Nutricionistas
(Artículo publicado el sábado, 2 de febrero, en diarios del grupo Prensa Ibérica)
No lo
conocía, pero ha nacido otra estrella, Julio
Basulto, y en su caso al amparo del matinal de Susana Grisso, que además de seguir machacando como una posesa
sobre el asunto de la muerte de Julen
tiene tiempo para hablar con Fernando
Savater sobre la pérdida de su mujer en 2015, incluso para dar pábulo a las opiniones de
barra de bar del torerito Fran Rivera,
que habla de genocidio en Venezuela, palabrota que el periodista Ramón Amón le afea por inexacta,
incluso hay tiempo de ver al mentado asesino de herbívoros astados en un bloque
de publicidad, al más puro estilo de la irremediable Paz Padilla y Joaquín Prat
con los colchones, de una revista dedicada a la prensa rosa. Ha nacido una
estrella, decía. Julio Basulto es nutricionista, dietista, y escritor de
mantras sobre la buena comida, es decir, la más sana, gurú que predica en la
misma casa de la presentadora de Espejo
público, que en su hogar siguen a pie firme los consejos de este hombre que
ironiza sobre quien lo ve como un talibán de la dieta.
Por lo
pronto, el azúcar es para él el nuevo demonio. Y el limón, lo peor. Nada de un
trago en ayunas, que te deja los piños sin esmalte. ¿Y el jamón, qué decir del
jamón y sus grasas y sus vetas y su tocinito? Que no, que es un alimento
tratado, y eso es como pegarle a un padre en la cara con los calcetines sudados
después de un día de trabajo en el campo bajo un sol implacable. Los de Más vale tarde también tienen su
nutricionista, aunque Mamen Mendizábal,
más hedonista que sufridora, se echa a veces unas risas con los consejos de Luis Alberto Zamora. Total, que como
espectadores, si hiciéramos caso a los nutricionistas de la tele nos
volveríamos locos. Ole los potajes de la abuela.
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