jueves, 6 de junio de 2013

Maldeojos. Gélido objetivo



Gélido objetivo

      Estos son los datos, suyas son las conclusiones. Así se despedía Ana Pastor el domingo por la noche, cuando La Sexta estrenaba El objetivo. Y uno las fue sacando. No hay otro programa parecido en la tele nacional. Periodismo de datos, insistía la presentadora. Y decía más. Periodismo sin ideología. Y más. Sin tertulianos. En la primera entrega se chequearon tres asuntos, la transparencia, la bajada de impuestos de Aznar, y los ERE de Andalucía. Para cerrar cada tema, un chisme –a mí me estorba- dirime si el político–se analizaron asuntos políticos- dijo la verdad, la dijo a medias, o mintió como un bellaco. En medio, datos, cifras, expertos, más datos, y una velocidad agotadora, casi confusa por profusa sin tiempo para asimilar, inflexible y pétrea. Por cierto, los políticos, así, en general, mienten más que respiran. 

      Dicho lo anterior, El objetivo es un buen programa. Raro como un ratón azul. En las teles nacionales te montan la romería de los tertulianos que hacen todo lo contrario. Sin apenas datos, te atiborran de opinión. El objetivo de Ana Pastor es un magnífico programa, pero sin concesiones. Salvo detalles sin apenas importancia que se irán corrigiendo, el minutado está controlado al segundo. El plató es luminoso, Ana está correcta, distante y casi fría como las estrellas de Neruda. Quizá por eso, al terminar acaba uno con una sensación tirando a gélida. Quizá por estar grabado –se nota mucho-, por ser el primero, por convertir la carencia de opinión en corsé obsesivo, quizá por todo eso resulte amanerado, rígido, frío. O quizá porque como espectadores se nos trata como si fuéramos inteligentes. A ver si es eso. Y otra cosa. El equipo, excelente.

Ana Pastor en el plató de El objetivo la noche del estreno en La Sexta

No hay comentarios:

Publicar un comentario