Ellas debaten
(Artículo publicado el sábado, 9 de noviembre, en diarios del grupo Prensa Ibérica)
Los grupos de
bonobos están dominados por coaliciones de hembras, que impiden que se imponga
la agresividad masculina. En cambio, entre los chimpancés dominan las coaliciones
de machos y por eso hay tanta violencia y explosiones de rabia y cólera. La
casualidad, a veces no sólo caprichosa sino sorprendente, quiso que leyera ese
párrafo –Vida, la gran historia, del
paleontólogo Juan Luis Arzuaga-
justo antes de que en La Sexta empezara el debate con cinco mujeres que representan
a otros tantos partidos que mañana concurren a las elecciones. Ahí dejo la cita
y la anécdota. Veo el debate con una Ana
Pastor estricta y, aunque profesional, siempre me resulta un poco repipi,
como si tuviera que decir una vez más, y lo dijo, que “el debate lo dirijo yo”.
Vale, mujer, dicho está. Viéndolo me pregunté cada vez que el realizador
enchufaba su jeta cómo la señora Rocío
Monasterio es capaz de escupir veneno sin dejar de sonreír, o lo que sea
eso.
Esto de los
debates políticos se ha convertido en un formato, en un programa más de
televisión –más de tres millones vieron el de las mujeres, muy rentable, por
tanto-. Cuando a la señora de sonrisa de hiel le preguntaban por una cosa –un
poco lo que hicieron todas- ella cantaba, “por el mar corren las liebres, por
el monte las sardinas”. Este debate,
comparado con el de los machitos, ha sido más interesante, dinámico, con más
ideas, más periodístico, y con más propuestas. Antes y después del mismo, cómo
no, hubo un previo y un post. Me fui a la cama, me levanté a hacer pipí, y no
quise encender la tele por si aún estaba allí Antonio García Ferreras moviendo las manos en el plató de Al rojo vivo, enloquecido, con las luces
apagadas, hablando solo. Qué tipo.
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