lunes, 27 de mayo de 2013

Maldeojos. Una sonrisa, por favor



Una sonrisa, por favor

      Hay un batallón de ladrones, corruptos, mala gente, criaturas siniestras, usureros a los que les ponen medallas, bandidos que juntan sus manos en los templos pero escupen bilis en cuanto notan discrepancias, cada día nos ahogan un poco más a ver hasta dónde aguantamos, nos quitan derechos que creíamos inamovibles, destrozan a conciencia, con milimétrico trazado, el futuro, machacan la educación con un plan malévolo y perverso, denigran hasta un estado de ignominia el prestigio de maestros y profesores, pilar básico de toda sociedad decente, digna, y orgullosa, arrogantes autistas como José Ignacio Wert sólo tienen orejas para fulminar una instrucción pública que se va a poner en manos de la superchería y la ambición sin medida de una iglesia que jamás estará conforme hasta que la claudicación política sea total y convierta la escuela en aulas donde la fe ciega arrodille a la ciencia y la razón, se dilapida una sanidad pública que será servida en bandeja a empresas sin escrúpulos, y personajes siniestros y mediocres como Ana Mato son meros muñecos en manos de intereses y grupos de presión sin piedad, tenemos a una ministra que lleva una cartera con el nombre de Empleo escrito en letras doradas, pero Fátima Báñez es más de la virgen del Rocío que de paparruchas para incentivar el trabajo, en el consejo de ministros se dan codazos los polluelos bajo una moral religiosa que es legítima hasta que da el salto y se planta en mitad de la mesa para dirimir las trazas que afectarán a todo el pueblo, estafado, afrentado, y degradado, estamos en manos de un presidente que se rindió desde el primer momento y se puso al servicio de los malos, y desde Mariano Rajoy al último se inició la carrera del cinismo cruel para pervertir el lenguaje y vender la claudicación a unos mercados asesinos y avaros como un triunfo que nos reportará el beneficio del trabajo bien hecho. Y sí, el trabajo es perfecto. Medido al milímetro. 

Momento mítico en que Fátima Báñez agradece el capote que, dice, asegura haberle echado la Virgen, pero ojo, no una Virgen cualquiera, no, sino la Virgen del Rocío. El top de las vírgenes.

 Es una cabra loca

      Cada día, viendo televisión, tenemos razones para insistir en ese desastre programado del que los de siempre –perdón por la simpleza- saldrán reforzados. Pero la columna de hoy quiere mirar a otro lado, ver otras cosas, resaltar otras orillas. Y es cierto que se pueden encontrar, porque las hay. Veamos. Seis jóvenes con discapacidad intelectual se atreven con su primera experiencia laboral como empleados de un hotel de lujo –vaya, que aprenda el hotel de Cabo de Gata que no dejó entrar a otro puñado de jóvenes con síndrome de Down a sus instalaciones, por si molestaban a los clientes, aunque luego la dirección de la cadena ZT Hoteles se disculpó-. Son Luis, 18 años, Laura, 19, Javi, 20, Irene, 21, Hugo, 24, Gloria, 19. Decía Irene en la presentación del programa, junto a Ignacio Corrales, director de TVE, que quieren demostrar que no tienen discapacidad sino “capacidades diferentes”. Durante los programas, gente conocida los está visitando. David Bisbal, Íker Casillas, y Mario Casas entre otros. En seis semanas aprenderán el oficio –recepcionista, ayudante de cocina, botones, camarero-. A Laura le encanta Mario Casas, y tiene la pared de su cuarto forrada con fotos del actor, escucha canciones románticas pensando en él, dibuja corazones para él, y habla de él con conocimiento, es delgado, dice, cachas, con tabletas, es decir, “es el hombre de mi vida”. La madre de Laura, Pilar Andújar, dice que su hija es muy selecta, y que si el resto de amigas ya tiene novio ella no, ella espera algo mejor, no tiene los pies en el suelo, sentencia la madre. Javi es tímido con las chicas, pero sólo al principio, que luego se suelta y es otra cosa. Una compañera de trabajo, que no es Down, se mete con él, lo pone al límite, le dice que está muy bueno, que se quiere casar con él, pero que si no, no importa, que ahora cuando estén solos en el ascensor, se va a enterar. El chico se ríe, y dice que como es tan tímido, la sobrelleva, y que se lo pasa bien con ella porque sabe que es de broma, y que es la cabra loca de la cocina. 

Luis, que aprenderá a trabajar como recepcionista, en un momento de la cabecera del programa, Con una sonrisa.


Más guapo que Mario Casas

      Hugo está aprendiendo a organizar banquetes bajo la supervisión de un profesional del hotel, de la cadena Sheraton, es decir, palabras mayores. El ambiente no sólo es bueno. Es excelente. Mientras, Laura aprende a limpiar la habitación de los clientes, a hacer la cama hasta que no quede una arruga, a retirar sin contemplaciones el edredón de un blanco impoluto porque tiene algo sucio, pues se tapa, dice Laura, no, contesta sonriente la gobernanta, se retira y se pone otro. Por cierto, Laura, ¿quién es tu príncipe azul? Mario Casas, responde la chica. ¿Y qué darías por ir a verle?, sigue la gobernanta. Lo que sea, responde Laura. Pues a mí me gusta George Clooney, pero hija, él nunca se fijará en mí porque lo hará en gente de su entorno. La madre de Laura interviene en el montaje asegurando que ningún chico sin síndrome Down se podrá fijar en ella “en plan pareja, y yo creo que Laura lo sabe”, pero es muy fantasiosa. A Laura la enseñan a tocar en las habitaciones antes de entrar. Ahora entra a una con sorpresa. Por allí anda su amor, Mario Casas. La chica se queda paralizada, como el que ve una visión. Al final corre hacia él, se abraza, le estampa un puñado de besos en la cara, y se sienta a su lado. Es la escena del sofá, y Mario, natural, sabe llevar la situación. No hay forma de despedirse de él, y cuando lo hace empujada por Rocío Arias, preparadora laboral de la Fundación Síndrome Down de Madrid, ya en el pasillo, Laura se viene abajo y llora lo que no lloró delante de su amor. Cuando Laura explica a Luis lo que acaba de vivir, Luis, como cualquier pimpollo, le responde lo obvio, yo soy más guapo que Mario Casas. Todo esto lo he visto en La 2, en Con una sonrisa –viernes, 23´15 de la noche-. Es un programa esperanzador, energético, vital, amable, de sentimientos nobles, de concienciación, de buena televisión pública.


Mario Casas abraza a Laura, que se queda turulata cuando ve al actor en la habitación que ella está arreglando.


La guinda                                                                                                   
Chef retocados
Es lo mismo, pero no es igual. Empezó MasterChef en La 1con unos bríos que tiraban para atrás. Tiraba para atrás la impostura de algunos maestros cocineros –insoportable Pepe Rodríguez por falso, demasiado teatral, envarado en un personaje devenido en cómico de tan hosco-, el montaje de videoclip, el corsé generalizado, y Eva González, su presentadora. Pero a MasterChef lo han retocado, suavizándolo. Y ha remontado. 

Un momento de la pasada edición de MasterChef, que ha sido remozado un poquito ganando en cercanía y buenos momemtos televisivos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario