El Caso
(Artículo publicado el domingo, 30 de agosto, en periódicos de EPI PRESS)
El caso es que El Caso ya se está preparando como serie
para La 1. Pinta bien. Detrás, la productora Plano a plano, la de El príncipe –éxito sin paliativos en
Telecinco, auténtico bombazo con audiencias millonarias- y Allí abajo –éxito sin paliativos en Antena 3, un auténtico bombazo
con audiencias millonarias-. Una pareja de renombre trabaja ya en la idea de Fernando Guillén Cuervo. Mentar hoy a César Benítez y a Aitor Gabilondo, productor, el primero, y guionista, el otro, es
mentar una bicha triunfadora. Perfecto. Y que trabajen para TVE, mejor. No dudo
de que la serie será un éxito que da sus primeros pasos. Pero el caso es que El Caso va de contar casos de El Caso, la revista de sucesos, de
titulares de infarto y crónicas de un recochineo propio de un periodismo al
servicio de la exageración y el detalle morboso en un tiempo, años 60, que aún
no era reino de la imagen sino de la palabra escrita.
Y la palabra
escrita era grandilocuente, exagerada, un fogonazo en la cara para llamar la
atención del populacho, que consumía aquellas historias con delectación de
gourmet sin escrúpulos. Sangre y semen corrían a diario por los titulares de la
revista. El Caso acabó su vida con la llegada de la televisión y su apego a los
casos de El Caso. Sólo hay que ver
estos días el chisporroteo de las teles, enloquecidas con el caso de las
mujeres de Cuenca asesinadas, según los indicios, por Sergio Morate, deseado en todos los platós patrios. Visto así,
seguimos igual. TVE lo sabe. Ya nos da toros, esa fiesta atroz. Ya nos da
fútbol, esa adormidera fenomenal. Faltaba darle al populacho su ración bien
envuelta de semen, sangre, y tragedias ajenas para consumir en la seguridad del
hogar.
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