viernes, 30 de mayo de 2014

Maldeojos. Paz



Paz
(Artículo publicado el jueves, 29 de mayo, en diarios de EPI PRESS)

      Después de 87 días, la mayoría rozando el rosco completo de Pasapalabra, Paz  Herrera contestó a Christian Gálvez que el apellido, con la s, del autor de “El concierto de los animales”, es Saint-Saëns. Acababa de poner la tele antes de ese gran momento, y vi que Paz estaba detrás del rosco a falta de la s, pero otras veces había llegado ahí y no pudo ser. Pero el martes por la noche sí. Di un salto. Fue emocionante por lo que significa completar el rosco después de tantos días sin apenas despeinarse, se le conoce como la mujer tranquila, y por lo que significa ese concurso donde se mide la inteligencia, la preparación, y la cultura, justo en Telecinco, que monta su negocio sobre lo zafio, lo vulgar y lo ordinario, es decir, con personajes que son la cara opuesta a Paz.

     Alguno de esos personajes vulgares, ramplones, chabacanos y ansiosos de popularidad a costa de lo que sea, o de su cuerpo o de su atrevida vacuidad, puede ser el que ganó la  misma noche Supervivientes, un tal Abraham García, cuya cumbre curricular es haber formado parte de Gandía Shore, ejemplo de televisión basura sin paliativos. Por eso hay que resaltar la isla que Pasapalabra supone en esa cadena. Es un programa que se ve con gusto, y Christian Gálvez lo maneja con soltura, con equilibrada cercanía. El paso de Paz por el concurso durante estos últimos meses ha sido coronado como merecía, con el triunfo, y se alzó con él con el comedimiento de los grandes, con humildad y pudor, y hasta con sentido del humor al dejarse cortar el pelo, como había prometido. Ah, el más de millón de euros que ganó, ayudará a los estudios de sus sobrinas. Todo cuadra.

 
Paz Herrera en una imagen de las muchas que tuvo con casi todo el rosco completo antes del definitivo. Se llevó el premio por su inteligencia, serenidad, y preparación. El mismo día, en la misma cadena, Telecinco, en otro programa, un chico ganó la edición de Supervivientes, en las antípodas de Pasapalabra.

miércoles, 28 de mayo de 2014

Maldeojos. Emirates



Emirates
(Artículo publicado el martes, 27 de mayo, en diarios de EPI PRESS)


       Estos días son raros, es decir, normales, como la vida, que va de aquí para allá, a unos dándole una cosa y a otros quitándoles otra. Lo mismo se celebra una boda que unas votaciones, o que una comunión, esa ceremonia de la confusión tan ajena a la religión, o una final de liga de campeones. El sábado pasado se vivieron momentos hilarantes en este país. Niños y niñas vestiditos con sus jaiques de capitanes y princesas, un ensayo de lo que les espera cuando se casen, correteando con los otros niños por el salón de banquetes una vez que se han comido su menú infantil, patatas fritas y filete rebozado, y chuches a cascoporro. Los mayores, dando alaridos para hablar porque al lado hay otro salón con boda y orquesta de verbena, y frente a todos, una descomunal tele.

        El sábado era día de reflexión electoral, ya saben, ese día en que Cañete actúa ante las cámaras paseando en bicicleta, Valenciano pasea como si mirara escaparates, y Willy Meyer hace como que lee un libro. El sábado también fue día de cenas de comunión. Y de fútbol. Mucha gente cenaba y miraba la pantalla. Ni entiendo ni tengo esa pasión por el balón. No soy de ningún partido, incluidos los de la pelota. Pero me fijé que un equipo, el blanco, llevaba estampada en su camiseta esta propaganda, Fly Emirates, es decir, Emiratos Árabes, países de sátrapas, teocráticos, donde la mujer sólo es algo porque tiene vagina. ¿Y qué? Destacar eso es ser un cenizo –felicidades, Mariano, este país te quiere, lo destrozas, pero te quiere, pero ojo, que aún “podemos”-. Lo que cuenta, incluso por encima de las votaciones, es que los blancos han ganado la Décima.

