miércoles, 15 de mayo de 2013

Maldeojos. Corina no es Corina



Corina no es Corina

      Cuando Cuatro estrenó el domingo una cosa que lleva el nombre de Corina, que nadie se relama. No es la Corina Corina, vamos, no es Corinna zu Sayn Wittgenstein, ese rarísimo rosario de apellidos impronunciables que aquí, campechanos como el monarca, renombramos como “la amiga del Rey”. La Corina de Cuatro es Corina Randazzo, una princesa de discoteca a la que sólo le falta Un príncipe para Corina. Y Cuatro, que está en todo, se lo va a buscar, o no, entre 24 pretendientes de perfil nerd. ¿Nerd? Sí, ese anglicismo que habla de tipos obsesionados por sus manías, pero sobre todo, que es lo que interesa al programa, con problemas derivados de esas manías para relacionarse con el sexo opuesto.  O dicho como lo diría el Rey campechano, quizá incluso ante la otra Corina, que no mojan el churro.
 
      Dice la cadena que la princesa hallada en una discoteca de Málaga encarna el ideal de las princesas del cuento de hadas. Rubia, hermosa, inteligente, y encantadora, pero, oh, sin su príncipe azul. Este cuento lo tiene todo. A la princesa, a los sapos –los hay muy, muy sapos, y muy, muy de todo, el evangelista, el ceporro, el engreído, el friki, vamos, más friki que los demás, o el pobre diablo-, y para que no falte de nada, tiene su bruja, y nadie como Luján Argüelles para semejante misión, baqueteada en amores raros de la mano de ¿Quién quiere casarse con mi hijo? Dicho lo anterior, y como estoy seguro de que a la misma hora usted veía a Jordi Évole en el Salvados dominical, no se apure. Ya tiene todos los datos. Ya sabe que, salvo por mera cuestión morbosa, no ha de asomarse a ese palacio de bichos, que como decía Constantino Romero, el tiempo es oro. 

La princesa de discoteca, Corina Randazzo, y la bruja del cuento cómico, Luján Argüelles, preparadas para dar la primera calabaza.

El primer pringao en salir del cortijo. Como él, un porrón. Cuatro friquis escogidos en los suburbios de la dignidad.

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