga, todo, con tal de no hablar de asuntos que podrían molestar al Gobierno-, cubiertos por la nevada para hablar de la nevada en mitad de carreteras cortadas por las inclemencias. Y por el sur, riadas. Como la del Genil en la vega granadina. Coño, mi pueblo, dije viendo el otro día Más vale tarde. Y así era, Mamen Mendizábal dio paso a unas imágenes donde se veían inundadas la vega y la carretera del pueblo. Villanueva de Mesía, decía el rótulo. No, queridos. Sin de. Es Villanueva Mesía. Los de pueblo somos así.



Maldeojos. Versace


Versace
(Artículo publicado el martes, 20 de marzo, en diarios del grupo EPI PRESS)

     Antena 3 promocionó El asesinato de Gianni Versace como una película que se emitía el domingo y acababa el domingo, pero no, El asesinato de Gianni Versace es una serie que forma parte de American crime story, que esta temporada ofrece 9 capítulos para contar la muerte del diseñador italiano de fama más que planetaria Gianni Versace en las escalinatas de su mansión en South Beach, Miami, 1997, a manos del asesino en serie Andrew Cunanan, que interpreta Darren Criss. Después de más de dos décadas, el misterio sobre el móvil del crimen sigue casi como el primer día. Las hipótesis que se barajaron iban de la venganza de Cunanan por haber contraído el virus del sida a una creciente necesidad de notoriedad por pasar a la historia como el asesino de Versace, al que da vida en la serie el actor venezolano Edgar Ramírez.

     No es el único latinoamericano de la serie. Ricky Martin pasó hace unos días por El hormiguero para hablar de su personaje como Antonio D´Amico, pareja del modisto. Y también, en lugar prominente del reparto, Penélope Cruz, que interpreta a Donatella Versace, la hermana que gestiona desde entonces un emporio mastodóntico y que no parece muy contenta con la serie creada por Ryan Murphy. Antena 3 despachó en el estreno tres de los nueve capítulos para echarse un mano a mano con el sucio debate de Supervivientes. Visto lo visto hasta ahora se puede decir que Ricky Martin es mejor que siga dedicándose a la música. Que la historia del asesinato de Versace es en realidad la historia del asesino en serie Cunanan, sicópata y mentiroso compulsivo. Que Penélope Cruz está inmensa. Y que sí, que tengo gana de seguir viendo la serie hasta que termine.


lunes, 26 de marzo de 2018

Maldeojos. Ojo, se habla de sexo


Ojo, se habla de sexo
(Artículo publicado el domingo, 18 de marzo, en diarios del grupo EPI PRESS)

     El verdadero capo Laureano Ubiña dice que iniciará acciones legales contra la productora Bambú y Antena 3 por la escena en la que el actor Carlos Blanco, el Oubiña de ficción en Fariña, la serie que se mantiene enhiesta como el capirote de un chaval por la mañana, mantenía relaciones sexuales con su mujer. El narcotraficante no se ha molestado por el retrato que se hace de él como delincuente y contrabandista. Es curioso que se haya molestado por una escena de cama con Esther Lago, su última mujer, que murió en accidente de tráfico en 2001. Esa escena, que seguro que en la vida real podría haber sucedido, no deja de ser un invento del guionista de Fariña, así que la posible denuncia me deja perplejo. ¿Denunciará Ubiña por no sentirse identificado en bolas con su alias de mentira, porque él jamás lo hacía así, tan salvaje, por no haberse visto en su esplendor la grandeza de su miembro, como dando a entender que más que badajo de acero se trata de pingajo de mandril? Pues no. Nada de eso. Dice que si no quitan a su personaje de la trama –eso va a ser imposible, amigo, ya se lo digo yo- demandará a unos y a otros por, atención, dar pábulo a una escena un tanto grosera que podría causar impacto a sus 14 nietos –el ñaca ñaca de Ubiña en la serie es interrumpido por la policía cuando irrumpe en su casa dentro de la llamada Operación Nécora-. Rebobinemos. El quisquilloso abuelo no se preocupa porque sus nietos sepan que su yayo montó un gran imperio sobre el tráfico ilegal de cosillas de la risa sino porque  lo hayan visto en faena con el culo al aire. ¿Qué tendría que hacer un muñequito hormonado de nombre Luis Mateucci, profesional de concursos pedorros, al enterarse de que su ex pareja, una tipa de nombre Oriana Marzolli, muñeca inflable que va y viene por los encenagados platós de Telecinco explotando auténticas bombas fétidas? Ahora se lo explico.

