Marica
(Artículo publicado el martes, 30 de abril, en diarios del grupo Prensa Ibérica)
Después
de la actuación de Saiz Ramos,
bellísimo efebo que llenó con su vuelo el aire del escenario donde se graba Prodigios en el auditorio Miguel Delibes
de Valladolid, el jurado Nacho Duato
–inteligente, sensible, combativo- contó una anécdota personal, de esas que te
calan hondo porque desde el principio sabes por dónde va y cuál es el final.
Dijo que desde crío le gustó la danza, y que con apenas 12 años, escondiéndose
en casa de su padre, ocultaba las mallas para irse a la academia donde, ni que
decir hay, era el único chico. Claro que le decían marica, y el propio padre
insistía en que aquel niño tenía que poner voz de tío. ¿Voz de tío?, se
preguntaba Nacho, pero si soy un crío, pensaba. Aquel adolescente que bailaba como
quien delinque llegó a levantar teatros de todo el mundo, de Australia a
Canadá. Pero su padre apenas lo vio dos o tres veces.
Esa
espina la lleva clavada el que fuera director de la Compañía Nacional de Danza,
y por eso se emocionó tanto con la actuación de su apadrinado, que por cierto,
tal como se intuía, resultó ganador de la primera edición de este programa de
La 1. Said Ramos, un bailarín de danza clásica, no sólo ganó Prodigios gracias al definitivo apoyo
del público sino que, desde crío tuvo el apoyo de sus padres, de papá y de
mamá, felices, orgullosos y emocionados por el triunfo de su hijo en un país
que sólo ve arte cuando un niño, un hombre, se pone las mallas y baila. Perdonen
que ahora haga un puente, lo cruce, y me instale en los resultados de la noche
electoral del 28. Claro triunfo de la izquierda, claro despatarre de la
derechita, cobarde o salvaje. Ese triunfo puede ser, debe de ser, el freno que
haga que este país no llame marica a un niño que baila danza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario