OT 2017
(Artículo publicado el martes, 24 de octubre, en diarios de EPI PRESS)
Lo mejor de la
vuelta de Operación triunfo a la casa
madre, TVE, no es que la directora de la academia, Noemí Galera, mantenga la llama del interés entre los seguidores de
la emisión canora en El chat de OT,
emisión que por pronto que termine sacará a los fieles unas ojeras de caballo,
demacrados como Mario Casas en El
fotógrafo de Mauthausen -12 kilos ha perdido el actor para hacer de Francesc Boix, que fotografió el horror
nazi bajo cuerda en el campo de concentración-, tampoco lo mejor de la vuelta
de OT a La 1 ha sido la
espectacularidad de un plató monumental, luminoso y guay, ni siquiera lo mejor
de la vuelta ha sido ver en otro registro al simpático Roberto Leal, que tenía la gran responsabilidad de hacer olvidar la
forma de presentar, entre el paternalismo y un machismo social sutil y familiar,
de Carlos Lozano.
No sé si vieron
el programa. Pero si fue así, además de conocer a la tropa de aspirantes al
olvido –no hay país que aguante tanto artista suelto, sobre todo porque cada
cadena se ha propuesto criar a una caterva que ya empieza a causar problemas
medioambientales-, se darían cuenta de que esa noche, a pesar del insufrible
olor a azufre revenido, a diablo de manipulación informativa de seguidismo
gubernamental, familiar en el Telediario
de la casa, parecía que el aire era más respirable. ¿Se dieron cuenta pero no
aciertan a sacar el dedo índice y señalar la razón del hecho comprobable por la
ciencia? Yo les ayudo. Lo mejor de la vuelta de Operación triunfo a TVE no fue la
vuelta de Operación Triunfo sino la
decisión de la casa de eliminar, como se elimina un furúnculo, la entrega de Hora punta. Fue solo este lunes, pero ay qué gusto
da. Si fuera para siempre hasta vería OT.
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