Muñoz Molina
(Artículo publicado el sábado, 25 de mayo, en diarios del grupo Prensa Ibérica)
Ya sé que con Imprescindibles nunca se sabe. Nunca se
sabe si lo que estás viendo el domingo a primera hora de la noche es una
entrega nueva o una que ya han repetido no una sino cinco veces. En el fondo
pasa como con Reportero de la historia,
que ahora ha vuelto a La 2 por las mañanas, un trabajo de divulgación histórica
que firma Jacinto Antón. Es tan
bueno, tan entretenido, tan diverso, que va y viene de la parrilla como lo
hacía antes Verano azul, y no pasa
nada. Pues Imprescindibles, igual.
Seguro que el dedicado a Antonio Muñoz
Molina se ha emitido más de dos veces. ¿Más de tres? Yo no lo había visto,
y compruebo que está firmado en 2015, pero como no lo conocía, para mí es como
si fuera la primera emisión. El Imprescindibles
de Antonio Muñoz Molina, y sin duda
lo es, cuenta con Elvira Lindo, su
mujer, y Antonio Muñoz Vico, su
hijo, es decir, personas muy cercanas que hablan con él y transmiten lo que se
pretende, o sea, cercanía sin empalago, complicidad sin cursiladas, nada que
ver con parejas que por lo mismo suenan a mera pose, incluso ridículas en su
pretendida distancia cuando se relacionan como profesionales y montan el show
del “adelante, Pastor, hola, Ferreras”.
Me cuesta
destacar algo del escritor de Jaén recocido en Granada –fue ahí, en Diario de
Granada, cuando coincidí con él firmando cada semana en el periódico-, y me
cuesta ya que Antonio Muñoz Molina es de esos tipos que cuando hablan, e
insisto, jamás suena a hueco, a pedante, a resabiado, a tonto, dan ganas de
tomar apuntes. Su conocida timidez lo hace aún más entrañable. Busquen este Imprescindibles. El propio escritor se
define cuando dice que “la pompa me da mucho por culo”.
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