La plasta
(Artículo publicado el martes, 18 de agosto, en periódicos de EPI PRESS)
Ya hubiera
querido firmar un artículo de opinión tan rotundo y poderoso como firmó lo que
pensaba de aquello el burro que llevaron a Telecinco para hacer sus gracias.
Puso la pata en el plató y zas, se cagó. Echó una plasta morrocotuda, sin
fisuras, sin andarse por las ramas, sin medias tintas. Echó una mierda así de
grande. Burro listo. Uno lleva años dándole vuelta a las palabras para hablar
de Telecinco, cuya programación es la misma sea la hora que sea, sea el día que
sea, sea la semana que sea. No cambia. Todo pivota sobre la misma idea. Estrene
lo que estrene, se llame como se llame, el programa es el mismo de siempre. Por
ejemplo, terminó Gran Hermano VIP,
pero apenas le quitaron el maquillaje a la ganadora y sin ventilar la cloaca
donde convivieron, la cadena ya tenía lista otra yeguada para enviarla a la
isla de los Supervivientes.
Sé que hace nada
terminó esa patochada, y que hubo un ganador –ni me molesto en ver su cara, en
saber su nombre, en conocer su hazaña, en averiguar quién puede ser-, y que la
cadena barrió en audiencia, y que esa audiencia tiene mono porque al quedarse
sin la dosis de alto veneno es capaz de cualquier cosa, incluso de ver otra
cadena o, peor aún, apagar la tele durante el verano. Telecinco no lo
permitiría. Muerta la mierda gorda de los robinsones de pacotilla, repuesto
idéntico estiércol. Se llama Pasaporte a
la isla. 10 concursantes que sólo conocen los muy fieles de la factoría de
mojones compiten por concursar en la próxima edición de Supervivientes encerrados en una casa. Es el premio. En vez de Jorgeja o La Merche, Jordi González
es el presentador. El burro que se cagó
en el plató de ¡Vaya fauna! hizo la
crítica más certera, la que uno siempre soñó.
El burro opinó a los pocos minutos de entrar al plató. Dejó su opinión estampada en el suelo. Una mierda de cadena y de programa. Vaya fauna. |
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