Marcianos
(Artículo publicado el martes, 23 de julio, en diarios del grupo Prensa Ibérica)
Los de Mediaset
son marcianos. Pero lo digo no en sentido figurado sino literal, marcianos de
la luna, marcianos llegados de un charco de purines, de una galaxia con el
glamur que usan sus personajes, todo muy exagerado, hormonado, plastificado,
muy hueco, muy fatuo, a veces, incluso, obsceno y sórdido aunque con muecas
excesivas de estar pasándoselo en grande mientras vuelan los cuchillos. Mediaset
es lo más marciano del planeta tele. La noche del domingo, tanto Cuatro como
Telecinco, sin cortarse un pelo, como tiene que ser este negocio, se echaron un
pulso a ver cuál de las dos ponía el listón de lo marciano más alto. No sé
quién ganó porque hay que reconocer que estos empresarios se lo curran. El
inefable Íker Jiménez cerró
temporada en Cuatro, y van 14 de Cuarto
milenio, con eso tan cachondo de la nave del misterio y otros chistes.
Y lo hizo a lo
grande. Pues no que va el tío, y 50 años después del histórico alunizaje, va,
se remanga el pantalón, se carda más, pone sus caras más pedorras abriendo
mucho los ojos y ahuecando la expresión, planta a dos tipos a su lado, oscurece
las luces del plató, mete una musiquilla para tensionar, mira a cámara como si fuese
a decir que Pedro Sánchez y Pablo Iglesias comparten cama en el
Gobierno al fin, y suelta que van a debatir sobre si fue verdad la llegada del
hombre a la luna. Casi esturreo lo que tenía en la boca. Cambio de canal para
seguir riendo y no falló. Me topé a un puñado de seres acomodados en un sillón,
todos absurdos y prescindibles, hablando con caras desencajadas bajo la batuta
de Jorge Javier para analizar, la
mil y una vez, los misterios del planeta Supervivientes.
¿Marcianos? Incluso de más allá.
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