miércoles, 5 de junio de 2013

Federico y Andy y Lucas



Federico y Andy y Lucas

      En el año 1976, en una tarde de sol y fuego, el Cinco a las cinco, un día como hoy, miles de personas nos acercamos a Fuente Vaqueros en romería cívica y con una rara sensación que mezclaba sentimientos. El de estar usando la jovencísima y aún maltrecha libertad con descaro y con espíritu juvenil de provocación a un régimen que daba sus boqueadas con ramalazos y estertores de muerto peligroso, que lo mismo se hacía el dormido y parecía que todo había terminado, que se revolvía en la cama y te apretaba la muñeca hasta cortarte la respiración. Era el primer homenaje popular consentido que se hacía en su pueblo a Federico García Lorca. Yo estuve allí. Y con el tiempo se ha convertido en uno de esos momentos que tu recuerdo, tu corazón, tu razón, convierten en míticos.

      En la plaza del pueblo, la gente, muchas personas, miles de personas llegadas de todas partes, nos arrimamos en torno a la figura del poeta como el que se calienta buscando el cuerpo del otro, como el que entiende a la primera por qué ocurría aquello, un acto simple cargado de vehemente belleza y combate político. Era como si el pueblo pudiera al fin llorar el crimen cometido y callado, oculto en las tinieblas de una España de miseria moral y revancha que parecía eterna. Frente a un despojado escenario, apenas una tarima sobre el gentío, una foto enorme de Federico. Suficiente. Unos cuantos micrófonos sobre aquel altillo iban acogiendo las voces de gente muy respetada de la cultura venida para sumarse a aquella celebración entre lágrimas, aplausos, sensación de victoria, y logro colectivo.

      La dramática voz y el gesto hermoso de Nuria Espert, la hondura combativa de Aurora Bautista llenaron la tarde del eco de Federico, que parecía asomarse sobre los tejados, sonreír como un niño, y perderse de la mano con alguien de su gusto a las choperas cercanas.  Una grabación con la voz de Rafael Alberti hizo temblar a los presentes, que parecíamos subir unas escaleras que sólo podían acabar en algo semejante al delirio colectivo. Blas de Otero, José Agustín Goytisolo, con su pañuelo rojo al cuello, y granadinos como José García Ladrón de Guevara, completaron un programa que se quedó cascabeleando en alguna parte de aquellos corazones tan jovencitos y tan ilusionados porque parecía que este país despertaba a la cultura, a la razón, al entendimiento, al respeto y admiración por seres capaces de escribir cosas tan bellas, emocionantes, radicales, y adivinatorias como Poeta en Nueva York, cumbre del talento humano, retrato de la podredumbre y al tiempo de la esperanza.

      De aquella tarde, tal día como hoy, el Cinco a las cinco, 115 del nacimiento del poeta, han pasado 36 años. Hoy sigue siendo un día grande en Fuente Vaqueros. Para festejar aquel nacimiento se organiza durante una semana una semana cultural. Estupendo. Hay muchas actividades. De todo tipo. Finas, elegantes, deportivas, lecturas poéticas, homenajes, cine, el sindiós. Y un concierto. La otra mañana lo anunció la radio. No te lo pierdas, venía a decir la promoción, Andy y Lucas en Fuente Vaqueros, en el homenaje a García Lorca. El zumo de naranja que acababa de hacerme no llegó a la boca. Me quedé idiotizado. ¿Andy y Lucas en el homenaje a García Lorca? Enseguida lo tuve claro. Si Federico levantara la cabeza sólo podría hacer una cosa. Echar unos bailes, reírse, y elegir a uno de estos ceporros para revolcarse con él a la vera de las acequias. 

Sobre la tarima, en mitad de la plaza, la foto enorme de Federico, Nuria Espert, y Aurora Bautista, y miles de personas bajo el sol de un junio fiero que en la vega, si no corre aire, es de esparto y arena.

Cartel del pueblo en 1976, orgulloso de haber parido al poeta

Es posible que muchas personas no supieran quién decía los poemas de Federico, los suyos propios, o hablara ante el gentío, es posible, pero seguro que la emoción de escuchar a esas personas venidas de fuera para recordar al paisano sí corría por el pueblo como un reguero de agua fresca.   


Por la mañana, en el patio del Hospital Real de Granada, tuvo lugar otro homenaje más íntimo. Aquí, José Agustín Goytisolo.


Lola Gaos, una mujer entera, culta, magnífica actriz, una cabeza admirable que encandilaba. Aquí, en el Hospital Real de Granada, hablando sin tapujos de Federico, de libertad, de su muerte, de su vida...


En esta casa nació uno de los chiquillos de don Federico García y doña Vicenta Lorca, familia bien acomodada, con tierras de labor en la vega, y propiedades cerca de Granada. Doña Vicenta, maestra de escuela, pulimentó la sensibilidad de su hijo.


Y para que quede constancia, el retrato que confirma que estuvimos en Fuente Vaqueros en junio de 1976, el Cinco a las cinco. Qué putada, y Andy y Lucas sin asomar por aquí. En su lugar, Nuria Espert, Aurora Bautista, Goytisolo, Blas de Otero, Ladrón de Guevara, Juan de Loxa, Mario Maya.. bah, farfolla.  

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