El felpudo de Lola
     Resulta que la señorita acudió al quemadero de Jorge Javier Vázquez, versión mojón de luxe, y contó que lo que iba a decir era muy fuerte, “pero que se joda”. Silencio en el plató nivel monacal. “No podía chupársela porque no me podía acercar, el pene le olía muy feo”. Supongo que sí, que hay olores que trepan. Y en cuestiones de catre, más. La bomba, como ven, fétida, fue más lejos porque lo del rabo pestoso quizá no sea por cosa de higiene sino por algo aún peor, “por promiscuidad, porque hay cosas que se pegan y dan malos olores, como algún honguito”. Basta, por dios, ya vale, Oriana, calla y tíñete el cerebro. Lo que me lleva a Lola Flores. ¿A la Faraona? A la Faraona. Si me queréis, irse. ¿Recuerdan? Pues casi lo mismo le dijo doña Lola a Quique San Francisco, por entonces pareja de su Rosarillo, la jurada que entra en éxtasis con la boca torcida en cuanto los chiquillos de La voz kids inician su torturante camino en el mundo adulto de una competición salvaje que no les debería de corresponder, atados a la cruz de ese impropio tormento con forma de micrófono. Salte del cuarto, Quique, le dijo Lola Flores, que me voy a teñir el chocho. No me digan que esta mujer no fue grande. Que me voy a teñir el chocho. Y sí, lo hacía con un mejunje que se llamaba o se llama Negro de Nápoles. Se lo contaba entre risas hace unos programas Quique San Francisco a la sin paragón Toñi Moreno, encantada de las juergas televisivas que se monta en su Viva la vida. Por cierto, querida, ¿podrías invitar una tarde tonta, de esas que no hay apenas nada que llevarse a la carpeta del chisme y el sensacionalismo al periodista catalán Arcadi Espada, ahora en gira como un niñato de Operación Triunfo para vender su libro Un buen tío –el buen tío es Francisco Camps- por si le huele raro no el pene sino el cerebro? Lo vi, y escuché en La Sexta Noche junto a Iñaki López defendiendo al padre Paco, ese mártir valenciano, y noté un cosquilleo en la bragueta que me dio qué pensar. Quita, quita.

Vibradores enormes
     Sea lo que sea, desde Laureano Ubiña a Carlos Sobera, cuando se habla de sexo y de sus cosas, de las cosas de abajo, del chichi o del pajarito o pajarraco, todo el mundo se queda quieto, atento, y sube el interés como un bizcocho. De hecho, en el titular eché mano del viejo truco de meter la palabra sexo para llamar, más, su atención, y ahí lo veo, llegando al final. Hablo de Sobera porque a su restaurante del amor se llegó el joven Aram tratando de salir de allí emparejado gracias a First dates. Y qué tal, ¿a qué te dedicas?, preguntó el celestino para relajar al comensal. Soy director comercial de una empresa de vibradores, respondió el chico. La cara de Sobera fue la imaginada, y enseguida pasó al tamaño de los instrumentos. Hay vibradores pequeñitos y vibradores del tamaño de un gnomo de jardín, respondió sin vacilar Aram. ¿Del tamaño de un gnomo de jardín?, jo, pero eso es una barbaridad, concluyó Sobera con la ceja más levantada que el pito de un macaco de los documentales de La 2. Y como del sexo al porno sólo hay un escalón que se llama María Lapiedra, estrella del mete saca sin florituras, en amores ahora con el periodista Gustavo González, pues eso, que es otra que de Supervivientes, ejemplo de obscenidad y mal gusto, y como allí andan escasos de alimentos, la señora dijo la otra noche en Telecinco, la única cadena donde vive este tipo de productos, que ella, por comida, sería capaz de tener sexo con cualquiera. El plató enmudeció. Gustavo, más. Al ver las caras de asombro matizó, “bueno, si estuviera soltera”. Y por último, como el que se limpia después del coito. ¿No creen que ya está bien, no creen que las teles han rebasado el límite de lo prudente, no creen que es hora de ir plegando velas y dejar el caso del niño Gabriel Cruz descansar un poquito? Hace tiempo que el periodismo, tal como debiera entenderse, huyó de los platós con este asunto para dar paso a escenas de desmesurada pornografía televisiva. Y no, este tipo de sexo no me va. Así que basta. Ya está bien.

