lunes, 11 de noviembre de 2019

Maldeojos. Erecciones en elecciones


Erecciones en elecciones
(Artículo publicado el domingo, 10 de noviembre, en diarios del grupo Prensa Ibérica)

     No es lo mismo, pero suena casi igual. Donde se ponga una erección que se quite una elección. Vivan las erecciones suena mejor que vivan las elecciones. Según la edad, una erección es mucho más importante que una elección por mucho que la cargue el diablo y afecte a miles de personas, y ya se sabe que las elecciones las carga el diablo más travieso. Pero una erección es cosa íntima, doméstica, una dureza que se puede quedar ahí o propagarse como se habla de un festival, de la hora de una comilona, creo que me explico. Ver a un tío empalmado llama mucho la atención, y no sólo entre el sector de los homos. A un hetero le enseñas la foto de un menda enseñando debajo del gallumbo el bicho con la cabeza alta y lo mira, vaya si lo mira, aunque sólo sea por comparar, que también es muy de machos. Lo de toda la vida. Eso de ver quién la tiene más grande. En el fondo, las elecciones de hoy también pueden verse como una medida. A ver quién maneja más. De hecho se la miden sólo chicos. ¿Ganará la de Sánchez? ¿Será Casado, el de la barbita, quien dominará el cuarto oscuro? ¿Se la está afilando Rivera, el más joven, para luego exhibirla en todo su esplendor y decir mirad qué hermosura, y eso que el CIS de Tezanos nos decía que la nuestra esta vez sería una picha de bebé? ¿Será, por dios, la Tizona de Abascal, ese hombretón, la que domine el reino y someta al infiel a golpes de dureza sedosa, tendrá que agachar la cabeza ante semejante beldad, arrodillarse ante su irrefutable potencia el jovenzuelo del PP y, en silencio, o dándose golpes de pecho, contar con la diosa ultra? Qué hombre, qué pechos, qué andares, qué cosa. ¿O será, que se me olvidaba, la pichilla del bebé Errejón la que nos dará la sorpresa y al sacarla de entre los pañales deslumbre al personal por su hermosura, envidia y poder de decisión al poner su secreto encima de la mesa como quien dice, hala, aquí está, esto es lo que hay si alguien la quiere?

Grandes personalidades
     Si nos dejamos de metáforas llegamos corre que te pillo al junco El Cejas, que tiene una personalidad tan grande tan grande que no le cabe en los calzoncillos, dice Jorge Javier Vázquez, y para que nadie dude el realizador pincha un plano con el paquete del tirillas que hace que María Patiño salte con un “qué barbaridad, si le llega a la cintura”. Y no estaba de erecciones. Dicen que a los delgados, sigue disertando el experto Jorgeja, se les va la carne al mismo sitio, refiriéndose al concursante de Gran Hermano mientras el plano enseña al delgado “influencer y cantante” –chúpate esa, Maricarmen- embutido en una malla choricera que señalaba “la personalidad del joven”. Se ve que Gran Hermano es una fábrica de embutidos sin fronteras. Lo digo porque sin salir de su casa también se vio la alegría de un tal Gianmarco Onestini, italiano que participa –expulsado ya- en el basurero. La escena es dulce, acaramelada, incluso tierna. En ella, tumbados en camas separadas pero juntas, se ve a Gianmarco mirando con ardor a una tal Adara, o Ataja, o Alhaja, o como se llame esaa señora que siempre va con los morros muy, pero que muy pintados de rojo y que se deja engatusar. Gianmarco es un maestro del empalme. Necesita poco. Sólo le toca el pelo a la paloma, pero es suficiente para que, retirándose el edredón que lo cubre y esconde, dé un salto, le diga a la dama que no lo espere despierto porque se va al retrete –seguro que para trastearse allí y desfogarse-, y es cuando las cámaras, que están en todo, muestran la cosa. La cosa es una erección plomiza, puntiaguda, ferrosa y toril que levanta los ¡ohhh! unánimes  en el plató, tanto que, por una vez, deja sin palabras al dicharachero presentador. Pero no hay dos sin tres, y sin salir de Gran Hermano. Quizá ahí falten neuronas, no lo sé, pero lo que no falta es testosterona para levantar un pino en mitad de las ingles. El tercero que enseña el bulto medio erecto es otro tal, un tal Pol Badía, que era, es, o ya no será jamás el novio de un tal Maestro Joao –que dios me pille abstemio total, que si no la lío-. Este Joao es el señor que para tocar carne joven, culo prieto, se inventó el rollo de que tocando nalgas vivas es capaz de adivinar el futuro, y también el que cada mañana, sin erección ni hostias, alarga sus pestañas con rímel como una vieja travesti de club de alterne barato. Y el Pol haciendo pesas en el jardín de Guadalix, antes de ser expulsado del paraíso, se quedó en bañador, enseñoreó la sombra de sus partes, y en las tertulias hablaron de “la gran personalidad que posee”, y eso que el bicho, muerto, ni estaba de parranda.

San Nabo
     Todo no va a ser pitos en esta columna. Por eso traigo aquí a Mónica NaranjoMónica y el sexo, Cuatro, altísima madrugada-, que habla de chochos, como suena. Frente a las elecciones, erecciones de chochos. Pues bien, a pesar de nombre tan llamativo –todo lo que lleva la palabra sexo es llamativo y atrae como un pecado-, Mónica y el sexo no lo ve, según los datos de audiencia, ni la propia Naranjo. Me recuerda tanto a la panfollada de Samanta Villar que me aburre antes de verlo. Que si el poliamor, que si adultos que entran en erección cuando se ponen pañales de bebé, que si látigo y dominación, que si necrofilia, que si zoofilia y bestialismo. En realidad, Mónica y el sexo, según su web, dice que la cantante emprende un viaje vital que la lleva a recorrer diferentes países para descubrir sus maneras de vivir la sexualidad con una mirada abierta. Genial. Y decido ver un poco del viaje que la diva hizo a Brasil. Se llevó a Boris, no me pregunten por qué, así que la cosa no pintaba nada bien. Mónica se tomó una viagra, se puso a bailar samba, y acabó diciendo que tenía tanta sensibilidad que hasta la costura del pantalón le encantaba, y que el pubis era una fiesta. Mónica y el sexo es una mala elección porque ni siquiera hay erección. A ver si esta noche, cuando abran las urnas, celebramos las elecciones con erecciones, o como hizo Yolanda Ramos en Masterchef, erigiendo a San Nabo como guía de vida “para no volver jamás a pasar hambre”. ¿Qué tipo de hambre? Ustedes me entienden.

La chispa
Salvajes
Antes de la gala de los premios Princesa de Girona vimos imágenes que avergüenzan. A las puertas del Palacio de Congresos donde la niña Leonor se estrenó en este acto junto a su familia un grupo de salvajes escupió, vociferó, zarandeó, y montó el pollo a los que trataban de acceder al interior. Se llaman independentistas catalanes. Sus caras de odio y rabia y su desaforado incivismo invalida cualquier reivindicación por muy justa que sea.

No hay comentarios:

Publicar un comentario