Con sentido del humor
(Artículo publicado el domingo, 17 de noviembre, en diarios del grupo Prensa Ibérica)
Hace pocos días Toñi Moreno tuvo que entrar en directo
-¿tuvo, o quiso?- en Viva la vida, su
anterior destino, para desmentir que el bebé que espera se malogró, noticia que
se publicó en no sé qué digital que, como otros tantos, vive de cebos y
manipulaciones. A María Teresa Campos
ya la han matado varias veces, y otras tantas ha revivido para desmentir
también, y cabrearse, incluso para poner denuncias, su falsa muerte. Huy, se lo
toma muy mal, decía sentado en la sección rosa que ha abierto ahora Espejo público su novio, el humorista Edmundo Arrocet, un señor que ha ganado
aplomo y nobleza con los años, una apostura que antes me parecía desgarbada y
chorra. Yo le digo, decía el cómico –poca gracia me hace, la verdad, nunca me
hizo chiste, ni el piticlín piticlín en el Un,
dos, tres del gran Chicho Ibáñez
Serrador ante una impertérrita y señorial Mayra Gómez Kemp ni contando gracias junto a Chiquito, del que fue muy amigo-, yo le digo a María Teresa que se
tome estas cosas con calma, que no le dé importancia, que no merece la pena,
pero qué va, a ella le afectan mucho estas noticias que hablan de su muerte. A Espejo público no fue el novio de la
Campos a hablar de su intimidad, que me imagino reservada para las revistas de
papel o programas de chismes que pagan la exclusiva, sino para hablar del
homenaje en forma de estatua que se está preparando en Málaga al condemor, al
pecador de la pradera, al fistro que retorció el español hasta un delirio
surrealista y brillante, único, absurdo y descacharrante. O sea, que fue a
pedir dinero para alcanzar los 40.000 euros que costará la estatua en bronce
del escultor que la está haciendo, Ramón
Chaparro. Con esa excusa invitaron a la mesa chismosa –cuenta con Ángel Antonio Herrera y otros
periodistas de la prensa rosa, la clásica, no la zafia y macarra que se ejerce
en Telecinco- a Arrocet, pero Susanna
Griso, avispada, le tiró los tejos a Maritere a través del novio como un
médium hace de puente entre el muerto y la familia. Maritere, aquí te
esperamos, dijo, invitación imposible si la malagueña siguiera enredada a las
redes de Mediaset, que han vuelto no sólo a romperse sino que toda la bilis de
ese emporio ha restregado por el suelo la trayectoria de la periodista, que en Telecinco
dejó los mejores años de su profesión. Y así le pagan, humillándola a ella y
maltratando a sus niñas, a Terelu y
a Carmen.
Rabia rabiosa
Hay digitales
que viven de la trola, como decía antes y sabe todo el mundo, y hasta los hay
que alcanzan la pantalla de la tele dando cabida a su basura y blanqueando con
las entrevistas que hacen a sus directores una información que se ríe del
periodismo y de los profesionales que se desviven por adecentarlo. La otra
tarde, al comienzo de Todo es mentira
-¿de dónde sacará Risto Mejide sus
divertidos chalecos que tienen como centro la prensa, los medios, el nombre de
las cadenas, chalecos que llevan impresos el logo de Telecinco, Antena3, La
Sexta, La 1, y Cuatro?- emitieron “un editorial” circense donde se veía a Eduardo Inda haciendo el canelo,
enloquecido, en una performance frente a la cámara en la que, con su sonrisa de
medio lado, de ofidio con canas y dentadura de cal a lo María Patiño, Belén Esteban,
o Kiko Hernández, blancura de pega,
el tipo iba sacando los males de la muerte, fotos con el apocalipsis del
posible Gobierno del ingenuo Pablo
Sánchez que se ha dejado comer por el diablo bolivariano, comunista con rabo
de azufre, el coletas Pablo Iglesias
al que el indecente trolero llama “esto, esto va a ser vicepresidente del
Gobierno”, mientras sostiene una foto del líder de Podemos. Su perorata es tan
grotesca, echa tanta bilis por la comisura de su sonrisita reptililiana, que
acabas compadeciéndolo porque en verdad en verdad les digo que a este tipo, si
al final hay Gobierno de izquierdas, la va a salir una almorrana en el culo en
la legislatura ahora embrionaria. Frente a tanta solemne impostura, el humor.
No hay otra manera de tomarse las cosas de este hombre. Hacen lo mismo en Todo es mentira con lo que brama Federico Jiménez el de los Santos en su
puesto de radio, y a falta de palabras y cal viva que exprese lo que siente
ante el famoso abrazo en el Congreso de Pedro y Pablo, los amantes
reconciliados, recurre al rrgggkkkk, al agggghhhh, y al mmmpppsss, rabioso,
dicen, y a punto de convertirse en una especie de monstruo de las galletas.
Tamara y Maritere
Conforme pasan
los programas, Todo es mentira se va
convirtiendo en una fiesta que tiene como protagonista la política, y sí, al
igual que El intermedio, el humor no
impide que sea un programa informativo, reivindicación que hacía muy serio, arrugando
aún más sus raras cejas, un Risto enfadado con el jefe de prensa de la ministra
de Industria Reyes Maroto, que
empuja, regaña, y acorrala al reportero David
Moreno. Estamos a medio minuto de poner seguridad a nuestros periodistas,
advertía más serio que un ajo Mejide. No seguiré por esta línea, que pide paso con
pícara y beatífica sonrisa Tamara Falcó,
a la que de repente me encuentro en todas partes. La vemos en el Masterchef de las celebridades, donde La
1 aprovecha los besuqueos de monja que se da la niña con el jurado Jordi
Cruz para promocionar el cansino programa al que llegó Tamara enviada a Masterchef por el mismísimo dios para “aprender a cocinar”. ¿Les
hace gracia? Pues ahí va otra perla ya que “mi ideal de mujer es la Virgen
María”. Tómate esa. Y la veo en la tertulia de variedades A partir de hoy que presenta en la pública Máximo Huerta. Creo que tiene una sección de tendencias, de moda,
de algo para justificar su presencia, y en verdad les digo que la señorita es
un número. Se le olvida el guión, improvisa, y se ríe de ella misma. No está
mal para empezar a mirarla con otros ojos. Aunque todavía no llega al nivel de
la mentada Maritere Campos, que vuelve a la tele nada menos que riéndose de su
propia muerte asistiendo a su funeral en El
cielo puede esperar, en #0 de Movistar. Ole y ole. Con humor, hasta la
muerte parece otra cosa.
La chispa
El caballo
La gala de
entrega de los Premios Ondas –van 66- fue un alegato a favor del periodismo en
unos momentos en que partidos como Vox impiden el trabajo de los profesionales
en función de si les gusta o no lo que dicen –que se les retire el dinero
público que reciben-. Jordi Évole, premiado, alzando el trofeo por Salvados, resumió la idea. Qué bonito el
caballo, dijo –el caballo alado del premio-, sobre todo porque no lo va a
montar Abascal
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