La guinda
Jordi y Marta
El miércoles nos enteramos en El hormiguero de que Jordi Évole metió la pata con Marta Sánchez al decir que la cantante sería muy patriota en la letra del himno español, pero “tributaba en Miami”. Ese mensaje caló, y de alguna forma hasta el que firma esta pieza le dio pábulo. No es así, dijo la artista  ante Pablo Motos. Évole se ha disculpado. Quede aquí constancia, también, de mi disculpa. Eso sí, la letra no tiene arreglo.

Maldeojos. Dicho y mal hecho


Dicho y mal hecho
(Artículo publicado el sábado, 17 de marzo, en diarios del grupo EPI PRESS)

     Hala, muy bien. Un nuevo programa de humor en hora de máxima audiencia, y en La 1. Y con humoristas de primer nivel. Anabel Alonso y José Corbacho son una garantía. Ella hace de jefa, de reina madre, de mente pensante. Él, el ayudante, el adulador, algo así como el mamporrero que se codea con el pueblo, o sea, con los concursantes, o sea, Pablo Carbonell, David Fernández, Elena Furiase, Goizalde Núñez, Leonor Lavado, y Secun de la Rosa –esta semana han sido otros-. Sobre una serie de pruebas pensadas para revolcar a la audiencia de la risa con su audacia, surrealismo, con su imaginación e hilaridad, arman el programa. La cosa se llama Dicho y hecho, pero… Pero no acaba de arrancar. En el teatro donde se ha grabado parece que se oyen muchas risas, incluso Anabel Alonso está todo el rato partiéndose el lomo con ese tipo de humor que pretende tener doble sentido, como si el feminismo fuese la posibilidad de humillar al hombre, lo que degenera en una cosa rancia y sin chiste.

     Cuando en la pantalla se ríen todos pero en casa te quedas con cara de alpargata, malo. Eso pasa con Dicho y hecho –apenas un 5% de audiencia, vamos, un fracaso de La 1 y de Secuoya, la productora-. ¿Saben qué pasa? Que Dicho y hecho, que debiera ser ágil, puro nervio, eléctrico, gamberro, resulta lento, pesado, sin chispa, un quiero y no puedo, hilvanado con un humor antiguo, superado, con un guión que suena a teatro caduco, de una simpleza agotadora, en fin, un fiasco. No sé si en próximas entregas, Dicho y hecho refrescará sus parlamentos, conseguirá hacerse atractivo. Me temo que no. El comienzo fue nefasto, y no tiene pinta de cambiar. El viernes tampoco será un gran día para La 1.


martes, 20 de marzo de 2018

Maldeojos. Gabriel y la rabia


Gabriel y la rabia
(Artículo publicado el jueves, 15 de marzo, en diarios del grupo EPI PRESS)

     El lunes -día 12-, en directo desde el Congreso para Espejo público, la portavoz del PSOE, Margarita Robles, y del PP, Rafael Hernando, hablaron con Susanna Griso sobre el debate de hoy sobre la eliminación de la prisión permanente revisable. Fue el día en que se halló el cadáver del niño Gabriel Cruz en el coche de Ana Julia Quezada, pareja del padre, con razonables evidencias de ser quien le quitó la vida –hablamos del lunes-. A Rafael Hernando, que se caracteriza por un cinismo supremo y por considerar al votante medio gilipollas, se le preguntó por sus sentimientos, y por cómo estaba viviendo la pérdida de una criatura que al final se ha convertido en cosa de todos.  Con su desparpajo habitual, además de recordar que es diputado por Almería, “y tengo la obligación de estar con la familia”, habló de Ana Julia como asesina.

