Gonzo
(Artículo publicado el martes, 7 de mayo, en diarios del grupo Prensa Ibérica)
Siendo
una noticia gorda el abandono de Jordi
Évole de Salvados, que lo es, creo
que la noticia gorda y esperanzadora ni siquiera se dijo en El hormiguero, púlpito de gran
relevancia y seguimiento social. La noticia gorda, la verdadera noticia es lo
de siempre, a rey muerto, rey puesto. Saber que Jordi Évole deja un programa de
primer nivel, un programa que se ha convertido en referente periodístico
nacional e internacional, es una putada. Es de las certezas que te dejan con el
ojo fuera de la órbita. Pero enterarte al día siguiente de que el sustituto que
ocupará el castillo es Fernando González,
Gonzo, es lo que necesitó este
espectador para entender que Salvados
está salvado. Gonzo, uno de los periodistas más sagaces, rápidos y brillantes
de televisión, el tipo que pone su sello en El
intermedio, firmará, junto al equipo del programa, Salvados de mucha categoría.
El
domingo se despidió Évole de ese niño mimado, fuerte, premiado, con una entrega
que sólo Salvados puede emitir en
horario de máxima audiencia. Fue Mi barrio, o sea, un retrato potente, calmado,
de la vida cotidiana de San Ildefons, en Cornellá, un pulso realista, poético,
íntimo, y sin duda emotivo para el autor, que supo, otra vez, traspasar la
pantalla y hacerte cómplice de las historias de soledad, amor, deseo,
frustraciones, de lucha y enfermedades de sus gentes, y hacerlo sin producción
previa, es decir, llego, te pregunto si puedo preguntar, me siento contigo, la
cámara nos graba, y ya está. Hay que reconocer la valentía de tanta humildad de
un programa que viene de hablar con el papa Francisco o con Nicolás
Maduro y cierra su décimo primera temporada, en la que se despide su
mentor, en su barrio. Suerte, Jordi. Bienvenido, Gonzo.
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