miércoles, 31 de julio de 2019

Maldeojos. De chichis y pitos


De chichis y pitos
(Artículo publicado el martes, 30 de julio, en diarios del grupo Prensa Ibérica)

     Se dice, con la solemnidad hueca de algunas expresiones, con la impostación debida que infla el vacío, con el arte teatral de “la banda” profesional de la política, que la emisión el lunes en Antena 3 de El contenedor es una especie de reflexión en torno a la forma de vida de nuestra sociedad, y por tanto de nuestros semejantes, de quienes participan en el experimento sociológico –quedará para la historia lateral de la tele la expresión de Mercedes Milá, aunque refiriéndose a otro mojón catódico-. Por si no lo saben, de lo que va El contenedor es del despojamiento radical de todo lo que rodea nuestras vidas y las hace cómodas, superfluas, o esclavas de lo que poseemos y por tanto arrastrando cada cual como puede sus dependencias, a veces, enfermizas. La ropa también va en el lote de lo que hay que dejar atrás durante los diez días del “experimento”.

     Una pareja de Barcelona, dos amigas malagueñas, y una familia de Alicante han  jugado a la patochada. Si El contenedor no contemplara la posibilidad del desnudo de la gente que participa, El contenedor sería lo que es, un formato sin chispa ni interés alguno, y con lo del desnudito, un retrato pueril que hace del pudor su razón de ser. Taparse las tetas, el culo, el chichi y los pitos de sus participantes es lo más arriesgado que se ve en esta tontería estival en la que ni la propia cadena confía mucho –recordemos que desde 2016 tiene en el cajón la cosa-. Ver a los participantes hacer el chorra tapándose el culo o las tetas con un cartón o con la rejilla del aire acondicionado es patético. ¿Dónde está la parte que de verdad sería interesante, es decir, vivir sin lo prescindible? Ah, bueno, ya si tal. Servidor, nudista nato, se queda loco con la carga moral que rodea al desnudo.


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