Que
me llevo la escalera
(Artículo publicado el domingo, 26 de mayo, en diarios del grupo Prensa Ibérica)
En Villanueva
Mesía, Granada, mi pueblo, como en otros miles de pueblos y ciudades, se decide
hoy entre unos y otros, o sea, entre la izquierda y la derecha, para reducir la
cosa a los bloques que son algo más que eso. En mi pueblo, sobre todo los que
éramos críos hace tantos años que las calles aún eran de tierra, que tuvimos la
suerte de criarnos en las placetas, en los balates, y en los callejones donde
todos nos conocían, circulaban no sólo rumores y chismes sino historias que
aunque no fuesen verdad tampoco eran tan disparatadas porque podían ser
verosímiles. Como saben, el apodo en los pueblos es una forma entrañable de
llamar al vecino, pero también una forma cruel que puede destacar el defecto. A
uno de los vecinos se le conocía por el arquitecto. Era apenas un chapuzas, un
albañil patoso que trabajaba en lo que fuera para sacar a su familia adelante.
Se dice que estando un día pintando la fachada de una casa llegó el chistoso de
turno y, a voces, le dijo mirando para arriba, “arquitecto, cógete a la brocha,
que me llevo la escalera”, y se la llevó. ¿Se la llevó? Esa es la leyenda.
Pasados los años, viendo por casualidad en Antena 3 Maestros de la reforma –ah, no, perdón, qué puñeta, los lumbreras del
añejo formato lo llaman como los catetos, Masters
de la reforma, habrase visto semejante imbecilidad. Tiene perejiles que
desprecien en nuestra lengua maestros y adopten la inglesa “masters”-, pues
eso, que viendo una noche Masters de la
reforma, con los dos equipos en su sitio, con los retos gritados por el
maestro de feria Manel Fuentes para
el equipo azul y para el equipo verde, con los lloriqueos de unos y la
satisfacción de otros, con las jardineras hechas un cristo, con los tabiques a
medio enlucir, zas, toma, por si lo habías visto todo, aparece de golpe la
absurda Carmen Lomana poniendo
caritas, si pudiera luchar contra su enyesada mueca, sentada en una cama con
mesita para el desayuno en la habitación creada por los amigos de Elche Javi y Jonathan y oh, que me troncho, la afamada pija dice estar encantada
porque desayunar en la cama le pone un ovario mirando al otro, igual que a mí
me pone un testículo a garrotazos con el otro cuando la pava suelta que ella no
tiene armarios para la ropa sino habitaciones, digo que con esta sarta de
gilipolleces me acordé del arquitecto de mi pueblo, un maestro de todo, un
chapuzas, un albañil que lo mismo tiraba un tabique que pintaba con cal la
fachada de la vecina, y desde luego no tenía ni puta idea de que se pudiera
desayunar en mesita baja en la cama ni que los cuartos de dormir pudieran
servir para otra cosa.
Esfuerzos
baldíos
Por si no lo
saben, la cosa va de lo siguiente. Diez parejas de peones luchan entre sí por
convertirse en los mejores reformistas e interioristas. Para ello deberán
enfrentarse a una serie de competiciones que pondrán a prueba su habilidad,
conocimiento y trabajo en equipo. Este lunes los equipos debían reformar un
restaurante en Rascafría, pueblo de la sierra madrileña, reforma que abarcaba
lo interior y lo exterior. Además hay pruebas de eliminación entre las parejas
perdedoras de la prueba por equipos, pruebas que se hacen en el plató y en
donde entra el famoso de turno. Si la semana pasada fue la olvidable y
pesadísima Lomana, estirada como una goma de mascar, esta semana ha sido la hueca
Eva González –La voz, La voz kids, y La voz senior, a falta de La voz fetal, La voz de ultratumba o La voz
quinqui, La voz guasona, La voz choni
o La voz cerda- que pidió que le diseñaran una habitación infantil. Creo
que se quedó contenta, pero servidor no resistió la prueba y abandonó antes de
que el cerrojo del programa, largo como el enfado perpetuo del naranjito Rivera, echara el cierre hasta el
próximo programa. Es que no me hallo. No me conmueve nada de lo que pasa ahí,
como me pasaba con Maestros de la costura,
y eso que el cascarrabias del dedal fetén, don Lorenzo Caprile, ponía de su parte. Hay programas que pasan a tu
lado como si pasara un ejército de helados guerreros mudos, de leves libélulas
que ni cosquillas te hacen. Antena 3 se lo ha currado con Maestros de la costura, pero para este espectador es un esfuerzo
baldío. No me toca. Ni la parte
reformista ni la de las tensiones entre los equipos y el jurado de expertos. Casi
al mismo tiempo que estoy con esto asoma su casco naranja, ofuscado y
beligerante, el tipejo Trump, que
coge el mazo de la guerra económica y la emprende a golpes contra el tabique
del chino Huawei dando inicio a una contienda que ha abierto informativos en
todo el mundo. Pero hete aquí que el capullo se la ha envainado porque las
empresas norteamericanas que tenían tratos con el gigante asiático le han
llamado al orden y la prohibición de comerciar con la empresa de
telecomunicaciones se retrasa otros 90 días. O sea, imbécil, cógete a la brocha
que me llevo la escalera.
Manuela
y Manel
Y como a Manuela Carmena, en plena campaña
electoral, le ha vuelto a poner ruedas en el camino el PP de la comunidad de
Madrid para aprobar el proyecto de casas para jóvenes, empresas y zonas de ocio
y deporte bajo el llamado Madrid Nuevo Norte, le aconsejo que se presente a
Antena 3 con el proyecto bajo el brazo para que los equipos de Masters de la reforma le den un empujón
a la idea, que con cámaras delante hasta los gallitos del partido ultra del
mulo y las pistolas contestan con serena educación. Y como los de Zapeando, la purita competencia de Risto en La Sexta, están en todo, han
creado estos días una sección que se llama El mejor alcalde. Ante un móvil, la
gente graba lo que haría si fuese elegido. Un chico joven dice que los lunes
dará cerveza gratis. Una chica, que vetaría el reguetón, que ni Maluma ni puñetas. Una mujer mayor, que
si llegara a ser alcaldesa daría desayunos gratis a los pensionistas. Y otro jubilado
que llamaría a Manel Fuentes para que arreglara las baldosas de las aceras, y
que si está escondido por ahí que vaya rápido cuando lo llame. O sea que sí,
que Masters de la reforma no está en
mi lista de favoritos, pero está claro que el chapuzas, el que sabe de esto y
lo otro, el albañil manitas, como el de mi pueblo, es seguido y cortejado. Yo,
por si acaso, no me subiré a la escalera.
La guinda
Grande
Punset
Se nos ha ido
esta semana Eduard Punset. ¿Político, presentador de televisión, un hombre de
ciencia y divulgación, un filósofo? Da igual. Es un grande de España, un hombre
que engrandecía la pantalla en cuanto su jovial sentido de la vida aparecía en
ese marco que, por citar uno, nos brindó Redes,
referente obligado de buena, excelente televisión pública. Su obra catódica
está ahí, intacta, moderna, eterna.
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