lunes, 7 de enero de 2019

Maldeojos. Pollitos estofados


Pollitos estofados
(Artículo publicado el domingo, 6 de enero, en diarios del grupo Prensa Ibérica)

     La página web de TVE se ufana, se infla como un rey mago blanco tintado de negro, de contar con los aspirantes a cocineros más pequeños que nunca. Algunos, sigo en la web, “casi no llegan a las encimeras”. Pobres niños. No me sale otra cosa. La última tanda de cocineritos forman parte de las anteriores, pequeños en manos de mayores, con lo que a los mayores les gusta el parné. Ya vamos por la edición número 6 de Masterchef junior.  TVE le ha tomado el gustillo al formato, y como Telecinco con Gran hermano, en La 1 no hay descanso, así que las cocinas no paran de echar humo, ya sea con cocineros de alto renombre –Mastechef celebrity- , con aspirantes anónimos adultos –Masterchef a secas-, o con renacuajos de ocho a doce años como Blanca, Noa, Candela, Jaime, Izan, o Pachu. Está claro que los escogen por algo más que por saber cortar verduras sin cortarse. La fama es dura, lo sabemos, y llenar la pantalla de la tele pública un par de noches a la semana, y en horas consideradas de alto consumo televisivo no es un regalo que te llega del cielo por tu cara bonita, que también. Hay que ser o pizpireta o redicho, o parlanchín o simpaticón, o ambicioso hasta el rechazo o competitiva hasta lo impropio en esa edad. Los elegidos y elegidas no pueden ser cualquiera. El espectáculo es cosa seria. Hay que elegir bien, como se eligen los perfiles de quienes de desgañitarán en la casa de Guadalix de la Sierra, que dar con diamantes brutas como la peruana Miriam Saavedra no es cosa fácil –casi me da una apoplejía cuando el otro día, creo que con la escurrida sílfide de Alberto Chicote, sometido a un régimen alimenticio tan eficaz que el año que viene el cateto Josie que idea los disfraces, para la noche de las uvas, podría pelearse con Cristina Pedroche a ver quién de los dos enseña el culo, pues eso, que por poco me quedo loco al enterarme de que Mario Vargas Llosa, literato con Nobel en su estantería, la felicitó por ganar Gran hermano. El contacto con la Preysler está dando sus frutos en tiempo récord trastornando su cabeza-.

Aznar en Botella
     Y como parece ser que en Masterchef se va hasta la presentadora –desde el lunes se verá a Eva González, quien la vea, en la nueva camada de futuros cantantes que engrosarán las listas del olvido que salgan de La voz, ahora en Antena 3, camada que formará club con los de Operación triunfo y parecidos chiringuitos canoros-, quizá sea por lo que la cocinera Samanta Vallejo-Nájera se ha restaurado como una muñeca chochona la faz, quedando como quedan todas, tirante de piel, brillante de mejillas, inflada de pómulos creyendo que así vence al tiempo y se hará eterna presentando junto a Pepe Rodríguez y el avinagrado Jordi Cruz las mil ediciones futuras que aún quedan de Masterchef, que seguro que seguirá contando con el panocho Mario Vaquerizo para hacer el chota, soltar unas plumas, decir cuatro simplezas, y llevárselo crudo. Ha dicho Samanta que este Masterchef junior es la entrega más divertida, dinámica, fresca, oh, ah, ay, yupi, y chachi que se ha visto. Aunque  a mí, ah, oh, ay, me parecen los mismos pollitos en el mismo corral haciendo monerías. El Gran Wyoming, desde el corral de los adivinos, ha demostrado que tiene boca de cabra –o sea, poder de profetizar-. Yo no me conformo con que la señora Ana Botella coja la cartera y se vaya, yo quiero que esa señora se siente delante de un juzgado por prevaricadora, dijo en 2015 el rico presentador de El intermedio en una charla ante un público entregado. Y se cumplió. Doña Botella acabó hace unos días estofada en el juzgado, que la condenó a pagar 26 millones de euros por malvender pisos públicos a empresas dedicadas al chalaneo especulativo inmobiliario siendo alcaldesa de Madrid, millonada que tendrá que abonar junto a otros cargos de su equipo. El gallito Aznar, que se sepa, aún no ha sacado el cuello por su pollita, aunque es de imaginar que el labio superior se le ha endurecido más y el cabreo que sienta será mayestático, como corresponde a pavo que se cree real, tan suculento en la olla.

Barba y bomba
     Y como no hay dos sin veinte, aparece de nuevo en La 2 un cura de alto copete, un pollo que se tiene por gallo según vestimenta. A José Antonio Reig Pla y a su empresa se le volvió a regalar un tiempo divino en un formato de entretenimiento conocido como El día del señor. Qué marcha. Con sus ropas de extravagancia muy mariquita, drapeadas, sedosas, bordadas en oro –no hay miseria, que la orgía ornamental, sueldo del político tras la máscara religiosa, y mantenimiento del negocio lo pagamos todos, sean o no sean feligreses-, el iluminado monologuista la emprendió otra vez contra los homosexuales, la ley del aborto, la de igualdad de género, contra los inmigrantes, contra el matrimonio entre personas del mismo sexo, en fin, bazofia que la tele pública permite para asombro del gentío, que en las redes sociales bramó su perplejidad. ¿Hasta cuándo se consentirá este desmán, impropio de una tele pública que no debe amparar semejantes monsergas que fomentan el odio? Aunque hay que reconocer que quienes diseñan la moda con que visten a estos actores bufos con ropajes de opulencia y opereta bien podrían apuntarse a la nueva edición que La 1 anuncia de Maestros de la costura, de nuevo con el simpar Lorenzo Caprile, el costurero real, con una malafollá casi de Granada, y Alejandro Gómez, uno que en vez de pollo se hace llamar Palomo, ve tú a saber por qué. He dicho Granada. Y enseguida he notado en la cara el zurriagazo de miles de banderas de la patria, compradas en el chino de la esquina, para ver quién la tiene más grande, si los del PP o los del vaquero de Vox, que se la medían en la plaza del Carmen granadina tratando de demostrar que su amor a la “Toma de Granada” del siglo XV por los Reyes Católicos es su actual rechazo a los infieles de barba y bomba. El espectáculo estaba servido, y las imágenes de tan rancio abolengo de pendones flamígeros, saltó en horas a los telediarios, que cocinaron unos caldos incomestibles con gallina vieja.

La guinda
Cómico Imbroda
     La política es cada vez más una extensión teatral. Hasta señores en edad de sensatez como el presidente de Melilla, del PP, Juan José Imbroda, actúan como un “showman” que entretiene al respetable. El otro día, para decir que Pablo Casado jamás subirá al Falcon con su perra, lo hizo con su banderita en el bolsillo de la camisa moviéndose sobre la tarima como un avezado cómico. ¿Recompensa? 10 segundos de Telediario.

No hay comentarios:

Publicar un comentario