     A uno le salen sapos por la boca al pensar en esta mujer, incluso entiende que Patricia Ramírez, la madre de Gabriel, o Ángel Cruz, el padre, echen pestes, pidan la horca, que quemen a ese monstruo en la plaza del pueblo. Pero hete aquí que Patricia, dulce, serena, agradecida, sensata, una mujer que provoca sentimientos de bondad inmediata, pide “que no se extienda la rabia, que no se hable de esta mujer más, y que queden las buenas personas”. Toda una lección para quienes ante las cámaras, en las redes sociales y en las calles, exhiben una furia y un dolor que supera al de los padres. El “asesina” de Hernando –antes de que confesara su crimen, e incluso habiéndolo hecho- va por ahí. Griso le dijo que hasta que el juez no dictamine, Ana Julia es presunta. Las formas de la legalidad no se deben perder. En política, menos. Toda una lección.


jueves, 15 de marzo de 2018

Maldeojos. 12 días



12 días
(Artículo publicado el martes, 13 de marzo, en diarios del grupo EPI PRESS)

     Les voy a contar una intimidad que tiene que ver con ese tipo de intuiciones que deseas que pasen de largo, y los hechos te quiten ese pálpito. Pero es así, sentía que Gabriel, el niño desaparecido en Las Hortichuelas, Almería, había muerto casi el primer día. Por eso cuando el domingo, a mediodía, vi que después de la cortinilla del informativo de Cuatro aparecía la foto de Gabriel Cruz y la voz de Roberto Arce decía, “noticia de última hora, desgraciada noticia”, lo tenía claro. Y a pesar de todo, como supongo le ocurrió a miles de personas, me quedé helado. Fue tan fuerte el impacto que más por espantar la certeza que por confirmarla, corrí a La Sexta y sí, Cristina Villanueva, con rostro afectado, ya estaba conectando con su reportera, que contaba que se había detenido a la pareja de Ángel, el papá del niño.

     Desde ese instante la tele se volvió loca. Más. Todas las cadenas iniciaron una carrera a ver quién se ponía en cabeza, incluso cambiaron su programación. El Viva la vida de Toñi Moreno en Telecinco adelantó su horario –más de tres millones de audiencia-, y Expediente Marlasca en La Sexta batió récord –jamás había visto en los 30 años de profesión, decía Manuel Marlasca, un hermetismo tan cerrado en la investigación-. Lo de ayer se veía venir. Los magacines de la mañana tenían un sumario idéntico y si te ibas de una cadena a otra podías seguir el análisis del gesto de Ana Julia y su inhumana frialdad besando al padre de Gabriel en La 1 o en Antena 3. Los medios, sobretodo la tele, han conseguido que la conmoción sea general con un desenlace tan dramático. A partir de ya la guerra está en ver quién lleva a los padres en exclusiva al plató.


miércoles, 14 de marzo de 2018

Maldeojos. Curiosa fama sin prestigio



Curiosa fama sin prestigio
(Artículo publicado el domingo, 11 de marzo, en diarios del grupo EPI PRESS)

     A veces se enreda uno en la anécdota y no atiende como debe lo fundamental, te fijas en el brillo reflejado pero no en el foco que da la luz. A lo que voy. Que a veces se ciega uno con programillas de mesa camilla, de bata y zapatillas de felpa, y pasas de puntillas por verdaderos manjares. En mi descargo, la hora de emisión, cuando ya está uno para más allá del arrastre. Hablo de Millennium, una de las rarezas de La 2 que dan sentido a La 2, que justifican la televisión pública como, por ejemplo, Músicas posibles, de Lara López, en Radio 3, o Longitud de onda, con Fernando Blázquez y Yolanda Criado, en Radio Clásica, justifican la radio pública. Digo que los programadores de La 2 parece que a veces programan con el culito y piensan más en dar por el ídem que en estimular al espectador. Cuando llega Millennium y te saluda rozando la una de la madrugada su presentador, Ramón Colom, un hombre del pleistoceno de la tele, un señor que habla como si pensara que se dirige a una audiencia inteligente, curiosa, que también es capaz de hacerse preguntas, que tiene criterio y que si ve Millennium es porque merece el sueño perdido –apenas es seguido por 70.000 personas-, a esas horas, digo, vienes de haberte tragado cinco o seis informativos, algún que otro cacho de magacín, te has detenido con el mando donde no debieras porque sabes que te quedarás más tiempo del aconsejable, que quizá, al ser lunes, te han dado ganas de coger el primer alfiler que tienes a mano y en vez de pinchar el plasma para pinchar a Caprile acabas pinchándote tú, y que tal vez, si te has quedado embobado con la vestimenta de Alejandro Gómez, vulgaridad  nominal que su dueño, ante semejante ordinariez,  sólo podía cambiar por una horterada aún más gigantesca como Palomo Spain, a la altura de sus inabarcables atuendos rurales, epatantes, descacharrantes, perrunos, dantescos, simiescos, casposos, verbeneros, oclusivos, sincréticos, cascabeleros, folclóricos, pues eso, que cuando llega Ramón Colom con su prosodia de hombre antiguo, por reflexivo y  profesoral, tiene que interesarte mucho el asunto del Millennium de hoy para no darle una patada a la tele y con el impulso caer en la cama y espantar el fantasma de Ana Rosa Quintana vendiendo potingues para combatir “los estragos de la edad”, qué pesadilla.

