domingo, 24 de noviembre de 2019

Maldeojos. El presidente


El presidente
(Artículo publicado el martes, 12 de noviembre, en diarios del grupo Prensa Ibérica)

     El domingo llegué a mi casa reventado, ojeroso, embotado pero contento. Acabábamos de enviar los resultados a la Junta Electoral de Zona, firmado todo lo firmable, y por supuesto, que es lo primero, escrutados, mirados, y almacenados todos los votos de la mesa que me tocó. Que me tocó presidir. Es la más alta responsabilidad institucional, civil, que he tenido en mi vida. Desde las siete y media de la mañana a las doce la noche es mucha traca, y mucha presión porque sí, si todo va bien, perfecto, pero si algo ocurre en sentido contrario, ya tenemos el lío. Un solo voto, un descuadre en el recuento, es un drama. Y, tal como dice el librillo que te hacen llegar unos días antes a casa, tú eres la máxima autoridad de ese recinto, por encima de cualquier otra, es decir, también lleva el regalito de ser el máximo responsable. Acojona lo uno y lo otro.

     Me emocionó, por la edad, por los recuerdos agolpados de otras épocas, la visita de los mozos de la Guardia Civil –podrían ser mis hijos-, y su educada disposición “por si algo pasa, o para cualquier cosa”. Fue una visita también institucional, normativa, sabiendo que el protocolo marca que las armas no pueden entrar en un colegio electoral, así que, con mucho tacto, se pusieron “a disposición del presidente”. Al final de la noche, ya con el pescado vendido, recibí la felicitación de quienes representaban a los partidos en liza. Y se agradece el gesto. Cuando llegué a casa puse la tele que no vi durante el día. Y todo era previsible. Telecinco, con sus monstruitos, ajena a la calle. Antena 3, con una película. La 1, cerrando el quiosco del especial. Y Ferreras, como si no hubiera un mañana, con su pactómetro, buscando al presidente del país. Alivia saber que tú no eres.


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