La fragata
(Artículo publicado el jueves, 16 de mayo, en diarios del grupo Prensa Ibérica)
El
naranjito norteamericano, zumbado como un sonajero, lleva sus barquitos de
paseo por el Golfo Pérsico, barquitos no de sardinitas para espetos bajo el sol
malagueño sino naves de combate, de esas que disparan más fuego que Drogon, hijo
de la Madre de Dragones, los puñeteros.
Paseando por los mares océanos, entre camaradas, la fragata española
Méndez Núñez se echó al mar con los marines del zumbado para conmemorar los
quinientos años de la vuelta al mundo de Magallanes
y El Cano. Pero hete aquí que Donald Trump, en manos de sí mismo y de
mentes de una perturbación más peligrosa que la del que sienta su nauseabundo
culo en la Casa Blanca y envía mensajes a Twitter a un ritmo endiablado, decide
meter su melena y ese morro suyo de asco en el avispero del Pérsico por si le
da por guerrear con Irán.
Recuérdese
que este imprevisible cantamañanas lleva semanas tensando la soga al retirarse
del acuerdo internacional de 2015 para frenar las actividades de Irán con los
juguetitos nucleares. Perdonen la burda y simplista explicación de algo tan
monumental y de consecuencias que de nuevo pueden poner al mundo en jaque, algo
que a este peligroso mandatario le excita sobremanera –véase el pulso de
machito que se trae con China en otra guerra, esta comercial, que tiene al
mundo con la boca abierta-. ¿Y? Pues que Pedro
Sánchez, por muy en funciones que esté, y la ministra del ramo, Margarita Robles, han dicho hasta aquí
hemos llegado, que se vuelvan nuestros nenes, a casa los barcos, y que cada
cual se pague sus juergas. Ayer, en Espejo
público, dos mendas del partido ultra del mulo, llamó cobardica al
Gobierno. Pues vale. Vivan los cobardes.
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