lunes, 29 de febrero de 2016

Maldeojos. Marc y Arsenio



Marc y Arsenio
(Artículo publicado el martes, 23 de febrero, en diarios de EPI PRESS)

        Siempre que los veo me pregunto no qué hacen ahí sino qué hacen ahí los dos. Cuando en La 1 el fin de semana Pedro Carreño, con su boquita de pitiminí, sus labios de rojo intenso, y su movimiento de cabeza, como un ave que picotea, da paso a los deportes, ahí están los dos, Marc Martín y Arsenio Cañada. ¿Para qué?, insisto. No sé por qué salen los dos, juntitos. Estamos acostumbrados a las parejas de presentadores de las  noticias –Vicente Vallés y Lourdes Maldonado, Sandra Golpe y Álvaro Zancajo, o José Ribagorda y Carme Chaparro-, chico y chica, siempre. Pero llegan los deportes y se acabó el emparejamiento. Menos en Cuatro, que saca a Manu Carreño y al otro, a Manolo Lama, Los Manolos, pero esa pareja se dedica al show deportivo, o al menos así me lo parece cuando me detengo en ellos unos segundos.

      Lo de Marc y Arsenio es otra cosa. Son el Zipi y Zape de La 1, las Terelu y Campos del plató, los Juan Ramón Lucas y Carlos Alsina de los Deportes. Uno lleva barba, el otro no. El de la barba va sin gafas, el otro no. Uno con traje claro. El otro, oscuro. Los dos parecen presentadores de concurso, con sus tarjetitas en la mano plantados ante el gran plasma, retratados  con una cámara que parece del enemigo, desde arriba, como un pajarillo que los ve muy pequeñitos, casi deformados en esos planos tan picados. Me hace mucha gracia verlos, tan absurdos. Sentarlos en la misma mesa de Pedro y Raquel Martínez daría sensación de multitud, así que los sacan de pie, junto a la mesa central, moda que vemos desde que echaron a María Escario. Sigo preguntando, ¿para qué? Para dar tensión narrativa, dice un jefe de la casa. Y me vuelve a dar la risa. 
Los dos parecen presentadores de concurso, con sus tarjetitas en la mano plantados ante el gran plasma... Son Marc y Arsenio.

viernes, 26 de febrero de 2016

Maldeojos. Tiempos de "streaming"



Tiempos de “streaming”
(Artículo publicado el domingo, 21 de febrero, en diarios de EPI PRESS)

      Yo digo como decía en Más vale tarde Miguel Ángel Aguilar. Yo quiero “streaming”, yo quiero “streaming”. El periodista de melenita blanca, ondulada, es un cachondo, y su sonrisa, a estas alturas del análisis, es un editorial. Cuando escucha a los políticos, el realizador del programa abre una ventana al lado con la cara y los gestos de Aguilar, y si al final de la perorata del político Miguel Ángel se sonríe como un conejillo, malo, pinta mal la cosa. Si él quiere streaming –ya sin comillas-, yo también quiero streaming. Es la nueva ola. Contra el presidente plasmado, los aspirantes transparentes. Contra la política de las grutas tenebrosas, la política del ventanal. Se reúnen, y a los dos segundos ya están ahí, en casa, ante los micrófonos y las cámaras. Es lo último. Nada de reuniones secretas en tugurios de tiniebla y sofoco de humaredas. Ahora se vive la política como Cristina Pedroche vivió la Nochevieja, con el chotillo al aire. Nuestros políticos más jóvenes le han cogido el gusto a ir corriendo al confesionario, como concursantes de Gran Hermano, para ser los primeros y chivarlo todo. En el Congreso de los Diputados hay un set en cualquier rincón, y da la sensación de que hay colas esperando a que Susana Griso termine con Pablo Iglesias para que entre al programa de Ana Rosa antes de que se lo lleve Antonio García Ferreras, que habla con Albert Rivera porque luego no puede ya que Javier Ruiz lo tiene en el sumario de Las mañanas de Cuatro, a donde veo como tertuliano, por cierto, al sin par Alfonso Merlos, un crack que hace del periodismo un karaoke donde importa un truño el rigor porque lo que se busca es la francachela con los amigotes. Hoy, el periodismo en televisión es el periodismo del minuto y resultado. Está pasando, se está contando. Está pasando, se está viendo. Como ha escrito mi colega Rosa Palo, el destape era esto.