Los 15 minutos
     Pues sí, ese lunes del que hablo, Millennium se interesó, interesándome, por la cosa de la fama y los famosos. En la exposición del tema, el director del programa ya apuntó las balas a disparar y habló de que antes el prestigio iba unido a la fama, y que hoy no sólo no hace falta sino que el famoso lo puede ser porque sí, sin haber hecho nada especial en su vida. Ese fue el debate propuesto en Quiero ser famoso, que contó con Alaska, que dejó clara una cosa. Cuando esta señora va sola a la tele, sin ese abstruso apéndice que la acompaña en demasiadas ocasiones llamado Mario Vaquerizo, resulta una mujer inteligente, pero cuando acude a un plató con él, se achica, se deja abducir, y resulta tan banal y absurda como su lerdo esposo. Dijo Alaska, recordando a Andy Warhol, que todo el mundo puede aspirar a ser famoso, a tener su momento de gloria, pero que todo dependerá, sea un chapero o una diva de la canción, de su carisma. El paparazzi Antonio Montero se quejó de que su profesión, la de periodista de crónica rosa, está en retirada porque hoy, cualquiera, con un móvil en la mano, puede hacer ese trabajo. El profesor Eloy Fernández, lúcido, irónico, divertidísimo, habló de la fama efímera del ministro o la ministra, con sus 15 minutos de infamia, y de la fama volátil, episódica, de quien concursó en el “reality show” del martes pasado y cuyo nombre nadie recuerda. Estaba también en el plató Carmina Jaro, directora de Corazón, el programa de ídem de La 1 que ha hecho de Anne Igartiburu un icono de lela y ñoña pero elegante figura si la comparamos con la vulgaridad de propuestas parecidas en otras cadenas. Con tino y olfato de experta, Carmina distingue entre el famoso bufón, el famoso petardo, o el famoso que nace con la fama puesta –que también puede pillarle todo, petardo y bufón- si nace como famoso de cuna en una saga familiar conocida.

Zafios momentos
     Para ir al grano y la pus, pensemos en sagas como la Preysler, matriarca hoy elevada al altar de la distinción y la distante exquisitez que ha sabido gestionar su fama justo por haber sabido dosificarse y huir como una leona de la fama cutre, de la fama vulgar, de la fama del populacho que mataría por los quince minutos de gloria mentados. Ella aspira a una gloria que nada tiene que ver con famosillos de mercadillo. Nunca fue tan fácil ser famoso como lo es hoy. A la vista está. Idea que Antonio Montero relaciona con la tele, con la audiencia, con lo que vende. Y lleva razón. Se podrá ser un eminente científico, pero ni tendrá fama ni ganará el dinero ni se lo disputarán las cadenas –bueno, alguna cadena que vive con esa podredumbre social- como sí ocurre con personajes nacidos en las cloacas, elevados a una gloria chusca, faltona, ruda y sin prestigio como productos de usar y tirar dispuestos a todo. Incluso a la estafa en connivencia con algunos medios que amparan el conocido como “montaje periodístico”, es decir, la mentira vendida como verdad, como espectáculo. No es raro que mucha gente, muchos ciudadanos que no están al loro de algunos vertederos televisivos no conozcan a nadie de los famosos de última hornada, dueños de fama tan democratizada como vulgarizada. Pongamos dos ejemplos. Uno, asómense con pinzas en la nariz a la lista de los Supervivientes de Telecinco. Y dos. Una tal Carmen Gaona, me entero que mujer de Chiquetete, chabacana, ordinaria y zafia, manda “a tomar por culo” a Paz Padilla en directo en el vertedero de Sálvame, y no contenta con el piropo, y a raíz de uno de esos comentarios barriobajeros de la tosca presentadora, la otra, al teléfono, le contesta, “chumino, tu puta madre”. Señor, te lo pido de rodillas, si estas y otras pájaras, si este tipo de carroña simboliza la fama en nuestros días, aléjame de esa luz tenebrosa y pestilente. Por favor.

