jueves, 23 de mayo de 2019

Maldeojos. Calla, gallo


Calla, gallo
(Artículo publicado el sábado, 11 de mayo, en diarios del grupo Prensa Ibérica)

     Ha saltado a los telediarios y magacines como ese tipo de noticias que te descolocan, o sea, que tienes que concentrarte para entender lo que te están contando. Porque no, no lo entiendes a la primera, quizá ni a la segunda, aunque a la tercera te acabas cabreando ya que de golpe lo entiendes todo, entiendes que hay gente tocada. Veamos. Supongo que lo escucharon, e incluso lo vieron. Resulta que turistas que acudieron a un hotel rural, insisto, rural, protestaron al dueño del hotelito campestre porque, tócate el calabacín, no podían dormir hasta las tantas de la mañana porque de madrugada, o cuando a los putos gallos se les calienta el pico y empieza el concierto del kikirikí, kikirikí, ya no hay quien descanse. La cosa ha sucedido con turistas de un hotel de Sotu Cangues, en Cangas de Onís, Asturias.

     Y en torno a esta rocambolesca y estúpida historia, surrealista y absurda, ha nacido un héroe, un tipo sensato que llama a las cosas por su nombre y no se explica las tontunas de la gente de ciudad. Es Nel Cañedo, un pastor de la zona, que publicó un vídeo que se ha hecho viral protestando por el cierre del gallinero próximo al hotel rural. En él hace un relato obvio. Las pites cantan, dice, kiririkí, kikirikí, son el despertador natural, y coño, a los inquilinos del hotelito les molestan porque cantan a horas intempestivas. Y termina con una pregunta. ¿Para qué venís a un pueblo a hacer turismo rural? Venga. Lo repito. Ahora lo pregunto yo. ¿Para qué va la gente a un hotel rural si, quién  sabe, si el gallo canta, puede que más de uno se moleste? El cachondeo en los programas ha sido de aúpa. Hay urbanitas remilgados que se lo buscan a pulso. Por idiotas.

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