viernes, 28 de junio de 2013

Maldeojos. Vinagre



Vinagre

      Me estoy avinagrando. Lo noto. Llevo tiempo avinagrado, pero ahora me sale por las orejas el vinagre y la malafollá. Ni que decir he que la culpa de todo la tiene Mariano Rajoy, del mismo modo que la culpa de todo la tenía Zapatero. ¿Tenía? No lo sé, pero creo haber entendido a Cristóbal Ricardo decir que los “errores” de Hacienda son cosa de otros, de la época de ZP. Es decir, que volvemos al principio de los tiempos. Verán. Les voy a contar por qué sé, con idéntica certeza que el fiscal no cree que Aznar tenga nada que aportar para aclarar el fastidio de los sobresueldos en el PP, aunque tuvo el cargo de presidente del tinglado, que estoy bilioso y agrio. La otra noche, la del lunes, Pablo Motos se lo pasó genial en Londres con su amigo Will Smith en una edición especial de El hormiguero grabada allí, donde la Reina Madre. Pero resulta que Will es ya de la casa, una hormiga más. Quizá la hormiga negra. Ay, que me troncho. 

      Pues uno, nada. Como un palo. Es que uno cree que el Príncipe de Bel-Air ya lo ha dado todo, igual que los chicos de El número uno lo dan todo, y cuanto más dan, más hunden el programa. ¿O será Pitingo? Otro ejemplo. Supone uno que Un príncipe para Corina es un programa de humor, uno de entretenimiento para echar un rato y olvidarse de que cada día se le echa un nuevo nudo al cuello a la sanidad, a la educación, a la justicia, a esas pamplinas que cuatro desocupados se empeñan en desprestigiar, con lo malo que es eso para la marca España. Y entonces uno se pone a ver un poquito el programa, y es cuando advierte que nada de lo que le pasa a Corina Randazzo ni a sus estrafalarios príncipes le divierte. Es más, le aburre. Mariano, haz algo, que uno quiere ser normal. 

 
Mira que hago esfuerzos -¿los hago?- tratando de ponerme en situación y reírme con estos tarugos, o con otros, pero no hay manera. La imagen recoge un momento estelar de Un príncipe para Corina, cuando los sementales se van a la playa a cazar suecas.

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