Vinagre
Me estoy
avinagrando. Lo noto. Llevo tiempo avinagrado, pero ahora me sale por las
orejas el vinagre y la malafollá. Ni que decir he que la culpa de todo la tiene
Mariano Rajoy, del mismo modo que la
culpa de todo la tenía Zapatero.
¿Tenía? No lo sé, pero creo haber entendido a Cristóbal Ricardo decir que los “errores” de Hacienda son cosa de
otros, de la época de ZP. Es decir, que volvemos al principio de los tiempos. Verán.
Les voy a contar por qué sé, con idéntica certeza que el fiscal no cree que Aznar tenga nada que aportar para
aclarar el fastidio de los sobresueldos en el PP, aunque tuvo el cargo de
presidente del tinglado, que estoy bilioso y agrio. La otra noche, la del
lunes, Pablo Motos se lo pasó genial
en Londres con su amigo Will Smith
en una edición especial de El hormiguero
grabada allí, donde la Reina Madre. Pero resulta que Will es ya de la casa, una
hormiga más. Quizá la hormiga negra. Ay, que me troncho.
Pues uno, nada.
Como un palo. Es que uno cree que el Príncipe de Bel-Air ya lo ha dado todo,
igual que los chicos de El número uno lo
dan todo, y cuanto más dan, más hunden el programa. ¿O será Pitingo? Otro ejemplo. Supone uno que Un príncipe para Corina es un programa
de humor, uno de entretenimiento para echar un rato y olvidarse de que cada día
se le echa un nuevo nudo al cuello a la sanidad, a la educación, a la justicia,
a esas pamplinas que cuatro desocupados se empeñan en desprestigiar, con lo
malo que es eso para la marca España. Y entonces uno se pone a ver un poquito
el programa, y es cuando advierte que nada de lo que le pasa a Corina Randazzo ni a sus estrafalarios príncipes
le divierte. Es más, le aburre. Mariano, haz algo, que uno quiere ser normal.
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