lunes, 30 de septiembre de 2013

Maldeojos. Torres, Reyes, y Tabernero



Torres, Reyes, y Tabernero
 (Columna publicada el domingo, 29 de setiembre, en diarios de EPI)


      La 2 estrenó hace unas horas Torres y Reyes, con Mara Torres y Joaquín Reyes, un programa en directo con entrevistas, debates, monólogos, música, nuevas entregas del conocido y afamado dibujo Enjuto Mojamuto y, según la página web de la cadena, una apuesta fuerte por las redes sociales. ¿Apuesta fuerte por las redes sociales? Esta ya no es una novedad. Cualquier programa, hasta los más infames, apuestan fuerte por las redes sociales. A ser posible para hacer bote. ¿La vomitera de mensajes fachas a euro y pico la opinión que envía la audiencia de Intereconomía es una apuesta fuerte por las redes sociales, o enviar mensajes de texto es una antigualla superada por la gratuidad de los 140 caracteres de Twitter? Hoy, la cosa es tan moderna, y tan trasnochada al tiempo, que antes de emitir lo que sea que haya que emitir, serie, magacín, debate, informativo, hay que tener página en Facebook y cuenta en Twitter. Para escribir esta columna entré en Facebook buscando el muro de Torres y Reyes, y sí, allí estaba. Tenía sólo 39 “me gusta”, es decir, nada, una cifra testimonial, aunque habrá subido un poco después de la emisión. En la página de portada se explica de qué va. Torres y Reyes, dice, es un talk-show sobre la vida (después de Internet) presentado por Mara Torres y Joaquín Reyes los jueves por la noche en La 2. Flipo. ¿Sobre la vida después de Internet? Esto me suena a Revolution, la producción que firma JJ Abrams y que emite La Sexta, pero no creo que vaya por ahí la cosa, porque de serlo el programa tendría que imaginarse la vida sin Internet, pero también sin Rubalcaba, sin Rajoy, sin Cospedal, y por favor, sin la Salvadora Que Hace Su Cama, Esperanza Aguirre. Y sin poder crear una página dedicada a los fans de las mil operaciones de Juan Carlos I de Borbón. Quita, quita. 

Pantallazo del programa en la web de rtve.es


Twitter y el potaje

      Entro en Twitter, y sí, el programa también tiene su cuenta -@TorresyReyesTVE-, y sus seguidores. Pocos. O se animan los seguidores, o el programa apostará fuerte por las redes sociales pero las redes sociales no apuestan por él. Queridos @maratorres_tve y @enjutomojamuto, menos lobos. Menos lobos sobre redes sociales porque, hijos de mi corazón, cachorros de mi cátodo, Maritere Campos, la trasnochada, y Qué tiempo tan feliz -@QTTF- tienen 41.399 seguidores, y no alardean de “apostar fuerte por las redes sociales”. Y otra cosa, guapitos, mucha red social y mucho Facebook y mucho Twitter y ahora resulta que el tal Joaquín Reyes no tiene cuenta en Twitter, aunque sí Mojamuto, su dibujo. Dice la promoción del programa que mantendrá en Twitter la conversación más inmediata, antes, durante, y después de cada emisión. ¿Y? Eso lo hace desde hace milenios, incluso antes de Internet, Jordi Évole con @salvadostv, seguido por una feligresía que sobrepasa los 253.100 seguidores, y sin duda la adicta a Twitter Ana Pastor, que se curra su apuesta por las redes sociales. Digo más. Antena 3 prepara en sus cocinas, a velocidad de mayonesa, Top Chef, con el ya inevitable Alberto Chicote, que junto a Ángel León y Susi Díaz formará el jurado de este programa de talentos culinarios. ¿Qué tiene que ver un potaje con un tuit? Todo y nada. Por eso Top Chef ha pensado que las redes sociales también formarán parte del festival de puerros y pescados blancos y ha echado mano de dos afamados blogueros, El Hermatocrítico y Noel Ceballos, que serán para Top Chef  Los Hermanos Top Chef. Ambos comentarán en la Red el programa en directo, y recopilarán los comentarios en Twitter más ingeniosos y divertidos.


Portada de la cuenta oficial de ¡Qué tiempo tan feliz!... con 42.122 seguidores. Seguro que si Maritere anunciara que enseñaba el pandero si llega al millón, como hizo Paco León... Bueno, no sé. ¿Qué crees que pasaría?