El pelucón
Pero a mí me mosquea tanto tul informativo, tanta aparición de políticos en pelotas con el corazón en la mano sólo envuelto en gasas, organza, o muselinas. ¿Qué hay detrás? No hay mejor forma de ocultar algo que dar la sensación de que vas en bolas. A algunos les pilla esta racha con el pie cambiado, y por eso ahora vemos a Mariano Rajoy con el ojo perdido, desbocado, sacado a la arena a empujones, sabiendo, como dijera Ortega Cano en su hit “Estamos tan agustito”, que repantigado en el sofá vería caer de la parra a estos jovenzuelos de la transparencia y otras bobadas, que él es perro viejo y en los últimos meses ha criado costra de gran cínico. Y por eso se pasa las ruedas de prensa por el sobaco, casca como una cotilla de José Mota, pierde el tiempo disparando el primero y atontando con sus soflamas a la jauría de noqueados informadores, da voz al periodista pijo Pablo Montesinos, onda PP, corazón de gaviota, y así se quita de golpe las preguntitas toca pelotas sobre la corrupción, y en cuanto la cosa se pone fea, hala, con cara de debate, o con amago de abrocharse la chaqueta para no saludar a Pedro Sánchez, dice adiós o, usando sus propias palabras, ha sido un encuentro notable, pero hasta aquí hemos llegado. Y se va con viento fresco. Rajoy entiende la transparencia informativa como un intrusismo en su intimidad, al estilo, menos rabalero, de Marta Ferrusola, que la entiende mandando a la mierda a la reportera que le pregunta. O callando ante el juez, puñetas, qué se habrán creído estos españoles. Vuelvo al principio. Quiero streaming, sí, pero para saber cómo consigue ese pelucón la esposa de Alfonso Rus. Notable. ¿Esconderá 10.000, 11.000, 12. 000 euros, dos millones de peles? Ya ven, me conformo con pocas cosas como espectador televisivo.

Eres el mejor
Pero no todo va a ser exhibición. Frente a la transparencia y el escaparate, la huida y el escondite. Memorable la actitud de Pepa Flores, que enterró para siempre a Marisol y jamás la sacó del sarcófago. Tiró la llave al mar de Málaga. Hace unos días le otorgaban la Medalla de Oro del Círculo de Escritores Cinematográficos, pero la tía, coherente, no apareció. Ese mundo ya no es su mundo. Decidió ser anónima. Pepa, hermosa en su silencio, es una estrella de Neruda que titila a lo lejos. No así Fátima Báñez, perdón, lector, por susto tan morrocotudo. A esta señora le pagamos entre todos el sueldo, está a nuestro servicio, pero jamás ha concedido una entrevista en la tele para explicar su trabajo más allá de un aquí te pillo aquí te pregunto en una rueda de prensa ventilada en unos minutos. A la colega no hay hurón mediático que la saque de su madriguera. Miento. Ha salido dos veces para pasárselo pipa en su plató favorito. Siempre el mismo. Siempre en 13tv. Siempre para hablar con Antonio Jimenez, el que le pone el cascabel al gato de la izquierda. La primera visita fue en junio del pasado año. La segunda, hace dos semanas. Ella no se mueve si no se lo pide o este gatero amante de las gaviotas o la virgen del Rocío. Así que nada de streaming, ¿Dijo algo vital para este país? Sí, basura de mitin. Bravuconadas de fantasma en un partido que desde el domingo, después de misa de 12, se deshilacha, ahora sí en directo, ante la atónita audiencia. Got Talent, pareció murmurar de sí misma Esperanza Aguirre en su oración de despedida. La pecadora enviaba recados a un Rajoy catatónico manejando un PP a la deriva. La lideresa sí tuvo corazón de streaming mucho antes de los tiempos del streaming. Se va como presidenta del PP madrileño, hasta nueva dimisión, guiñándole sus ojillos a Mariano Mariano, señalándole la puerta de salida, ay, qué hombre. Mira que si nos da el chasco y, en un alarde de modernidad, va y dimite rodeado de cámaras y micros en hora de máxima audiencia. Si se da prisa incluso puede hacer bolos en Gran Hermano VIP. Ah, hace unos días pasó por Murcia el hombre plasmado. Me imagino a Ramón Luis Válcárcel, ex presidente autonómico, rezar por lo bajini para que el Gran Lider no le dijera, “Ramón, eres el mejor”, palmadita que se ha convertido en la antesala de la sospecha, el banquillo, o la cárcel.

La guinda
Cambalaches
No es que esté a la deriva, pero se parece mucho a ese concepto. Cuatro no sabe qué hacer, con qué puñetas rellenar la conocida como hora de acceso a la hora de máxima audiencia. La hora que ocupa El Intermedio en La Sexta y El hormiguero en Antena 3, o Gym Toni en Cuatro. Pero desde el lunes Cuatro cambia de rollo y saca a Miguel Ángel Oliver al grito de Toma partido. Si lo que mola es el churro, se venden churros. Punto.


jueves, 25 de febrero de 2016

Maldeojos. To Kyma



To Kyma
(Artículo publicado el sábado, 20 de febrero, en diarios de EPI PRESS)

      Es el nombre del hostal donde paran los socorristas españoles en la isla griega de Lesbos, a donde llegan, incesantes como las olas, miles de personas que huyen de la guerra, de la violencia, y de otros conflictos. Vienen eritreos, afganos, libaneses, sirios, vienen hombres, mujeres, niños, bebés de meses, vienen ateridos, con miedo, llegan a una costa salpicada de salvavidas, una palabra demasiado generosa para una prenda que se convierte en trampa porque son chalecos falsos. Dice la narradora de To Kyma, rescate en el Egeo, que emitió La Sexta la noche del jueves, que las mafias turcas que organizan esas travesías por el Egeo no tienen escrúpulos. Venden chalecos que no flotan y montan a la gente en barcos que se hunden.

