lunes, 31 de agosto de 2015

Maldeojos. El Caso



El Caso
(Artículo publicado el domingo, 30 de agosto, en periódicos de EPI PRESS)

      El caso es que El Caso ya se está preparando como serie para La 1. Pinta bien. Detrás, la productora Plano a plano, la de El príncipe –éxito sin paliativos en Telecinco, auténtico bombazo con audiencias millonarias- y Allí abajo –éxito sin paliativos en Antena 3, un auténtico bombazo con audiencias millonarias-. Una pareja de renombre trabaja ya en la idea de Fernando Guillén Cuervo. Mentar hoy a César Benítez y a Aitor Gabilondo, productor, el primero, y guionista, el otro, es mentar una bicha triunfadora. Perfecto. Y que trabajen para TVE, mejor. No dudo de que la serie será un éxito que da sus primeros pasos. Pero el caso es que El Caso va de contar casos de El Caso, la revista de sucesos, de titulares de infarto y crónicas de un recochineo propio de un periodismo al servicio de la exageración y el detalle morboso en un tiempo, años 60, que aún no era reino de la imagen sino de la palabra escrita.

      Y la palabra escrita era grandilocuente, exagerada, un fogonazo en la cara para llamar la atención del populacho, que consumía aquellas historias con delectación de gourmet sin escrúpulos. Sangre y semen corrían a diario por los titulares de la revista. El Caso acabó su vida con la llegada de la televisión y su apego a los casos de El Caso. Sólo hay que ver estos días el chisporroteo de las teles, enloquecidas con el caso de las mujeres de Cuenca asesinadas, según los indicios, por Sergio Morate, deseado en todos los platós patrios. Visto así, seguimos igual. TVE lo sabe. Ya nos da toros, esa fiesta atroz. Ya nos da fútbol, esa adormidera fenomenal. Faltaba darle al populacho su ración bien envuelta de semen, sangre, y tragedias ajenas para consumir en la seguridad del hogar.

domingo, 30 de agosto de 2015

Maldeojos. En el candelabro



En el candelabro
(Artículo publicado el sábado, 29 de agosto, en periódicos de EPI PRESS)

       La vuelta de Mariló Montero a La mañana de La 1 se confirma. Ella quiere estar a todas horas en el candelabro, y le toca las narices no estarlo. Eso era todo. Protagonismo desmedido. Dicen, y así lo confirman retratos, que a los pocos días de la llegada de su sustituta al programa este verano, se paseó por el estudio, saludó y, como las perras en las calles con sus gotitas de orín, fue dejando claro que la reina del plató era ella. Lo que cuento tal vez sólo sea fruto de mi animadversión a la navarrica, pero algo de eso hay. Lo verdadero es que su sustituta, Teresa Viejo, lo hace mil veces mejor que ella. El programa sigue siendo una caquita a la que habría que darle la vuelta, abrirle la entraña, airearlo, darle un latigazo en el costado y despabilarlo a ver si de verdad el magacín de la pública consiguiera tener algún interés. Pero Teresa Viejo no tiene la culpa.

         Ella presenta lo que le ponen por delante. Para volver, la titular exigió a la dirección de TVE una serie de puntos. Ahí van. Dirigir el programa, blindar su contrato por un año –con elecciones a la vista, quería asegurar su continuidad aunque cambiara la dirección de la cadena-, y pasar la producción del programa a Zeppelin –Gran hermano VIP y otros grandes truños-. Es fácil imaginar el recibimiento de los trabajadores de TVE, a los que quería apartar del equipo, en el momento en que la señora pise el plató. Pero TVE ha dicho no a tanta y tan presuntuosa petición. Y la divina ha tragado. O eso, es decir, o como estás –que estás de puta madre, tía-, o a la puta calle. Pero con la boca chica, porque la pensadora tiene en TVE más alfileres apuntalándola que los paños del sastre del rey. Su ex, Carlos Herrera, faro del PP, corta mucha tela. 


Teresa Viejo, prueba irrefutable de que la sustituta es mejor que la titular. Es verdad que el programa no ha mejorado porque el programa, qué le vamos a hacer, es un mojón del quince, pero la presentadora en este caso no tiene a culpa porque se limita a presentar. Las aspiraciones de la otra loca del coño son de risa. Mariló Montero quería dirigir el programa, que la contrataran por un año,  que echaran a los trabadores de TVE, y que contrataran a la productora de Gran Hermano 15. No sólo es una mentecata. Es un peligro.




viernes, 28 de agosto de 2015

Maldeojos. Hilario



Hilario
(Artículo publicado el jueves, 27 de agosto, en periódicos de EPI PRESS)

      Yo lo conocía, en los tiempos del primer Canal Plus, por el guiñol. Hilario Pino era su guiñol. De esto parece que hace una eternidad. Y quizá sea porque ha dado lugar a que al encartado le salga pelo, una mata enorme de pelo, pelazo, dicen ahora los anuncios de champú, fíjense qué tontería de palabra. Hilario Pino era su calva y su guiñol, un fijo que sacaban parodiando su forma de decir las Noticias de Canal+. Luego Hilario pasó 15 años ligado a Mediaset, donde de nuevo presentó sus noticiarios hasta el año pasado ligado a Cuatro. Al final, aunque la versión oficial fue la tontuna de que Hilario iniciaba otra etapa profesional fuera de ese grupo, y como no podía ser de otra manera en un tipo que dejaba claro que él no era “un presentador florero”, Hilario Pino no cedió a tanta bagatela periodística como le hacía tragar la deriva impuesta por Pedro Piqueras.