Cuentas interpuestas

      El guapo Oriol Nolís se estrenó hace unas fechas como presentador de El debate de La 1, y llevó a una estrella que nunca defrauda, Ana Botella. Es tan estrella, que como las estrellas más luminosas del firmamento fosforescente tiene cuentas en Twitter que ni ella gestiona. De lo que dijo en ese debate en la pública apenas interesa porque sólo sonrió como ella sabe hacerlo, a destiempo, es decir, a todas horas, cerrando sus frases con una mueca helada y gelatinosa que ella, pensando que sonríe, convierte en grotescas sus opiniones sin fuste. No me interesa la alcaldesa, me interesa más esta otra Ana Botella, la de @AnaBotellaDeRon, que así se presenta en Twitter, “No speak ni español ni enghlis sino una mezcla de los two. Si quieres tomar one café in the Plaza Mayor´, avísame. In my pussy”. Esta cuenta, señores y señoras de Torres y Reyes tiene cerca de 9.000 seguidores. Ya sé que son fieles pasajeros, que cuando nos olvidemos del café con leche relajante –aunque seguro que doña Ana se inventará otra cosa- irá decayendo, pero es tan excitante su poder de convocatoria. Cualquiera diría, si como lector llegó hasta aquí, que Torres y Reyes es tan rancio como ¡Qué tiempo tan feliz!, tan tóxico y enervante como El gato al agua, tan pretencioso como algunos gestos de Cayetana Guillén Cuervo, pero no, ahora soy yo el que tiene que dar una explicación. No he visto el programa. He escrito sobre lo que he leído del programa, así que lo anterior no es más que una absurda especulación, una ridícula tontuna mental. Torres y Reyes no puede ser malo, no puede ser algo visto, machacado, trillado, no puede tener una realización plomiza, vulgar, unos contenidos zafios ni una iluminación plana, Torres y Reyes no puede ser un programa gritón, ni tener unos decorados espantosos, y sus presentadores, sin llegar a interpretar un guión, estarán sujetos a unas directrices que irán marcadas antes de empezar la función dentro de una línea de elegante inteligencia, con la ironía y el humor como distintivo, en fin, es un programa de La 2, en directo, en hora no muy pendona, es decir, un programa que se codeará con el riesgo porque Torres y Reyes es un programa de Santiago TaberneroVersión española, Carta blanca-, o sea, palabras gigantes en el mundo de la televisión. Y no, seguro que no va de apostar –solo- por las redes sociales sino por las redes sentimentales. No es lo mismo.

Joaquín Reyes, Mara Torres, y Santiago Tabernero, un adelantado del leguaje televisivo cuyo nombre se asocia, y con razón, con la sensibilidad, el buen gusto, las ideas novedosas, y la televisión de calidad.



La guinda
Fracaso victorioso
La última locura de Jesús Calleja, con su juego al límite en ambientes hostiles que luego se convierten en consumo televisivo para entretenimiento de masas, casi le cuesta la vida, a él y al equipo que bajó a la sima más profunda del mundo, ubicada en Abjasia. Se quedaron atrapados a 1.600 metros de profundidad durante 10 días soportando en la superficie lluvias torrenciales. Cuatro convirtió el fracaso en victoria televisiva.  

domingo, 29 de septiembre de 2013

Maldeojos. Octogenarias sexis



Octogenarias sexis
(Columna publicada el sábado, 28 de setiembre, en diarios de EPI)

      Este programa contiene imágenes de abuelos gastando bromas a jóvenes. Podrían pedir perdón, pero no se acuerdan de lo que han hecho. Los abuelos son Edna Fontana, Pepe Álvarez, Milagros Morón, y así hasta ocho entre 60 y 80 años. Son, en Antena 3, Los mayores gamberros, que emite los viernes justo antes de Por arte de magia. Es uno de cámara oculta, y en una sucesión de gags vemos cómo estos gamberros se atreven, ante los jóvenes, con todo, sobre todo con bromas de contenido sexual, que si la abuela que acaba de comprarse un pollón de látex porque está viuda y cree que, sacándolo de la caja para pasmo e hilaridad de dos chavales sentados en el mismo, es más grande de lo que ella creía, que si otra señora le propone una noche loca a un chico que, educado, le dice que no puede porque ha quedado con su novia, o que un trío, él y ellas, salen de unos setos abotonándose como si acabaran de hincharse…

      Las bromas apenas duran unos segundos, los mayores sueltan su bomba -¿conocéis algún sitio de intercambio de parejas?, pregunta un matrimonio a unos jóvenes, que se quedan sin habla. ¿Ves?, dice el hombre, en Valencia son muy estrechos, aquí no follamos-, y se largan. Me llama la atención la soltura y el desparpajo de esta gente que no es actor, lo bien que interpretan a gente tan atrevida, la educada reacción de chicos y chicas que se quedan paralizados cuando una señora reparte invitaciones para ver desnudos de octogenarias sexis. Los mayores gamberros apenas dura media hora, que se pasa sin darte cuenta porque el ritmo es frenético. Y ya se sabe, hablas de ñaca ñaca, y todo el mundo pone las orejas de punta.

