Hijos y Mediaset
(Artículo publicado el jueves, 25 de julio, en diaroios del grupo Prensa Ibérica)
Una serie de
universidades –Pompeu Fabra de Barcelona, Bocconi de Milán, y la Queen Mary de
Londres, junto a la American Economic Review- han publicado un estudio que
concluye lo que, con toda humildad, dicho con humildad y no como lo dice “la
banda” de la política –desde aquí le doy mi abrazo solidario a quien se
encargue de acostar al eléctrico, desbordado, desaforado, desatado y delirante Alberto Carlos Rivera para que el
hombre duerma de noche, porque su estado permanente es para meterse lexatin en
vena y ver qué pasa-, pues eso, que lo que han concluido esas universidades de
postín ya lo venía uno oliendo desde que se dedica a comentar cosillas de la
tele. El estudio ha dicho que los jóvenes, los niños que crecieron viendo la
programación de Mediaset, se refiere a Italia, son menos sofisticados en lo
intelectual y menos cívicos en lo social.
Además, ya de
mayores, con edad de entender, participar y cambiar las cosas, este tipo de
espectadores tiende a apoyar a candidatos populistas con mensajes simplistas en
la cosa política. Rubén Durante, de
la Pompeu Fabra, viene a decir que cada hora que se pasa viendo televisión es
una hora que no se está leyendo, jugando afuera –se refiere a los críos-, o
socializando con otros niños. Ese sector social, el infantil y juvenil, es el
más vulnerable porque su formación está en curso. Si nos fijamos en el Mediaset
de aquí, en la parrilla de Cuatro y Telecinco, está claro que el efecto
adormidera del coco, del cerebro, es cristalino. Su programación se basa en un
entretenimiento de bajo vuelo intelectual que apela a lo primario del ser
humano, al instinto, zona difusa que nos asemeja a otros animales. Y ahí entra Berlusconi, o Trump, o Abascal.
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