La voz
(Artículo publicado el jueves, 31 de octubre, en diarios del grupo Prensa Ibérica)
Ni La voz kid ni La voz yayoflauta ni La voz
marciana, cuando aquí hablo de la voz hablo de la forma de hablar de Cecilia Suárez, que o te encanta o te
saca de quicio porque para decir Nabucodonosor se tiraría media vida. Na-bu-co-do-no-sor,
dándole a cada sílaba más tiempo y bamboleo demorado que el patético y
translúcido Quim Torra condenando la
violencia que él, atacado de tremendo delirio, engulle como mero civismo, el
muy canalla, o como necesaria para darle visibilidad internacional al asunto de
la independencia, piensa la cateta Elisenda
Paluzie, presidenta de la ANC. Les prometo porque lo he investigado que la
actriz mejicana no habla igual que habla su personaje Paulina de la Mora en La casa de las flores. Al principio me
exasperaba. Pero le di la vuelta y lo entendí todo. Y me enamoró.
La casa de las flores es una historia
creada por Manolo Caro, que por
cierto rueda ahora en España Alguien
tiene que morir, también para Netflix con un reparto rutilante que encabeza
Carmen Maura, Ernesto Alterio, Mariola
Fuentes y la protagonista de esta columna, que no hablará con la cadencia
mentado. La casa de las flores es un
todo que mezcla drama y comedia al asomarse al machismo, al mundo LGTBI, a las
drogas, a las apariencias, a la lucha por la vida. La primera temporada –la que
he visto- cuenta con Verónica Castro
–estrella mejicana de la televisión-, y además de otros actores mejicanos, con Paco León, que hace de mujer trans,
personaje que parece un trasunto de su mítica Raquel Revuelta de Homo
Zapping. Sé que me ha quedado una pieza muy deslavazada, pero me centro, la
forma loca de hablar de Cecilia Suárez es un flipe.
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