Huy, por dios, dice la octogenaria sacando de la cajita la polla de látex, creo que es más grande de lo que necesito... es que como estoy viuda me la he comprado hoy. El joven de al lado aguanta como puede, el más retirado se retuerce de risa. Nadie sabe que los están grabando. Los mayores gamberros es media hora de televisión picante para echar unas risas. No busques reflexiones de alta filosofía, pero tampoco creas que te tratan como imbécil.


sábado, 28 de septiembre de 2013

Maldeojos. Diarrea verbal



Diarrea verbal
(Columna publicada el jueves,  26 de setiembre, en diarios de EPI)

      Es verdad que hiciera lo que hiciera, don Juan Carlos iba a ser criticado. Lo hubiera sido de haberse operado en un hospital público porque una operación de cadera, en ese mercado en desmantelamiento, las listas de espera son un desespere que el Rey no tendría que haber padecido. Hubiera pasado con sus muletas temblorosas por encima de todos  abriendo quirófanos a velocidad de crucero. Si, como ha sido, lo hace en hospital privado, tampoco viene bien porque a ver a quién se le ocurre. Lo dijo Cayo Lara, de IU. Rubalcaba dijo en El Objetivo que prefería hospital público, pero como desganado. Y Cospedal, cerrando el triángulo para los informativos, que “los otros” –me encanta Mariloli cuando se pone oscura y misteriosa- son unos demagogos. 

      Yo no podría elegir. O me operan en un hospital público, cuando me tocara, o me aguanto el dolor. Veo en un vídeo promocional del centro Quirón una de las suites donde se alojará el monarca en sus días de hospital. Está claro, yo no puedo decidir. Sólo me queda la –bendita- sanidad pública. La nueva operación real es en sí un tema, un programa. Cadera y dueño están en todas las teles. A todas horas. De lo visto y escuchado destaco un vídeo no manipulado que pasa Wyoming de Losantos. Dice que los médicos de la sanidad pública madrileña son gentuza, y aconseja a los de derechas que no pisen sus hospitales. Así que pregunta a Lara y Rubalcaba si quieren que el rey acuda al hospital público para matarlo o para curarlo. El rey sanará su cadera, la diarrea verbal y el odio de “los otros” no tiene cura. 

Imagen tomada del ordenador. Este señor dice cosas tan gordas que lo hace para llamar la atención, salir en los vídeos, y que cretinos como yo difundan sus majaderías.






viernes, 27 de septiembre de 2013

Maldeojos. Obedientes



Obedientes
(Columna publicada el martes, 24 de setiembre, en diarios de Editorial Prensa Ibérica)

      Somos dóciles con la autoridad. Y no pensemos en el policía, el juez, el Jefe del Estado, en cargos rimbombantes que nos puedan abducir y terminemos haciendo, sin pensar, lo que esa autoridad nos mande. En la pasada emisión –sábados, La 2, o en la web rtve.es- de La noche temática vimos un documental francés que pone los pelos de punta, El juego de la muerte. 80 personas se presentaron al programa piloto de un concurso de televisión, pero en realidad estaban participando en un experimento basado en otro que el sicólogo Stanley Milgram realizó en la década del 60 en la universidad de Yale. En el de la tele, la autoridad es una conocida presentadora que ordena al concursante a realizar descargas eléctricas, cada vez más fuertes, a alguien por equivocar la respuesta a una pregunta hecha. En realidad nadie sufre, es un actor el que implora clemencia.

      Pero el concursante no lo sabe, sólo sabe que conforme sube la descarga el dolor es insoportable. Pero la presentadora, la autoridad, le conmina a continuar por encima de sus reparos. La angustia y el verte reflejado en ese espejo te desasosiegan porque te preguntas qué harías tú. De los 80 participantes tan sólo un reducidísimo y vergonzante tanto por ciento se planta, se enfrenta a la autoridad, y le dice que no sigue, que no soporta la situación, que no puede seguir escuchando los gritos desgarradores y la llamada de clemencia de “la víctima”. El documental, de Christophe Nick, se pregunta por el poder de la tele –lo dijo la tele, lo vi en la tele-, y si llegará el día en que aceptemos traspasar líneas que jamás habíamos imaginado. Vean el documental. Y decidan. 


Un momento del documental, que se grabó como concurso para la gente anónima que se presentó, que en realidad era un estudio científico de la condición humana para averiguar los límites de la desobediencia, u obediencia, ante la autoridad. En este caso, tratándose de televisión, la presentadora del concurso es la autoridad, por supuesto aliada con los investigadores. Lo que ves no sólo es desconcertante. Te inquieta porque te preguntas qué harías tú. En la imagen de arriba, el "concursante" está aplicando una descarga eléctrica a otra persona por haberse equivocado en la respuesta. Por supuesto, el castigado no sufre porque ninguna descarga le llega, pero este dato no lo sabe el concursante.

Aquí tienes el enlace. Por si quieres echarle un vistazo