La guinda
Bambú y Cannes
La productora ejecutiva de Bambú Producciones –Velvet, Gran Hotel, o la trepidante, excelente y cada vez más potente Fariña-, Teresa Fernández-Valdés, recibirá en unas semanas una medalla en Cannes por los organizadores del MIPTV, una especie de feria del mercado audiovisual que reconoce el trabajo de la española, que ya fue elegida como una de las 20 mujeres más influyentes del mundo de la tele mundial. Lo merece.

lunes, 12 de marzo de 2018

Maldeojos. Reinas en huelga



Reinas en huelga
(Artículo publicado el sábado, 10 de marzo, en diarios del grupo EPI PRESS)

     No entiendo por qué hacéis huelga, le dice un hombre a una mujer. Por eso la hacemos, responde ella. En ese dibujo que rebotó en las redes sociales el día 8 están resumidas si no las razones de la huelga de mujeres sí una posible explicación de la misma. Nunca, que yo recuerde, se ha celebrado un 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, con los programas y magacines líderes de audiencia como ha ocurrido este año. O sea, sin ellas, sin las caras que los presentan –me temo que es mero gesto y hoy todo sigue igual-. De verdad que me llevé una grata sorpresa cuando en La mañana no sólo no estaba al frente del programa de TVE María Casado sino que se emitía a esa hora una reposición de Españoles por el mundo. Es más, en la parte superior derecha de la pantalla una mosca recordaba “RTVE con la igualdad” –vale, se admite pulpo como animal de compañía-.

     Seguí haciendo un chequeo y tampoco Susanna Griso estaba en su puesto, presentando Espejo público su compañero Albert Castillón, que dedicó buena parte del sumario del magacín a explicar las razones y la necesidad de la huelga –distinto salario para trabajo idéntico, escasez de mujeres en puestos de responsabilidad en la judicatura, economía, política, periodismo, universidad, violencia machista, machismo sociológico-. Ana Rosa Quintana y su equipo en Telecinco fueron aún más radicales. Se canceló el programa. Lo dijo Ana Rosa en un mensaje de Twitter. Si las mujeres paramos, que se note. Y se notó. La cadena echó mano de reposiciones de La voz kids. Por la tarde tampoco acudió Mamen Mendizábal a Más vale tarde, ni Sandra Sabatés a El intermedio. ¿Tonterías, gestos, cosa de feminazis? Vuelva al principio y léalo de nuevo. 

sábado, 10 de marzo de 2018

Maldeojos. Carmen y Sandra



Carmen y Sandra
(Artículo publicado el jueves, 8 de marzo, en diarios del grupo EPI PRESS)

     Veo en una sección que no conocía de El intermedio a dos mujeres, una frente a la otra, en un plató desprovisto de adornos ni exceso de luces. La intención es clara. Se prima el contenido de la charla sobre cualquier otro. No es Chester, para entendernos. La sección se llama Mujer tenía que ser, y la defiende Sandra Sabatés, que la otra noche invitó a la grandísima Carmen Sarmiento, uno de esos nombres que ha ido esculpiendo con letras gordas nuestro periodismo, en su caso con un legado forjado en TVE, una tele que fue referencia de credibilidad, con productos como Los marginados que hoy, con una RTVE en manos de esforzados esbirros que trabajan para el Gobierno y el Partido Popular en el poder, sería impensado. Sólo hay que ver el meticuloso desmantelamiento de Informe Semanal, que fue referencia de periodismo de calidad, el único posible.

     Escuchar a Carmen Sarmiento, hoy retirada, viendo desde cierta distancia el momento que vivimos pero sin perder su capacidad crítica y combativa que la distinguió, es uno de esos placeres que a veces nos regala la televisión bien hecha. Contó que le costó un ovario y parte del otro convencer a los señores de los que dependía para que alguien como ella, es decir, “una mujer”, fuera enviada a zonas en guerra –Nicaragua, Salvador, Etiopía, Líbano-, cuando ese cometido era “cosa de hombres”. La austera sección de El intermedio da voz a mujeres con mucho que decir –sí a la huelga de hoy, decía Carmen, porque sigue habiendo una violencia machista brutal, y por eso queremos la mitad de cielo y de la tierra-, y también deja claro, muy claro, que Sandra Sabatés es algo más que un bello busto parlante. Enhorabuena, Sandra, mujer tenías que ser.