Qué
pena, Risto, qué pena
(Artículo publicado el domingo, 10 de febrero, en diarios del grupo Prensa Ibérica)
Cuando llegó Todo es mentira a Cuatro vi el estreno
con un asomo de gozo, luchando conmigo mismo para combatir el prejuicio que me
despierta el nombre de La fábrica de la tele, la productora del formato que, en
teoría, nació para desmontar noticias falsas con el acelerador del humor,
productora que también firma programas basura como Sálvame o Socialité,
chuminadas de mucho octanaje donde la exageración, el amaño, y la mentira
organizada en un sumario atroz y circense mantiene a su audiencia con la dosis
de toxicidad suficiente para seguir pidiendo más y más. La fábrica de la tele
es maestra en fabricar espectadores basura. Así que al saber que Todo es mentira es de La fábrica de la
tele, negocio que es a Telecinco como Casado
a Aznar, se me erizó la testuz, se
me nubló la dignidad, me afilé las uñas, y casi empecé a escribir antes de ver
la función, pero no, me contuve y esperé a ver qué hacía Risto Mejide y su equipo. Y juro por san Paolo Vasile, que está en el cielo abriendo las puertas del
chiringuito de Mediaset, que me gustó. Pero me gustó unas horas, apenas un
suspiro. La audiencia de la cadena, acostumbrada a urdiembres pestosas y
gruesas como un cuesco de los tócame la flor de Gran hermano, o de Hombres y mujeres y viceversa, miró a
otros estercoleros menos irónicos, menos exigentes, con menos necesidad de al
menos estar al corriente de la actualidad social, política o económica, y
empezó a perder la batalla contra Zapeando,
su adversario natural, al segundo encontronazo. Malo. Esta empresa lo tiene
claro. Cuando un programa no tira, toma un camino. El mismo camino. Echar mano
de La fábrica de la tele en todo su esplendor, haciendo lo que sabe hacer, es
decir, elevar el chisme y la información gruesa a categoría de entretenimiento
facilón. Y entonces llegó la claudicación alucinante de Todo es mentira. Y no porque el formato se haya metido el rabo
entre las patas sino porque Risto Mejide, tan quisquilloso, tan duro, tan
farruco cuando habla con sus invitados en Chester
–la ministra Margarita Robles, a su
paso por el programa, dice la web de la cadena, esquiva las balas de Risto- se
haya bajado los gayumbos como una Sonsoles
Ónega cualquiera, que hizo lo propio con su Ya es mediodía, que de anunciarse en Telecinco como un programa
serio de actualidad y debate político quedó en cuanto bajó la audiencia en la
mierda que es hoy, otra memez que habla con la importancia que merece con
chusma como una señora ordinaria llamada Alba
Carrillo y otras criaturas fabricadas por Mediaset.
Revancha
de Tania
Si en el mismo
instante en que Risto Mejide y sus colegas de Todo es mentira vieron en el guión que iban a tratar la salida de Íñigo Errejón de Podemos para meterse
bajo las enaguas de la abuela Manuela
Carmena y Más Madrid como lo tratan Ya
es mediodía o Sálvame hubieran
dado un salto, hubieran abandonado en bloque el plató, y hubieran hecho una
monumental peineta, Todo es mentira
quizá ya no estaría en antena, pero sin duda la dignidad de la cadena, del
presentador, de los colaboradores, y de la audiencia hubieran alcanzado cotas
de magia catódica nunca vistas. ¿Fue así? Está claro que no. ¿Y qué hizo el Sálvame versión Todo es mentira, el Socialité
de una inenarrable María Patiño
versión Todo es mentira? Por cierto, ¿es que le interesa a Socialité, esa cita con el chisme de
baja catadura, la política? Me parto. Le interesa la política como al
nuevo Todo es mentira hacer de sus guiones un formato con garra e ironía.
El programa de la mari Patiño se entristeció al enterarse de que la familia de Zaplana –ya libre, con sus millones a
resguardo, dice la jueza- no vive su mejor momento ya que, tocada por la
desgracia, no sólo tiene leucemia él sino que la misma enfermedad se le ha
detectado a su mujer, Rosa Barceló,
reportaje que firmó con la felicidad de un carnívoro ante un filete de vaca, Javier de Hoyos. Vuelvo al tratamiento en
Todo es mentira de la salida de
Errejón de Podemos. Que ha sido por despecho de Tania Sánchez –anterior pareja de Pablo Iglesias-. Esta teoría, rancia, ridícula y machista, es una
afrenta para cualquier espectador con un mínimo de dignidad. Esto se va
pareciendo más a Betty la fea,
decían, mezclado con la venganza del Conde de Montecristo. El cavernícola del
periodismo bufo ultraconservador Jiménez
Losantos apunta la misma idea, que otros medios digitales, sin prestigio
pero rancios como un aceite pasado, llevaron en sus titulares.
No
me toque
Por si faltaba
algo en la debacle, en el derrape hacia territorios de exageración, llevando el
modelo de Sálvame, que hace de la
nada un mundo, una impostura, al plató de Todo
es mentira, intentan hacerse las víctimas y hablan de censura. De censura
política. En el estudio se ponen tensos e intensos, con caras largas, como si
fuera otro show de la gran actriz Mila
Jiménez en uno de sus dramáticos diálogos con el insustancial Rafa Mora, y uno de los colaboradores
da paso al vídeo diciendo que Natalia
Lombardo, nuestra reportera, acude a Guadalajara donde Pablo Casado visita un centro de empresarios, pero hete aquí que
alguien de su equipo impide que la periodista le pregunte “porque ya habéis
tenido ocasión de hacerlo en la rueda de prensa y ahora tiene una conversación
privada y no es momento”, pero la intrépida reportera insistía metiéndose con
el micro como una culebra entre la gente al estilo de Caiga quien caiga, aunque, viendo la escena creo que buscaba eso,
que alguien la frenara, y ocurrió, y entonces vino el consabido “no me toque,
yo sólo hago mi trabajo”. Bingo. Ya está. Las preguntas al líder del PP a quién
le importan ya. Tienen lo que querían, como cuando hace tiempo los de Aquí hay tomate perseguían y tocaban los
cojones de los famosos hasta que estos, cabreados como monas, se revolvían y se
cagaban en lo más sagrado. Esa era la noticia. ¿Qué productora estaba detrás de
Aquí hay tomate? Nuevo bingo. La
fábrica dela tele. La misma escena, con el mismo diálogo –sólo estoy realizando
mi trabajo, no me toque, no me empuje- consiguió la misma reportera cuando
trató de hablar con la alcaldesa Manuela
Carmena. Risto, hombre, a ver si es verdad que todo es mentira.
La guinda
¿TVE
libre?
Da gusto ver por
la mañana la tertulia de Xavier Fortes, que ha dado a Los desayunos de La 1 la dignidad, pluralidad, y olfato
periodístico que perdió con el mamporrero del PP Sergio Martín, que en olvidada
vida viva. El otro día dio la enhorabuena a Jordi Évole por su
exclusiva mundial con la entrevista a Nicolás Maduro. Pues bien, la Plataforma
TVE libre se indigna por ello y pide nada menos que su dimisión o cese. Qué cínicos.
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