Yemen
(Artículo publicado el jueves, 19 de setiembre en diarios del grupo Prensa Ibérica)
Coño, Yemen
existe. Ha saltado a los informativos, al fin. Después de cinco años de
sistemático machaque a su población, derruida Saná, después de cinco años
matando a niños y adultos, arrasando escuelas y hospitales, dejando el hedor de
la muerte en sus calles y el hambre en cualquier rincón del país, Yemen, al
fin, se aupó como una de las primeras noticias del día. ¿Por eso, por la
programada destrucción del país de la mano de Arabia Saudí, con el apoyo
sonriente y naranja del volado Donald
Trump, uno de los más peligrosos seres que en el mundo son? Ni mucho menos.
Yemen ha saltado así de grande y de importante al salón de casa porque la loca
peña rebelde hutí, próxima a los postulados chiíes de Irán, en conflicto con
los dirigentes yemeníes, sunitas apoyados por Arabia, han volado con drones
instalaciones petrolíferas. Acabáramos.
Del conflicto
que empezó en 2014 apenas sabemos nada, apenas hemos visto en la tele la
hambruna provocada en la población por la familia real saudí, también tipos de
turbante y barba sin el negro rigor chií, como el sonriente heredero Mohamed bin Salmán, aceptados por un
occidente dependiente de su petróleo que mira a otro lado y hace tratos
millonarios de forma que sus tropelías “son nuestras tropelías”. Yemen existe. Pero
existe ahora por su posible implicación en la destrucción de los depósitos
petrolíferos, que en seguida ha provocado que el petróleo de lánguidos precios suba
hasta el punto de que el estruendo del dinero haciendo caja empiece a ser
ensordecedor. ¿Qué tal si el chiflado de la Casa Blanca, al fin, tiene su
guerra para empezar a lo grande su campaña por el segundo mandato? Yemen
existe, pero sigue sin importar una mierda.
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