      Hay pasajes que pueden costar más de 2.000 euros, cantidad superior a lo que cuesta un crucero de lujo. Cuando llegan los refugiados no llegan al final de la travesía sino al principio de otro infierno llamado Europa. De qué infierno huirán esas gentes para que el fuego europeo no les queme tanto. La Europa oficial, la de los despachos y la política, mira para otro sitio. Es la forma que tienen los tancredos que nos representan de solucionar el problema. Mientras, como cuenta el reportaje, es la gente, el pueblo, el que se organiza. Son conocidos en el mundo entero por su labor los socorristas de Proactiva, españoles que pueden rescatar a la gente con dinero de anónimos ciudadanos, no con recursos de la administración. El pueblo salvando al pueblo. To Kyma, rescate en el Egeo, pretende despertar conciencias, tal vez sonrojo y vergüenza en los políticos, pero para eso habría que tenerla. 
Imagen del reportaje que emitió La Sexta.


To Kyma: Rescate en el mar Egeo
Imagen de refugiados sirios. Tremenda lucha por la supervivencia.

miércoles, 24 de febrero de 2016

Maldeojos. Azufre



Azufre
(Artículo publicado el jueves, 18 de febrero, en diarios de EPI PRESS)

      Se veía venir. Dijimos, y sabíamos, que Soy noticia, junto a Conexión Samanta, que Cuatro empezó a emitir en sábado y luego en viernes, se daría un batacazo importante. Y así fue. A la audiencia que ha ido forjando la cadena le importa un cojón de pato su apuesta por “el periodismo”. Lo pongo así, entre comillas, porque ni eso era periodismo ni nada que se le parezca. Quiero decir que Cuatro frivolizó tanto, rebajó tanto el nivel, que a nadie interesó el resultado. Ni a la audiencia natural de la cadena, por muy friqui que sea, ni a quienes, ingenuos, se acercaron con curiosidad e interés les satisfizo Soy noticia ni lo otro que, como escribí en su día, son al periodismo lo que siete hamburguesas a una comida que se considere saludable.

     Así que Cuatro, lógico, se ha quitado de en medio la pachanga de Nacho Medina y la de Samanta Villar, por filibusteros, excéntricos, y circenses. Nada que ver con el trabajo serio y creíble que Jalís de la SernaCallejeros, En tierra hostil- firma para La Sexta como Enviado especial. El programa pretende dar voz a españoles que viven fuera de nuestro país y organizaron su vida allí. La primera entrega la dedicó al preso español Pablo Ibar, que lleva en el corredor de la muerte más de 15 años y ahora ha conseguido que la Corte Suprema de Florida anule su condena y se revise desde cero su juicio. Al preso lo hemos visto en informativos y magacines. ¿Qué novedad periodística ofreció Jalís y el equipo de Enviado especial? Se habló con él, con su nuevo abogado, con la mujer de Ibar,  con un congresista, y con una hermana de una víctima. Sin triples saltos ni tontunas. Sin excentricidades. Vamos, azufre para Cuatro.

martes, 23 de febrero de 2016

Maldeojos. El regreso



El regreso
(Artículo publicado el martes, 16 de febrero, en diarios de EPI PRESS)

      Ha vuelto. ¿O en verdad es que nunca se fue, al menos en espíritu? Ha vuelto a la casa del señor Carlos Dávila, aquel imprudente periodista, casi acosador cuando las cosas no venían como él quería, representante de una derecha asilvestrada y rabiosa, maestro de componendas e inventos, que presentaba en La 2 El tercer grado en la época gloriosa de José María Aznar, cuando las condenas por manipulación informativa alcanzaban el grado de vergüenza nacional e internacional. Este señor fue levantado de su sillón con el nuevo aire que llegó a la televisión pública, donde ejemplares como el menda no tenían cabida. Pero no perdió el tiempo. Fue captado por la órbita de Intereconomía, una de las drogas entre duras y cachondas del periodismo, sobre todo versión televisiva, donde El gato al agua fabricaba momentos de hasta aquí hemos llegado, os vais a enterar.

      En papel, el señor Dávila se hizo con La Gaceta. Para entendernos, si La Razón es como el delirio perpetuo donde vive el fullero Marhuenda, La Gaceta de Dávila era la cueva donde se inventaba el mundo al margen del mundo. O algo así, no me hagan mucho caso. No es tan importante. Lo cierto es que ha vuelto. Carlos Dávila ha vuelto a su redil natural aprovechando, quizá, que a la actual dirección de TVE le quedan cinco o seis manipulaciones más. Le han dado un programa no político, para que nadie se ponga farruco y critique la decisión como la de un cacique. Se llama El ojo clínico –he leído que gana 1.700 euros por emisión, calderilla, mendrugos de pan comparado con los 600 euros por programa que llegó a cobrar cada día Mariló-. ¿De qué va? De enfermedades. La primera entrega se dedicó a la depresión. Así es. Ver a Dávila te hunde, sin remedio.
Aquí está. Carlos Dávila. Qué ojo clínico tiene TVE para contratar a su gente. Claro que no es casualidad, hombre.