La
venda eurovisiva
(Artículo publicado el domingo, 19 de mayo, en diarios del grupo Prensa Ibérica)
Como es lógico, por más velas que le
ponga al santo, me baje el calzoncillo y le enseñe el culo al descacharrante
maestro Joao para lo de las
adivinanzas, confiara en las, ahora sí, infalibles encuestas del alto chef del
CIS, José Félix Tezanos, que bordó
en oro de ley los resultados del 28 de abril, o ni siquiera machacando mi
dignidad abrazándome a la ordinaria religión de la chabacana Aramís Fuster, podría saber en qué
quedó lo de anoche en Tel Aviv, Israel, donde tuvo lugar -para, que este mundo
está loco-, la cita de Eurovisión ya que el pasado año ganó el concurso la
gallinácea musiquilla, horripilante, de Netta
Barzilai. Así que nada, ni sé ni me importa quién ganó anoche la cita en la
que no tengo duda, España, TVE, no debería de haber acudido a esa bacanal de
apoyo. Que las cañerías ensangrentadas del gobierno de Benjamin Netanyahu se las limpien otros, las blanqueen otros, las
aprueben otros. Este despreciable gobernante maquina sin cesar para huir de algo
que suene a paz y entendimiento. Dicen que es rencoroso, y obligado por el puto
festival ha tenido que alcanzar una tregua con el escombro espiritual de los
líderes de Hamas de forma que ni bombas israelíes lleguen a Gaza ni cohetes
palestinos lluevan sobre Tel Aviv por unos días. Qué asco. No son los cohetes
por ahora los que apuntan sobre Israel sino las cámaras del mundo las que no
deben de recoger la masacre ni la ocupación del territorio palestino ni la
muerte indiscriminada. Claro que al otro lado hay asesinos que no pagarían sus
fechorías ni cortándoles los testículos para que los perros se los coman a boca
llena. Pero la desproporción y la impunidad chulesca del gobierno de Israel,
protegido por el loco de la Casa Blanca, clama al cielo de la gente de bien en
Israel y en Palestina. Llegados a este punto de la abominación nunca antes el
título de una canción simbolizó tanto como la del representante de TVE la
postura de mirar a otro lado. Miki Núñez
podía haber cantado Las nubes, El mar, El otoño, Mi rabo o Tu conejo, pero no,
el tío anoche cantó La venda. Y en Israel. Es un sarcasmo. Una venda tapa, pero
no elimina la realidad. Nos ponemos la venda, damos cuatro cabriolas, echamos
unas risas, coreamos el estribillo, enarbolamos las banderas como auténticos
patriotas, organizamos una charanga para despedir al crío como se merece por
las calles de Madrid, nos ponemos la venda, aterrizamos en el aeropuerto Ben
Gurión como si nada, cantamos, y a mirar a otro lado, o decir, como dice TVE,
que “vamos a preservar el carácter no político de Eurovisión”. Netanyahu,
cogiéndose el paquete con las dos manos, se revuelca en uno de los muchos
asentamientos de judíos en territorio palestino. Ni venda ni puñetas. Escuchad
cómo resuena su risa.
El
sonajero
Lo peor de las vendas es que son objetos
que te ponen o que uno se pone. ¿Recuerdan al Pablo Casado que hablaba con el morro torcido y la sonrisa
inmaculada de “las fosas de no sé quién” y de “la guerra del abuelo”? Pues
bien. ¿Vieron la semana pasada los huesos pelados en una fosa, que resultó ser
de una mujer que en el momento de ser fusilada en 1936 llevaba en su mandil el
sonajero de su hijo de 9 meses? Los colorines de ese sonajero destacaban en el
agujero de tierra que aún tenía restos de la cal viva con la que cubrieron su
cuerpo. Aquel niño de 9 meses es hoy Martín
de la Torre Muñoz, de 83 años, que sigue en el pueblo palentino Cevico de
la Torre donde también nació su madre. La historia es una de las más terribles
por hermosa y dramática de las conocidas hasta ahora por su poético y
desgarrador fondo. El señor, que ni recordaba su sonajero ni la cara de su
madre, ha podido ver el colorido juguete y el esqueleto de quien le dio la
vida. Y ahora, señorito Casado, susúrrele al oído de este hombre “las fosas de
no sé quién”, y vea a dónde le manda la venda que se colocó con el gracejo de
los chulapos. También los gobiernos son expertos tapando los ojos de sus
ciudadanos y de sus vecinos, si pudieran. Hace unos días emitió Cuatro una
nueva entrega de En el punto de mira,
reportaje de Boro Barber. El equipo
llegó a Tánger para localizar al llamado Pablo
Escobar de Marruecos, un tipo que al parecer, según el reportaje, le hace a
todo, pero la manteca gorda la saca de las medicinas robadas en España y
revendidas en Marruecos. ¿Y qué ha dicho el Gobierno marroquí? Pues se ha
puesto la venda y asegura que han comprado al aparcacoches que habló con el
equipo de Cuatro.
Madre
de dragones
Si no teníamos bastante con La voz, Antena 3 parió La voz senior, y si no teníamos bastante
con los miembros del jurado, los llamados coches, ahora van y pare la abuela de
nuevo y nos endilga a David Bisbal. Es
el que faltaba. No tengo vendas para tapar mis orificios auditivos y visuales. La
semana pasada se vivió en el programa uno de esos momentos televisivos en los
que te faltan manos, mantas, bolsas, carretera y manta, o vendas, para taparte
la vergüenza de ver la actuación de José
María Guzmán, el del grupo setentero Cánovas, Adolfo, Rodrigo y Guzmán,
cantando Señora azul, tan bella, tan elegante, siendo juzgada por cuatro
analfabetos musicales que, mientras escuchaban la música hacían muecas de
cretino y movimientos ridículos como dando a entender que estaban a un tris de
golpear el puto botón y hacer girar su silla pero no, no lo hacían a pesar de
la voz y la música que les llegaba. Las necias caras de Bisbal y las muecas de
la palurda Paulina Rubio eran de ay,
dios, llévame pronto. Termino. ¿Siguen Juego
de tronos? ¿Han visto el último emitido? Es un ejemplo de ponerse la venda
y arrear. Una irreconocible Daenerys Targarien, Emilia Clarke… Me callo por si aún no lo han visto. Creo que les ha
pasado como a Díaz Ayuso, la del PP
por Madrid, que cuando habla es como comer y rascar, que no puede parar. Con Cayetana, la marquesita de Casa Fuerte,
forma tándem disputado en las tertulias. El que las eligió no llevaba venda
sino burka integral. Y ahora, Miki, corazón, supera esto.
La guinda
Las
madalenas
Las madalenas que hace Manuela Carmena,
alcaldesa de Madrid, se han puesto por las nubes de la fama. Una parte del
mundo se las disputa y la otra las desprecia porque, “a ver si las compra en el
supermercado”. En un reportaje de Espejo
público se vio cómo la “senil” y el “nieto” Errejón se codeaban con la
comunidad LGTBI. Y se habló de las madalenas. Juan Manuel de Prada celebró el
nombre español y no el inglés. Bravo.
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