El baile
(Artículo publicado el jueves, 27 de diciembre, en diarios del grupo Prensa Ibérica)
Baila aunque lo
suyo no es el baile, y ni siquiera cree que está bailando, pero sí. Hagan la
prueba. Me refiero a los hombres y mujeres del tiempo. Cuando se ponen ante el
caro plasma del mapa, empieza el meneo. Y así hasta que termina la información
sobre las isobaras, el anticiclón, la gota, la entrada de la borrasca o el
inminente descenso de las temperaturas que nos dejará tiesos el fin de semana.
Si como espectador se pone ante la pantalla en plan normal, es decir, con el
volumen dado para escuchar lo que dice el que dé esa información no hay nada
raro, todo parece lógico, armónico. Pero haga la prueba. Quítele el volumen al
aparato. Hágame caso, compruébelo un día. Entenderá mejor lo que digo. El
hombre, la mujer que tiene enfrente, le parecerá que ha entrado en trance, que
se mueve como llevado por un vals y sólo le falta ponerse el tutú.
Uno de los
maestros en esto del baile, el movimiento, la carrerilla hacia la punta del
mapa para señalar con el dedo el lugar exacto de las descargas, la genuflexión
y la cara de permanente asombro con los ojos muy abiertos es el incomparable Roberto Brasero, que la información del
tiempo en Antena 3. Pero los más jóvenes tampoco escapan a la ley no escrita de
la meteorología televisiva. Hay uno que se lleva la corona de laurel. Y está en
La Sexta, y no me refiero a Alberto
Herrera, que en Más vale tarde
informa del tiempo pero sin mucho espacio para la danza ya que, además del
modesto mapa, tiene de contenedor a Mamen
Mendizábal, que suele compartir espacio en ese rinconcillo. Hablo del
asturiano Adrián Cordero. Es un
crack. Yo a veces le quito el volumen al aparato por si el apuesto joven se
decide al fin con el “plié” y el “relevé”.
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