Poliodio
(Artículo publicado el jueves, 22 de agosto, en diarios del grupo Prensa Ibérica)
Viendo el First dates de Carlos Sobera –es el Francisco
Marhuenda de la pantalla, el tipo que no descansa, el que no falla, ese que
siempre está ahí- aprende uno cosas, no sé si buenas, malas, o sólo eso, cosas.
Aprende uno no sólo que hay gente que no tiene con una pareja sino que quiere
tener más de una y llevarlas a todas adelante, y sin ocultar nada, es decir,
que todo el mundo está en el ajo. No es, para explicarme, la traspasada y
desleal puesta de cuernos ni la machista poligamia que se practica en algunas
culturas. Ni la rancia, turbia y ofensiva existencia de “la otra”, de la
querida con nidito de amor incluido. No, se trata del poliamor, de querer a
una, a uno, y a otra u otro, y todos a la vez, y sabiendo unos de otros, pero
sin camas redondas ni puñetas, parejas como dios manda, pero en casas y
circunstancias distintas.
En la otra
orilla, y también en lo de Cuatro, hay parejas que se forman no unidas por el
amor y el deseo, que también, sino por sus odios comunes. Pasó la otra noche.
Eran dos chicas que se prendaron una de la otra por su odio a Rosalía, tra tra. ¿Increíble? Es lo que
hay. Estoy seguro de que saldrían parejas como chinches si el criterio para
formarse fuese odiar a Marcos de Quinto,
ex directivo de Cocacola, ahora diputado por Cs, tipo con menos sensibilidad y
empatía que una araña esquinera. A los migrantes del Open Arms –vergüenza y perplejidad
causa lo que está pasando con ellos- los llama pasajeros bien comidos, y luego
que la “piadosa teocracia izquierdista envía a la hoguera” a los que critiquen
a esa ONG, además de llamar troll de mierda y cretino a un anónimo en Twitter.
¿Cuántas parejas unidas por odiar a Marquitos se formarían en First dates?
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