Esta camiseta es la que se ponen, con Fly Emirates estampado en el pecho de los héroes, los del equipo blanco. Otros equipos, a rayas rojas, amarillas, o da igual, están patrocinados por países como Qatar o Azerbayán, es decir, referentes de Estados antidemocráticos, sin libertad, con los derechos humanos tratados como una broma, donde la mujer es un cero a la izquierda... Pero a quién le importa eso. El fúrgol y los intereses comerciales están antes que esas mariconadas.

lunes, 26 de mayo de 2014

Maldeojos. Al otro lado



Al otro lado
(Artículo publicado el domingo, 25 de mayo, en diarios de EPI PRESS)


      Podría ser un buen nombre de película o serie, esos nombres que sin saber de qué va la historia te sugieren posibles vías, casi todas con un matiz morboso o inquietante. Algo así como Al otro lado de la vida, Al otro lado de la muerte, Al otro lado del río o, quizá, Al otro lado de la pared. O sea, lo que no ves pero quizá oyes del vecino, lo que no sabes pero imaginas, con lo arriesgado que puede ser hacer caso sin asomo de duda a la imaginación. Hoy, cuando digo al otro lado, me refiero al otro lado de la pared. En concreto del hotel en el que pasé unos días. No era el Ritz, pero tampoco Pensión Loli. Sin embargo, por arte de magia o más bien de mala suerte, me dan una habitación que recoge con desesperante fidelidad no la indiscutible superioridad intelectual de Miguel Arias Cañete, ese fistro duodenarrrr, sino los sonidos de los cuartos que la colindan, incluyendo, como un milagro acústico, la habitación del piso de arriba. Supongo que usted, si vive en un bloque de vecinos, sabrá de qué hablo si tiene la desgracia de vivir al lado de vecinos duros de oído o maleducados o las dos cosas. Pues lo mismo. Sin moverse del sofá de su casa se imagina la escena del desayuno porque escucha por la mañana las vocecillas de los dibujos animados de La abeja Maya, Dora la exploradora  o Bob Esponja en Clan de TVE, y más tarde, quizá, a María Casado en La 1 invitando a que Edurne Uriarte, la gran pensadora de la derecha, explique en palabras que todo el mundo entienda el pensamiento feminista de Cañete, el hombre incomprendido que hará de su escaño en Europa el yogur caducado de tanto como se olvidará de sí mismo en beneficio de los demás, incluidas las mujeres, incluso las barbudas como Conchita Wurst, aparta de mí ese pervertido, se oye resoplar al candidato al otro lado del plató. Lo que quiero decir es que esos días de hotel en Madrid realicé con pasmosa facilidad el retrato de mis convecinos de habitación. No conocía sus caras, pero sabía algo más tremendo, cómo eran sus gustos televisivos, un retrato que puede ser tan certero como una radiografía del estado de tu osamenta.

 
Viendo a este señor vestido de señora recuerda uno lo lejos que queda todo, lo lejos que queda Eurovisión, lo lejos que queda la polémica de su barba de pega -ole sus cojones por hacer de esa reivindicación algo más que una provocación-, lo lejos que quedan las palabras de Cañete sobre su patética superioridad...

Políticos de traje y corbata

      No me diga que sin hablar con su vecino, sin necesidad de hurgar en su intimidad, no sabe que es más de Rajoy que de otro dios terrenal, no me diga que no es mosqueante escuchar al otro lado del tabique no una vez sino todas, como si el botón se hubiera fundido ahí, las apasionantes soflamas de los tertulianos de 13tv, que están estos días hechos unos basiliscos por si no ganan los suyos, y no me diga que apenas puede seguir lo que dicen en La 2 de los leones del Kalahari porque los del C izquierda atruenan con los actores de Sálvame, un programa del que se hablará y se estudiará en el futuro, en palabras de Paolo Vasile, que ha dicho lo que aquí hemos dicho mil veces, que en ese teatro hay un grupo de actores que se dejan comer por sus colegas para mañana nacer de nuevo y ser ellos los que se coman al que comía ayer, eso es verdad, lo que pasa es que a uno hace tiempo que le aburren esos cómicos. Escuchar lo que ve el vecino en la tele al otro lado de la pared es saber del vecino más de lo que el vecino cree. Sabemos de él si es más de izquierdas que de derechas según su cadena preferida, porque un día puedes ver El intermedio por curiosidad, pero si todos los días ves a Wyoming, la cosa está clara. Y el vecino saca sus conclusiones. ¿Qué ocurre cuando es la propia tele, es decir, la cadena, un programa, la que salta el Atlántico y se planta al otro lado del charco? Pues que se puede hacer un Salvados memorable porque Jordi Évole está hablando con el presidente de Uruguay, José Mujica, y como lo estás disfrutando tanto se te va la mano con el volumen y quieres compartirlo con el mundo, así llame a tu casa la policía para que no insultes con semejante afrenta a los políticos de traje y corbata, tan abnegados.

Para las personas de bien creo que está claro por qué esta escena, y lo que dijo su protagonista, José Mújica, que de tan lúcido resulta extravagante, emociona, y lo que pasó en Salvados nos pareció sorprendente.


¿7.000 qué?

