domingo, 24 de noviembre de 2019

Maldeojos. Ciudadano Rivera


Ciudadano Rivera
(Artículo publicado el jueves, 14 de noviembre, en diarios del grupo Prensa Ibérica)

     Ahora sí, ahora Albert Rivera pasa a ser un ciudadano como otro cualquiera si no nos sale la vena tiquismiquis. Vi en directo su dimisión, y algo excepcional tuvo. Tuvo la excepción de que un político, en España, ha conjugado hasta hacerlo real, un verbo al que sus colegas han despreciado como si fuese una claudicación insoportable, dimitir. Es un gesto noble. Eso sí, su dimisión expuesta en directo, y desde la sede de su partido, fue más emocional que política. De hecho la dirección de Ciudadanos, que miraba cómo se retiraba el líder de la primera fila, apenas daba abasto apartándose las lagrimillas que iban cayendo sin consuelo mejilla abajo. Queda la duda, de mala pécora, de pensar si algunos y algunas lloraban porque se han quedado con el hatillo de alcanzar el Congreso de los Diputados compuesto pero sin deshacer. El barco de los elegidos apenas es un barco de juguete donde sólo caben 10.

     Viendo al político despedirse, como si de repente recobrara la sensatez, concluyes que sus momentos estelares legados al archivo de las televisiones era pura vacuidad, era necia puesta en escena, llevar la política al espectáculo y el titular. Lo del perrito Lucas no se olvida con facilidad. Pobre, decíamos. Se veía su declive desde fuera, su ruina y decadencia. No sé si irá al paro, pero podría encontrar acomodo en tertulias o concursos. Sea lo que sea, como analiza el murciano Juan Soto Ivars, con una capacidad brillante para atinar, si Sánchez cree que ha ganado, Iglesias que es imprescindible, Casado que remonta, Abascal que España le da la razón, el único que ha conectado con la realidad es Rivera. Impecable. Lo del abrazo entre Sánchez e Iglesias merece capítulo aparte.


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