Menos
“influencer” y más referentes
(Artículo publicado el domingo, 30 de diciembre, en diarios del grupo Prensa Ibérica)
Lo dijo en
directo un pensador moderno que tiene espíritu de bufón, y hasta sus maneras y
su forma atrabiliaria de vestir, exagerada y divertida, con un gusto que
apuesta por las mezclas más chocantes, parecen ir en esa dirección, incluso su
nombre de guerra, Bop Pop, bajo el que Roberto
Enríquez ha fabricado todo un personaje, es indicio de alma festivalera y
cascabelera. Y al mismo tiempo, y ahí su grandeza, el brillante análisis que de
la tele y la realidad y la cultura y la sociedad y la política, hace esta
eminente figura de la televisión, casi siempre bajo el amparo de Andréu Buenafuente, con quien ahora
comparte travesía en Late motiv. Fue
ahí donde una noche soltó la verdad verdadera que leemos en el titular de esta
página. En nuestra sociedad, dijo, sobran “influencer” y faltan referentes. Hubo un
silencio gélido, atroz, un zarpazo como de la ira de un dios noqueado, una
hostia en la línea de flotación de tanto impostor, un bendito escupitajo sin
despeinarse a tanta chuminada fruto de egos cuya megalomanía es sideral,
torrencial y vertical, o sea, el tonto de arriba se mea en los tontos de abajo.
Pues ahora resulta que muchos de esos “influencer” son un bluf, una estafa, una
mentira gorda, es decir, los buscavidas de toda la vida. Lo decía la semana
pasada La Sexta Noticias en un
reportaje que daba datos escalofriantes, asoma la voz de Pedro Piqueras desde Telecinco dando a entender que hay
calificativos que sólo a él le pertenecen. O sea, decía el reportaje que
presentó Helena Resano al mediodía, uno de cada cuatro seguidores de la
tropa de “influencer” son falsos. Las casas comerciales, que se han gastado más
de 35 millones de euros regalando productos e invirtiendo en publicidad en los
perfiles de algunos de estos impostores con más jeta que los montajes de Sálvame han tirado por el retrete cerca
de 12 millones porque detrás de esas abultadas filas de seguidores a los que el
influyente de turno iba a influir era eso, nada, un hueco, un agujero negro, un
perfil urdido por robots que multiplican los “followers” o se compran como se
compra en la oscuridad el silencio entre Juan
Manuel Moreno, PP, y Juan Marín,
Cs, para subirse el sueldo como primera medida de Gobierno en Andalucía.
Menos
desayunos
Estos van a
pasar una Nochevieja y entrada de Año Nuevo que flipas. Ni los escotes ni las
transparencias de Cristina Pedroche,
que apareció en Instagram en bolas –literal, porque se tapó con un montaje de
bolas de navidad engarzadas, demostrando que su sentido del humor sigue
intacto- los va a emocionar tanto como que sus votantes, perfectos “followers”,
tragan lo que tengan que tragar. Resumiendo, y como dirá Risto Mejide en cuanto pasemos de este 2018 al 2019, todo es
mentira. Así es. Todo es mentira es
el nombre del nuevo intento de Cuatro para comerse un cachito de la tarta de la
tarde que hasta ahora se tragan como leones, y auténticos reyes de la selva,
los de Zapeando. La mayoría de los
“influencer” son más falsos que las risas y los brindis que mañana se verán en
el programa de Nochevieja –empacho de Roberto
Leal en La 1, que por muy mono que sea el chico todo tiene un límite, que
no nos dará tiempo de tragar la última uva desde la Puerta del Sol junto a la
diosa y maestra Anne Igartiburu
cuando nos esté pidiendo que soplemos el matasuegras para celebrar ¡Feliz 2019!, esa eterna y rancia gala
con que las cadenas, todas las cadenas, meten sus ancas en el nuevo año-. En el
mundo “influencer” hay mucho “postureo”. Pero indaguemos un poco más sobre lo
mismo. Entre referente e influyente hay una delgadísima línea que une a las dos
palabras por sus significados parentales, pero entre influyente e “influencer”,
que parecen semejantes, hay un abismo. Más
desayunos tenía el referente de Al
rojo vivo, pero no ha conseguido ser influyente, y mucho menos
“influencer”, así que Xabier Fortes
se queda dentro de unos días sin esa cola rara que hasta ahora mantenía la
dirección de TVE haciendo un puente entre Los
desayunos, La mañana con María Casado, y vuelta a Más desayunos, tertulia política que ha
enganchado menos que las Amigas y conocidas
de Inés Ballester de la etapa
anterior.
Pelo
púbico
Vuelvo a
Andalucía, que esta semana ha estado en el candelabro de todas las teles que en
el mundo son. Está claro que para la derecha más airosa, más vanagloriosa, y
más por mis cojones, Andalucía se ha convertido en un espejo, en el norte, en
el ejemplo de los ejemplos. Vamos, en una auténtica “influencer”. Si allí se
han unido las derechas, se unen en el resto de España, sean elecciones
municipales, europeas, o siderales. Es lo que deduje viendo y escuchando al
líder del nuevo orden, un Pablo
“Aznarín” Casado que se movía sobre una tarima como se mueven los
charlatanes vendiendo el crecepelo de toda la vida, con despliegue de sonrisa
triunfadora, y con el que conectó María
Llapart en La Sexta para que la buena nueva que llegaba de “la gran tierra
que es Andalucía” no se descarriara. Están felices. Ya sin caretas. No hay nada
que ocultar. El “influencer” y el referente del PP es Vox. Si a mitad del siglo
XX Carmen Martín Gaite escribía la
vida provinciana de las chicas de Entre visillos, las reuniones de la derecha
con la extrema derecha del vaquero Santi
Abascal se hacen detrás de las cortinas, como decía Susana Díaz entre una nube de periodistas, confirmando La Sexta el
comadreo. Qué pena que a José Mota,
todo un referente del humor, no le haya dado tiempo a meter en su especial de
Nochevieja Retratos salvajes para La
1 –Siete horas con Mariano, El inimitable, Okupas en la Moncloa, e Historia de
la Munda, remedo de la película del argentino Damián Szifron- los pactos andaluces de PP, C´s y Vox, el auténtico
macho alfa. Seguro que Mota sabría encontrar humor donde yo sólo veo preocupación.
El vaquero Santi se ha convertido en el auténtico “influencer” de la derecha
salvaje, un referente que me eriza el pelo del pubis, por lo menos. Bop Bop,
ilumínanos.
La guinda
Spacey
es Frank
En la nueva
temporada de House of cards, y tras
la acusación de acoso sexual a un chico, Kevin Spacey, el presidente de EEUU
Frank Underwood, fue apartado de la serie. Ahora, en un vídeo colgado en redes
sociales, el actor ha vuelto a usar el malvado y adictivo personaje para
defenderse. Lo titula Let me be Frank, algo así como déjame ser Frank. Hablando
a cámara, desafiante como Underwood, habla de su inocencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario