Vaya hospital
(Artículo publicado el sábado, 19 de enero, en diarios del grupo Prensa Ibérica)
Tenía una vaga
idea, porque manejaba una vaga información, porque el origen de quien amamanta
al bebé también ha sido no vago sino lo siguiente, de que el martes, o mejor,
algún día, se estrenaba, y tampoco acertaba en qué cadena, Hospital Valle Norte. Tanta vaguedad e inconcreción no es buena,
¿verdad? Bien. Pues el martes por la noche, con la mano en el mando para poner
fin al día de televisión, estaba por casualidad en La 1 y en Lo siguiente, que no, no levanta cabeza
–a ver si la anunciada reforma del programa que presenta Raquel Sánchez Silva revive el alicaído formato-, y luego, zas, un
plano en el que alguien volaba en un aparato que parecía una caja de cerillas y
una etiqueta en la parte superior de la pantalla donde se leía
#HospitalValleNorte1, creo recordar. Y por amor a esta pieza me quedé.
La primera, en
la frente, o en la zona del cerebro o del corazón o del coxis o del bazo en que
se cría la perplejidad. El accidente del aparato fue la cosa más graciosa que
he visto desde que el trío La la la de
la derecha se lo monta en la cama andaluza cubriéndose con las sábanas para que
nadie vea sus cochinadas y luego decir que allí no pasa nada, y que el amor
entre hombres es cosa de colegas pero sin mariconadas. Lo malo de mi risa casi
loca es que el director de Hospital Valle
Norte, la productora, los actores y actrices, y por supuesto TVE pretendían
que el accidente resultara eso, un drama, y que dejara a la audiencia
conmovida. Cuento esto porque simboliza el desastre de lo que vino luego. Un
despropósito. Una serie de médicos y hospitales en el siglo XXI no puede ser
peor que las que se hacían en el XX. Lo dejo aquí. Por respeto a un equipo que
vive de esto.
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