      La conversación entre el periodista y el presidente uruguayo corrió por internet como la brisa del mar que se cuela por la ventana después de la calima. ¿Por qué un programa tan simple, es decir, una conversación, puede enganchar tanto a la gente, a la audiencia? Justo por eso, por su simpleza, por la ausencia de añadidos, por el poder que tiene lo auténtico, lo que devoras como se devora un plato exquisito cuyo secreto no es más que un buen aceite de oliva, unos ajos, y unos huevos frescos. Un político, y más en campaña electoral, no tiene límite al inventarse el mundo, y por eso lo ves dándole un bocado a una fruta en el campo o maravillándose de una gamba en una lonja. Teatro. Los bajan a la calle y ellos creen que eso es estar cerca de la gente, como hemos escuchado esta semana a la tropa que nos pide el voto. Pero cuando Mújica te dice, en su silla destartalada de su huerto destartalado, que él vive como la mayoría de uruguayos, tú te lo crees porque lo estás viendo. No, le decía a Jordi Évole, yo no practico la austeridad porque esa palabra está “prostituida por Europa” para machacar al pueblo con reformas, “yo prefiero la sobriedad, y la practico”. En nuestro país tenemos que soportar en debates cansinos y sin vida, donde participan asalariados de los grandes partidos, a un tipo sin escrúpulos como Esteban González Pons, un tipo que dice sin que se le atore la vena de la vergüenza que en España se crean cada día 7.000 puestos de trabajo, delirante locuacidad que ralla el insulto para los millones de personas sin trabajo, pero al otro lado de la dignidad y de la honradez intelectual está José Mújica, que habla de fracaso, de fracaso personal por saber que no va a conseguir lo que quería como gobernante, palabra que aquí ni existe. Viendo y escuchando a un político que habla así se da uno cuenta de la desgracia de tener lo que tenemos a este otro lado de la realidad.


Frente a la foto de arriba, este histrión de la política, un tipo que vive de nosotros y nos cree estúpidos. Algo de razón lleva atendiendo algunos resultados electorales

La guinda
En tó sus muertos
Me cago en tó sus muertos, dijo un desbocado Jesulín de Ubrique en Espejo público para defender a tres colegas, que esta semana fueron revolcados y heridos en la plaza de las Ventas, aquelarre que se suspendió por falta de matarifes. Los muertos eran los de antitaurinos que se burlaban de las cogidas en Twitter. El Niño de las Bragas apeló a sus cojones “porque si los hijos de puta dicen lo que quieren, yo, también”. Dicho queda.   

domingo, 25 de mayo de 2014

Maldeojos.



Victoria Abril
(Artículo publicado el sábado, 24 de mayo, en diarios de EPI PRESS)

      Hacía muchísimo tiempo que no veíamos a Victoria Abril por aquí. Por España y por la tele. Hacía más que no la veíamos en una serie. Ahora la vemos en otra de las series sorpresa de la temporada, Sin identidad, que emite Antena 3 los martes. Sin identidad vuelve al asunto de los niños robados, canjeados, eliminados, o convertidos en objeto de deseo de pudientes en una España no tan lejana que nos pone las vergüenzas de punta. La historia cuenta la necesidad de María, Megan Montaner, por saber su origen, el de verdad, no el urdido por sus padres adoptivos, que la criaron en cuna de seda y algodón. La serie tiene más enjundia que todo eso, y se irá desvelando poco a poco. Por lo pronto ya sabemos que la madre de la protagonista es Fernanda, es decir, Victoria Abril.

      He dicho que la serie tiene más enjundia que ser una más de niños robados, pero no sé por qué lo digo. El primer capítulo fue un gran capítulo, pero el segundo descendió a la categoría de atolondrada serie de niños robados. Algo falla ahí. Pero me centro en esta grata incorporación, en Victoria Abril. Es tan buena, que a pesar de tener que defender un personaje al que retratan con todos los tópicos de la mujer perdida en drogas, puterío y alcohol, lo saca adelante con cierta credibilidad. Sus ojos siguen iluminándose cuando se emocionan, y cuando habla es creíble lo que dice a pesar de obligarla a hablar en un andaluz que suena raro si es de Jaén, aunque mejor que el que habla Verónica Sánchez, que lo hace bien, pero mi arma, el andaluz es más complejo que hablar como en Triana. Habrá que ver cómo evoluciona la serie, pero ojo, que se puede desinflar. 

Victoria Abril como Fernanda en Sin identidad, que emite Antena 3 los martes por la noche. Tuvo un primer capítulo de verdad soberbio, pero en el segundo decayó... A ver en qué queda la historia, que prometía algo más que otra sobre niños robados.