      Ya sabemos que Piqueras hace un noticiario que sólo tiene un tramo inicial, nunca más de 10 minutos, que podemos considerar de interés periodístico. A partir de ahí inicia un descenso al infierno del suceso, del espectáculo y el entretenimiento enmascarado como información. Lo contrario a un informativo creíble. Lo cierto es que al poco tiempo a Hilario lo vimos sentado como colaborador de La Sexta noche, y desde el minuto uno dejó notar su impronta. Suave de formas, sin levantar la voz, es un cazador que sabe rodear a su presa. Dibuja una sonrisa entre pícara e irónica y pregunta con astucia, argumentando, dejando claro que no es un periodista florero, y que tampoco necesita ser una Ana Pastor encantada de escucharse o un Eduardo Inda fallero. Pino sustituye a Iñaki López en La Sexta noche este verano. Su fina mordacidad es un regalo.

Hilario Pino en un momento de una de sus intervenciones en La Sexta Noche.


jueves, 27 de agosto de 2015

Maldeojos. Estadio 1



Estadio 1
(Artículo publicado el martes, 26 de agosto, en periódicos de EPI PRESS)

      La apuesta es, como dice el cargante Pelayo en Amar es para siempre, cristalina, dicho por José Antonio Sayagués como el que mea porque a estas alturas su personaje es él. Lo de La 1 está claro, meridiano. ¿Recuerdan el mítico Estudio 1? Si no es demasiado joven seguro que sí. Por aquel programa pasaron los mejores textos, los mejores dramas y comedias, los mejores actores y actrices de nuestra escena, los mejores directores y lo mejor de la televisión, desde cámaras y sonidistas a iluminadores y decoradores. Ver una nueva entrega de Estudio 1 era un acontecimiento cultural. Te entretenía y educaba, te estimulaba la reflexión, el análisis, te consideraba un ciudadano de primera, justo lo que se espera, y hay que exigir a una televisión pública.

      Desde el domingo, Estudio 1 es Estadio 1. Sí, yo lo veo así también, una blasfemia, casi una provocación. Me dirán que es un guiño, que es un homenaje a aquella marca.  No soy tan ingenuo. Creo que es un desprecio en toda regla. Estudio 1 despierta. Estadio 1 atonta. Esa es la explicación. La televisión pública no tendría que echarse a esos montes, pero ahí la vemos, tirándose al barro de los campos de fútbol como una gata en celo, convirtiendo el fútbol en añorada adormidera aliada del poder. No hay bastante con Estudio estadio, la tertulia diaria que emite el canal público Teledeporte, ni el desorbitado tiempo que consume el fútbol y sus personajes en todos los telediarios, hay que apretar más la tuerca. Y así se hace desde este fin de semana en La 1 para calentar la temporada liguera. A Estudio 1 muerto, Estadio 1 repuesto. Viva la idiocia.

miércoles, 26 de agosto de 2015



Rotando
(Artículo publicado el domingo, 23 de agosto, en periódicos de EPI PRESS)

      Se fue una semana de vacaciones, pero el programa rodaba con la misma soltura. Frank Blanco es el presentador oficial de Zapeando, el que maneja al equipo de colaboradores pero en ningún momento da a entender que es el dueño del cortijo en el sentido en que sí lo hace Jorge Javier Vázquez, que a la misma hora pastorea otro tipo de ganado. En la cloaca de Sálvame suelen tirar de Paz Padilla, una estricta gobernanta con mascarilla de simpática, para que el gran señor descanse un poquito de su agotadora condena. Hay quien ve Sálvame como un programa de humor. No lo vivo así. Hace mucho tiempo que no veo ese picadero, pero es imposible no mancharse con los lamparones de sangre y veneno que escupen sus reptiles, amaestrados, e insensibles ya, para sus despiadados ataques, por muy circenses que sean, y lo son.


      Frente al cansino Sálvame, los de Zapeando tienen ingenio hasta para irse de vacaciones los canallas. En la semana de descanso de Frank fueron los colaboradores, todos, los que se sentaron en la silla principal. Y todos lo hicieron bien. Desde Ana Morgade a la última incorporación, Irene Junquera, colaboradora a su vez de Jugones, esa barra de bar con serrín en el suelo donde a voces se enfrascan en guerras de fútbol. Durante la semana la audiencia ha fluctuado según el presentador fuese Quique Peinado, Miki Nadal o Sara Escudero. Parece que Sara hizo los datos de audiencia más bajos, unas décimas menos que sus colegas, siempre en torno a la media del programa. Es baladí ese dato. Escudero tiene un sentido del humor finísimo, una ironía que da mucho juego. Le queda mucho por demostrarnos. Ánimo, equipo. 

Sara Escudero, del equipo de Zapeando, maneja una ironía muy especial. Y sabe decir sus textos son la soltura de quien les aporta naturalidad y fuerza.