El perrito
(Artículo publicado el martes, 5 de noviembre, en diarios del grupo Prensa Ibérica)
Como es lógico,
el debate de anoche, donde actuaban los líderes más destacados del circo, no
puede entrar aquí. O sea, imposible comentar esa tontuna de quién ganó o perdió
el debate, quién estaba más nervioso, quién más sereno o más certero. O si Ana Blanco y Vicente Vallés ejercieron de jueces equilibrados, que seguro que
sí, no tengo ninguna duda. Tampoco si arrasó en audiencia, o si la audiencia se
volcó más en Antena 3 y La Sexta o en La 1, y mucho menos si los expertos que
todo lo saben acertaron en sus reflexiones a toro pasado, siguieron en sus
trece, o a raíz de lo dicho hubo alguno que cambió su punto de vista. Nada de
eso puede entrar en esta pieza porque estas líneas, como saben, se mandan al
periódico el día antes. Aun así da igual. Digo que da igual porque lo del
perrito está haciendo las delicias de las pantallas desde el domingo.
El perrito, como
supongo intuyen, es el perrito de Albert
Rivera, Bueno, el perro Lucas de un compañero de su equipo. Más. Es nada
menos que “el arma secreta” de Rivera, el líder supremo de Ciudadanos, para el
debate de anoche. En un tono y con caritas que se supone pretendían ser
naturales, graciosas, ocurrentes, el ciudadano Rivera, con los ojos
desarbolados y una vocalización de primero de arte dramático, o sea, lo que se
entiende por vocalizar con el culo, advirtió, “quien me ataque en el debate, ya
sabe, tendrá que enfrentarse a Lucas”. Cuando uno ve el vídeo se le queda la
cara de alpargata, algo así como una desolación tremebunda y paternal. ¿Qué le
pasa a este señor? La decadencia de Albert Rivera y Ciudadanos no tiene la
nobleza de otros declives. Yo también creo que más que los politólogos es cosa
de siquiatras. Es tan tontito. Pobre.
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