Alcàsser,
zona cero
(Artículo publicado el domingo, 30 de junio, en diarios del grupo Prensa Ibérica)
Cuando a una
víctima la hacen importante por ser víctima, no es bueno, eso no puede ser
bueno, decía el sociólogo municipal de Alcàsser José Gil. Esa declaración forma parte de El caso Alcàsser, serie de 5 entregas producida por Bambú para la
plataforma Netflix, que se puede ver de un tirón, que es lo que te apetece una
vez que picas y le das al inicio. Como el rascar, no puedes parar. De aquella
historia chunga lo sabes, lo recuerdas casi todo. Han pasado 27 años, pero hay
espectadores que la recordamos sin apenas despeinarnos. He dicho espectadores,
y lo he dicho sabiendo lo que digo porque, por desgracia, al crimen de Miriam, de 14 años, Desireé, de la misma edad, y Toñi, de 15, sólo le faltó haberlo
vivido cada cual en la comodidad de su casa formando parte de la programación,
sí, del espectáculo. Mientras el Gobierno de Felipe González se descomponía, acosado por la guerra sucia contra
ETA, con un Luis Roldán huido y las
cloacas del estado escupiendo su hedor a toda máquina, la tele empezaba a
expeler otro tipo de veneno que entraba a casa como una adormidera que ya, sin
remedio, se iba a quedar como parte de la familia. Qué bien contado todo esto
en El caso Alcásser, qué bien
recordado, analizado, retratado. “Alcàsser, zona cero” he llamado a esta
columna, y lo hago pensando en aquel programa, ya mítico, que emitió Antena 3 y
presentó una cardadísima y lacada Nieves
Herrero, un especial de su De tú a tú
que se emitió el 28 de enero de 1993 desde la Societat Musical de Alcàsser
justo el día en que, como un golpe en el lomo de un país conmocionado, se
encontraron los cuerpos de las niñas en lo alto de un cerro a pocos kilómetros
de donde fueron subidas a un coche que les llevó a la muerte el 13 de noviembre
de 1992. Aquella noche, la del hallazgo de sus cuerpos, se lee
sobreimpresionado en la pantalla, la tele en España fue la ganadora absoluta.
Se habla de Nieves Herrero, Horrores
la llamaría este comentarista después de aquello, pero por allí había un río de
periodistas de todos los medios, incluido Paco
Lobatón, que ya hacía su ¿Quién sabe
dónde?” para TVE, que fue quien en realidad ganó la contienda de la
audiencia con más de 8 millones de espectadores, el 47’6% frente a los 6 y pico
de Nieves y el 31’9% de cuota. La suma de ambos programas, se dice en El caso Alcàsser, permanece como una de
las cinco emisiones más vistas en la historia de la televisión en España, y
está claro que estas cifras mareantes no serían posibles sin la complicidad de
la audiencia. Como siempre. Como ahora.
Zipi
y Zape
La minuciosa
reconstrucción que de los hechos se hace en El
caso Alcàsser, documento que dirige Elías
León como un cirujano una reparación arterial, es un juego de encajes, una
especie de puzle que no por conocido tiene menos interés narrativo. Hay mucho
que alabar en este trabajo colectivo en el que hasta su productor, Ramón Campos, aparece en algunos
momentos hablando con personajes importantes de la trama, pero hay uno que
destaco sobre ellos. Podían haber echado mano de la fórmula del docudrama, de
la recreación de los hechos con actores –siempre desconocidos para dar realismo
a lo contado-, pero no, cuando usan este recurso lo hacen a corazón abierto, es
decir, sin dar gato por liebre, sin tapujos, mostrando los focos, la cámara, el
truco limpio bajo la luz de la noche y la voz de alguien que lee el acta con
una voz tan neutra que pone los pelos de punta mientras el equipo se acerca a
la maldita caseta donde sucedió el horror. Por aquel entonces, a partir del 29
de enero de 1993, cuando se hace una segunda autopsia a los cadáveres de las
niñas, nace una estrella. Pepe Navarro
brilla con su show excesivo en las noches de Telecinco empeñado en cruzar el
Mississippi, un espectáculo que en su día revolucionó el concepto de magacín
nocturno por su mezcla de géneros, por su atrevimiento conceptual, por su
tendencia al morbo descarado, por su apuesta y su tono gamberro, y allá donde
veía morbo y circo, allá que metía la nariz. El crimen que había noqueado al
país no llegó solo. Esta noche cruzamos
el Mississippi forjó a una estrella de la tele de la década del 90 del siglo
pasado, había nacido para el show Fernando García, padre de
Miriam, y con él, como Zipi y Zape, como Pili y Mili, como el dúo Pimpinela, el
periodista de sucesos Juan Ignacio
Blanco, que se engancharon a la teoría de lo que ya entonces empezó a
conocerse como “conspiranoica”, una droga dura que llenó las noches delirantes
del circo de Navarro, que iba edificando con sabia, decidida, adictiva y
magistral arquitectura los cimientos de la televisión basura.
Gestión
del dolor
Para esta
pareja, que terminó tirándose los trastos a la cabeza a raíz de otras
chifladuras que jamás probaron como la aparición de una cinta donde se veía a
gente poderosa, de la política y la banca, y de Marte y de la Conchinchina,
olisqueando para disfrute guarro sexual, lo que se conoce como vídeo “snuff”, los
cadáveres de las crías, salir en la tele y contar ocurrencias era un trabajo.
La locura alcanzó tal grado de vesania que entre las imágenes que recupera El caso Alcàsser hay una que la resume,
es el momento en que Mauricio Anglés,
hermano pequeño de Antonio Anglés,
acusado el crimen, huido, y del que jamás se supo, es saludado por el padre del
Miriam con afecto, en línea con su idea de que Miquel Ricart, el otro culpable, tampoco tuvo nada que ver. Sé que
este texto no es ni una aproximación a la densa seriedad del trabajo que Bambú
ha realizado en El caso Alcàsser, lo
sé, y que dejo fuera partes de una importancia fundamental. Pero vuelvo al principio.
Cuando a una víctima la hacen importante por ser víctima, malo. La Fundación
del padre de Miriam es una prueba, dinero a espuertas ganado manejando el dolor
sin desfallecer. Nada ha cambiado hoy. Hoy tenemos varios Fernandos García que
han sido criados bajo los focos de la tele. ¿Hablamos de Juan José Cortés, el diputado del PP por Huelva? Lo peor es que la
zona cero de estas bombas se activó en Alcàsser, pero no encontrará mano que la
desactive.
La guinda
Otegi
Es delicado, muy
delicado. Cuando se tocan las fibras del dolor más intenso nunca sabe uno lo
que haría si estuviera en ese lado del drama. Llevar a Arnaldo Otegi a La Noche en 24 horas –tele pública- para
ser entrevistado por Marc Sala es delicado, ¿doloroso?, pero enseguida hay que
decir que sí, que hay que llevarlo porque es líder de Bildu, un partido con
todas las de la ley. Otra cosa es el rechazo que produce este indecente.
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