Liberal ibérico
(Artículo publicado el martes, 29 de octubre, en diarios del grupo Prensa Ibérica)
La casualidad
hace que mientras escribo, escucho la obertura de la ópera Juana de Arco de Giuseppe Verdi, una música muy del
maestro italiano, clara, épica, emocional, romántica, de mucha enjundia,
corpórea. La mártir medieval no lo pudo saber, pero su carne chamuscada puede
estar tranquila, el gran artista que murió arrancando el siglo XIX en Milán
ayudó a elevarla a la hornacina de los mitos. En esta situación recibo el
enlace de un vídeo en el que veo la cara en primer plano de Albert Rivera sin el rigor indumentario
que llevó la noche del domingo en la entrevista que le hizo Ana Pastor en El objetivo –de terno azul, formal, presidenciable, pero sin el
corsé de la corbata para dar a entender que sigue siendo él, el chico que sabe
leer lo que piensa la calle, tan cambiable, o tal vez el chico que sigue
discurseando como en el concurso de la tele en el que tenía que defender con la
misma vehemencia una cosa y su contraria-.
En ese vídeo,
que ya ha saltado a los programas de la tele para echarse unas risas o peor aún
para tomárselo en serio se ve al vende dietas como esforzándose por reír
dándole las gracias a Pedro Sánchez
por llamar a su partido liberales ibéricos. El sin escrúpulos se hace acompañar
por cuatro mujeres de sonrisa tan forzada como la del líder, que en un alarde
de ingenio tan patoso como de bochorno ajeno, y abriendo el plano, muestra el
lema de las camisetas blancas con que se visten, “Liberales ibéricos”. Gracias,
Sánchez, dice el menda apretando los puños en su ya típica falta de
naturalidad. Hasta Francisco Marhuenda,
derecha mediática, se sonrojaba. Ay, pobrecito, tan tonto, susurran los
personajes de La casa de la flores en
un meme estupendo.
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